martes, marzo 06, 2007

Mi vida con Inés

Inés es mi hermana. El único problema es que no llegó a nacer nunca. Mi madre ya tuvo bastantes dificultades conmigo, (esta niña es un milagro dice mi abuela), y cuando el predictor dio de nuevo señales de vida no quiso ilusionarse mucho, pues lo probable era que el bebé acabara perdiéndose.
Pero lo que existió, existe. Inés está en el Cielo, quizás algo enfurruñada por esta licencia poética mía de adjudicarle nombre y sexo. Inés habría sido, calculo, dos años menor que yo, y me habría hecho la vida imposible. Imagino las barbies descabezadas y mi diario cerrado con llave, para que no lo lea la entrometida de Inés. Mamá, Inés ha pintado con rotulador las mejillas de mi muñeca Maite. Mamá, Inés me coge los cuadernos y los destroza, mamá, Inés se ha puesto la camiseta de Naf Naf, la que es ¡mía!
Imagino mi vida con Inés, pero también imagino su vida. A lo mejor nos hubiera salido rebelde: antigloba, hippie perdida y con el pelo pintado de azul. O monja, acaso: una de las cuarenta jóvenes clarisas que han escrito ese libro alucinante, Clara ayer y hoy. O feliz madre de cuatro hijos... ¿Dónde estás, Inés? Por tu culpa no tengo sobrinos yo. Aunque, ahora caigo, también a mis no sobrinos les puedo poner nombres: Ángel, Marina, Miguel y Paula. El marido de Inés es uno de mis amigos poetas, de hecho hice yo las presentaciones. Gracias, me susurra mi hermana. De nada, respondo.
A lo mejor ahora sería una de esas niñas superdotados, o un regalo bello y difícil, una chica con problemas. Entonces, a finales de los setenta, no había pruebas que dictaminaran sentencia de muerte. Inés sería entonces esa hermana especial que tendría yo que arropar todas las noches.

16 comentarios:

Bukowski dijo...

Qué maravilla de entrada. Belleza pura, palabra por palabra. Impresionante.

Felicidades, creo que Ines te estará sonriendo ahora desde el cielo, tal vez añorando alguna escena cotidiana y terrenal como el ser arropada por su hermana mayor.

Enrique Baltanás dijo...

Precioso apunte. O, mejor dicho, sin precio. Me ha emocionado, de verdad.

Anónimo dijo...

Rocío, me llega muy hondo tu entrada, además de ser una joya auténtica.

Yo también soy hija única, y, aunque nadie tiene la culpa de ello, detecto como una gran carencia no tener hermanos, sobre todo ahora que soy mayor.

Tú tienes el consuelo, la ayuda y la compañía de Inés. ¡Qué suerte!

Anónimo dijo...

Y su primera comunión, y la segunda,... y su primer novio, y el segundo,... Muy tierna tu entrada y muy verdadera. Pero se sonreirá, porque está mucho mejor que nosotros. "No sabemos el cómo, pero sabemos el qué", que dice un amigo. Por la misma vía, yo tengo cinco hijos en el cielo, y una niña María que se fue con 17 meses y que desde luego conoce a Inés, mucho mejor que tú y que yo. "... que muero porque no muero."

Anónimo dijo...

Ro, solo se me ocurren palabrotas de entusiasmo, vaya pedazo de entrada, me ha emocionado muchísimo. Yo, que tengo tres hermanos maravillosos y varones, siempre deseé una hermana, quizás nos podamos consolar la una a la otra, no en vano somos hijas del mismo Padre, hermanas al fin y al cabo, y a pesar de mi falta de tiempo y de mi lio, puedo pintar tu muñeca Maite, e invitarte a que estes conmigo en los momentos importantes: una boda (¿o no?), quizás niños (¿Tus sobrinos?), mi marido me tiene hasta aquí... ya sabes lo que quiero decirte. Muchas gracias por este rayito de sol, guapa, que vales más que un potosí.

Anónimo dijo...

Eh, que con el subidón de la entrada se me olvidó poner el nombre, la de arriba soy yo, señora de Beades.

Anónimo dijo...

Y la vuelvo a leer y más me emociona... de verdad, te lo digo de corazón. Que grande eres...

Anónimo dijo...

A mí me pasa como a la sra. de Beades; tres hermanos, y los tres chicos, y también he querido tener siempre una hermana. Lo que no me ha pasado nunca es tener ... (no sé cómo llamarlo) para contarlo de esta manera tan bonita. ¡Vaya tela!
Sonsoles

José Luis Sánchez Domínguez dijo...

Relato emocionante. Sin palabras

Jesús Beades dijo...

tremendo.

Carlos RM dijo...

Espectacular.

Anónimo dijo...

Impresionante Rocío, ahora que estaba apunto de irme a clase... veo esto. Tremendo, así da gusto entrar en los bloggs e irse despues a seguir con la tarea. ¡Felicidades, qué gran entrada!

Anónimo dijo...

Fabulosa entrada Gis
Como sabes tengo cinco hermanos ,y la suerte de tener una hermana maravillosa, mi hermana Mercedes, que supera todas las expectativas que pudieran imaginarse ...
Y además tu eres incluso más que una hermana, ¿Te acuerdas de la carta que te escribí de los parques dorados? Pues a eso me refiero, porque sólo contigo me ocurre. Un besazo, guapa

Anónimo dijo...

demonios!, no sé por qué no puedo publicar en el blog de Beades. Aprovecho para dar un giro blogero en todo su recorrido. A propósito del verdadero rostro a alcanzar...
De las obras de ficción de C. S. Lewis, Perelandra -segundo libro de la trilogía interplanetaria-, es uno de mis favoritos (junto con "Mientras no tengamos rostro").
Me acordé estos días -aunque me costó ubicarlo- de este fragmento:
... En una ocasión, alguien había estado hablando acerca de "ver la vida" en el sentido popular de vagar por el mundo y conocer gente, y B., que estaba presente (y es antropósofo), dijo algo que no puedo recordar con exactitud acerca de "ver la vida" en un sentido muy distinto. Creo que se refería a cierto sistema de meditación que pretendía hacer visible "la forma de la Vida misma" al ojo interno.
En todo caso Ransom se dejó atrapar en un extenso interrogatorio al no poder ocultar que asociaba cierta idea muy definida a dicha expresión. Hasta llegó a decir -bajo extrema presión- que en aquella circunstancia, la vida se le presentaba como una "forma coloreada". Cuando le preguntaron "qué color", adoptó una expresión extraña y sólo pudo decir "¡Qué colores! ¡Sí, qué colores!...". Pero entonces lo arruinó todo al agregar, "...desde luego, no era realmente un color, en ningún sentido. Quiero decir, no lo que nosotros llamamos color", y no dijo una palabra más durante toda la noche.

Anónimo dijo...

Uau! Qué subidón! Gracias a todosss... Macarena, desde el primer comment "anónimo" supe que eras tú... lo de los tres hermanos y el marido que te tiene hasta aquí fue DEFINITIVO, y el cariño con que me tratas. A todos, toditos, gracias por mirarme con tan buenos ojos.

Anónimo dijo...

He llegado a tu blog desde una página amiga y he de decirte que me parece extraordinario.
Me ha encantado especialmente esta entrada. Hace un año perdí el bebé que esperaba y a veces, cuando voy con mis hijos y los subo al coche, siento la tentación de girarme y decirle al úlitmo que suba. El último sería este del que te hablo.
No tengo mucho tiempo, pero pienso pasarme por aquí de vez en cuando. De hecho te voy a enlazar, para que no se me olvide la dirección.
Saludos.