Aquel tiempo de cuento en el que éramos niños, y el cielo era un lugar que solamente llenaban los abuelos. "Mi abuelo está en el cielo", decíamos, y parecía algo muy natural, aunque también misterioso, porque ya no lo podíamos ver.
Era como uno de esos juegos de prendas, sólo que con una prueba demasiado esforzada esta vez, pero el dolor era cosa de valientes y sabíamos que al final, en un final de cuento, volveríamos a encontrarnos, porque las reglas del juego eran así.
Y por la noche soñabas con el abuelo, que entraba por la puerta y decía: ¡estoy aquí!, y cuando despertabas te ponías a pensar si allá en el cielo el abuelo se había dedicado a soñar también contigo. Porque una vez tu padre te contó que esta vida pasa muy deprisa, que los del otro lado no tienen tiempo para la nostalgia, porque allí se ve la vida nuestra como un viaje veloz en ascensor.
Han pasado los años, muchos años. Se me ha llenado el cielo de gente querida y joven. Pues fueran cuales fueran sus años al morir, se fueron bien temprano. Pero el misterio sigue, y nuestro viaje. Javier, Marisa, Cris, Paquito y Alejandro, que estáis con mis abuelos... Muy pronto gozaremos de la fiesta. Vamos en ascensor hasta la Vida.
Ayer, Ramón Simonet me hizo una de sus famosas entrevistas humanistas en el cuarto de estar de su casa, y luego dimos un paseo por Sevilla la nuit...
...Y acabamos con un taco y un trago en Ta'Kool, un popular mexicano en Puerta de Jerez.
Fue una tarde inolvidable y el formato me pareció espectacular: cuatro secciones de preguntas abarcando los grandes temas universales, y en el medio varios descansos para cotillear alegremente frente a una mesa llena de comida y libros.
Alguna persona, una o dos unidades de persona, es decir, mi madre y algún amigo, me acaban de preguntar si la entrevista quedó grabada. Para conservar mi honor, la respuesta es negativa, pero os puedo contar aquí alguna de las respuestas a sus grandiosas preguntas.
Ramón se preparó a conciencia, y tal si fuera el Loco de la Colina pero aún más profundo y certero, descargó sobre mi pobre ser toda una batería de preguntas a cada cual más sonrojante..., pero yo no tengo vergüenza ninguna.
Las que más me impresionaron y por eso recuerdo qué respondí:
¿Vives?
Ahí me di cuenta de que sí, me siento viva, y hay gente que no parece sentirlo, sino dejarse arrastrar. Esta pregunta me llevó a mi adolescencia, a los felices 90 con aquello de "la chispa de la vida" que resultó ser la Coca-Cola, y a esa serie que nunca me gustó: Sensación de vivir.
Pero vivir es otra cosa. Vivir es sentirse vivido, que dirían Pedro Salinas y Alejandro Sanz. Yo me siento vivida cuando trabajo intensamente, cuando disfruto intensamente, cuando puedo estar rodeada de las personas a las que quiero, en una ciudad del Sur o del Norte, o en un pequeño pueblo de la montaña alavesa.
¿Quién es Cristo para ti?
Tremenda pregunta. Me hice un lío y empecé por Dios Padre, porque, ¿por qué no? Y conté cómo una vez, también en mi adolescencia y en Maestu, caminando por el monte estuve a punto de caer, y mi padre me tomó fuertemente de la mano y con preciosa suavidad me dijo: estoy aquí y no pienso dejar que te caigas. Y yo tuve una revelación y me dije: así es Dios. La Providencia, que no el karma. Fortiter suaviterque!
Luego Ramón me preguntó por la contemplación, porque dijo muy seguro que yo contemplaba. Tremendas declaraciones.
Me encantó que esta pregunta estuviera en la sección de Letras y no en la de trascendencia, y recordé a José Julio Cabanillas que decía que la oración y la poesía eran una sola cosa porque nacían de la contemplación.
Aquí fui un poquito políticamente incorrecta y me curé en salud diciendo que no quería yo hacer de menos nada ni a nadie, pero que está muy de moda meditar, y en mi ignorancia pienso que meditar es "meterse para adentro", mientras contemplar es volcarse hacia fuera... Pero de un modo no superficial sino profundo. Tomarse el tiempo de mirar, admirar, maravillarse ante la belleza, agradecer la maravilla.
Que la maravilla también está dentro y nos podemos contemplar a nosotros mismos, no desde el ego sino para conocernos y agradecer también, como Garcilaso que dijo "cuando me paro a contemplar mi estado". Contemplar es como respirar con el corazón en vez de los pulmones.
La entrevista duró varias horas con intervalos para cenar, y acabamos con una intensidad tremenda, radiantes de cansancio como diría Miguel d'Ors, y entonces yo dije que habíamos hecho de deporte almático, de alma en vez de cuerpo. Así que rebajo un poco la intensidad de este post con este tremendo fragmento de Aquí no hay quien viva, ¡el loco de la portería!