martes, febrero 27, 2007

Martes y no llueve...


Podría escribir los versos más tristes esta noche. O los más alegres, pero no escribo ninguno. ¿Por qué, por qué? Oh musas, oh ninfas, oh diosas del apolíneo sacro, concedédme un segundo de luz para poder ver todo, todo claro como entonces, como siempre pero ahora no. Escribir es ver, del mismo modo que el amor es la mejor forma de conocimiento: Como dicen mis amigos (copio de no sé quién), omnia tua mecum porto.
La visión profética, los ojos de loco errabundo, el fulgor de un momento, lo que yo deseo esta noche... ¿es algo intangible o concreto? ¿De qué sirven los recuerdos, si no es para echar hilo a la cometa y ayudarte a volar? Entro en la caverna que todos costruimos y me digo, fuera telarañas... Y el deseo de cosas imposibles se acaba convirtiendo en una súplica a Dios: que yo vea con tus ojos, la poesía no es más que éso, y no hacen ninguna falta los fuegos artificiales de quita y pon que a veces ambicionamos, nosotros los tontorrones.

domingo, febrero 25, 2007

Aviso

Me estaba hartando un poco del color rosa... Éste me gusta más. Y ¡he logrado poner enlaces! Yuju!!!
Fdo: Rocío/Llir/Adaldrida.

P.S.: He inaugurado una nueva sección del blog: "Este mes toca..." Iré cambiando las cuatro propuestas: libros, pelis, revistas y caprichos terrenales.

jueves, febrero 22, 2007

Henos aquí inmersos en el siglo XXI




El maravilloso mundo de los emoticons. Debo reconocer que me encantan, aunque antes los odiaba, pues en mi fuero interno los unía a los típicos mensajes de móvil que maltratan el castellano: "kdamos n l kort ingls con Klaudia y Xico. Bsos a tdas ke lo pasis bmba". Supongo que este lenguaje ha sido propiciado, también, por el último grito de las grandes marcas, que ahora se anuncian careciendo de vocales: MNG (Mango), RBK (Rebook), y así un largo etcétera que me hace pensar en la tabla de fonemas y rasgos distintivos que tuve que estudiar en primero de filología. Y luego esa obsesión con la letra K. Adoro la letra K: si tuviera la suerte de casarme con un alemán bautizaría a una hija mía con el nombre de Karen: contundente y sonoro. Todo esto, claro, si viviera en Alemania, porque aquí es impensable. Imaginaos a la típica criatura adorable, tres años y dos coletas, y de nombre, Karen María Rodríguez Osorio. Para ponerle una columna en un periódico, como la de Rosa Belmonte en el ABC de los sábados, "el diario de Jennifer Zambudio", que no tiene desperdicio.
Henos akí, inmersos en el siglo XXI. Y los bachilleres del siglo XXI adoran la letra K, y las zapatillas Converse, y el messanger y los emoticons. Algo tiene el agua cuando se la bendice, es un dicho popular. A mí las Converse All Star me chiflan, sobre todo en colores primaverales, y las caritas expresivas han acabado convenciéndome. Ay.

Pesquisas

Ayer me quedé hasta altas horas delante del ordenador. En plan acampada, sin pestañear y cayéndome de sueño, pero con adrenalina en la sangre. Mis padres, al principio, me creían inmersa en el blogg y, al llegar las doce, me reprendieron con tacto y cariño ("¿no te acuestas?") Entonces supieron la cruel y emocionante verdad: ¡estaba trabajando en mi tesis! Así que me dejaron a mi bola, con muchísimo respeto...
Para alguien como yo resulta alucinante la cantidad de miga calderoniana que ofrece la pantalla del PC. No soy muy experta, pero puse las palabras "comedias caballerescas Calderón" en el buscador de Google y ¡abracadabra! Hasta la una estuve leyendo y apuntando en cuartillas rayadas tipo Celia lo que dice. Y yo que me deshojaba en antiguos archiveros por encontrar alguna referencia. El nuevo método es menos romántico, pero funciona. Y la lírica de los megabytes también existe.
La joya de la corona: un portal italiano llamado Casa di Lope, tiene tooodo tipo de bibliografía, y no sólo libros, sino ponencias recónditas de esas que interesan y no encuentras nunca, porque los buscadores de Fama.us.es sólo van a títulos de libros (o eso creo, ¡ñaaang!).
El descubrimiento: La comedias de caballerías, actas de una de las jornadas de Almagro, contiene artículos maravillosos y ¡está en nuestra biblioteca! También tienen buena pinta las actas de Giornate calderoniane Calderón 2000, pero encontrarla no va a ser tan fácil...
A veces la tesis te regala horas preciosas, intensas, horas en las que te sientes como una versión femenina y algo torpe del señor Holmes.

martes, febrero 20, 2007

Mis aventuras con el ordenador


El ordenador es un ser complejo, caprichoso y categórico. El ordenador no es nada listo, a pesar de lo que diga mi padre. Mi padre siempre dice que los ordenadores son lógicos, que las que no somos lógicas somos mi madre y yo... Gracias, gracias. ¡Por supuesto que somos ilógicas, somos mujeres! Pero tenemos un mínimo sentido común que nos ha regalado la naturaleza, para poder llevar una casa adelante y apretar el botón correcto de la lavadora. (Como me oiga una fan de Simone de Beauvoir, me la cargo.)
El ordenador es como un niño pequeño: hay que contemplarlo minuto a minuto. Como algunos amores: estaba bien y dos minutos más tarde sucede el cataclismo. En fin, el ordenador comete la mayor de las osadías: cuando se va la luz, ¡muere! Que es lo que hoy me ha ocurrido: y, ¿cual ha sido mi respuesta? Pues la reacción de una persona razonable. Galletas (cinco o seis) y libros (seis o siete.) Ahora estoy un poco más gorda y mis bolsillos un poco más vacíos, pero ¡oh, la sabiduría! No hay pena que la despensa de mi casa y la librería de mi calle no puedan ahuyentar.
*
Redondeo la sublime mañana con una encuesta, cómo no, sobre libros. Esta es la pregunta:
Un libro para regalar, un libro para divertirse y un libro para disfrutar.
Y ésta, mi elección: Requiem, de Tabucchi; No hay burlas con el amor, de Calderón de la Barca ( o Las joyas de la Castafiore, de Hérgé), y Emma, de Jane Austen.

domingo, febrero 18, 2007

Rome sweet home

De repente me han entrado unas ganas enormes de viajar a Roma. Los libros avivan el amor y los recuerdos, y yo acabo de leer uno de Peter Seewald donde cuenta su conversión al catolicismo. Él no utiliza la palabra conversión sino una simpática perífrasis: "cuando empecé a pensar en Dios". Desde que cayó en mis manos Perder y ganar, del cardenal Newman, me bebo todas las autobiografías, biografías noveladas y libros de memorias que voy encontrando, quizás con el gusto secreto de mascullar: "To lose and to gain era aún mejor". Con Seewald me ha ocurrido lo que con todos, pero hay un párrafo que no cambio por nada: ése en que cuenta su viaje a Roma. Podéis imaginar al hombre, antiguo comunista, en pleno proceso de amor-horror ante ese mismo amor, cuando de pronto la balanza cae del buen lado y de pura alegría se pone a bailar en la plaza del Vaticano, hasta que llegan los carabinieri.
Y es que "bajo esos adoquines palpitaba la piel del mundo".

miércoles, febrero 14, 2007

Flechazo




No sé porqué, pero Kristen Dunst me recuerda a las caras dulces y llenas de energía de Modigliani: mejillas rojas, sonrisa enigmática, ojos oblícuos... Sucede que a veces las mujeres nos obsesionamos con la belleza de alguna que otra fémina, y eso nos inquieta un poco, aunque no debería. La belleza de Kristen Dust es comparable a la belleza de un naranjo o una catedral gótica. La belleza nos despierta, y a veces despertar es algo doloroso (ocho de la mañana, lunes.) Sucede, puede suceder que yo sea un poco platónica, y vea en todos los objetos que despiden un fulgor a mi paso una vía ascendente... Señales tras cada esquina, dolor de esquina, gozo de esquina. Y, como soy platónica, me gusta pensar que Dios juega al escondite, "que aparece, un relámpago, y que desaparece", tris tras, siempre Miguel dÓrs de fondo. Contemplar un bosque de hayas mojado y translúcido, contemplar a Modigliani o a Kristen Dust sería entonces como leer fragmentos de un manual de uso que Dios nos ha dejado para sacar partido a este mundo taaan mundanal.

The quiet man


Hace un par de días vi con mis padres "El hombre tranquilo", de John Ford. Aunque parezca mentira, era mi primera vez, y ya se sabe lo que ocurre con las primeras veces... ¡despiertan envidia! Todavía recuerdo las palabras de Merl, cuando le dije, allá por febrero del dos mil, que aún no había leído El señor de los anillos... ¡puso cara de envidia!
Ay, esa frescura de la primera vez. El hombre tranquilo ha pasado a engrosar la lista de mis películas favoritas, ya saben, cine a todas horas. ¿Será el paisaje irlandés? ¿Será la música, la historia de amor antiguo? ¿Serán los diálogos chispeantes? Todo eso es, y no me explico... ¡Es John Wayne! Esos ojillos melancólicos, mmmm (unos minutos para reponerme. Ya está.) Esa media sonrisa, ese aspecto de hombría de bien, esa fuerrrza de varón maduro... (esto tendré que borrarlo, ¡qué vergüenza! Como cuando dije que los poemas de Cabanillas estaban escritos, indudablemente, por un hombre.)
Cuando yo tenía quince años, me gustaba Paul Newman. Ahora me parece demasiado guapo: como para ponerlo en una vitrina y mirarlo y remirarlo. A Paul le diría yo lo que Beatriz le dijo al príncipe de Messina en Mucho ruido y pocas nueces: "Su alteza es demasiado lujosa para los días de labor." Con John Wayne una chica puede vivir a gusto en lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo.

martes, febrero 13, 2007

Tripartitos

Siguen las encuestas. El tres es un número mágico, ya saben, la Trinidad, la triada, la tierra, el hombre y yo; Tolkien, Lewis y Chesterton... Hay momentos en la vida en que un ser humano debe tomar partido entre tres opciones, por ejemplo: ¿leche entera, desnatada o semi?
Y así con todo. El tripartito gobierna los gustos a la hora del postre, pues ya se sabe que los seres humanos se dividen en tres: los amantes de la nata, los adoradores del merengue y los fanáticos de la crema pastelera. Y a la hora de encarar el trabajo existen la mente de funcionario, la mente de empresario y la de bohemio. Estas tres opciones se mezclan y se reducen a una, por ejemplo la mía: no tengo nada de empresaria, pero a la hora de pensar el futuro, cada vez más presente, oscilo entre la primera mentalidad y la última, tan contradictorias...
Luego están los de raya en medio, raya a un lado o nada de raya, y los de tortilla, huevos fritos u horror a la salmonela (verbigracia, mi padre.) O tener un hijo, dos hijos o tres hijos, (a partir del número mágico comienza la aventura...)
A los españoles nos han acostumbrado al binomio, al dualismo y al bipartidismo, pero hay muchos asuntos importantes, grandes problemas de la humanidad, que se resuelven mediante el número tres.

miércoles, febrero 07, 2007

Ácido rosa fucsia


Parece que vuelve la moda acid: colonia smiley (de venta en Sephora), colores fosforitos (aaargh), charol en bolsos, chaquetas y cinturones... Estamos en pleno revival de los ochenta. Primero fueron los recopilatorios de Los secretos y Nacha pop, luego la evocación de la movida (el rayo que no cesa), después llegaron los leggins, y con ellos la polémica (leggins sí/ leggins no...)
Ignoro hasta dónde nos llevará la marea. ¿Volverán los cardados imposibles en el pelo? ¿Volverán las sombras pastel de mi infancia, en amarillo y azul clarito, icono de la marca Don Algodón? ¿Volverá Snoopy?
Yo no pertenezco a la generación Acid, nací en el 77. Pero recuerdo un verano radiante de finales de los ochenta, piscina y sol, once años y un niño con pecas y ojos acuáticos. Y los éxitos de Duncan Dhu. Y Madonna en la tele, con pinturas de guerra y sujetador galáctico de neopreno.
Lo cierto es que las actrices y modelos sienten un escalofrío al recordar los excesivos ochenta, pero también una nostalgia mal disimulada. No me extraña: en 1988 calzaban quince años menos, los vídeos musicales eran puro ingenio pop y no una basura, y en la radio sonaban los hits de Wet wet wet y los de una Kylie Minoghe adolescente. ¿Se le puede pedir más a la vida?

Bituminosos armados

Estoy haciendo un parón de semana y media en mi tesis, muy bueno por cierto, ya que lo aborrecible se convierte en materia de nostalgia. Me ha salido un trabajillo de tres al cuarto, que consiste en corregir (no sólo erratas, sino sintaxis, ortografía y TODO en general), un libro de materiales para la construcción.
Mi trabajo no es divertido ni edificante, lo único que edifica un poco es mi cuenta bancaria. Con la venia, debo decir que los arquitectos escriben algo mal. Se comen los verbos (y las uñas, a lo mejor) y lo ponen todo en plan esquema. Y de las comas ni hablo, quiero decir, ni me extiendo en ese capítulo... Tienen querencia al gerundio y a separar sujeto y predicado por medio de punto y coma. Con los acentos uso de benevolencia porque a mí también se me escapan y se me resisten, y ha sido así desde siempre. Ni cinco años de carrera han conseguido disipar alguna de mis dudas.
Y, sin embargo, me divierto. ¿Y por qué? Me divierto mucho con los nombres disparatados que voy encontrándome. Abundan los apellidos polacos que bautizan leyes físicas, abundan las ecuaciones de segundo grado (no crean, el libro es una mina de sabiduría, así como de incorrección gramatical, y esto último, no tanto...) Por el libro campan a sus anchas los bituminosos armados, el clorocaucho y los monómeros que polimerizan.
Algunos epígrafes parecen un listado de componentes químicos, y entonces al leerlos imagino fluídos exóticos, fluorescentes, esfervescentes, evanescentes... Mi madre dice que la única parte divertida del trabajo la pongo yo, con mi imaginación. Pero es que ya de tanto leer la palabra resina epoxiemulsionable he montado un taller de alquimia en mi cabeza.

lunes, febrero 05, 2007

Deja vú. (Fin de semana en Algeciras.)

Llegué a Algeciras el sábado por la mañana. Llovía. Caía una medio bruma sobre la ciudad acuática, donde casas y grúas y palmeras parecían flotar a la deriva. Se habían formado un sinfín de charcos marrones y la gente en el autobús susurraba, "sí que ha llovido, sí..."
Por la tarde, mi amiga me llevó a dar un paseo por una calle ancha y llena de comercios. Me fijé en el nombre de las tiendas, Claire´s, In faradis, y me parecieron tiendas del norte, al menos en Logroño hay un Claire´s y en Pampaluna la antigua perfumería Donna se ha convertido en una gran superficie de la cadena If. Todo esto unido a la lluvia menuda, el tono gris y a la vez alegre, esa extraña alegría que brota del vaho de la calle, y las cuestas mojadas y las verjas verdes me sumieron en un intenso ambiente de irrealidad, "me parece que estoy en Pamplona", dije, "si no fuera por las palmeras..."
El domingo amaneció radiante, y las palmeras se veían mucho más, y la calle ancha del comercio me recordó a la calle o´Daly en Santa Cruz de La Palma. "Oye, hoy me parece que estoy en la Isla de La Palma, ¿sabes...?" Íbamos a misa. Llegamos a una iglesia pintoresca y local: sólo entonces mi amiga sonrió con una medio sonrisita para decirme su nombre: la Virgen de La Palma que, por lo visto, es la patrona de Algeciras.