sábado, diciembre 31, 2022

2022, un año de efemérides poéticas (20 años de poesía)

"Que veinte años no es nada", y que el último día de dos mil veintidós, como quien dice, me he dado cuenta de que hace exactamente dos décadas publiqué mi primer libro de poesía...


Efectivamente, el muy querido Fidel Villegas tuvo a bien publicar mi primer librito, Magia, en la sevillana editorial Númenor, en 2002.


Del mismo modo, hace exactamente diez años se falló el premio Adonáis 2012 y yo gané el accesit que me permitió publicar mi cuarto libro de poemas, La llave dorada...


Cuánto tengo que agradecer: hoy es el bendito día en el cual estoy poniendo la última piedra casi, también como quien dice, de mi último libro de poemas, Víspera de todo. "Hoy es el primer día del resto de mi vida"...


domingo, diciembre 25, 2022

Un soneto me manda hacer mi madre (para felicitar la Navidad)

Como todos los años, mi madre me ha presionado digamos dulcemente para que escriba un poema que le permita felicitar a todos sus amigos...

No bastan las imágenes del Niño Jesús heredado de mi abuela Cecilia, rodado de frutas de mármol romano, conchas gallegas o espumillón dorado, no...

Tampoco basta el Belén que pongo en mi casa de Logroño, heredado de mi otra abuela (aún en vida), completado en mercadillos de artesanía y repleto de musgo de nuestra finca en Maestu...

Así que ayer, recién comenzadas las vacaciones, se me vino a la cabeza algo que parecía el primer cuarteto de un soneto..., y acabé por sacarlo adelante, mal que bien:

Un Niño

Un niño: balbuceos y pañales.
Gorjeos, juegos, llantos, risotadas
y noches sin dormir, alimentadas
por sueños y bostezos a raudales.

Sudores, prisas, ayes, alegrías
y esforzados "no llego", sonajeros
rotos, la leche tibia y el "te quiero"
reconvertido en un "te comería"...

Eso fuiste también. Se nos olvida
lo normal y sencillo que fue todo,
cómo lo cotidiano siempre brilla.

Quisiste ser pequeño, y en la herida
luminosa del barro, casi lodo,
iluminas, secreto, nuestra vida.

                            (Rocío Arana, inédito)


¡Feliz Navidad a todos mis lectores, a todas mis lectoras!

martes, diciembre 13, 2022

La vida es tan bonita...

La vida es tan bonita en diciembre...
Velas. Tres velas rojas encendidas, una corona de gansos de porcelana y mi madre y yo, leyendo juntas, rezando a veces.
El Belén de Mayo, en diciembre. El Niño y su gesto de "el mundo me importa poco, lo que me importa eres tú". 
Su madre con gesto de "haced lo que Él os diga, que todavía es un Bebé y dice aún cosas fáciles"...
Las horas de trabajo, el cansancio después, el descanso dormido.
Llamar por teléfono a Lucía, porque es su santo. Mis amigos le llamaban La Botticelli, por esa sonrisa suya renacentista. Se reía sin parar, con la belleza de quien no sabe lo guapa que es.
Hacer planes para mi cumpleaños: viernes lluvia y café con Nico, sábado comida en mi casa con las chicas, domingo concierto de Navidad con poeta.
Y recibir, al final del día, un whatsapp fulgurante como un dardo de oro que no duele sino que te llena de felicidad. Más aún. ¿Más aún?

sábado, diciembre 03, 2022

El cuaderno de Iker

Me acaban de pedir, (por Twitter nada menos, y un desconocido), que no abandone este blog..., así que aquí estoy para contaros otra historia surrealista de mi infancia.


Ayer os ofrecí un proema (poema en prosa, nomenclatura de Jesús Beades, de cuando se hablaba del blog como nuevo género literario), que glosaba mi, digamos, despertar al enamoramiento adolescente... Pero la primera experiencia que tuve, más o menos fingida, sucedió en Maestu, lugar bucólico por antonomasia para estos menesteres.

Éramos dos crías, pero de repente mi prima Cecilia dijo que le gustaba muchísimo un vecino que se llamaba, pongamos, Julen. Julen era rubio y guapo hasta morir, como como buen vasco. Mi despierta primita no se quedó contenta con eso, sino que intentó convencerme de que a mí me gustaba su hermano, así, por solidaridad. 

Muchos años después, cuando nació mi vocación al Siglo de Oro, descubrí que este era el argumento exacto de una comedia Calderón, No hay burlas con el amor. 

El hermano del susodicho se llamaba pongamos que Iker. Era canijo, dos años menor que yo y tenía pecas, pero también unos ojos bonitos y una gran simpatía así que dije: pues vale. Como yo aún jugaba con muñecas, lo incorporé en mi imaginación al juego y decidí que Iker era el padre de mi hija Maite.


Pero de repente caí en la cuenta de que el amor tenía que ser creativo... Ésta es una intuición que tuve a los diez años y que no me ha abandonado nunca.

Así que me compré un cuaderno en el estanco y me dediqué a pasar las tardes sentada a una mesa de piedra en medio de nuestra finca, dibujando a "mi amado".


Abro paréntesis para confesar que yo con diez años dibujaba fatal, pues tenía problemas motrices y en primero de EGB me suspendieron trabajos manuales..., pero Omnia vincit amor.

Dibujé a Iker jugando a pelota (vasca), saliendo de su casa que era un palacio, bañándose en el río, bajo la cascada, vestido de Superman... y vestido de romano, (sic). ¿Por qué? No existen porqués en esta historia...


Luego me dije que el amor tenía que ser generoso, así que dibujé las cosas que le regalaría a Iker, yo, que no recibía ni siquiera paga por entonces.

Así que tracé con torpeza las finas líneas de una pelota (vasca), una bicicleta de montaña, (rumbosa yo),  y un cartabón y una escuadra, igual de surrealistas que el traje de soldado romano.

Por supuesto, nunca intercambié más que un hola y un adiós con Iker, cuando nos veíamos por las calles del pueblo, y el cuaderno me lo confiscó mi padre, vencido entre el orgullo y las risas, y se lo enseñaba a todas las visitas, ante mi creciente enfado.


Así que una noche, provista de nocturnidad y alevosía, (y de una linterna), recuperé lo que era mío..., y por supuesto con el correr de los tiempos, lo perdí.

Pero, inspirada en uno de los mejores poemas de Miguel d'Ors, puedo decir que acabo de rescatarlo, y que me estará esperando siempre, deslumbrante, en estas pocas líneas.

viernes, diciembre 02, 2022

La puerta dorada

He soñado con nieve y con trineos. 

Parecía una película americana, pero era un sueño. Un grupo de niños y niñas, con trenzas y gorros de pon pon, te rodeaban con canciones preguntándote por tu primer amor. Preguntaban a una vieja con carrito, a un señor con periódico, me preguntaban a mí.

Sonaban los Bee Gees, tenía yo once años y recuerdo que pensé: enamorarse debe ser fantástico... Y pasó un vecinito de nombre italiano y ojos verdes, abriéndome la puerta cual caballero medieval. 

Me abría la puerta, recuerdo, porque estaba yo cargada de bolsas de la compra. Lo que no sabía él es que me estaba abriendo la puerta de las dudas, del insomnio, del sufrimiento luminoso. La puerta temprana de la adolescencia.