Silencio en Navidad. Estoy muy callada últimamente: motivos no faltan. Sin embargo hoy, día de los Inocentes, he querido detenerme en un desconocido locutorio de Logroño para desearos feliz año, que las clínicas abortistas declaren huelga indefinida, que los enfermos terminales mueran en paz, que los tacs y mamografías del mundo entero den negativo en sus resultados, y que las parejas separadas o al borde del divorcio sufran un aluvión de recuerdos positivos y decidan pensarlo otra vez. Y que vuelvan las musas a mi pobre ser... Son mis deseos para esta Navidad.
El dos de enero regresaré a este blog. Gracias a todos por leerme,
Adaldrida.
viernes, diciembre 28, 2007
miércoles, diciembre 19, 2007
La barbera del rey suevo lee Para siempre, de Rafael Juárez. (Reseña desenfadada y no remunerada.)
La barbera del rey suevo les ofrece aquí su visión particular de este libro, que tanto le costó encontrar y que tan buenos ratos le ha regalado. El título del poemario es lo primero que le gusta, dice. Para siempre. Juárez tiene títulos geniales de poemas, que es cosa que la barbera del rey suevo envidia y yo también, ya que mis dos libros los han titulado mis amigos (el uno, Beades, el otro Pablo Moreno, los dos accésit de Adonáis.) Es verdad que a partir de títulos de poemas míos, pero vamos, que lo más genial que he hecho en mi vida poética fue aquello de "La noche sobre Pampaluna", y de ahí surgio todo, escribir un libro sobre mi vida en Pamplona y por sugerencia de Pablo llamarlo así, Pampaluna.
Me he ido. Vuelvo. Juárez tiene títulos tan buenos como "Tres recuerdos del cielo". El poema llamado El sueño es buenísimo y lo trascribo entero:
COMO una llave dulce me trajo tu desnudo
el sueño, aquella casa de habitaciones claras.
Siempre hay niños que encuentran en la noche cerrada
pasadizos ocultos.
A la barbera del rey le gusta el modo que tiene Juárez de nombrar las cosas, las cosas más sencillas, con palabras sencillas también y certeras.
He vistos las naranjas
en el árbol, dorando
la mañana, las rosas
de diciembre (...)
En este libro hay misterio y nostalgia, dos de los ingredientes de la buena poesía. Y no está todo explicado, acabado, como una mesa tan brillante por nueva que nadie se atreve a tocarla. La poesía no debe ser así, y la poesía de Juárez afortunadamente no lo es. Es minuciosa pero a la vez enigmática, como tiene que ser:
Es temprano, domingo y primavera.
Te mira alguien que cruza
la plaza, peregrino de la noche,
el sábado y la lluvia.
Y a sus ojos se asoma la nostalgia
de no haber sido nunca.
*
Hogueras en la vega,
dragones en el cielo. (...)
*
Por las ramas doradas llega el día.
Recuerdo con piedad lo que he soñado
y no quiero decirlo.
La barbera del rey suevo es un poco caradura. Es verdad que le gusta la poesía de Rafael Juárez porque habla de cosas que a ella le gustan: Naranjas, árboles, noviembre, lluvia. No me canso de decir, lo dije también el el prólogo del libro de María Eugenia, que el oficio de un poeta es nombrar las cosas, y para nombrarlas, contemplarlas.
Me he ido. Vuelvo. Juárez tiene títulos tan buenos como "Tres recuerdos del cielo". El poema llamado El sueño es buenísimo y lo trascribo entero:
COMO una llave dulce me trajo tu desnudo
el sueño, aquella casa de habitaciones claras.
Siempre hay niños que encuentran en la noche cerrada
pasadizos ocultos.
A la barbera del rey le gusta el modo que tiene Juárez de nombrar las cosas, las cosas más sencillas, con palabras sencillas también y certeras.
He vistos las naranjas
en el árbol, dorando
la mañana, las rosas
de diciembre (...)
En este libro hay misterio y nostalgia, dos de los ingredientes de la buena poesía. Y no está todo explicado, acabado, como una mesa tan brillante por nueva que nadie se atreve a tocarla. La poesía no debe ser así, y la poesía de Juárez afortunadamente no lo es. Es minuciosa pero a la vez enigmática, como tiene que ser:
Es temprano, domingo y primavera.
Te mira alguien que cruza
la plaza, peregrino de la noche,
el sábado y la lluvia.
Y a sus ojos se asoma la nostalgia
de no haber sido nunca.
*
Hogueras en la vega,
dragones en el cielo. (...)
*
Por las ramas doradas llega el día.
Recuerdo con piedad lo que he soñado
y no quiero decirlo.
La barbera del rey suevo es un poco caradura. Es verdad que le gusta la poesía de Rafael Juárez porque habla de cosas que a ella le gustan: Naranjas, árboles, noviembre, lluvia. No me canso de decir, lo dije también el el prólogo del libro de María Eugenia, que el oficio de un poeta es nombrar las cosas, y para nombrarlas, contemplarlas.
martes, diciembre 11, 2007
Libros
Descubrí en un recital al poeta granadino Rafael Juárez. En la copita que sigue al acto poético, José Julio Cabanillas me recomendó un poemario suyo, Para siempre, para luego decirme con un poco de sorna que no lo iba a encontrar, "está en la Veleta"... Ya veremos. Este puente me escapo a Logroño, y en Logroño me espera la librería Castroviejo...
Llego y hace frío. La parte vieja de la ciudad me enseña sus luces y sus árboles desnudos, el suelo de piedra antigua. Callejas y tiendas de caramelos: caramelerías. Y té, y especias. Y sombreros. Tiendas bajo los soportales con nombres solemnes, "ciudad de Londres", "Nueva antiqua". Portales despintados, "Tebriz". La calle San Juan y Castroviejo, con música india y gente que busca libros. Gente no, personas. Una madre con dos bebés, un campesino que tras comprarse un libro iba a acudir a la manifestación por los viñedos...
Oiga, ¿tienen un libro de Rafael Juárez que se llama Para siempre y que se publicó en La Veleta? El hombre me mira. No me mira con cara de "de dónde ha salido ésta" porque ya me conoció en verano. Con tristeza me dice qué va, qué más quisiera yo, ya sabes que la Veleta... Sí, ya sé que Andrés Trapiello no reedita. Pues si no lo encuentro aquí, en ningún sitio... Sonríe y mira, ¡por si acaso!, en el ordenador. Un minuto. Aquí dice que hay un ejemplar. Todo se ilumina. Todo menos él, que tras buscarlo y encontrarlo, con un deje de pena comenta, casi no te lo vendo, me lo quedo yo.
Por favor...
Y te lo vas a llevar por once euros, canalla.
Tu tienda es la mejor del mundo entero.
En la calle hace frío. Cruzo dos calles, he quedado con mi tía Carmen en una esquina. No viene. Decido sentarme en un banco para abrir el poemario, no tenía tanta urgencia por leer un libro desde que compré En lugar del mundo. Empieza a caer un tímido sirimiri norteño, como pidiendo perdón porque llegue diciembre. Y yo consigo cerrar el libro, antes de que "aquella casa de habitaciones claras" se diluya entre las gotas.
Llego y hace frío. La parte vieja de la ciudad me enseña sus luces y sus árboles desnudos, el suelo de piedra antigua. Callejas y tiendas de caramelos: caramelerías. Y té, y especias. Y sombreros. Tiendas bajo los soportales con nombres solemnes, "ciudad de Londres", "Nueva antiqua". Portales despintados, "Tebriz". La calle San Juan y Castroviejo, con música india y gente que busca libros. Gente no, personas. Una madre con dos bebés, un campesino que tras comprarse un libro iba a acudir a la manifestación por los viñedos...
Oiga, ¿tienen un libro de Rafael Juárez que se llama Para siempre y que se publicó en La Veleta? El hombre me mira. No me mira con cara de "de dónde ha salido ésta" porque ya me conoció en verano. Con tristeza me dice qué va, qué más quisiera yo, ya sabes que la Veleta... Sí, ya sé que Andrés Trapiello no reedita. Pues si no lo encuentro aquí, en ningún sitio... Sonríe y mira, ¡por si acaso!, en el ordenador. Un minuto. Aquí dice que hay un ejemplar. Todo se ilumina. Todo menos él, que tras buscarlo y encontrarlo, con un deje de pena comenta, casi no te lo vendo, me lo quedo yo.
Por favor...
Y te lo vas a llevar por once euros, canalla.
Tu tienda es la mejor del mundo entero.
En la calle hace frío. Cruzo dos calles, he quedado con mi tía Carmen en una esquina. No viene. Decido sentarme en un banco para abrir el poemario, no tenía tanta urgencia por leer un libro desde que compré En lugar del mundo. Empieza a caer un tímido sirimiri norteño, como pidiendo perdón porque llegue diciembre. Y yo consigo cerrar el libro, antes de que "aquella casa de habitaciones claras" se diluya entre las gotas.
miércoles, diciembre 05, 2007
A day in the life
un día en Pampaluna. Vuelvo y lo miro todo con ojos de extraterreste, como desde otro mundo. Todos me felicitan por haber depositado la tesis; quedo con Raquel Lázaro, con Anacó, Inés, Teresa, con mi prima Cecilia. En casa de Sonsoles me espera la botella de ginebra azul, pero al final del día sólo soy capaz de beberme dos vasos de leche caliente con Colacao, después de leer el artículo sobre Peter en el último NT. Curioso lo de Peter: cómo se metía en mi blog en los que eran sus últrimos meses de vida, y yo sin saberlo. Le gustaban los palíndromos, inventar palíndromos. Por ejemplo, "¡agur, oruga!" o "No son sirimiris, no son"...
A última hora me hace efecto el efferalgan, bueno, el mismo efecto que dos copas de ginebra, revivo y la borrachera es de aúpa. Me invento una nueva palabra: Chupitanga. Aún no sé lo que significa... nada indecente, espero. Se admiten sugerencias honrosas. Sons y Pegamoide brillan a mi lado, y en la pantalla del PC suenan, alternativamente, all i want for Christmas is you de la peli Love actually y Allí estaba tú, del amigo Onofre (quien lo quiera escuchar, que vaya al rincón de Pacoto y pinche en la sección música, y luego en "chocante"...) Un día glorioso en Pampaluna.
A última hora me hace efecto el efferalgan, bueno, el mismo efecto que dos copas de ginebra, revivo y la borrachera es de aúpa. Me invento una nueva palabra: Chupitanga. Aún no sé lo que significa... nada indecente, espero. Se admiten sugerencias honrosas. Sons y Pegamoide brillan a mi lado, y en la pantalla del PC suenan, alternativamente, all i want for Christmas is you de la peli Love actually y Allí estaba tú, del amigo Onofre (quien lo quiera escuchar, que vaya al rincón de Pacoto y pinche en la sección música, y luego en "chocante"...) Un día glorioso en Pampaluna.
miércoles, noviembre 28, 2007
Adaldrida furiosa (o el poder de la mente)
Hace algunos años venía con mucha frecuencia a mi mente la imagen de un hombre con traje impecable, manos implacables y "mirar de fuego detenido". Sus ojos tenían un poder terrible, sonreían con seriedad. Con el tiempo se convirtió en un tema literario, lo que no tuve nunca ni tengo ni tendré. La imagen palidecía.
Ahora, ese hombre es para mí una prueba evidente de que la tentación se puede superar. Con tentación no me refiero a algún trato carnal que no fue nunca posible, sino a dejar de ser dueña de mis pensamientos. Un mundo paralelo en el que él y yo... Y la imaginación deja vía libre a los puntos suspensivos, y qué dulce es la cuesta por la que rodamos sin remedio.
Ante eso sólo vale la humildad de saberse frágil, de ejercitarse en movimientos de despego, maniobras de distracción. En ocasiones la única estrategia es olvidar que hay algo que olvidar. Lo dice Mai Meneses: "Si supieras cuánto tiempo gasto al día para no pensar en ti..." Ahora, cuando alguna amiga me confiesa que "no pudo evitarlo", sin juzgar a nadie soy yo la que no puedo evitar preguntarme, "¿de veras no pudiste?"
Ahora, ese hombre es para mí una prueba evidente de que la tentación se puede superar. Con tentación no me refiero a algún trato carnal que no fue nunca posible, sino a dejar de ser dueña de mis pensamientos. Un mundo paralelo en el que él y yo... Y la imaginación deja vía libre a los puntos suspensivos, y qué dulce es la cuesta por la que rodamos sin remedio.
Ante eso sólo vale la humildad de saberse frágil, de ejercitarse en movimientos de despego, maniobras de distracción. En ocasiones la única estrategia es olvidar que hay algo que olvidar. Lo dice Mai Meneses: "Si supieras cuánto tiempo gasto al día para no pensar en ti..." Ahora, cuando alguna amiga me confiesa que "no pudo evitarlo", sin juzgar a nadie soy yo la que no puedo evitar preguntarme, "¿de veras no pudiste?"
jueves, noviembre 22, 2007
La abuela María
Ahora que llega Diciembre y el Corte Inglés se apresura a forrar sus pasillos de alfombra roja, se levantan las voces de quienes aborrecen la Navidad. Tienen todo el derecho. Hablan de hipocresía, de consumismo. Yo no reniego del consumismo, precisamente porque no soy hipócrita. Si me entusiasma regalar y que me regalen, ¿para qué entonar lamentos jeremíacos? Y comprar, con moderación, pues también.
Por lo que no paso es por el momento fúnebre de quienes dicen: "cuando se ha perdido a alguien ya no es lo mismo..." Es como si sólo ellos hubieran sufrido ese tipo de pérdidas. A mí se me murieron de niña mi abuelo y mi bisabuelo, pero la infancia suele borrar esas heridas. Recuerdo a mis tías llorando. De mis dos abuelos recuerdo que eran perfectos caballeros. Mi abuelo se convertía en niño durante el mes de Diciembre, porque le volvían loco los niños y la Navidad. A mi bisabuelo le entusiasmaban los Álvarez Quintero y los musicales de Fred Astaire, como a mí.
Lo que sí ha sido una pérdida en toda regla, y duele, es lo de mi bisabuela. Murió hace dos años, tenía cien. Era dulce y firme, tenaz y muy lista. Le gustaba la política y la Bolsa. Le gustaba Rajoy y no le gustaba Arzallus. Se santiguaba antes de encender la tele, pero no dejaba de ver el telediario. Ni de leer el ABC, "doña María, que no es la Biblia", solía decirle el cura. Le gustaba rezar. Era ecléctica rezando. Fue de las Marías de los Sagrarios y de las Conferencias de San Vicente, y asistió a los círculos que imparte el Opus Dei. Todo le servía...
Le gustaba hablar conmigo. Se le encendían los ojos. Y a mí. Y también me decía aquello de "qué bien que siendo tan jovencita vayas a Misa todos los días, qué alegría me das" Y al oírlo, si llevaba yo digamos un tiempo despistada, decidía espabilarme. Sólo por verla sonreír.
Por lo que no paso es por el momento fúnebre de quienes dicen: "cuando se ha perdido a alguien ya no es lo mismo..." Es como si sólo ellos hubieran sufrido ese tipo de pérdidas. A mí se me murieron de niña mi abuelo y mi bisabuelo, pero la infancia suele borrar esas heridas. Recuerdo a mis tías llorando. De mis dos abuelos recuerdo que eran perfectos caballeros. Mi abuelo se convertía en niño durante el mes de Diciembre, porque le volvían loco los niños y la Navidad. A mi bisabuelo le entusiasmaban los Álvarez Quintero y los musicales de Fred Astaire, como a mí.
Lo que sí ha sido una pérdida en toda regla, y duele, es lo de mi bisabuela. Murió hace dos años, tenía cien. Era dulce y firme, tenaz y muy lista. Le gustaba la política y la Bolsa. Le gustaba Rajoy y no le gustaba Arzallus. Se santiguaba antes de encender la tele, pero no dejaba de ver el telediario. Ni de leer el ABC, "doña María, que no es la Biblia", solía decirle el cura. Le gustaba rezar. Era ecléctica rezando. Fue de las Marías de los Sagrarios y de las Conferencias de San Vicente, y asistió a los círculos que imparte el Opus Dei. Todo le servía...
Le gustaba hablar conmigo. Se le encendían los ojos. Y a mí. Y también me decía aquello de "qué bien que siendo tan jovencita vayas a Misa todos los días, qué alegría me das" Y al oírlo, si llevaba yo digamos un tiempo despistada, decidía espabilarme. Sólo por verla sonreír.
miércoles, noviembre 21, 2007
El día D
¡Acabo de depositar la tesis! He depositado mi tesis, he terminado de leer la autobiografía de Chesterton y he comprado la barra Kisskiss de Guerlain en tono Cuivre ardent, y para celebrerlo todo, os cuelgo la lista D[e cosmética] ¡¡¡Viva la frivolité!!!
Los mejores productos de La Roche Posay:
Esta marca me encanta, tienen talco líquido (“Talcofluid”), tónicos hidratantes y cremas para todo tipo de pieles. Si dais con una farmacia que lo venda todo, mirar el expositor es una fiesta. Yo me lo paso casi tan bien como con Guerlain, Mac o Bourjois, mis otras marcas favoritas.
Me entusiasman sus productos de maquillaje, sobre todo el Fond de teint Unifiance fluid “alisado óptico”, y el corrector en tarrito (Unifiance Touch pro) que lo tapa todo, todo y todo. Es mágico, se funde con la piel por lo que puedes llevarlo en zonas estratégicas sin tener que añadir más pote encima, y está probado en pieles atópiocas y acneicas.
De cremitas me gusta sobre todo la Toleriane: hidratante, calmante, rica en agua termal, sin alcohol ni aceites, y los protectores solares. El agua termal de LRP es buenísimas, y cuentan maravillas de sus desmaquillantes.
Los mejores productos de La Roche Posay:
Esta marca me encanta, tienen talco líquido (“Talcofluid”), tónicos hidratantes y cremas para todo tipo de pieles. Si dais con una farmacia que lo venda todo, mirar el expositor es una fiesta. Yo me lo paso casi tan bien como con Guerlain, Mac o Bourjois, mis otras marcas favoritas.
Me entusiasman sus productos de maquillaje, sobre todo el Fond de teint Unifiance fluid “alisado óptico”, y el corrector en tarrito (Unifiance Touch pro) que lo tapa todo, todo y todo. Es mágico, se funde con la piel por lo que puedes llevarlo en zonas estratégicas sin tener que añadir más pote encima, y está probado en pieles atópiocas y acneicas.
De cremitas me gusta sobre todo la Toleriane: hidratante, calmante, rica en agua termal, sin alcohol ni aceites, y los protectores solares. El agua termal de LRP es buenísimas, y cuentan maravillas de sus desmaquillantes.
domingo, noviembre 18, 2007
Conocerse
Hoy toca teología. O filosofía de la religión, no lo sé. El caso es que he pensado de pronto en cuánta gente fue educada en la fe católica y perdió esa fe a los dieciocho, veinte años. O dejaron de ir a Misa, sin más. Este domingo no, el siguiente tampoco.
Dejaron de creer por culpa de las monjas del colegio, que daban coscorrones, o por la dictadura franquista o por la parroquia más aburrida del mundo, o por pura pereza. O se enamoraron y de repente embarazo y boda de penalti. Y ese runrún de mesa camilla en sotto voce, de sacristía rancia, con prisas y el padre diciendo "la niña tiene que casarse". Y la murmuración. Todo culpa de los demás, todo culpa nuestra. Por esas rendijas se perdieron. Pero ahora, con cuarenta o cincuenta, recuerdan sus ocho años de rezos a la Virgen y mes de mayo en el colegio.
Pienso en mi caso, que es una historia al revés. Pienso en cómo antes de los catorce la Religión no era nada para mí. Es que no tenía conciencia de mí misma, y me creía buenísima e incapaz de toda maldad. Y esa incapacidad anulaba cualquier inquietud religiosa. Dios era para mí eso que mi madre me decía al pie de la cama, jesusito de qué sueño. Era la media hora más triste del domingo, cuando todo acababa. No había razón para oponerse, ni tampoco para pensar en ello más de dos minutos seguidos.
Tuve que meterme en un lío gordo para empezar a ver la realidad. Tuve que sacar cinco cates y congelarme de miedo y falsificar la firma de mis padres para, cuando todo fue descubierto, descubrir a mi vez que yo no "era" buena, que no lo sería nunca sin Dios a mi lado. Conocerse es saber lo que no tienes, lo que Dios te puede dar.
Dejaron de creer por culpa de las monjas del colegio, que daban coscorrones, o por la dictadura franquista o por la parroquia más aburrida del mundo, o por pura pereza. O se enamoraron y de repente embarazo y boda de penalti. Y ese runrún de mesa camilla en sotto voce, de sacristía rancia, con prisas y el padre diciendo "la niña tiene que casarse". Y la murmuración. Todo culpa de los demás, todo culpa nuestra. Por esas rendijas se perdieron. Pero ahora, con cuarenta o cincuenta, recuerdan sus ocho años de rezos a la Virgen y mes de mayo en el colegio.
Pienso en mi caso, que es una historia al revés. Pienso en cómo antes de los catorce la Religión no era nada para mí. Es que no tenía conciencia de mí misma, y me creía buenísima e incapaz de toda maldad. Y esa incapacidad anulaba cualquier inquietud religiosa. Dios era para mí eso que mi madre me decía al pie de la cama, jesusito de qué sueño. Era la media hora más triste del domingo, cuando todo acababa. No había razón para oponerse, ni tampoco para pensar en ello más de dos minutos seguidos.
Tuve que meterme en un lío gordo para empezar a ver la realidad. Tuve que sacar cinco cates y congelarme de miedo y falsificar la firma de mis padres para, cuando todo fue descubierto, descubrir a mi vez que yo no "era" buena, que no lo sería nunca sin Dios a mi lado. Conocerse es saber lo que no tienes, lo que Dios te puede dar.
viernes, noviembre 16, 2007
Númenor reedita la obra poética de Carmelo Guillén Acosta
Menuda noche la de ayer. No estaba preparada yo para el ciclón emocional que se me venía encima. Ya dijo Beades que tras escuchar a Carmelo a uno le entraban ganas de hacer cosas buenas, qué peligro. Qué feliz propósito para un poeta, levantar los mejores deseos en el ánimo del oyente, y qué éxito si los cuentos de la lechera casan por una vez y le sale bien el invento, como aquí ocurre...
Carmelo ayer en el parque de Maria Luisa, en un pabellón iluminado entre palmeras nocturnas. Hablando del amor con ritmo insobornable, actuando con miradas y gestos y esas manos grandes que acompañan a la poesía, ¿por qué todos los poetas tienen manos bonitas? Manos de hombre. Hablando de ríos y cafeteras, y peines y móviles, y amigos y montañas.
Esto es poesía, y ayer nadie quedó incólume. Al principio del recital nos nombró a todos, como una lista poética interminable de amigos congregados al calor de sus palabras. Luego fueron saliendo los poemas de su boca, con el timbre de voz justo, propio de quien se mueve ante el público con toda naturalidad, de quien nombra las cosas con sencillez y certeza. La poesía, dice él, es cuestión de ritmo y amor. De las dos cosas hubo en esta noche, y ambas eran palpables, tangibles, reconocibles. Todos salimos con la misma herida. Ya nada volverá a ser lo mismo.
P. S.: Otro día cuelgo aquí un poema suyo, cuando obtenga su permiso.
Carmelo ayer en el parque de Maria Luisa, en un pabellón iluminado entre palmeras nocturnas. Hablando del amor con ritmo insobornable, actuando con miradas y gestos y esas manos grandes que acompañan a la poesía, ¿por qué todos los poetas tienen manos bonitas? Manos de hombre. Hablando de ríos y cafeteras, y peines y móviles, y amigos y montañas.
Esto es poesía, y ayer nadie quedó incólume. Al principio del recital nos nombró a todos, como una lista poética interminable de amigos congregados al calor de sus palabras. Luego fueron saliendo los poemas de su boca, con el timbre de voz justo, propio de quien se mueve ante el público con toda naturalidad, de quien nombra las cosas con sencillez y certeza. La poesía, dice él, es cuestión de ritmo y amor. De las dos cosas hubo en esta noche, y ambas eran palpables, tangibles, reconocibles. Todos salimos con la misma herida. Ya nada volverá a ser lo mismo.
P. S.: Otro día cuelgo aquí un poema suyo, cuando obtenga su permiso.
lunes, noviembre 12, 2007
amenaza surmenage
La ciudad me parece que está hecha de espejismos. El paraíso está en la otra esquina, una esquina que se escapa. Cuando era niña creía llegar al paraíso cuando entraba en la tienda de juguetes más próxima: "si no os hacéis como niños..." Yo ahora no pido un otoño explendente, un calor dorado y atardecido ni una boina en los días de lluvia. Sólo pido que no se esconda el tiempo pintándome puertas de trampa y cartón: si dije esta semana, esta semana debe ser. Y de vez en cuando esconderme en este cuarto con chimenea, para poder decir tonterías hermosas sin rigor alguno.
jueves, noviembre 08, 2007
Sueños inocentes...
Hoy he soñado con la guardería a la que fui de niña: espacio imposible, porque lo derribaron hace tiempo. En el sueño se había convertido en una dependencia de la Junta, y caminaba yo por aburridas salas de funcionarios que sellaban carnets, diciendo "aquí me manché un dedo con pintura azul". El funcionario con cara de ratón y gafas redondas levantaba la vista, sorprendido. "Y aquí había un columpio blanco, porque ésto era el jardín".
De ese columpio nos caímos una vez. Era grande y de metal blanco forjado, con remates dorados en las esquina, y cabían unas cuatro personas. Pero nosotros éramos cuarenta, todos en tropel. Buscando cochinillas por el suelo lleno de barro. Olía a una mezcla de barro, vida submarina y pastelitos de la Pantera Rosa.
Y había también una escalera negra, de mármol: la teníamos que bajar a las cinco de la tarde para merendar tres onzas de chocolate con pan. Había carreras y tropezones, yo bailé por aquellos peldaños en sentido inverso. Dolían. Pero luego el chocolate sabía a cielo después del purgatorio. Con nueve años pensé en aquella tarde y me dije que el purgatorio era una escalera negra que había que bajar rodando, si luego querías chocolate: el purgatorio o la vida.
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Enemigo a la vista huyamos despavoridos
viernes, noviembre 02, 2007
Invierno
La música del reloj en la cocina es la música del invierno, de todos los inviernos.
En la cocina hay una mesa redonda con mantel de limones estampados, y una lámpara flota sobre la mesa, con una bombilla grande que refleja mi cara. Siempre que leo aquel poema de d´Ors que empieza diciendo “qué dicha no ser Basho” pienso en la bombilla grande de mi cocina, e imagino una escena de amor cotidiana entre fogones. Con las mejillas rojas por el humo.
En mi cocina hay también un radiador, que la convierte en el cuarto más apetecible del invierno. Allí traslado a veces mi PC y los folios en cuarto creciente de la tesis, y al oír el tic tac pienso en Machado y en el invierno. Pienso también en mis días de colegio, cuando llegaba a las seis y media con los deberes sin hacer. A las seis caía la noche a plomo sobre la cocina, sobre la taza de cola-cao y el libro de matemáticas esperando. Siempre era de noche cuando batallaba con los números, el sudor frío y la ausencia de sol.
De niña nunca escuchaba la música del reloj en las largas mañanas de verano, y el tiempo me parecía algo que sólo pertenecía al invierno.
En la cocina hay una mesa redonda con mantel de limones estampados, y una lámpara flota sobre la mesa, con una bombilla grande que refleja mi cara. Siempre que leo aquel poema de d´Ors que empieza diciendo “qué dicha no ser Basho” pienso en la bombilla grande de mi cocina, e imagino una escena de amor cotidiana entre fogones. Con las mejillas rojas por el humo.
En mi cocina hay también un radiador, que la convierte en el cuarto más apetecible del invierno. Allí traslado a veces mi PC y los folios en cuarto creciente de la tesis, y al oír el tic tac pienso en Machado y en el invierno. Pienso también en mis días de colegio, cuando llegaba a las seis y media con los deberes sin hacer. A las seis caía la noche a plomo sobre la cocina, sobre la taza de cola-cao y el libro de matemáticas esperando. Siempre era de noche cuando batallaba con los números, el sudor frío y la ausencia de sol.
De niña nunca escuchaba la música del reloj en las largas mañanas de verano, y el tiempo me parecía algo que sólo pertenecía al invierno.
martes, octubre 30, 2007
Mataharis
Ayer fui al cine Alameda para ver Mataharis, la nueva peli de Icíar Bollaín. Reconozco que no tuve estómago para tragarme su anterior trabajo, "te doy mis ojos", y que "flores de otro mundo" me dejó un poco fría. Sí, a mí me va el happy end, no puedo remediarlo. Que por lo menos nos engañe el cine. Lo mío es Shirley Maclaine, John Wayne y James Stewart. Los musicales de Fred Astaire. Y esas deliciosas comedias que recrean novelas de Jane Austen.
Pero algo está cambiando: ya me gustó bastante La vida secreta de las palabras, de Coixet, que es bien durita... Mataharis me ha entusiasmado. No había nadie en la sala, y mi madre dijo claro, es que la gente quiere evadirse, no verse retratada. No nos gusta que nos retraten, que pongan altavoz a nuestras caras tristes o a nuestros problemas. Pero ayer, viendo Mataharis, le di la razón a Alberto Fijo: el dolor es el que hace contraste, por él sabemos dónde están el placer y la alegría. También podemos pensar, como Amalia Bautista, que el dolor no cura nada. Pero eso sería en la realidad, en el cine al menos sirve de catársis.
Sorprende la naturalidad de las tres actrices, la ausencia de maniqueísmo, la cercanía. Bollaín respira frescura y buen hacer. Puede ocurrir (como a mí me sucede) que Diego Martín nos caiga en gracia, pero ésta no es una peli para lucir cuerpazo, para morirse por Colin Firth ni para arrellanarse cómodamente en el sillón esperando besos y surf en California. Y qué. Creo que la sesión de las seis de este sencillo lunes me ha hecho madurar, cinematográficamente hablando. Nunca es tarde...
Pero algo está cambiando: ya me gustó bastante La vida secreta de las palabras, de Coixet, que es bien durita... Mataharis me ha entusiasmado. No había nadie en la sala, y mi madre dijo claro, es que la gente quiere evadirse, no verse retratada. No nos gusta que nos retraten, que pongan altavoz a nuestras caras tristes o a nuestros problemas. Pero ayer, viendo Mataharis, le di la razón a Alberto Fijo: el dolor es el que hace contraste, por él sabemos dónde están el placer y la alegría. También podemos pensar, como Amalia Bautista, que el dolor no cura nada. Pero eso sería en la realidad, en el cine al menos sirve de catársis.
Sorprende la naturalidad de las tres actrices, la ausencia de maniqueísmo, la cercanía. Bollaín respira frescura y buen hacer. Puede ocurrir (como a mí me sucede) que Diego Martín nos caiga en gracia, pero ésta no es una peli para lucir cuerpazo, para morirse por Colin Firth ni para arrellanarse cómodamente en el sillón esperando besos y surf en California. Y qué. Creo que la sesión de las seis de este sencillo lunes me ha hecho madurar, cinematográficamente hablando. Nunca es tarde...
sábado, octubre 27, 2007
La crónica
Todo empezó el viernes diecinueve de octubre. Otoño y Sevilla. Julio Martínez Mesanza y Miguel d´Ors llegaban a Santa Justa a la misma hora, catorce treinta. En la estación, Julio me dijo: "cuéntame cosas", y es el saludo más original que he recibido en mi vida. Ya en el coche Miguel desbarraba lúcidamente con sus sátiras, en plan tiro con arco. La comida tardía en mi casa fue una piñata rellena de fuegos artificiales, y para mí tuvo el aliciente de saber, paladear que tan sólo era el principio.
Leyó primero Miguel, poemas nuevos y poemas célebres. Le he oído en varias ocasiones y creo que no soy injusta si digo que no fue su mejor recital. Yo disfruté, cómo no hacerlo con tan grandísimo poeta, pero hubiera preferido escuchar otras piezas, tal vez...
Mesanza arrasó. Deben ser hechizos de la poesía épica. Pensé que crecía en cada poema hasta convertirse en un gigante que iba a destrozar mi corazón a fuerza de belleza. Supongo que con lo que acabo de decir no aclaro nada, porque lo he expuesto de manera muy subjetiva. Pero el Paraninfo estaba lleno, Toi disparaba flashes a traición y el indecible silencio avalaba mi pobre descripción de los hechos. Al bajar del estrado, Joaquín me dijo "tengo que devolverte el libro de Calderón... y los calcetines de tu padre".
Al día siguiente estaba hecha trizas. "I go to pieces..." Y me costó recuperarme. El viernes veintiséis recogí, a las seis y media de la tarde, a Amalia Bautista, luego vi en el hotel a Enrique. Leyó primero Amalia, poemas tristísimos y hermosos como enigmas. Con Amalia me ocurre algo singular: leyéndola me siento acongojada, y hablando con ella ¡me divierto tanto...! Me emocionó "El puente", y yo estaba a su derecha, sentada en el sillón rojo como de Reyes Magos, "musa de los cafetines", dijo Beades, y no podía llorar.
Por último Enrique volvió a cautivarme con poemas de droga dura. Porque en Casa propia hay droga dura. Le descabalé pidiéndole que recitase "las moradas", destruyendo un orden difícilmente construído, ya me perdonará. El poeta tiene que hacer que los oyentes perdamos pie, y si él lo pierde también en el viaje, mucho mejor.
Llevaba una corbata con vacas diminutas estampadas, en mi honor. Y en el de Carlos, y en el de Nodisparenalpianista, le recordé.
Ahora ha terminado todo, pero todo comienza. Pronto llegará noviembre.
P.S.: La fotografía es de Toi.
viernes, octubre 26, 2007
El milagro
Una vez subí al castelo de Säo Jorge. Recuerdo mi cansancio, y que pensé que Lisboa era una ciudad de piedra. Y que me gustaban los castillos, pero eso ya lo sabía antes de ir. También pensé que la lluvia fina era la mejor banda sonora del mundo. Al bajar, la lluvia había fermentado la tierra que olía a primer día de la creación, pero sentí vértigo. Y no había ninguna mano amiga a la que acogerme. En el bolsillo tenía un rosario que había comprado en Fátima: apreté el puño muy fuerte mientras decía: "Madre, voy de tu mano". Y me di cuenta de que nunca, nunca hasta entonces había rezado a la Virgen. Y supe que no me caería, porque el primer deseo siempre se cumple.
lunes, octubre 22, 2007
Solución: alquimia
A veces pienso que el mundo de la cosmética no es práctico. Los cosmetólogos deben creer que toda piel sensible es además seca, o que para combatir granitos necesitan usar una fórmula agresiva... Todo está muy bien ordenado en los expositores de Lancome, Clinique, los tarritos de cristal brillando, tentadores; todo impoluto, sí. Pero cuántas mujeres no encuentran lo que buscaban. Quizás es que queremos en un solo frasco todo, y las marcas no hacen otra cosa que sacar al mercado sérums, prebases y precorrectores.
La buena noticia es que la poca flexibilidad de la cosmética excita nuestra imaginación. ¿Has encontrado la hidratante ideal pero no tiene spf? Pues, en vez de embadurnarte la cara dos veces por mañana puedes mezclar en el dorso de la mano una gotita de ésto con un poco de lo otro, trabajarlo, crear una buena textura y voilâ! ha nacido una estrella. Si tienes rojeces y granitos a la par, te sugiero que combines una nuez de gel de aloe vera de Fridda Dorch con un botón de Pura A de Garnier.
Así, lo primero que una madre debería decirle a su hija nada más cumplir los dieciséis es: "hija mía, la crema perfecta no existe. Mezcla, inventa, explota tu imaginación". Y uno de los deberes de cualquier chica debería ser convertir su cuarto de baño en un laboratorio, un lugar para la alquimia.
La buena noticia es que la poca flexibilidad de la cosmética excita nuestra imaginación. ¿Has encontrado la hidratante ideal pero no tiene spf? Pues, en vez de embadurnarte la cara dos veces por mañana puedes mezclar en el dorso de la mano una gotita de ésto con un poco de lo otro, trabajarlo, crear una buena textura y voilâ! ha nacido una estrella. Si tienes rojeces y granitos a la par, te sugiero que combines una nuez de gel de aloe vera de Fridda Dorch con un botón de Pura A de Garnier.
Así, lo primero que una madre debería decirle a su hija nada más cumplir los dieciséis es: "hija mía, la crema perfecta no existe. Mezcla, inventa, explota tu imaginación". Y uno de los deberes de cualquier chica debería ser convertir su cuarto de baño en un laboratorio, un lugar para la alquimia.
martes, octubre 16, 2007
El ataque de los CBRs
En mi época, el mundo se dividía en dos: pijos y canis.
Eras lo uno o eras lo otro, y si no eras nada de eso te tenían por raro, mucho más que ahora, si dices que vas a misa. En aquellos años todas íbamos a misa, a remolque de nuestros padres, aunque unas se quejaban más que otras. Se veía bastante claro quién "lo dejaría" antes de llegar a Cou, y luego estaban todos esos debates de si besar era pecado y hasta qué punto y hasta dónde podían llegar las manos para poder comulgar tranquilas el domingo. Eso las que querían comulgar.
Las pijas compraban en Globe y en Benneton y criticaban duramente los almacenes C&a. Y gritaban de horror si veían un chico en chándal y calcetines blancos: lo de los calcetines era definitivo. Algunas llamaban a sus portadores CBR, "calcetín blanco reluciente", y huían o se mofaban de ellos. O las dos cosas a la vez: un CBR, por el solo hecho de serlo, quedaba descalificado como candidato a novio.
Creo que lo que separa mi adolescencia de mi primera juventud es el hecho de que, si en aquélla escuché mil diatribas contra los canis, en ésta tuve que soportar dos mil diatribas contra los pijos. Comenzó con la facultad: cambió el mundo que me rodeaba y cambiaron las claves para transitarlo. Me vi invadida por los cebeerres y vi que no era tan trágico. Eso durante la primera semana, porque ya en la segunda descubrí que sus prejuicios eran aún más feroces que los de las compradoras de polos Ralph Laurent.
Yo nunca conseguí llegar a la categoría de pija, quizás porque la ropa me importaba bien poco. Desde luego no era cani, por mucho que en verano coqueteara con los vestidos hippies y los collares largos. Que luego se convirtieron en icono pijo. Yo no era nada, como me dijo alguna. Y me sentía bastante a gusto flotando en mi ingravidez, mezclando ropa de Naf Naf con pañuelos de mercadillo.
Eras lo uno o eras lo otro, y si no eras nada de eso te tenían por raro, mucho más que ahora, si dices que vas a misa. En aquellos años todas íbamos a misa, a remolque de nuestros padres, aunque unas se quejaban más que otras. Se veía bastante claro quién "lo dejaría" antes de llegar a Cou, y luego estaban todos esos debates de si besar era pecado y hasta qué punto y hasta dónde podían llegar las manos para poder comulgar tranquilas el domingo. Eso las que querían comulgar.
Las pijas compraban en Globe y en Benneton y criticaban duramente los almacenes C&a. Y gritaban de horror si veían un chico en chándal y calcetines blancos: lo de los calcetines era definitivo. Algunas llamaban a sus portadores CBR, "calcetín blanco reluciente", y huían o se mofaban de ellos. O las dos cosas a la vez: un CBR, por el solo hecho de serlo, quedaba descalificado como candidato a novio.
Creo que lo que separa mi adolescencia de mi primera juventud es el hecho de que, si en aquélla escuché mil diatribas contra los canis, en ésta tuve que soportar dos mil diatribas contra los pijos. Comenzó con la facultad: cambió el mundo que me rodeaba y cambiaron las claves para transitarlo. Me vi invadida por los cebeerres y vi que no era tan trágico. Eso durante la primera semana, porque ya en la segunda descubrí que sus prejuicios eran aún más feroces que los de las compradoras de polos Ralph Laurent.
Yo nunca conseguí llegar a la categoría de pija, quizás porque la ropa me importaba bien poco. Desde luego no era cani, por mucho que en verano coqueteara con los vestidos hippies y los collares largos. Que luego se convirtieron en icono pijo. Yo no era nada, como me dijo alguna. Y me sentía bastante a gusto flotando en mi ingravidez, mezclando ropa de Naf Naf con pañuelos de mercadillo.
L´Oreal
Hace algún tiempo Benita me preguntó en un comentario por la marca L´Oreal. Entonces me callé, porque mi historia con esta firma es una larga película de encuentros y desencuentros. Ahora que estoy realmente fascinada por lo último que ha sacado al mercado, vuelvo sobre el tema.
Yo suelo juzgar una marca de cosmética por sus bases de maquillaje, no puedo evitarlo: me es muy difícil pasar por alto un pote indeseable, por mucho que la modelo de turno sonría en la tele y diga "porque yo lo valgo"... ¿Porque tú lo vales te salen granos en las mejillas cuando usas el producto milagro? ¡Pues vaya gaita! Un producto no es bueno porque haga salir estrellas de tu piel, si los resultados no se mantienen a medio o largo plazo. Y, sinceramente, ninguno de los fonds de teint de esta casa me convencen mucho. Para eso Biotherm: me lo dijo Sonsoles y no lo creí, pero ahora lo creo.
Pero no sólo de base vivimos las mujeres, y LÓreal tiene muy buenas barras de labios, coloretes increíbles (probad el blush delicieux en tono apricot rose...) y sombras que funcionan bastante bien. Y ha salido toda una gama de desmaquillantes que, cuando la pruebas, te das cuenta de que lo que usabas antes era pura agua; agua irritante, que es lo peor.
¿Cuál es el balance final? A mí me escama tanto marketing, cuando las pestañas que llevaba Penélope en el anuncio de la super máscara eran postizas, ¡qué bochorno! Para el precio de la marca (que ya no es tan económico) yo tiro sin contemplaciones para el stan de Bourjois, que tiene envases originales de aire vintage. Para darme un capricho caro, Guerlain. Y para comprar una base de maquillaje, daré tres opciones: Colorstay de Revlon (¡esta marca es calidad!), Cool matte de Rimmel (barato y efectivo), y mi preferida, Sense matte Biotherm, que se acerca peligrosamente a la perfección...
Yo suelo juzgar una marca de cosmética por sus bases de maquillaje, no puedo evitarlo: me es muy difícil pasar por alto un pote indeseable, por mucho que la modelo de turno sonría en la tele y diga "porque yo lo valgo"... ¿Porque tú lo vales te salen granos en las mejillas cuando usas el producto milagro? ¡Pues vaya gaita! Un producto no es bueno porque haga salir estrellas de tu piel, si los resultados no se mantienen a medio o largo plazo. Y, sinceramente, ninguno de los fonds de teint de esta casa me convencen mucho. Para eso Biotherm: me lo dijo Sonsoles y no lo creí, pero ahora lo creo.
Pero no sólo de base vivimos las mujeres, y LÓreal tiene muy buenas barras de labios, coloretes increíbles (probad el blush delicieux en tono apricot rose...) y sombras que funcionan bastante bien. Y ha salido toda una gama de desmaquillantes que, cuando la pruebas, te das cuenta de que lo que usabas antes era pura agua; agua irritante, que es lo peor.
¿Cuál es el balance final? A mí me escama tanto marketing, cuando las pestañas que llevaba Penélope en el anuncio de la super máscara eran postizas, ¡qué bochorno! Para el precio de la marca (que ya no es tan económico) yo tiro sin contemplaciones para el stan de Bourjois, que tiene envases originales de aire vintage. Para darme un capricho caro, Guerlain. Y para comprar una base de maquillaje, daré tres opciones: Colorstay de Revlon (¡esta marca es calidad!), Cool matte de Rimmel (barato y efectivo), y mi preferida, Sense matte Biotherm, que se acerca peligrosamente a la perfección...
miércoles, octubre 10, 2007
TODO DEBERÍA SER AZUL
Todo debería ser azul. Ni el agua ni el cielo son azules, nos lo imaginamos azules. El color azul es entonces una entelequia, una quimera, una sombra que todos perseguimos... El agua es transparente, el cielo es negro. Y, sin embargo, todo es verdad: en algunas ilustraciones de cuento, la luna es azul.
Hay muchas clases de azul. Está el brillante casi malva de las farolas en verano, a las diez y media de la noche. La noche soleada de julio. La luz de la tarde noche, que siempre es misterio. Está el azul raro y lechoso del dénim lavado, el oscuro de uniforme y todos los matices de turquesas y verdes mar. El verde mar es azul. Hay el azul agua, el azul lavanda, el añil, el cobalto. El lapislázuli. El príncipe azul. El "baby, why are you blue?" Y el true blue de Madonna, que es un grito de alegría. Y Rubén Darío. Y José Pérez Olivares. Y uno de los libros que más me gustan de Miguel dÓrs es azul. Y, por supuesto, el carmín que mejor sienta a las pieles claras es el que tiene una base de azul.
viernes, octubre 05, 2007
Lo que no me gusta nada
Benita me pasa un meme, y me pide que proteste. Así, protestar, en cuatro o cinco puntos que no me gustan nada. Esto es todo un privilegio, aunque normalmente no me guste nada protestar. Vamos a ver:
1. No me gusta que ninguna marca de cosmética, barata o cara, haya dado con la clave de la base de maquillaje ideal, aquella que sea oil free, libre de alcohol y perfume, ligera pero cubriente, que no me haga brillar como una bombilla y que tenga un color bonito, ni muy claro ni muy oscuro.
2. No me gusta que el colorete de Sisley sea tan caro, y las barras Kisskiss superen los veinte euros... ¡Y tampoco que Bourjois haya retirado sus lápices de labios "pour la vie"! (Concretamente el tono "peche juteuse".)
3. Sigue sin gustarme el aborto ni el clantaje terrorista, pero cada vez me gusta más el color rojo.
4. No me gustan los que van en contra de algo como un todo: en contra, por ejemplo, de los pijos, de los rojos, del Opus Dei. No me gusta el pensamiento anti, ni las críticas masivas o los deprimidos forever.
Paso el meme a Carlos RM, a Nodisparenalpianista y a Batiscafo. (Y a Toi, y a EGM, y al gran Beades...)
1. No me gusta que ninguna marca de cosmética, barata o cara, haya dado con la clave de la base de maquillaje ideal, aquella que sea oil free, libre de alcohol y perfume, ligera pero cubriente, que no me haga brillar como una bombilla y que tenga un color bonito, ni muy claro ni muy oscuro.
2. No me gusta que el colorete de Sisley sea tan caro, y las barras Kisskiss superen los veinte euros... ¡Y tampoco que Bourjois haya retirado sus lápices de labios "pour la vie"! (Concretamente el tono "peche juteuse".)
3. Sigue sin gustarme el aborto ni el clantaje terrorista, pero cada vez me gusta más el color rojo.
4. No me gustan los que van en contra de algo como un todo: en contra, por ejemplo, de los pijos, de los rojos, del Opus Dei. No me gusta el pensamiento anti, ni las críticas masivas o los deprimidos forever.
Paso el meme a Carlos RM, a Nodisparenalpianista y a Batiscafo. (Y a Toi, y a EGM, y al gran Beades...)
domingo, septiembre 30, 2007
Bombay Sapphire
Mañana me voy de Pampaluna. Hemos celebrado la tristeza con Bombay Sapphire: la botella más bonita del mundo. Yo pensaba que la ginebra era azul, y me he llevado una desilusión: ¡es el cristal el que tiene ese color de zafiro! La una y media: no estoy borracha, sólo floto. Y digo ay, en plan flamenco. Hoy he conseguido terminar las correcciones de mi tesis: sólo me queda medio capítulo para cerrar todo este tema. Por eso he bebido y he viajado al Corte Inglés, a comprarme un litro de colonia Álvarez Gómez para niños. 14 euros, y huele muy bien. La recomiendo. Y empiezo a ver el final, el principio del final, mientras suenan Simon & Garfunkel. Ellos también dicen ay, sólo que de un modo más artístico.
lunes, septiembre 24, 2007
La piedra que decía dors
... en "pues vaya con la divina providencia", ha caído sobre mí. Bueno, es una piedra de colores, como todas las que me llueven encima. Pesa pero poco, y aun así me hace callar. Adaldrida está callada, ¿qué tendrá Adaldrida...? Mi padre diría que tengo mustio el lirio que llevo conmigo siempre. La tesis me agobia, es un dolor tan feliz que llueve soleadamente. Aquí puedo decir tonterías sin ningún rigor, decir por ejemplo que Calderón gusta de las damas atrevidas, dignas, valientes y enamoradas, y no preocuparme de buscar la cita. Lo digo porque sí. Pfxxxxktgt! Uf, qué alivio!
jueves, septiembre 20, 2007
Banda sonora
Tu nombre me sabe a yerba, de Serrat, cantado por Marisol. "Porque te quiero a ti, porque te quiero... mi voz se rompe como el cielo al clarear". Y sí que se rompe contra el cielo azul de Pampaluna, por la mañana, dividido en dos mientras bajamos al campus a paso ligero y compartiendo el ipod. Maria Dolores Pradera, Coldplay, Van Morrison. Carlos Vives. Volviendo a casa con el frío azul destiñendo nuestra ropa. Con un poco más de calma. Música matutina y vespertina suena en nuestros oídos y marca el paso que late en mi muñeca: potros salvajes de alegría o niña romántica que llora. Tú eliges, yo sugiero. Otra vez aquella que pregunta, ¿sabes de qué tengo ganas...?
lunes, septiembre 17, 2007
Sábado por la tarde, domingo por la mañana
Sábado por la tarde, domingo por la mañana. Dos días, dos momentos, dos largos paseos hacia el centro de la ciudad. Tarde de sábado en el casco viejo de Pamplona, sentadas en un banco y pintándonos las uñas de azul flúor, después de la expedición al Corte Inglés. Primera parada: el stan de Guerlain, en el que contemplamos la belleza y educamos el gusto. Nos pasmamos ante un khol blanco permanente, ante las polveras art decó y lo bien que huele todo. Hay un colorete en mousse que no compraremos, pero nos embadurnamos las mejillas en nuestro momento teenager. Y yo me pruebo en los labios una de las barras kisskiss, por supuesto. Es de color cobre. Segunda parada, el stan de Bourjois. Ahí sí compramos un tímido lápiz verde, un gloss transparente y el frasquito de laca azul. Y nos dirigimos al banco de piedra, para pintarnos las uñas en una semipenumbra azul.
Domingo por la mañana. Hay una droguería en la calle San Miguel que vende productos de L´Occitane. Escudriñamos el escaparate, con tubos de óleo y cremas para la cara, y pisamos la hierba de la Ciudadela. Descalzas. Y por la noche, picnic en Yamaguchi bajo las estrellas, cena de otoño benévolo brillando sobre nosotras.
Domingo por la mañana. Hay una droguería en la calle San Miguel que vende productos de L´Occitane. Escudriñamos el escaparate, con tubos de óleo y cremas para la cara, y pisamos la hierba de la Ciudadela. Descalzas. Y por la noche, picnic en Yamaguchi bajo las estrellas, cena de otoño benévolo brillando sobre nosotras.
viernes, septiembre 14, 2007
Tesis
Ahí estoy. En la tesis. Y, de repente, Javier Marrodán, el director de Nuestro Tiempo, me presta varios libros de Miguel d´Ors. Algunos hasta con fotocopia for me. Los primeros, los que no tenía. Hombre, no. Eso no se hace. Que por la noche no duermo.
Son las nueve y media y el escaparate de la perfumería se enciende. Los árboles de la ciudadela se conjuran en mi contra. El reflexivo septiembre aquí en la calle Iturrama consiste en farmacias y tiendas chinas de alimentación. Todo tan anodino, ¿por qué me gusta tanto...? Los chinos venden confitura de tomate. Mi tía me regala un postre de mousse de chocolate.
La biblioteca es blanca, sus pasillos blancos, sus ventanas grandes y detrás, arces japoneses con flores rojas. Y flores rojas en mi vestido, que puedo combinar con mi pintalabios de Revlon, "copper frost", número 371. Y los chicos me dicen qué guapa estás. Sonriendo. Y me dejan notitas en la mesa. Calderón está celoso, pero me tiene enterita de diez a dos y de cuatro a nueve.
Son las nueve y media y el escaparate de la perfumería se enciende. Los árboles de la ciudadela se conjuran en mi contra. El reflexivo septiembre aquí en la calle Iturrama consiste en farmacias y tiendas chinas de alimentación. Todo tan anodino, ¿por qué me gusta tanto...? Los chinos venden confitura de tomate. Mi tía me regala un postre de mousse de chocolate.
La biblioteca es blanca, sus pasillos blancos, sus ventanas grandes y detrás, arces japoneses con flores rojas. Y flores rojas en mi vestido, que puedo combinar con mi pintalabios de Revlon, "copper frost", número 371. Y los chicos me dicen qué guapa estás. Sonriendo. Y me dejan notitas en la mesa. Calderón está celoso, pero me tiene enterita de diez a dos y de cuatro a nueve.
lunes, septiembre 10, 2007
College & japo chic
Cuando yo empezaba a pintarme, me gustaban mucho unas sombras de ojos que eran como tizas. Se mezclaban con los dedos y se difuminaban en los párpados como jugando. Eran de Hysterical Glam, una marca barata que desapareció y que se proponía divertir con sus productos a las consumidoras. Ahora el relevo del "maquíllate divirtiéndote" lo han tomado otras marcas americanas nada baratas por cierto, pero sí muy glamourosas, con envases vintage y truquitos de los de "sólo te lo cuento a ti" en el prospecto. Como Benefit, que tiene un corrector de rojeces amarillo, no graso, que debe ser la bomba y que aún no me he agenciado porque se vende en Madrid por unos 29 euros, casi nada.
Hysterical glam tenía estética de mercadillo, y tenía también lápices de purpurina y pintauñas en colores flúor. El color flúor arrasa esta temporada, así que continúan los labios coral en el otoño y ¿quién sabe?, quizás también en el invierno. Y por fin, por fin se ha puesto de moda el colorete en tonos melocotón, ¡ya era hora! (los gurús de este circo se ven atacados por una crisis de buen gusto...)
Otras tendencias de temporada: el bronce imparable y el college & japo chic: tez pálida empolvada, boca roja mordida. El pintalabios aplicado con los dedos, sin llegar a las comisuras. Si no te gusta el rojo, puedes probar con el ciruela, que es preciosos. O con los nudes, que siguen al alza. Y la raya de ojos imperfecta, como borrada, a pegotes. Me recuerda a las tizas de mis quince años.
jueves, septiembre 06, 2007
Premios que hacen pensar
Dos personas me han concedido un Thinking blogger award... ¡ay! Y, si he tardado tanto en seguir la rueda y conceder yo mis propios premios a cinco blogs (¡qué difícil!) es, ni más ni menos, por la pereza que me da confesar mis ignorancias cibernéticas. A ver: se supone que debo enlazar a quien me ha premiado, pero creo que no sé hacerlo. Pondré sus nombres.
La primera que lo hizo fue Benita, a quien no conocía pero que empezó a leerme (y yo a leerla, porque me encandilaron sus historias cotidianas). Está enlazada en la sección "hogueras vecinas", eso sí se hacerlo. Lo que me ha descolocado es el segundo premio, que viene de un señor de 55 años llamado Barahona del que nada sabía hasta hoy. (¡Gracias!)
Mis cinco blogs que me hacen pensar... a ver... son cinco, sí. Todos enlazados en Hogueras vecinas:
Nodisparenalpianista (me hace reír, y la risa es otro modo de pensamiento),
Cuestiones naturales (el blog de Julio Martínez Mesanza, que me hace pensar sobre la poesía... y contemplarla),
Cuaderno de vísperas (enlazado como "islas", me hace reflexionar sobre la belleza),
el blog de Toi (leerlo es como estar hablando con él, y la mística del cafelito tiene raíces profundas...) y
Rayos y truenos (leerlo me hizo abrir este blog, ¡miren si me hizo pensar!)
Normas del premio:1.- Si, y sólo si, alguien te da el premio escribe un post con los 5 blogs que te hacen pensar.2.- Enlaza el post original para que la gente pueda encontrar el origen del premio.3.- Opcional, enseña el botón del premio enlazando el post que has escrito dando tu premio.
La primera que lo hizo fue Benita, a quien no conocía pero que empezó a leerme (y yo a leerla, porque me encandilaron sus historias cotidianas). Está enlazada en la sección "hogueras vecinas", eso sí se hacerlo. Lo que me ha descolocado es el segundo premio, que viene de un señor de 55 años llamado Barahona del que nada sabía hasta hoy. (¡Gracias!)
Mis cinco blogs que me hacen pensar... a ver... son cinco, sí. Todos enlazados en Hogueras vecinas:
Nodisparenalpianista (me hace reír, y la risa es otro modo de pensamiento),
Cuestiones naturales (el blog de Julio Martínez Mesanza, que me hace pensar sobre la poesía... y contemplarla),
Cuaderno de vísperas (enlazado como "islas", me hace reflexionar sobre la belleza),
el blog de Toi (leerlo es como estar hablando con él, y la mística del cafelito tiene raíces profundas...) y
Rayos y truenos (leerlo me hizo abrir este blog, ¡miren si me hizo pensar!)
Normas del premio:1.- Si, y sólo si, alguien te da el premio escribe un post con los 5 blogs que te hacen pensar.2.- Enlaza el post original para que la gente pueda encontrar el origen del premio.3.- Opcional, enseña el botón del premio enlazando el post que has escrito dando tu premio.
martes, septiembre 04, 2007
Jerez y tarta de café en Pampaluna
Hoy he probado un trozo de tarta de café del Obrador: he recordado todos los desayunos de domingo en el Obrador, mordiendo lazos de hojaldre y saboreando periódicos y revistas, demorándome. El desayuno llegaba hasta la una de la tarde, y solía hacer frío soleado.
También me han servido un vaso de jerez, pero al primer sorbo lo he derramado por el suelo. No importa, me dicen, así flota en el aire un olor a bodega.
Siempre quise volver. Volver al campus y ver de nuevo los árboles como estatuas vivientes y la gente sonriendo. Un mundo de puertas de cristal que van abriéndose y cerrándose con murmullo de lluvia.
También me han servido un vaso de jerez, pero al primer sorbo lo he derramado por el suelo. No importa, me dicen, así flota en el aire un olor a bodega.
Siempre quise volver. Volver al campus y ver de nuevo los árboles como estatuas vivientes y la gente sonriendo. Un mundo de puertas de cristal que van abriéndose y cerrándose con murmullo de lluvia.
viernes, agosto 31, 2007
Libros, confitura de tomate y uvas de vendimia
Desayuno en casa de Ana. Con cada una de mis tías tengo un rito, un rito de paso que me acerca a ellas. Con Ana hago collages, me tumbo en el sofá de piel y comemos uvas negras, pequeñas. "Son de las de vendimiar". Y la mermelada es de tomate. Salimos al casco antiguo y me enseña tiendas raras, de cajas de té.
Y la mejor librería del mundo: la he encontrado hoy, en Logroño. Hay una tienda recóndita muy cerca de Portales (su plaza de corte antiguo, con la Redonda al fondo, como de tarde con lluvia en Venecia.) Se llama Castroviejo y es la joya de los siete mares, ¡tiene de todo! Y en formato pequeño, con estanterías y mesitas. He encontrado libritos de La Veleta, Renacimiento, Pre- textos. Y la colección entera de Valdemar. Y El acantilado. Mis editoriales preferidas. Libros para amar, para oler, para doblar sus páginas o guardarlas como se guarda una cubertería de plata en un arcón. Prosas de Andres Trapiello, cuentos victorianos, una novela de Jane Austen. Olían a mar y a tierra, a manzanas. Castroviejo olía a tardes en el fondo inmenso de un sillón. Volveré, le dije, cuando por dentro bailaban otras palabras, "no quiero marcharme".
Y la mejor librería del mundo: la he encontrado hoy, en Logroño. Hay una tienda recóndita muy cerca de Portales (su plaza de corte antiguo, con la Redonda al fondo, como de tarde con lluvia en Venecia.) Se llama Castroviejo y es la joya de los siete mares, ¡tiene de todo! Y en formato pequeño, con estanterías y mesitas. He encontrado libritos de La Veleta, Renacimiento, Pre- textos. Y la colección entera de Valdemar. Y El acantilado. Mis editoriales preferidas. Libros para amar, para oler, para doblar sus páginas o guardarlas como se guarda una cubertería de plata en un arcón. Prosas de Andres Trapiello, cuentos victorianos, una novela de Jane Austen. Olían a mar y a tierra, a manzanas. Castroviejo olía a tardes en el fondo inmenso de un sillón. Volveré, le dije, cuando por dentro bailaban otras palabras, "no quiero marcharme".
miércoles, agosto 29, 2007
El amor, el lobo
UNA HISTORIA DE MIEDO
Caperucita iba caminando por una gran avenida de la ciudad al atardecer. Las farolas comenzaban a encenderse. Se le acercó el leñador, que olía a campo y llevaba una horrible camisa de cuadros, como todos los leñadores. Tenga cuidado, le dijo; tenga mucho cuidado porque por aquí puede venir el lobo.
- ¿Qué señas tiene, dígame usted, para que yo lo identifique como lobo y tenga cuidado?
- El lobo tiene buenas intenciones, eso es lo peor. El lobo no quiere ser lobo, pero es que lo lleva en la sangre. Tiene muy buenas formas y le gusta hablar. Se acerca y le habla como cualquiera. Puede hablar del tiempo o de Gustav Mahler, porque es muy culto. Es inteligente, intuitivo e imaginativo, vamos, muy “artístico”...
- Me lo está pintando usted muy bien, como para marido...
- El único problema es... no se asuste... hay un problema.
- ¿Bien?
- No debe contrariarle. No le contraríe nunca. Tampoco debe darle la razón como a los tontos y los locos porque se enfada.
- Entonces, ¿qué debo hacer?
- Ése es el problema, que uno nunca sabe qué hacer. Es como un laberinto, o como el piso de una casa antigua, uno nunca sabe dónde está la madera que cruje. Cuando dices la palabra errónea, el lobo aúlla, rompe vallas, se desborda, es una desgracia, señorita. Como el amor, pero en malo.
- ¿Cómo “como el amor”?
- Quiero decir que el amor aúlla y rompe vallas, pero eso es bueno, ¿no? Es como eso que dicen del fuego y el infierno, cuando donde hay fuego es en el cielo...
- ¿Hola?
Caperucita se está divirtiendo. El leñador teólogo sugiere que el amor es fuego, y que San Juan dice que Dios es amor.
- Así que el cielo debe ser una latitud cálida. Nada de nubes azules con angelitos tocando la bandurria, que te aburren de muerte. Lo dijo algún santo. Tomás de Aquino, creo, o Chesterton.
- Se está yendo usted por las ramas. ¿Qué hay del lobo?
El leñador piensa un poco antes de contestar.
- El lobo no existe, era una mera excusa. Quería hablar con usted un ratito para pedirle que se case conmigo. Ya ve, tengo treinta y cinco años y una profesión honrada. Soy un poco hortera vistiendo pero eso lo cambia usted en un pispás. Y soy católico como usted, hasta he citado a Juan el evangelista, a Santo Tomás de Aquino y a Chesterton...
- Pero GKC no es santo.
- Pero a usted le gusta leerlo, como a mí. Otra cosa que tenemos en común.
Caperucita mira al leñador, intrigada. Está empezando a enamorarse, pero de pronto piensa que el leñador es formal, culto e imaginativo. Muy “artístico”. Se cruza de brazos.
- No me casaré contigo, Robbie.
- ¿Por qué no, Cara? Me estás contrariando, pero para que veas que tus sucios pensamientos no son ciertos, me voy. Mañana, si te encuentro, te lo preguntaré otra vez.
Cara se queda mirándolo de lejos, tristona. El leñador es muy listo... y muy guapo. Ahora tiene miedo a que no sea él el lobo.
Caperucita iba caminando por una gran avenida de la ciudad al atardecer. Las farolas comenzaban a encenderse. Se le acercó el leñador, que olía a campo y llevaba una horrible camisa de cuadros, como todos los leñadores. Tenga cuidado, le dijo; tenga mucho cuidado porque por aquí puede venir el lobo.
- ¿Qué señas tiene, dígame usted, para que yo lo identifique como lobo y tenga cuidado?
- El lobo tiene buenas intenciones, eso es lo peor. El lobo no quiere ser lobo, pero es que lo lleva en la sangre. Tiene muy buenas formas y le gusta hablar. Se acerca y le habla como cualquiera. Puede hablar del tiempo o de Gustav Mahler, porque es muy culto. Es inteligente, intuitivo e imaginativo, vamos, muy “artístico”...
- Me lo está pintando usted muy bien, como para marido...
- El único problema es... no se asuste... hay un problema.
- ¿Bien?
- No debe contrariarle. No le contraríe nunca. Tampoco debe darle la razón como a los tontos y los locos porque se enfada.
- Entonces, ¿qué debo hacer?
- Ése es el problema, que uno nunca sabe qué hacer. Es como un laberinto, o como el piso de una casa antigua, uno nunca sabe dónde está la madera que cruje. Cuando dices la palabra errónea, el lobo aúlla, rompe vallas, se desborda, es una desgracia, señorita. Como el amor, pero en malo.
- ¿Cómo “como el amor”?
- Quiero decir que el amor aúlla y rompe vallas, pero eso es bueno, ¿no? Es como eso que dicen del fuego y el infierno, cuando donde hay fuego es en el cielo...
- ¿Hola?
Caperucita se está divirtiendo. El leñador teólogo sugiere que el amor es fuego, y que San Juan dice que Dios es amor.
- Así que el cielo debe ser una latitud cálida. Nada de nubes azules con angelitos tocando la bandurria, que te aburren de muerte. Lo dijo algún santo. Tomás de Aquino, creo, o Chesterton.
- Se está yendo usted por las ramas. ¿Qué hay del lobo?
El leñador piensa un poco antes de contestar.
- El lobo no existe, era una mera excusa. Quería hablar con usted un ratito para pedirle que se case conmigo. Ya ve, tengo treinta y cinco años y una profesión honrada. Soy un poco hortera vistiendo pero eso lo cambia usted en un pispás. Y soy católico como usted, hasta he citado a Juan el evangelista, a Santo Tomás de Aquino y a Chesterton...
- Pero GKC no es santo.
- Pero a usted le gusta leerlo, como a mí. Otra cosa que tenemos en común.
Caperucita mira al leñador, intrigada. Está empezando a enamorarse, pero de pronto piensa que el leñador es formal, culto e imaginativo. Muy “artístico”. Se cruza de brazos.
- No me casaré contigo, Robbie.
- ¿Por qué no, Cara? Me estás contrariando, pero para que veas que tus sucios pensamientos no son ciertos, me voy. Mañana, si te encuentro, te lo preguntaré otra vez.
Cara se queda mirándolo de lejos, tristona. El leñador es muy listo... y muy guapo. Ahora tiene miedo a que no sea él el lobo.
lunes, agosto 27, 2007
La canción del verano
En la radio suena "cien gaviotas", de Ducan dhu. La música me hace viajar a mundos recónditos. Mis diez años en Maestu. Mi prima con quince y unos walkman, y una plancha para cardar el pelo. Parecía tan mayor... yo pensaba que iba a casarse ya, a los dieciséis. Había grabado unos videos musicales que veíamos sin parar, con canciones de Wet wet wet y Glen Medeiros, y anuncios de cocacola. En uno salían dos niñitos rubios besándose y nos hacía mucha gracia, era algo así como "el primer beso", que yo a mis veintinueve aún sigo esperando. El verano entero era un video de Kylie Minoghe y Jason Donovan, specially for you. Aún tengo diez años cuando escucho los primeros acordes. Y un niño pecoso de ojos azules pasea en bicicleta, y dibujo en un cuaderno su silueta rubia, su casa tantas veces soñada.
jueves, agosto 23, 2007
LLuvia
LLuvia y frío. He vuelto a la ciudad, el campo tenía brillo de escarcha. La bruma se agarraba a las piedras y nos hacía rodar. Mi sobrina, (el duende verde), subía y bajaba los peldaños de madera barnizada conmigo de la mano. Fuerte, fuerte, atrapadas en la lluvia. Añorando el fuego. El vaho de la mañana y el abrigo de la noche me recordaban al otoño, un otoño de hojas azules.
sábado, agosto 18, 2007
Intrahistorias
"Hijo, eres el ungüento amarillo", le dice mi abuela a mi tío Jorge, que nos está arreglando los enchufes. Mi madre, tras el periódico: El rescate de la espeléologa nos ha costado veinticinco mil euros. Y remata: "de ahora en adelante que nadie se meta en una cueva". Mi padre juega con un tubito de rímel transparente que dejé yo en la mesilla. Calligraphic. Stilyng & care mascara. Astor Paris, made in UK (¡toma paradoja!) "ésto, si eres feo, ¿te lo das y se te borra la cara?", pregunta. Yo me río de los tres, ellos se ríen de mí. No me río de ti, me río contigo.
De nuestro último paseo por Haro, antes de volver a Maestu, guardo una fotografía. Huele a pan y a pasteles en torno a la confitería de mi calle, donde han colocado un cartel que dice: "Hay piruletas moradas".
De nuestro último paseo por Haro, antes de volver a Maestu, guardo una fotografía. Huele a pan y a pasteles en torno a la confitería de mi calle, donde han colocado un cartel que dice: "Hay piruletas moradas".
martes, agosto 14, 2007
Ciruelas en Maestu
Muerdo una ciruela camino de Leorza. Sabe a dulce morado, a caramelo de niños que dejas a medias envuelto en un papel pringoso. A piruleta con sabor a ciruela. Mi padre y yo comemos fruta salvaje por el camino del monte, hay ciruelos y nogales, y más allá huertas cerradas. Hemos llegado a la casa de los enanitos, que sigue sola entre los árboles, de cuento, de miedo... pero pronto llegamos al pueblo y a la fuente. La fuente de todos los veranos.
Mis primas y yo bebemos. Tenemos ocho o nueve años y manchas de fruta en la ropa. Hay tres grifos y ellas se ríen de mí, porque aprisiono en mi boca el hilo grueso que cae en una poza pequeña y rectangular. "¡Ese es el grifo de las vacas, ahí beben las vacas!" Yo me avergüenzo un poco pero digo que vale, que las vacas beben de la poza, no del grifo. No las veo pegando lametazos al grifo, la verdad.
Hoy es agosto y veinte años más. Bebo del grifo de las vacas, haciendo cuenco con las manos, llenándome el vestido de agua. Está fría sobre el aire frío, sobre el sol frío que se diluye. De cuento de miedo.
Mis primas y yo bebemos. Tenemos ocho o nueve años y manchas de fruta en la ropa. Hay tres grifos y ellas se ríen de mí, porque aprisiono en mi boca el hilo grueso que cae en una poza pequeña y rectangular. "¡Ese es el grifo de las vacas, ahí beben las vacas!" Yo me avergüenzo un poco pero digo que vale, que las vacas beben de la poza, no del grifo. No las veo pegando lametazos al grifo, la verdad.
Hoy es agosto y veinte años más. Bebo del grifo de las vacas, haciendo cuenco con las manos, llenándome el vestido de agua. Está fría sobre el aire frío, sobre el sol frío que se diluye. De cuento de miedo.
jueves, agosto 09, 2007
Backstage de andar por casa
Claudia y yo delante del espejo encendido. Hemos volcado el neceser en la mesilla, donde ahora flotan los tubitos de rímel, coloretes, pintalabios. Es tarde con lluvia y mecedoras en el salón, qué hacemos, dice Claudia. Los naipes están cansados y los libros también.
"¿Por qué no me enseñas lo que hay en tu bolsa de pinturas?" Tris tras, ni lo ves, ni lo verás. Y estamos atrincheradas en el baño, lo hemos convertido en camerino, camarote, pasarela de fiesta de disfraces. Emborronamos discos de algodón para probar los distintos acabados. Por ejemplo el ojo dramático, con mucha máscara negra y sombra marrón fumé. Luego hacemos fotos al espejo, sonreímos al flash en la luna. Nos sonreímos de un móvil a otro, "ésta me la envías por el bluetooth."
martes, agosto 07, 2007
...Pero no cierro
Hoy he venido por venir, por abrir el chiringuito, pero estoy seca. Sin rastro de poesia, de vida, de inspiracion. Y encima, me ha tocado en este ciber uno de esos ordenadores anglosajones que no marcan acentos ni egnes. Cuando lo que yo queria decir era "sin segnales de humo". No escribo porque estoy seca y al mismo tiempo llena de voces familiares. No se que decir, no se ni poner tildes. Ni endecapixeles escribiria yo en esta tarde. A ver si se me pasa, porque definitivamente este blog no se cierra: me quedaria sin aire...
viernes, agosto 03, 2007
Vino de Haro
He estrenado mis vacaciones con la visita a una bodega. En nuestro primer paseo por el pueblo tropezamos con Isaac Muga que, por supuesto, conocía a mi abuelo: todo un señor. Mi abuelo luchó porque el buen vino se repartiera entre todos los obreros. Isaci nos invitó a bodegas Muga, el orgullo de la tradición. No ha entrado allí el acero inoxidable: huele a mosto y a madera, a años macerando el mosto... Y el vino sabe a calor de verano, y la cocinera nos obsequia con tortilla de chorizo. Y en la tienda venden la pulsera de la leyenda del vino, que le regaló mi tío Javier a su novia. La he comprado: plata y cristal de Swaroski, color vino, 35 euros.
miércoles, agosto 01, 2007
Dos en la cama
(Sigo con la novela, o algo así, la no-novela ésa que empecé y le gustó tanto a D. Enrique...)
- Marta, hija, que me haces equivocarme.
Es mi madre con las agujas de la lana, el sábado a las ocho. La luz del cuarto de estar se va apagando, y en esos ratos es cuando yo le pregunto cómo se hacen los niños, y esas cosas.
Mi prima Vicki tiene nueve años y es una fantástica. Me dijo que para que nazca un niño los padres se tienen que acostar en una misma cama. Pero no caben, dije yo, porque en el cuarto de mis padres hay dos camas estrechas, separadas por una mesita de noche. Y encima un crucifijo. Es que se ponen uno debajo y otro encima.
Que no, que no puede ser. Qué calor. Menuda cochinada, no quiero hacerme mayor para eso. Vicki se reía.
- Pues todos lo hacen, tus padres y los míos también. Y si no, nosotros ¿qué? Además es muy bonito. Se ríen.
- ¿Pero tú los has visto? Le pregunto con los ojos grandes que suelo poner en clase de matemáticas, de no entender nada.
- No porque cierran la puerta. Pero se ríen.
Siro dice que parecemos mayores, de tanto hablar. Que se nos pone la voz ésa baja como de las románticas de películas.
- A Vicki seguro que ya le gusta un niño.
¿Qué niño?, pregunto yo. Mi hermano me mira con su mirada de ya-tengo-diez-años y me dice que todas las niñas somos tontas.
- Marta, hija, que me haces equivocarme.
Es mi madre con las agujas de la lana, el sábado a las ocho. La luz del cuarto de estar se va apagando, y en esos ratos es cuando yo le pregunto cómo se hacen los niños, y esas cosas.
Mi prima Vicki tiene nueve años y es una fantástica. Me dijo que para que nazca un niño los padres se tienen que acostar en una misma cama. Pero no caben, dije yo, porque en el cuarto de mis padres hay dos camas estrechas, separadas por una mesita de noche. Y encima un crucifijo. Es que se ponen uno debajo y otro encima.
Que no, que no puede ser. Qué calor. Menuda cochinada, no quiero hacerme mayor para eso. Vicki se reía.
- Pues todos lo hacen, tus padres y los míos también. Y si no, nosotros ¿qué? Además es muy bonito. Se ríen.
- ¿Pero tú los has visto? Le pregunto con los ojos grandes que suelo poner en clase de matemáticas, de no entender nada.
- No porque cierran la puerta. Pero se ríen.
Siro dice que parecemos mayores, de tanto hablar. Que se nos pone la voz ésa baja como de las románticas de películas.
- A Vicki seguro que ya le gusta un niño.
¿Qué niño?, pregunto yo. Mi hermano me mira con su mirada de ya-tengo-diez-años y me dice que todas las niñas somos tontas.
sábado, julio 28, 2007
Por fin es viernes
Ya estaba tardando, yo también, en organizar en mi casa una de esas fiestecitas donde se mezclan la comida, la poesía y el cine. Buko había traído Sacrificio, de Tarkovski, pero Joaquín dijo que por qué no lo veíamos rompiendo las copas y clavándonos los cristales en los ojos. Le dimos la razón. Joaquín además teledirigía el chovendo, un chovendo que hay en mi salón, bueno, puede que a chovendo no llegue porque no lleva paraguas, pero en la peana pone chovendo. Es un cura preconciliar negro y amarillo, enjuto de carnes, violentamente cerúleo... Eso y un monaguillo lampiño de porcelana, tamaño natural, son las únicas cosas de Iglesia que me han dado miedo siempre.
Joaquín le ponía voz al Chovendo. Yo lo volvía de espaldas "para no verlo más", pero él lo giraba poco a poco rechinando como una puerta y llenándome de miedo y risa: ¡Juaquín, que luego duermo sola! Luego quise grabarlo en mi móvil en plan politono, como el gañán o Bocaseca, y entonces él se puso muy serio y dijo: "¿Pues no quiere que hable un cura de madera?" Yo casi lo mato.
Vimos el jovencito Frankestein. La peli de mis ocho, nueve, diez y once años. Buko se durmió debajo de la pantalla, pero los demás no parábamos de reír. Duendes me ayudaba a llevar vasos a la cocina, qué majo. Se había acabado el guacamole que hice yo por primera vez, sabía bien pero no era verde. Bueno, yo creía que sí era verde. Beades me dijo que yo era daltónica, y que no podría nunca nunca pilotar un avión.
Joaquín le ponía voz al Chovendo. Yo lo volvía de espaldas "para no verlo más", pero él lo giraba poco a poco rechinando como una puerta y llenándome de miedo y risa: ¡Juaquín, que luego duermo sola! Luego quise grabarlo en mi móvil en plan politono, como el gañán o Bocaseca, y entonces él se puso muy serio y dijo: "¿Pues no quiere que hable un cura de madera?" Yo casi lo mato.
Vimos el jovencito Frankestein. La peli de mis ocho, nueve, diez y once años. Buko se durmió debajo de la pantalla, pero los demás no parábamos de reír. Duendes me ayudaba a llevar vasos a la cocina, qué majo. Se había acabado el guacamole que hice yo por primera vez, sabía bien pero no era verde. Bueno, yo creía que sí era verde. Beades me dijo que yo era daltónica, y que no podría nunca nunca pilotar un avión.
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Cine a todas horas,
columna de opinión
viernes, julio 27, 2007
La otra cara de la luna
Adaldrida soy yo. Hoy me apetece dar explicaciones: las explicaciones son, claro, sobre mi persona. Ya hay quien dice que lo que aquí hago es striptease emocional, pero lo que a mí me preocupa no es el striptease sino la fama, se me habrá pegado algo de los caballeros de mi comedia.
Tengo mieeedo: miedo de quedar siempre bien en la foto, como Tintín en los álbumes de Hergé. Qué más quisiera yo que haber salido de la pura fantasía, como dice don Enrique Monesterio. Pero hoy no soy Adaldrida sino Rocío Arana, y no Rocío Arana la poeta, la de las fiestas, los amigos y la magia. Soy Rocío a palo seco. Incapaz de levantarse por las mañanas, incapaz de hacer régimen y controlarse un poco con los helados veraniegos. Incapaz de contar hasta diez antes de lanzar un exabrupto. Como el Capitán Haddock.
domingo, julio 22, 2007
La boda de mi mejor amigo
Ayer se casó Nico. La boda, en Sotogrande, "quizás un poco frívola", me dijo él con tono de niño que espera una reprimenda, fue fantástica. De frívola nada: se casaron en una ermita blanca, con un traje blanco [ella] y velo por la cara, como a mí me gusta. El cura, del Opus, dio bastante caña en la homilía por expreso deseo del novio, y en el momento de la Consagración la banda tocó el himno nacional, momento estelar que le valió a mi amigo el apelativo de facha durante el banquete. "Tío, pero qué facha eres".
Yo diría castizo y cosmopolita a la vez, a la vista del aperitivo, en el que reinaba el jamón ibérico, el sushi y el son de un cubanito. Y un frío aterrador, que se iba incrementado por oleadas de leyenda urbana, se dice se comenta que la cena será también al aire libre. No pude creerlo, pero al fin era verdad. Me compadecí de las espaldas desnudas y escotes generosos, que por una vez no levantaban calor sino frío. Yo sólo llevaba desnudos los brazos y la mitad de las piernas, y mi padre se ofreció a ir al hotel para traerme algo de abrigo. Pero sólo había en mi maleta una cazadora playera de rayas que no combinaba, vaya por Dios, con el vestido de Naf Naf que mi madre me había traído de París.
En la mesa, Beades hablaba hasta debajo del agua con un antiguo amigo de Altair (¿quién no conoce a Beades? ¿Quién es ése de blanco que está con Beades?...) Le oía, como en ráfagas, ir y venir de los anticonceptivos al Concilio Vaticano II y de la libertad a los designios divinos. Las mujeres decían si no podíamos hablar de lo que se habla en las bodas, o sea, trapitos, amigos comunes y menús de boda. Se lleva mucho la vieira gratinada, iba a comentar yo. Pero me venció el torrente Beades y dije: "dónde está, oh muerte, tu victoria".
Hubo música de la B.S.O de Grease, años ochenta, flamenquito. Yo bailé y bailé descalza, llevando los hermosos zapatos de Nicolás (la marca Nicolás, quiero decir), en la mano.
Yo diría castizo y cosmopolita a la vez, a la vista del aperitivo, en el que reinaba el jamón ibérico, el sushi y el son de un cubanito. Y un frío aterrador, que se iba incrementado por oleadas de leyenda urbana, se dice se comenta que la cena será también al aire libre. No pude creerlo, pero al fin era verdad. Me compadecí de las espaldas desnudas y escotes generosos, que por una vez no levantaban calor sino frío. Yo sólo llevaba desnudos los brazos y la mitad de las piernas, y mi padre se ofreció a ir al hotel para traerme algo de abrigo. Pero sólo había en mi maleta una cazadora playera de rayas que no combinaba, vaya por Dios, con el vestido de Naf Naf que mi madre me había traído de París.
En la mesa, Beades hablaba hasta debajo del agua con un antiguo amigo de Altair (¿quién no conoce a Beades? ¿Quién es ése de blanco que está con Beades?...) Le oía, como en ráfagas, ir y venir de los anticonceptivos al Concilio Vaticano II y de la libertad a los designios divinos. Las mujeres decían si no podíamos hablar de lo que se habla en las bodas, o sea, trapitos, amigos comunes y menús de boda. Se lleva mucho la vieira gratinada, iba a comentar yo. Pero me venció el torrente Beades y dije: "dónde está, oh muerte, tu victoria".
Hubo música de la B.S.O de Grease, años ochenta, flamenquito. Yo bailé y bailé descalza, llevando los hermosos zapatos de Nicolás (la marca Nicolás, quiero decir), en la mano.
martes, julio 17, 2007
Beatles
Con el tiempo me va gustando más la música de Simon & Garfunkel y los Bee Gees que la de los Beatles, quién iba a decirlo. Con la obsesión que tenía por ellos a los dieciséis. Estuve todo un curso escuchando sólo dos discos, uno de los Beatles y otro de Mamas & Papas, que aunque gritan me siguen entusiasmando. Mi padre, (¡mi padre!), me dijo que la batería de Ringo suena a hojalata, y no quise escucharle. Yo estaba muy orgullosa porque habían empezado a gustarme dos meses antes de que estallase la beatlemanía, que en realidad nunca ha dejado de estallar.
Lo malo de los Beatles, lo que cansa, creo yo, es que quisieron ser algo más que cuatro buenos músicos. Quisieron ser un icono, y los iconos, si no están engarzados en el plano mágico de la realidad, acaban agotándose. Yo a una canción de Lennon & Mccartney le pido lo mismo que a un poema de Mesanza: que despierte mi alegría y mi tristeza a la vez. Por eso me gustan tanto los primeros álbumes, sin sicodelias, tristemente felices, creo que lo dijo Borges. Les pido que levanten en mí un deseo poderoso, y que no lo sacien del todo nunca, lo mismo que a un poema de Miguel d´Ors. Por eso vuelvo siempre.
Todavía hay canciones que consiguen eso conmigo: Girl, Across de universe, Ask me why, For no one. Y me río y me río con esa película tan gamberra, Qué noche la de aquel día. Pero quizás en mi discman, para escuchar un disco entero, elija a los Bee gees, o a Nena Daconte. O a Ella & Louis: Can anyone explain the wonder of love?
Lo malo de los Beatles, lo que cansa, creo yo, es que quisieron ser algo más que cuatro buenos músicos. Quisieron ser un icono, y los iconos, si no están engarzados en el plano mágico de la realidad, acaban agotándose. Yo a una canción de Lennon & Mccartney le pido lo mismo que a un poema de Mesanza: que despierte mi alegría y mi tristeza a la vez. Por eso me gustan tanto los primeros álbumes, sin sicodelias, tristemente felices, creo que lo dijo Borges. Les pido que levanten en mí un deseo poderoso, y que no lo sacien del todo nunca, lo mismo que a un poema de Miguel d´Ors. Por eso vuelvo siempre.
Todavía hay canciones que consiguen eso conmigo: Girl, Across de universe, Ask me why, For no one. Y me río y me río con esa película tan gamberra, Qué noche la de aquel día. Pero quizás en mi discman, para escuchar un disco entero, elija a los Bee gees, o a Nena Daconte. O a Ella & Louis: Can anyone explain the wonder of love?
domingo, julio 15, 2007
La media naranja
No me gusta la cocacola light, pero es lo que suele haber en casa. Es uno de los restos de una dieta fallida, de la que sólo quedan los veinte largos diarios que nado en la piscina y el triste propósito de no picar entre horas. Es el régimen del fifty fifty: el McDonald prohibido, los helados, imprescindibles. Y de beber, cocacola light, que no me gusta.
Lo que me gusta es la fanta. Y los pastelitos de la pantera rosa, fantástica basura rosa que rescata mis veranos en Maestu, con nueve años y los bolsillos del peto blanco reventando de chuches. Porque cuando yo era niña las porquerías estaban prohibidas durante el invierno. Y durante el verano también, sólo que en Maestu la ley perdía vigencia debido al poco apoyo de mi abuela, que decía: los padres educan, los abuelos deseducan. Y financió un concurso surrealista de helados entre los primos. Ganó C. al zamparse catorce mikolosales de nata y fresa en una tarde, y es un récord recordado en la familia y elevado a la categoría de leyenda.
No me gusta la cocacola light, y por eso he inventado un remedio. Plan A, tirar la ristra de latas a la basura. Plan B: el refresco de la media naranja. Consiste en partir media naranja de zumo en cuatro gajos y dejarlos macerar en en vaso alto, con cubitos de hielo y la insípida cocacola. Diez minutos en la nevera. Así desfoga el useño refresco, se le va el gas sobrante y desprende un aroma de patio de naranjos que emborracha los sentidos. Me estoy aficionando tanto que ya me gusta más aún que la fanta de naranja...
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la cocina sin mamá,
recortes de verano
sábado, julio 14, 2007
En El Puerto con EGM y Leonor
I. Enrique nos esperaba en el andén. Una estación puede ser la imagen viva de la soledad o de la alegría. Bajamos del vagón nosotras: Amanda, pequeña y pelirroja; Cristina, con ojos de sorna contenida y ese halo de bullicio sereno que suele acompañarle, y en este caso venía de nuestra conversación en el tren. Y yo, acalorada y envuelta en una bruma de agua termal, y con los labios pintados con el Kisskiss de Guerlain que se me está quedando en las últimas.
II. El Puerto me pareció un lugar salado y ligero, azul, con palmeras que me daban la bienvenida. La casa nueva de EGM y Leonor, un espacio blanco y luminoso, como una burbuja rodeada de árboles. Y en la que habitan ahora vi un desván lleno de libros. Había alquimia. Me sentí como en mi propia casa, sólo que en mi casa no hay escaleras suicidas ni perros que bajan y suben para convertirlo todo en un tiovivo delirante.
III. Hablamos de Alberti y de Rosales frente al mar. Un camarero italiano me dio dos besos, porque adiviné su lugar de procedencia. Las manos del mar acariciaban mi ropa, pero le dije bajito: "con este vestido de H&M no, hombre, ¿no ves que tiene tela fina?"
II. El Puerto me pareció un lugar salado y ligero, azul, con palmeras que me daban la bienvenida. La casa nueva de EGM y Leonor, un espacio blanco y luminoso, como una burbuja rodeada de árboles. Y en la que habitan ahora vi un desván lleno de libros. Había alquimia. Me sentí como en mi propia casa, sólo que en mi casa no hay escaleras suicidas ni perros que bajan y suben para convertirlo todo en un tiovivo delirante.
III. Hablamos de Alberti y de Rosales frente al mar. Un camarero italiano me dio dos besos, porque adiviné su lugar de procedencia. Las manos del mar acariciaban mi ropa, pero le dije bajito: "con este vestido de H&M no, hombre, ¿no ves que tiene tela fina?"
miércoles, julio 04, 2007
Una de sal y otra de arena
I. En cada ola canta una canción distinta, pero todas dicen lo mismo: "ríndete, entrégate." Y yo me acuerdo de aquella otra canción: "precipitó en el mar caballo y caballero, caballo y caballero..." Porque voy montada en un rulo verde y largo, de poliuretano, y al verlo el mar ha fruncido el ceño, para hacerme saber que no le gustan mis armas. No: a él le gusta tomarme por sorpresa, a la velocidad de la luna, mordiendo mi cuerpo y trazando con él dibujos en la arena... En cada surco ruge, estás en mis manos, estás en mis manos. Túneles y besos blancos se suceden a la velocidad de la luz. Y es un vaivén de alegría suicida, y yo siempre vuelvo.
II. Ha venido al mar mi primo Jots, de doce años, cabalgando en otro rulo. Bailando en el rompeolas parecemos estar en un tiovivo, pero pronto los rulos se trocan en espadas. Empieza el combate. Mejor dicho, el rulo nos sirve de acero y montura, y pronto logro tirarle del caballo. Ah, pero él me hirió en un hombro como un Nazgul. Decidimos unirnos contra el mar, al grito de "esa ola corre mucho, ¡a por ella!" La frase es de Jots, y yo la comparto.
II. Ha venido al mar mi primo Jots, de doce años, cabalgando en otro rulo. Bailando en el rompeolas parecemos estar en un tiovivo, pero pronto los rulos se trocan en espadas. Empieza el combate. Mejor dicho, el rulo nos sirve de acero y montura, y pronto logro tirarle del caballo. Ah, pero él me hirió en un hombro como un Nazgul. Decidimos unirnos contra el mar, al grito de "esa ola corre mucho, ¡a por ella!" La frase es de Jots, y yo la comparto.
lunes, julio 02, 2007
La votación II: Los resultados
Indiscutiblemente gana la frase 8, la de la vieja solícita: Que topas, que topas, cohones. Es la preferida de EGM, de Batiscafo, de Anacó, de Benita, de Carlos, de mi amigo Pablo... eso suman seis votos.
Mención especial quiero hacer a la escrita por Carlos RM, que en plan serio es la que más ha gustao, y a la que aporta Macarena, fuera de concurso.
Mención especial quiero hacer a la escrita por Carlos RM, que en plan serio es la que más ha gustao, y a la que aporta Macarena, fuera de concurso.
domingo, julio 01, 2007
Pelirroja
Un lector anónimo y cariñoso me ha preguntado si soy pelirroja, ¡qué ilusión! Por desgracia no es ése el color de mi pelo, pero si mis palabras me dan un ligero aire pelirrojo, no seré yo quien lo niegue. Uno de los pocos pasajes que de verdad me gustaron de Los Chesterton, de Ada Jones, es aquél en que Mrs Cecil Chesterton comenta que las heroínas de GKC tenían el cabello de un tono rojizo, como símbolo de aventura.
De hecho yo me imagino así a Auristela, protagonista de mi tesis, audaz dama calderoniana, con ese aura medieval y con esos destellos de oro rojo que desprende. Y así imagino también a Olimpia, la princesa prendida en cárcel de amor, "si es que amor prende con hierros". Alguien me pidió que regalara de vez en cuando alguna esquirla de mi comedia, ahí tenéis en canto de Olimpia según Calderón:
Huye pues, huye el peligro;
mas no te olvides, huyendo
de que tú la prisión dejas
y yo en la prisión me quedo.
Si es que Amor prende con hierros. También era pequeña y pelirroja Amanda, la amiga de Cris, y por eso ayer no hacía yo otra cosa que llamarla Olimpia. Olimpia es un nombre muy in, me dijo EGM, empeñado en demostrar mi status de niña pija. Que no, Enrique, que me gusta comer piñones en la placita de la Juncal. Pero, ya que estamos, nuestra visita a El Puerto y nuestra comida con Enrique y Leonor (¡felicidades!) pide otra entrada aparte, pues, como dice un amigo mío portugués, no se puede guardar la belleza en un cajón. Otro día.
Huye pues, huye el peligro;
mas no te olvides, huyendo
de que tú la prisión dejas
y yo en la prisión me quedo.
Si es que Amor prende con hierros. También era pequeña y pelirroja Amanda, la amiga de Cris, y por eso ayer no hacía yo otra cosa que llamarla Olimpia. Olimpia es un nombre muy in, me dijo EGM, empeñado en demostrar mi status de niña pija. Que no, Enrique, que me gusta comer piñones en la placita de la Juncal. Pero, ya que estamos, nuestra visita a El Puerto y nuestra comida con Enrique y Leonor (¡felicidades!) pide otra entrada aparte, pues, como dice un amigo mío portugués, no se puede guardar la belleza en un cajón. Otro día.
viernes, junio 29, 2007
Sugus
Manuel me regala un sugus de color azul. El azul es mi preferido, sabe a piña, a flash de verano. Manu quiere que juguemos a pollito inglés en mi casa, pero está malo y tose, y su madre no quiere que los niños corran, se acaloren o se rían. De vez en cuando vamos a mi habitación para ver mi pez naranja. Descubren tesoros escondidos, la guitarra que me regaló Beades, el palo de lluvia, las cajas de madera tallada... Abren cofres y desbordan pulseras, anillos, tobilleras de las mil y una noche por el suelo, porque somos una banda de piratas y hay que saquear la ciudad perdida, yo soy la jefa, abren cajones, nada importa. Arden las hogueras a lo lejos, y luego el mar: "nos iremos en barco".
A la hora de partir un pañuelo de lágrimas, pero Manu me convence para que duerma en su casa. Este hijo mío va para presidente de gobierno, dice su madre. A la mañana siguiente, enmarañados en la cocina, nos volvemos a encontrar. Manuel me dice, desde sus siete años, que va a traerme "los mejores libros de la biblioteca de su padre". Espero. Vuelve en pocos segundos con tres tomos gordísimos. Son la Odisea de Homero, El Señor de los Anillos y El Quijote.
A la hora de partir un pañuelo de lágrimas, pero Manu me convence para que duerma en su casa. Este hijo mío va para presidente de gobierno, dice su madre. A la mañana siguiente, enmarañados en la cocina, nos volvemos a encontrar. Manuel me dice, desde sus siete años, que va a traerme "los mejores libros de la biblioteca de su padre". Espero. Vuelve en pocos segundos con tres tomos gordísimos. Son la Odisea de Homero, El Señor de los Anillos y El Quijote.
miércoles, junio 27, 2007
Frases geniales (La votación...)
He seleccionado diez frases geniales, unas en broma y otras en serio (o sea, todas "en brerio", como diría Carmen Martín Gaite...) Prometo, esta vez sí, publicar el resultado de la encuesta. Estas son las candidatas: ¡A votar!
1. El hombre es una explosión de alegría y caos (Paco Vals.)
2. Me suicidaría si no fuese por las agenditas (Prendes.)
3. ¡La cebolla es genial! (Beades.)
4. Este fin de semana voy a Madrid por encima de Carlos V. (Anacó.)
5. ¡Dolo, hija, deja el shocolate que te ansias! (Una vecina mía.)
6. ¡Raulino, bébete el fanta! (Una vecina de Merl.)
7. ¡Ya me has mojado el peine! ¡Como me vuelvas a mojar el peine te vas con tu madre! (Una vecina de mi abuela.)
8. Que topas, que topas, cohones (vieja solícita.)
9. ¡Perraaa! ¡Perra infernaaal! (Cutrefamosa del Cuore.)
10. Dar gloria a Dios sería como aplaudirle eternamente (Carlos RM.)
1. El hombre es una explosión de alegría y caos (Paco Vals.)
2. Me suicidaría si no fuese por las agenditas (Prendes.)
3. ¡La cebolla es genial! (Beades.)
4. Este fin de semana voy a Madrid por encima de Carlos V. (Anacó.)
5. ¡Dolo, hija, deja el shocolate que te ansias! (Una vecina mía.)
6. ¡Raulino, bébete el fanta! (Una vecina de Merl.)
7. ¡Ya me has mojado el peine! ¡Como me vuelvas a mojar el peine te vas con tu madre! (Una vecina de mi abuela.)
8. Que topas, que topas, cohones (vieja solícita.)
9. ¡Perraaa! ¡Perra infernaaal! (Cutrefamosa del Cuore.)
10. Dar gloria a Dios sería como aplaudirle eternamente (Carlos RM.)
lunes, junio 25, 2007
Demonios son las mujeres
(...) Pero, ¿cuándo
ellas de nada se duelen,
como a ellas no les falte
almendrucos y pasteles,
chufas, fresas y acerolas,
garrapiñas y sorbetes,
despeñaderos y crines,
perritos y perendengues?
Así ve Calderón a las mujeres, diría algún crítico. Pero no. Así las ve el gracioso de turno de una comedia calderoniana. Y lo que prueba esta pequeña diferencia es que el criado Brunel se equivoca de medio a medio en sus apreciaciones, como buen gracioso. Él descarga su lengua brava contra ellas porque cantaron durante la noche, mientras su amo estaba a punto de ser ejecutado: ¡Demonio son las mujeres! Lo que no sabía es que con ese canto la arrojada dama estaba dando una clave secreta para que el galán pudiera escaparse. Por eso el caballero da un cariñoso tirón de orejas a su lenguaraz lacayo, diciéndole que, si supiera la verdad de las cosas, "acaso no murmurara". Y, de paso, Calderón nos deja una enumeración genial...
jueves, junio 21, 2007
Maquillaje caro (y entrada larga con reflexión sobre el lujo...)
El maquillaje caro nos deslumbra, por supuesto. Aunque, bien mirado, la premisa no es tan evidente. Quiero decir que hay muchas cosas baratas que a mí por lo menos me vuelven loca. El pan y las patatas, comida pobre, la mejor. El agua mineral Fuente primavera de San Benedetto, a pesar del nombre tan pijo y tan tachín sólo cuesta veintisiete céntimos en el Más. Y es una botella de dos litros. (Niña, ¿nunca te dijeron que hablar de dinero era de mala educación...?) Y los yogures de Macedonia marca P.M.I, es difícil encontrarlos, pero son buenísimos y... baratos. Y la ropa de H & M, que además es chic y voluptuosa.
Hablando de potis nada te sale regalado, dirían algunas, pero hay cosas ajustadas de precio, como las cajitas redondas de colorete, el agua termal de la Roche Posay o el fondo de maquillaje de la misma marca, que para ser oil free y sin alcohol y ser taaaan bueno, en mi opinión, sólo te cuesta dieciséis euros. Está bien.
Lo malo y lo bueno del maquillaje es que en seguida se asocia al concepto de lujo. Por eso nos atrae tanto el colorido de firmas como Guerlain y Shiseido, que encima son originales y eficaces. Y ni te cuento Nars, que sólo se vende en Madrid, en Ekseption: una tienda que tiene hasta guardia de seguridad, que por cierto intentó ligar conmigo. Eso fue antes de ver que no iba a comprar nada: tendría que haberlo deducido por mis pintas.
Por lo visto Nars tiene un colorete que es un hit. En tono melocotón con reflejos dorados, mmm... Y resulta que Bourjois tiene un clon del afamado colorete. Y otro clon de Chanel. Ah, pero eso no vale... Perdonen ustedes, pero yo seguiré comprando cajitas redondas de Bourjois por once euros tan ricamente, no faltaría más. Tiene colores geniales.
Lo que ocurre es que todos ansiamos el lujo, pero el lujo es limitado. Como dice Juan Arana, si tocásemos a jamón de Jabugo por persona, si se abarataran los diamantes, la cosa no tendría gracia ya. Por eso las ediciones limitadas causan furor, pero a mí me llenan de rabia. Yo soy una chica sencilla: si algo me funciona quiero repetir. Si éso no es femenino, lo siento mucho. Tiene mucha razón mi padre, cuando habla del lujo en su libro Filosofía de lo cotidiano...
martes, junio 19, 2007
¡Follonen, spilen! (Verano del ochenta y tres)
Escucho incansablemente dos canciones: En qué estrella estará, de Nena Daconte, y Sólo pienso en ti, de Miguel Bosé. Todo da vueltas en torno a una escalera roja de caracol, un poco despintada, que había en Münster cuando yo tenía seis años. Viajamos en barco hasta Bonn durante aquel verano. Nos bañábamos en una piscina olímpica, cubierta. Y fuimos a la casa de Beethoven.
Mi padre me dijo que Beethoven era sordo. Dijo era, pero yo no reparé en el tiempo pasado y pensaba que el tal Beethoven era uno de sus muchos amigos filósofos. Entramos en aquella casa museo y había un par de vitrinas, una con un piano viejísimo y otra con una trompetilla que la gente miraba con veneración, ¿por qué? Y yo mirando por los rincones, buscando juguetes para jugar, o al menos niños para hablar con ellos. Los hijos de Beethoven debían estar escondidos detrás de alguna puerta, qué tímidos. Es increíble lo que pude aburrirme allí, rodeada de partituras amarillas, resquebrajadas como reliquias.
Pero también estaba la escalera roja, y el niño ése holandés y rubio: jugábamos a bicicletas sin hablar casi. Sólo nos decíamos "spilen" o algo así, que significa jugar en alemán. Y yo también decía: "Follonen, spilen". Porque el niño se llamaba Follonen. Eso me dijo. Luego, en España, la gente se reía mucho cuando decía yo su nombre y, como en la tarde aquella del museo, sin pillar ni una me preguntaba incansablemente, ¿por qué?
Mi padre me dijo que Beethoven era sordo. Dijo era, pero yo no reparé en el tiempo pasado y pensaba que el tal Beethoven era uno de sus muchos amigos filósofos. Entramos en aquella casa museo y había un par de vitrinas, una con un piano viejísimo y otra con una trompetilla que la gente miraba con veneración, ¿por qué? Y yo mirando por los rincones, buscando juguetes para jugar, o al menos niños para hablar con ellos. Los hijos de Beethoven debían estar escondidos detrás de alguna puerta, qué tímidos. Es increíble lo que pude aburrirme allí, rodeada de partituras amarillas, resquebrajadas como reliquias.
Pero también estaba la escalera roja, y el niño ése holandés y rubio: jugábamos a bicicletas sin hablar casi. Sólo nos decíamos "spilen" o algo así, que significa jugar en alemán. Y yo también decía: "Follonen, spilen". Porque el niño se llamaba Follonen. Eso me dijo. Luego, en España, la gente se reía mucho cuando decía yo su nombre y, como en la tarde aquella del museo, sin pillar ni una me preguntaba incansablemente, ¿por qué?
lunes, junio 18, 2007
Sed de poesía (o cómo apretar el tubo)
Tenía veinte euros en el bolsillo, íbamos a la playa y se me estaba terminando la crema hidratante: tres datos que confluían el sábado por la mañana dentro de mi ser. Decidí bajar a la parafarmacia y comprar allí un tubo de Toleriane, de la Roche, para pieles sensibles: doce con cincuenta. Pero, ya en la calle, brillaba en mis pupilas el escaparate de la librería Beta. Cruzar un semáforo y adiós, mis veinte euros. Adiós, ilusión de crema que hidrata y que suaviza, de textura oil free y con un ligero olor a pera. Bien mirado, me decía yo con la antología de Mariscal en una mano y Soy en mayo de Mesanza en la otra, me queda un resto de Pure A de Garnier, que hidrata, matifica y limpia las imperfecciones cutáneas. Hay que terminarlo, quizás, apretando un poco. Voy a preguntar qué valen estos dos libros.
En el mostrador el chico me sonreía. Ahí viene la que nunca me pregunta por lo nuevo de Dan Brown. Éste (y señalaba), diez euros. Este otro, nueve. El billete dio un brinco en mi bolsillo, silbando que quería convertirse en dos hermosos poemarios. La poesía hidrata, pensé. Y apretar el tubo de Garnier fomenta el ahorro, fortalece los músculos del brazo y favorece el juego de muñeca.
En el mostrador el chico me sonreía. Ahí viene la que nunca me pregunta por lo nuevo de Dan Brown. Éste (y señalaba), diez euros. Este otro, nueve. El billete dio un brinco en mi bolsillo, silbando que quería convertirse en dos hermosos poemarios. La poesía hidrata, pensé. Y apretar el tubo de Garnier fomenta el ahorro, fortalece los músculos del brazo y favorece el juego de muñeca.
domingo, junio 17, 2007
Fin de semana
El mar estaba gris y llovía en el agua... El viento me empujó a casa y a los libros, a ese apartamento de gran ventanal desde el que veía el mar plomizo y enfadado. Enfermo. Los libros eran dos: la historia del teatro del siglo diecisiete y la antología de Julio Mariscal, comprada al vuelo. La abro y es como abrir una puerta, y detrás mi infancia con sus tardes de brasero y lluvia. El cine exín. Mi muñeca Maite en un carricoche y la portera de mis abuelos diciéndome huy, pensaba que era un bebé de verdad. Y era un bebé de verdad. Y pasan las hojas y el libro nunca se acaba, los poemarios no se terminan nunca: empiezan. Empieza la historia de amor, la historia de exilio... "Rocío, estás como en otra parte". Exacto, estoy doblada en una página. Siempre vuelvo allí. Siempre estoy allí.
jueves, junio 14, 2007
Versos telefónicos
Sevilla me devuelve la voz de Beades por teléfono, como un torrente de chispas. Los versos telefónicos más sabrosos del mundo, a cualquier hora, corren desde su casa a mis oídos, abrigando hilos mágicos. Ya lo dijo otro poeta: Esa llamada tuya/ debería durar toda la vida. Una llamada que tiene mucho de alquimia y de taller, versos en construcción, con la impaciencia del primer descubrimiento. Si escribir es descubrir, con Beades escuchar es prendarse, sentir unos versos como droga dura, suplicar un correo urgente con aquellas palabras que ya forman parte de mi nostalgia, melancolía de futuro.
Ahora Jesús dice que se mete a fotógrafo, y yo le creo. Fotógrafo, poeta, músico, barrendero y espadachín. Un día le dije a su señora que me parecía una mixtura entre Chesterton y Hommer Simpson. El halago llegó a sus orejas, y parece que el segundo término de la ecuación fue el que le gustó más. Él mismo dice que crecer es sentirse niño, y son sus ojos de niño los que alucinan con la barra Kisskiss de Guerlain. Los que escriben como un niño. Los que fotografían un toldo que dice piruletas, con letras rojas que saben a verano despintado.
Ahora Jesús dice que se mete a fotógrafo, y yo le creo. Fotógrafo, poeta, músico, barrendero y espadachín. Un día le dije a su señora que me parecía una mixtura entre Chesterton y Hommer Simpson. El halago llegó a sus orejas, y parece que el segundo término de la ecuación fue el que le gustó más. Él mismo dice que crecer es sentirse niño, y son sus ojos de niño los que alucinan con la barra Kisskiss de Guerlain. Los que escriben como un niño. Los que fotografían un toldo que dice piruletas, con letras rojas que saben a verano despintado.
lunes, junio 11, 2007
Llamada
Como en una cabina telefónica
a la orilla del mar, digo tu nombre.
El mar me dice calla y el silencio
me devuelve las sílabas azules.
a la orilla del mar, digo tu nombre.
El mar me dice calla y el silencio
me devuelve las sílabas azules.
sábado, junio 09, 2007
Rebajas
En Sevilla el milagro se llama H&M... Qué falta de poesía, dirán algunos. Pero la tristeza, el muermo y el spleen son las tres formas de sida espiritual, te quitan las defensas para luchar o aún para pensar en otra cosa que no sea tu tristeza, tu muermo o tu spleen. Y contra la depre, rebajas.
El problema llega de la mano de los probadores, o sea, cuando los probadores te rebajan la autoestima. Más aún. Y la ropa te estresa. Y odias Zara y Mango, y no te enamoras de repente de un vestidito de Miu Miu que viste en un escaparate... A estas alturas te ronda la cabecita una duda existencial, que viene a conjurar los tres males anteriores y formar cuarteto: es que yo... ¿no soy femenina?
Entonces llega el milagro cotidiano. Con el equipaje sin deshacer, mi madre me mira a los ojitos y me dice: "Vamos a H&M". Y luego a Adolfo Domínguez, para educar el gusto. De Adolfo Domínguez me entusiasman sus colonias, sus collares étnicos y sus pashminas. Pero H&M ha conseguido lo que parecía imposible: volverme loca por las compras, como Sophie Kinsella y como el resto de las mortales. Tengo ya tres vestidos que me sientan de maravilla y no pasan de la cuarenta y dos (tallaje alemán, pero éso no se dice...)
Hoy he vuelto a casa con un blusón de tonos verdes, sandalias para el verano y un disco de Miguel Bosé. Sevilla la nuit me sonríe a través de una lluvia imprevista. "Para calmar tu saudade", me susurra. Tan bonita, tan gitana, tan morena...
El problema llega de la mano de los probadores, o sea, cuando los probadores te rebajan la autoestima. Más aún. Y la ropa te estresa. Y odias Zara y Mango, y no te enamoras de repente de un vestidito de Miu Miu que viste en un escaparate... A estas alturas te ronda la cabecita una duda existencial, que viene a conjurar los tres males anteriores y formar cuarteto: es que yo... ¿no soy femenina?
Entonces llega el milagro cotidiano. Con el equipaje sin deshacer, mi madre me mira a los ojitos y me dice: "Vamos a H&M". Y luego a Adolfo Domínguez, para educar el gusto. De Adolfo Domínguez me entusiasman sus colonias, sus collares étnicos y sus pashminas. Pero H&M ha conseguido lo que parecía imposible: volverme loca por las compras, como Sophie Kinsella y como el resto de las mortales. Tengo ya tres vestidos que me sientan de maravilla y no pasan de la cuarenta y dos (tallaje alemán, pero éso no se dice...)
Hoy he vuelto a casa con un blusón de tonos verdes, sandalias para el verano y un disco de Miguel Bosé. Sevilla la nuit me sonríe a través de una lluvia imprevista. "Para calmar tu saudade", me susurra. Tan bonita, tan gitana, tan morena...
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Cuaderno de bitácora,
Moda y pensamiento
jueves, junio 07, 2007
Ya
¡YA HAY DOS MIL/ VISUALIZACIONES DE MI PERFIL!
(digo, por aquello de la rima. Y como ya tengo más de treinta libros leídos y citados en mi tesis, sumo y sigo: ya son casi las dos,/ he bajado de la biblioteca y voy a comer/ con Anacó.
Brindaré con fanta de naranja, pediré arroz con leche en el Faustino: maderas y recuerdos, aires de taberna, personas que sonríen, huevos fritos con patatas... podrá no haber poetas pero siempre... ¡habrá poesía!
miércoles, junio 06, 2007
Poesía y vida
Todos los amantes tienen una fecha recóndita. Todos los soñadores tienen una edad mágica. Y los calderonianos tenemos un momento en el que el severo dramaturgo nos hechizó. Detrás de cada esquina surge una historia: en una tarde de sexto de EGB se alzó dentro de mí el ansia de leer y me inicié con el alcalde de Zalamea.
El profesor Lapesa me gana por dos años. Este Lapesa me lo hizo pasar realmente mal en la carrera, con su manual de gramática histórica, y hoy ha saldado su deuda secreta conmigo al regalarme una deliciosa ponencia sobre la lengua de Calderón. En el comienzo cuenta que, cuando tenía nueve años, cayó en sus manos La vida es sueño, en un librito "impreso con tinta cárdena". Lo leyó de tal manera que sus padres le regalaron un teatrillo de juguete, "con dos decorados, de selva y de palacio". O sea, a propósito para una comedia cortesana. Qué envidia.
De un teatro de cartón nace una carrera de filólogo. De siete barbies y un solo Ken nace una vocación poética. Todo se mezcla como en aquella tarde de playa, tras un recital para estudiantes, cuando por no tener traje de baño me lancé al mar vestida, y una niña me preguntó: ¿Te bañas vestida porque eres poeta, verdad?
El profesor Lapesa me gana por dos años. Este Lapesa me lo hizo pasar realmente mal en la carrera, con su manual de gramática histórica, y hoy ha saldado su deuda secreta conmigo al regalarme una deliciosa ponencia sobre la lengua de Calderón. En el comienzo cuenta que, cuando tenía nueve años, cayó en sus manos La vida es sueño, en un librito "impreso con tinta cárdena". Lo leyó de tal manera que sus padres le regalaron un teatrillo de juguete, "con dos decorados, de selva y de palacio". O sea, a propósito para una comedia cortesana. Qué envidia.
De un teatro de cartón nace una carrera de filólogo. De siete barbies y un solo Ken nace una vocación poética. Todo se mezcla como en aquella tarde de playa, tras un recital para estudiantes, cuando por no tener traje de baño me lancé al mar vestida, y una niña me preguntó: ¿Te bañas vestida porque eres poeta, verdad?
martes, junio 05, 2007
Sevilla
En sólo cinco días estaré de regreso. Digo Sevilla y pienso en sol y palmeras, y en Nico en mi piscina azul diciendo, "esta isla es mía". Y, como en distintos flashes rapidísimos, superpuestos, Nico en mi balcón con una vela, Fernando do Vale con ceniceros, Merl con un vestido rojo. Flores rojas, banda sonora de verano. Cris en la calle Sierpes conmigo, buscando la casa de Bécquer y el Cristo del Gran Poder, y la calle laberinto que comienza en un hotel decimonónico.
Pienso en la calle Cuna con su olor a pizza y a jabones, y en la heladería Rayas, con su helado sabor a nocciolosa, y en la misa de una y media en los Estudiantes, donde este año llovía.
Todo lo pienso aquí, sabiendo que lo tendré: paraíso de la semana que viene. Por eso comienzo a añorar Pampaluna, lo que se va, lo que estoy perdiendo con cada mirada, cada árbol, cada gota de lluvia.
Pienso en la calle Cuna con su olor a pizza y a jabones, y en la heladería Rayas, con su helado sabor a nocciolosa, y en la misa de una y media en los Estudiantes, donde este año llovía.
Todo lo pienso aquí, sabiendo que lo tendré: paraíso de la semana que viene. Por eso comienzo a añorar Pampaluna, lo que se va, lo que estoy perdiendo con cada mirada, cada árbol, cada gota de lluvia.
sábado, junio 02, 2007
Recuento
Tostadas, castillos verdes y juego de naipes con el cielo: éso es Pampaluna. Mitad adivinanza y mitad pesquisa: éso es la anotación de una comedia barroca en esta biblioteca blanca. Los ventanales te muestran la vida afuera: los libros se meten dentro de tu vida.
miércoles, mayo 30, 2007
Milagro en Pampaluna
El milagro no es el resultado de las elecciones en Navarra, desde luego. Todos nos hemos quedado confusos, sin que importe mucho el rumbo de nuestras debilidades políticas. El portento es un milagro cotidiano en forma de taxi: ¡un taxi en Pampaluna! Llovía y la ciudad verde se desperezaba al son de las gotas traslúcidas, que resbalaban sobre mi pelo. Y Dios se apiadó de mí, y me mandó un ángel en forma de taxi. El taxista no tenía cara de ángel, y en cuanto hube cerrado la puerta comenzó a hablarme de la idiosincracia navarra:
"Le voy a describir este pueblo en una sola frase: aquí, si dices que vas a educar a tus hijos en euskera, te llaman violento. Y si los educas en castellano, te llaman facha."
Era lunes. Yo iba a responder "pues a mí me gusta", pero habíamos llegado al campus, y tras mirar los arces cubiertos de rocío, articulé tres palabras: "¿cuánto le debo?"
"Le voy a describir este pueblo en una sola frase: aquí, si dices que vas a educar a tus hijos en euskera, te llaman violento. Y si los educas en castellano, te llaman facha."
Era lunes. Yo iba a responder "pues a mí me gusta", pero habíamos llegado al campus, y tras mirar los arces cubiertos de rocío, articulé tres palabras: "¿cuánto le debo?"
lunes, mayo 28, 2007
La vie en noir
Me gustan las películas de Fred Astaire, no puedo evitarlo. Sobre todo si llueve, y estoy en Vitoria con mis abuelos, y hemos ido a votar, a comer y a pasear. Y ahora llueve y tras la ventana se ven los árboles mojados. Fred Astaire baila claqué con clavos en la suela de sus zapatos, la tele nos inunda con sus llamas en blanco y negro. La música un poco distorsionada hace que el salón parezca un café de posguerra, con gramola, con olor a tabaco de hombre...
No me gusta, en cambio, el kas de naranja ni las prisas, ni las ventanillas desabridas de la estación, ni el imsomnio y los sudores fríos de esta noche electoral. Mi madre me da una valeriana para dormir y me dice: "en el fondo, eres tan politiquera como tu abuela María". Y yo pienso en los árboles de Vitoria y me digo que, después de la calma, llega la tormenta.
No me gusta, en cambio, el kas de naranja ni las prisas, ni las ventanillas desabridas de la estación, ni el imsomnio y los sudores fríos de esta noche electoral. Mi madre me da una valeriana para dormir y me dice: "en el fondo, eres tan politiquera como tu abuela María". Y yo pienso en los árboles de Vitoria y me digo que, después de la calma, llega la tormenta.
jueves, mayo 24, 2007
Una tarde en la ciudad
Mis pasos me llevaron como en sueños a mi calle: a mi calle antigua, llena de escondites, de pueblo y de ciudad; anchas aceras y laberintos. Fui recorriendo la papelería, la carnicería, la tienda de regalos y, sobre todo, los sitios en que detenía las horas de viernes y domingos. El Obrador y sus lazos de encaje dulce, el Chelsy con sus bocadillos surrealistas y el Jumping Jester, ese irlandés donde bebí una jarra de cerveza negra. Mi calle me lleva de la mano a la calle de mis primos, y detrás la Ciudadela con los sauces, el puente renacentista y mi prima Carmen que me espera como un duende, escondida detrás de un árbol.
martes, mayo 22, 2007
Makimarujeo
El makimarujeo me parece el más inofensivo de todos los marujeos, y el más agradable. Yo es que detesto la crítica: no es que odie que me critiquen a mí, que también, sino que me pone a mil que rajen a cualquiera. Lo odio.
El marujeo se compone de una mezcla de crítica/exaltación/adulación que a veces hace gracia pero siempre acaba hartando. A mí en concreto me harta toda esa épica en torno al tema de cuernos y divorcios, como si fueran gestas heroicas. Pero hay el otro cotilleo, que consiste en preguntar al personal por sus pinturillas de guerra... Ése me encanta. In Style tiene una sección llamada "Manual de belleza" en la que van pasando una por una todas nuestras glorias nacionales, Marta Etura, Natalia Verbeke, Alicia Borrachero... Te hablan de hijos, embarazo, estrías, aceite de rosa mosqueta y cremas exfoliantes. Y luego el fotógrafo fotografía el contenido de su neceser y lo muestra en primera plana, "lo que esconde el bolso de..."
Resulta un buen ejercicio ver cómo van cambiando los objetos de nuestro deseo. Antes nos volvía locas Bobbi Brown, y aunque siga pegando fuerte (junto a Mac...) ahora le toca el turno a las firmas japonesas: Shiseido, Kanebo, Kenzoki... Me encanta cuando alguna confiesa que usa la lata azul de Nivea. Y la doctora Cruz Gándara comparte cin su bebé unas gotas de Nenuco antes de irse a dormir. El Chanel número cinco lo deja para la red carpet: un hurra por ella...
El marujeo se compone de una mezcla de crítica/exaltación/adulación que a veces hace gracia pero siempre acaba hartando. A mí en concreto me harta toda esa épica en torno al tema de cuernos y divorcios, como si fueran gestas heroicas. Pero hay el otro cotilleo, que consiste en preguntar al personal por sus pinturillas de guerra... Ése me encanta. In Style tiene una sección llamada "Manual de belleza" en la que van pasando una por una todas nuestras glorias nacionales, Marta Etura, Natalia Verbeke, Alicia Borrachero... Te hablan de hijos, embarazo, estrías, aceite de rosa mosqueta y cremas exfoliantes. Y luego el fotógrafo fotografía el contenido de su neceser y lo muestra en primera plana, "lo que esconde el bolso de..."
Resulta un buen ejercicio ver cómo van cambiando los objetos de nuestro deseo. Antes nos volvía locas Bobbi Brown, y aunque siga pegando fuerte (junto a Mac...) ahora le toca el turno a las firmas japonesas: Shiseido, Kanebo, Kenzoki... Me encanta cuando alguna confiesa que usa la lata azul de Nivea. Y la doctora Cruz Gándara comparte cin su bebé unas gotas de Nenuco antes de irse a dormir. El Chanel número cinco lo deja para la red carpet: un hurra por ella...
lunes, mayo 21, 2007
Ya estoy aquí
Ya estoy aquí, en Pampaluna... Pamplona sigue siendo la ciudad en la que mis padres se conocieron y enamoraron. Y la lluvia sobre los árboles, y los árboles que son casas. Debajo de un abeto apaisado viviría yo: los hilos de agua tan sólo me tocarían. Releo Pampaluna y pienso que no he hecho honor a la ciudad: en cada página debería haber hablado de cada rincón mágico. La risa de las chicas, las corbatas de los chicos, todo de cristal. Los hombres van vestidos con ojos oscuros e implacables que se te clavan con su inmisericorde amabilidad. La calle donde viví aún guarda un gato. Estoy aquí, en medio de pasillos blancos y ascensores, y cinco plantas de libros... Rehén al abordaje.
martes, mayo 15, 2007
Árdua luna de miel
El lunes de Feria me senté ante el ordenador para comenzar el estudio introductorio de mi comedia. Tenía miedo. El camino hasta entonces había sido duro y trabajoso pero no difícil, porque era camino. El papel impreso con letras del siglo XVII me llevaba de la mano: cotejar diez ediciones es como remontar un río. Pero ahora estaba sola con mi PC y mi imaginación, y la musa podía tardar... El mismo miedo trabajaba por mí inventando excusas, y más si las excusas eran realidades, mis clases en el centro norteamericano. Y había que prepararlas, sí...
De repente se hizo la luz. Había un guión, que tuve que rehacer porque me lo robaron, y había ideas sueltas... Un puzzle, un laberinto, una historia por contar. Aunque tuviera notas al pie de página y se llamara tesis, era mía.
La primera vez que vi a Calderón fue a través de los ojos de Denis Rafter, un director hispano-irlandés de barba blanca, sabio, mitad Sean Connery mitad John Wayne. Y yo me enamoré... de Calderón. Denis decía que en el Siglo de Oro la gente era gente de carne y hueso, que cortejaban, soñaban, reñían como hoy. Bueno, era un comienzo. Por eso uno de los epígrafes de mi trabajo se llama: Personajes femeninos. Amor, audacia y disimulo en Clariana y Auristela.
Hoy tengo cincuenta páginas, entre introducción, argumento, estudio métrico y personajes. Lo de los personajes es lo que más promete, y lo que más puede despeñarme por la vía de la literatura. Para presentar a los dos protagonistas masculinos, me he lanzado con este párrafo:
Arsidas y Lisidante: dos príncipes, dos enamorados, dos espadachines con antifaz e identidad dudosas. Más tarde serán dos caballeros que se unen en momentos trágicos y entablan una sorprendente amistad.
Y de aquí a Otoño... donde Calderón me lleve.
De repente se hizo la luz. Había un guión, que tuve que rehacer porque me lo robaron, y había ideas sueltas... Un puzzle, un laberinto, una historia por contar. Aunque tuviera notas al pie de página y se llamara tesis, era mía.
La primera vez que vi a Calderón fue a través de los ojos de Denis Rafter, un director hispano-irlandés de barba blanca, sabio, mitad Sean Connery mitad John Wayne. Y yo me enamoré... de Calderón. Denis decía que en el Siglo de Oro la gente era gente de carne y hueso, que cortejaban, soñaban, reñían como hoy. Bueno, era un comienzo. Por eso uno de los epígrafes de mi trabajo se llama: Personajes femeninos. Amor, audacia y disimulo en Clariana y Auristela.
Hoy tengo cincuenta páginas, entre introducción, argumento, estudio métrico y personajes. Lo de los personajes es lo que más promete, y lo que más puede despeñarme por la vía de la literatura. Para presentar a los dos protagonistas masculinos, me he lanzado con este párrafo:
Arsidas y Lisidante: dos príncipes, dos enamorados, dos espadachines con antifaz e identidad dudosas. Más tarde serán dos caballeros que se unen en momentos trágicos y entablan una sorprendente amistad.
Y de aquí a Otoño... donde Calderón me lleve.
jueves, mayo 10, 2007
Maratón de cine y tesis
Ha comenzado el calor en Sevilla: mi calle huele a hierba seca y mi piel se vuelve roja rojísima al contacto con el sol. Tengo que cuidarla con fotoprotector solar y con una mezcla de aloe vera, aceite de jojoba y aceite de geranio (treinta y tres gotas) que me preparan en la Jaboteca, calle Cuna. Es como un bálsamo para la cara, y no me cuesta más de quince euros.
Por la noche ha comenzado el cine. Por la noche y al medio día, ahí radica la diferencia, porque sube el estrés de la tesis y hay que cortar de algún modo. El estrés que no es estrés (¿qué será lo que es tres?, pregunta Obélix), porque yo voy siempre por libre. El truco es vivir en plan dolce far niente aunque trabajes nueve horas al día. Y parar cada tres horitas para cometer alguna frivolidad, como comprar arroz salvaje con verduras en el Corte Inglés, y de paso te acercas al stan del maquillaje y te pruebas la base en mousse de Rimmel, que es muy fresquita para el verano. Subes en el ascensor saludando a una vecina y te lanzas a los octosílabos de la primera jornada con los ojos cerrados.
En el siguiente descanso escuchas la canción Bitch, cantada por Meredith Brooks, y piensas que deberías insertar una cita de aquel librito que leíste de Charles Aubrun... En el medio, cine. Little miss Sunshine, El príncipe de las mareas, Por qué las mujeres siempre queremos más... (peli francesa de Cecilie Taberman que recomiendo.) En qué piensan las mujeres, con Helen Hunt. El amor tiene dos caras, de Barbra Stresand... Cine y PC, y cansancio en cantidades industriales. That´s life!
Por la noche ha comenzado el cine. Por la noche y al medio día, ahí radica la diferencia, porque sube el estrés de la tesis y hay que cortar de algún modo. El estrés que no es estrés (¿qué será lo que es tres?, pregunta Obélix), porque yo voy siempre por libre. El truco es vivir en plan dolce far niente aunque trabajes nueve horas al día. Y parar cada tres horitas para cometer alguna frivolidad, como comprar arroz salvaje con verduras en el Corte Inglés, y de paso te acercas al stan del maquillaje y te pruebas la base en mousse de Rimmel, que es muy fresquita para el verano. Subes en el ascensor saludando a una vecina y te lanzas a los octosílabos de la primera jornada con los ojos cerrados.
En el siguiente descanso escuchas la canción Bitch, cantada por Meredith Brooks, y piensas que deberías insertar una cita de aquel librito que leíste de Charles Aubrun... En el medio, cine. Little miss Sunshine, El príncipe de las mareas, Por qué las mujeres siempre queremos más... (peli francesa de Cecilie Taberman que recomiendo.) En qué piensan las mujeres, con Helen Hunt. El amor tiene dos caras, de Barbra Stresand... Cine y PC, y cansancio en cantidades industriales. That´s life!
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A vueltas con la tesis,
Calderón for ever,
Cine a todas horas
domingo, mayo 06, 2007
Aquellas pequeñas cosas
Estoy de luna de miel con Calderón de la Barca. Aquel retrato severo, como de siglo diecisiete, lo tiré a la papelera y ahora me lo imagino con treinta años, caminando por la corte en el comienzo de su auge y privanza, en pleno rapto poético y a punto de vivir unos amores de novela de intriga, que le dejarán un hijo bastardo y una tardía vocación sacerdotal... Ya dijo Denis Rafter que con Calderón, arañas el texto y te salen personajes reales.
Pensaba yo en todo eso ayer tarde, tras salir de H&M con mi madre, llevábamos una bolsa con vestido babydoll rojo y unos zapatos rojos altísimos ¡para mí! El rojo ha entrado en mi vida como una llamarada, y ahora Calderón se ríe de esa niña que abobinaba de los tacones y del color más alegre de la primavera.
Mi verdadero idilio con el rojo ha venido, cómo no, de la mano del maquillaje. Ya estaba yo tardando en esto de comprar una barra de labios roja como manda la esquiva y fugaz moda, con un matiz frío como dicen los expertos que le sienta bien a mi piel blanca. Hace unos días me hice con un rouge intenso, tirando a fresa, que es una preciosidad. Mi madre no opina lo mismo, pero cuando lo llevo puesto con una camisa roja que me compró ella, de corte imperio y mangas farol, me siento poderosa. No puedo dejar de sonreír, subida a mis altos tacones y pensando en un nuevo capítulo de mi historia secreta con Calderón.
Pensaba yo en todo eso ayer tarde, tras salir de H&M con mi madre, llevábamos una bolsa con vestido babydoll rojo y unos zapatos rojos altísimos ¡para mí! El rojo ha entrado en mi vida como una llamarada, y ahora Calderón se ríe de esa niña que abobinaba de los tacones y del color más alegre de la primavera.
Mi verdadero idilio con el rojo ha venido, cómo no, de la mano del maquillaje. Ya estaba yo tardando en esto de comprar una barra de labios roja como manda la esquiva y fugaz moda, con un matiz frío como dicen los expertos que le sienta bien a mi piel blanca. Hace unos días me hice con un rouge intenso, tirando a fresa, que es una preciosidad. Mi madre no opina lo mismo, pero cuando lo llevo puesto con una camisa roja que me compró ella, de corte imperio y mangas farol, me siento poderosa. No puedo dejar de sonreír, subida a mis altos tacones y pensando en un nuevo capítulo de mi historia secreta con Calderón.
viernes, mayo 04, 2007
Pirata
Pirata de la belleza ajena, voy robando fotos por los blogs vecinos y los voy guardando en mi ordenador, imágenes brillantes que nunca fueron mías. Hoy me siento compungida y generosa y he decidido mostrar aquí mi colección particular de hurtos, regalos y dádivas, procedentes de Anacó, Carlos y muchos otros...
La cascada, una auténtica catarata de alegría surcada por el canto de los coquíes, me la dio mi amiga puertorriqueña Diana, y pertenece al Yunque. El campus nevado, cortesía de Anacó, me trae mis días de Pampaluna, cuando neveba en marzo y los copos caían sobre mi frente blanca.
La cascada, una auténtica catarata de alegría surcada por el canto de los coquíes, me la dio mi amiga puertorriqueña Diana, y pertenece al Yunque. El campus nevado, cortesía de Anacó, me trae mis días de Pampaluna, cuando neveba en marzo y los copos caían sobre mi frente blanca.
miércoles, mayo 02, 2007
Alto nivel teorético
Es sabido que en Misa se resuelven las grandes cuestiones que nos atormentan: de dónde venimos, adónde vamos esta noche, qué vestido llevaré a la próxima boda y, sobre todo, ¿no tendría que comprarme un tubo de maquillaje más oscuro para el verano? A veces, incluso, la mente reposa y se detiene en la Misa misma, entonces todo encaja y no hay que buscar otro milagro.
Cayó la Inquisición, cayó el sacro poder del terror teocrático, cayeron mis prejuicios de niña burguesa y yo sigo aquí, esperandote. ¿Por qué? Y viene Carmen Martín Gaite en mi ayuda y susurra cerca de mí: el misterio intriga, el misterio enamora. Siglos y siglos intentando entenderlo todo, y ahora resulta que lo mejor de la Religión se esconde precisamente en lo que no entendemos, ay, la cara oculta. La penumbra del Sagrario desprende más luz que un día sin nubes, me dije, y entonces el cura dijo, con mucha parsimonia, podéis ir en paz.
Cayó la Inquisición, cayó el sacro poder del terror teocrático, cayeron mis prejuicios de niña burguesa y yo sigo aquí, esperandote. ¿Por qué? Y viene Carmen Martín Gaite en mi ayuda y susurra cerca de mí: el misterio intriga, el misterio enamora. Siglos y siglos intentando entenderlo todo, y ahora resulta que lo mejor de la Religión se esconde precisamente en lo que no entendemos, ay, la cara oculta. La penumbra del Sagrario desprende más luz que un día sin nubes, me dije, y entonces el cura dijo, con mucha parsimonia, podéis ir en paz.
lunes, abril 30, 2007
Fotos
Mi padre se ha dedicado durante un tiempo a recolectar las fotos de nuestra vida, que no son pocas, escanearlas con el escáner y ordenarlas en el ordenador por años, desde los cincuenta, su niñez en Estella y Sanadrián, hasta nuestro viaje a La Palma a finales del pasado verano. Nos va documentando con sesiones que proyecta en la pared, y ahí se ve lo rubio que era, lo atractivo que llegó a ser a los veinte, los vestidos que hacía mi madre, los peinados exóticos de la época y mi pasión desaforada por el agua.
Todo lo recoge la cámara y a todo da respuestas, aparezco en columpios y campos, y en los sucesivos viajes de mis padres (Treveris, Venecia, Brujas) siempre hay castillos y catedrales góticas al fondo, ajá me digo, ya sé de dónde viene esta afición mía por las iglesias medievales. Y por los helados, y por las piscinas, todo está allí, en los primeros meses de matrimonio de mis padres.
Mis padres que parecen en las fotos de los setenta una joven pareja de intelectuales progres, con ese eterno escenario de bibliotecas y biciclatas en Münster.
Todo lo recoge la cámara y a todo da respuestas, aparezco en columpios y campos, y en los sucesivos viajes de mis padres (Treveris, Venecia, Brujas) siempre hay castillos y catedrales góticas al fondo, ajá me digo, ya sé de dónde viene esta afición mía por las iglesias medievales. Y por los helados, y por las piscinas, todo está allí, en los primeros meses de matrimonio de mis padres.
Mis padres que parecen en las fotos de los setenta una joven pareja de intelectuales progres, con ese eterno escenario de bibliotecas y biciclatas en Münster.
miércoles, abril 25, 2007
La luna
Eran las tres de la tarde y estaba sola en casa: el mando de la tele era mío. El mando a distancia es el símbolo perfecto del libre albedrío humano, con su carga de responsabilidad al hombro. Me debatía entre Sexo en Nueva York y uno de esos documentales científicos sobre la luna. Otra opción era apagar la tele y volver a dedicarme a Calderón de la Barca... Tras coquetear con Carrie Bradshaw y con la ciencia como el ser inconcluso que soy, me entregué a los placeres del teatro en la corte de Felipe IV. Pronto vi que no podía concentrarme: bailaba ante mis ojos una luna pálida y llena de misterio. Y de repente, zas, la inspiración:
Pide un deseo a la luna: Dios vive en ese faro tan alto y tan brillante.
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