Así, con dos espumillones. Porque me gustan los títulos largos.
He escrito este episodio reciente en forma de relato pero es real. Prodigiosa realidad.
Alguien me contó que, pasada la urbanización de las Palmeras, había una tienda que vendía un Niño Jesús de peluche. No tenía más señas pero no hicieron falta: me lancé a la aventura, arrebatada por el síndrome de la víspera de Adviento. Llovía.
El viento destrozó mi paraguas inglés y dejé por el camino su esqueleto metido en una papelera. Entré en una tienda de barrio para conseguir un paraguas decente y continué la búsqueda. En primer lugar encontré una papelería que podía ser, dado que en el escaparate había calendarios de taco del Sagrado Corazón.
Entré.
- Buenas, ¿es aquí donde venden Niños Jesuses de peluche?
Estupefacción en la cara del dependiente.
- Noooo.
Llegó una señora con pinta de abuela de Heidi .
- Eso es un poco más allá, donde empieza el parque.
Cuando llegué a mi destino, vi que la tienda se llamaba "Romeo". El escaparate estaba invadido por figuras relamidas de belén tipo biscuit en malo, y por espeluznantes figuras del Corazón de Jesús. Y en medio, reinando como un oasis naíf pero limpio, estaba el Niño Jesús de peluche que tenía hasta marca y se llama Jesusito de mi vida.
Foto mía |
Entré, vi a un señor de mediana edad y le espeté así, a bocajarro:
- Buenos días, he visto que tienen Jesusitosdemivida, quiero uno.
- ¿Para qué clase de niño lo quiere?, pregunta el buen hombre.
Es una pregunta que tiene su meollo, así analizada en frío, pero es que hay varios tamaños de Jesusitos y no es lo mismo un bebé que un chaval de Primera Comunión.
Yo, por supuesto, me pongo colorada.
(Apunto que voy a pasarme al presente histórico, me siento más cómodo con él ahora que comienza el nudo de la trama.)
- Es para mí, digo con cara de perro flaco y bizco. Y, para acabar de arreglarlo, añado: - Es que como vivo sola... Es para dormir con él.
Bravo, me jaleo por lo bajinis. Creo que fue peor, creo recordar que dije "abrazada a ÉL". De todas formas, el hombre no mueve ni una ceja y responde:
- De acuerdo, pues lo saco y te lo envuelvo.
- ...De regalo, termino yo la frase. Y pienso que efectivamente Jesús es un Regalo, pero no lo digo porque ya he dicho bastante.
Le veo hacer la factura a mano tras el cuidadoso empaquetado y me temo lo peor: no tiene datáfono. Salgo a buscar un cajero, no conozco bien la zona y me alejo. En una esquina que parece el final de la tierra veo a una viejecita y le pregunto por un banco. "Tendrás que atravesar el parque", me dice. Y una porra atravesar el parque, pienso, y vuelvo a buscar por la dirección contraria.
En algún momento encuentro un bazar que se llama, ostentosamente: "Bazar Yokomo. Chino". Yo como chino, rezo en voz alta. Y sigo mi senda, que acaba en una caja rural. Vuelvo a la tienda "Romeo y me llevo a casa al Niño Jesús y una bola de nieve con un nacimiento dentro, así como postre.