Nunca he querido ser snob.
Pero hay dos circunstancias que pueden catalogarse como tales y siempre marcaron mi vida: no leo bestsellers a menos que sean im-presionantes, y no suelen gustarme los galanes que hacen delirar a la mitad del planeta que calza tacón.
Todo comenzó en la tierna edad del pavo, cuando la serie Padres forzosos me parecía la quintaesencia de la felicidad. Todavía hoy al escuchar la melodía de presentación sonrío deuna deliciosa forma autómata. Me recuerdo en el colegio, alucinada al ver que en la carpeta y en el corazón de todas mis compañeras reinaba el Tío Jessie, es decir, John Stamos. ¿Por qué? Era verle esa cara de "mírame y te derrites", esos músculos mostrados opportune et inopportune (gimnasio bien amortizado), esa barbita que gritaba al mundo "soy un chico malo y-sin-embargo-tierno", y no podía, no podía sufrirlo.
Suspiro... |
Y sin embargo, ahí estaba el padre, Danny (Bob Saget), formal pero siempre con gran sonrisa, nariz larga y vestido con traje y corbata... irresistible. No podía, no podía resistirlo.
Debí haberme dado cuenta entonces que mi negra suerte iba a ser ésa: una cósmica contradicción que me haría, invariablemente, despreciar a Richard Gere, a Brad Pitt (qué pereza), al mítico Leo (pereza elevada al cubo), a Orlando Bloom (¿lo visto como a mi doncella? preguntaría Beatrice la protagonista de Mucho ruido y pocas nueces.) Y así hasta hoy.
Sólo George Clooney, que al principio provocó mi pereza con sus declaraciones de amor porcino... terminó por vencerme.
M.A.S... o menos |
Por algo Naoko, del blog Not so addicted to beauty, al comentar el look de Silvia Abascal en los Goya apunta que reapareció "en muy buena compañía"... y a mí esa compañía me haría salir corriendo.
Y, como alguna amiga del alma, al comunicarle mi opinión me acusó: "estás enferma, háztelo mirar", vengo a defenderme públicamente.
¿Cómo podría gustarme un hombre que pudiendo calzarse una buena corbata... se coloca una pajarita?
¿Cómo podría gustarme un hombre que alcanzó la fama en algo titulado Sin tetas no hay paraíso?
¿Cómo podrá gustarme un hombre que anuncia un perfume llamado "Hombre"? Así, sin más aderezos ni reclamos, hombre... y nosotras debemos caer rendidas.
¿Cómo podría gustarme un hombre que se viste de bonito y parece un barman?
¿Cómo podrá gustarme un hombre que se deja barba de tres días siendo moreno de piel? Cuando todas sabemos que esas barbas son para noruegos o para el impresionante Doctor House.
¿Cómo podrá gustarme un hombre que, para mostrar su atractivo, debe desenfundarse? Cuando todas sabemos que un auténtico caballero acrecienta su atractivo convenientemente vestido, cuanto más, mejor.
Y, sobre todo... ¿cómo podría gustarme un hombre que tiene toda la pinta de repetirme durante toda la tarde, como los churros de feria?