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Foto hecha por mí en la Avenida de la palmera, Sevilla |
Ya tengo en mis manos mi tercer poemario, Mirar el fuego, publicado en Pre-Textos y largamente esperado... ¡Laus Deo!
Ayer me llamaron para decirme que ya estaba, recién sacado a la luz, y que me lo mandaban. Lo celebramos, mi madre y yo, en un recóndito bar gallego de barrio que nos encanta. Pedimos pulpo a feira, empanada y vino de Rybeiro, que nos lo sirvieron en una jarra de barro cocido y dos cuencos de loza blanca. LLené mi cuenco, pese a que bebo muy poco alcohol normalmente, y el vino de color dorado me obnubiló.
Hoy lo tengo físicamente aquí, y he comido en mi casa con Chinto Chabola, mano a mano, un arroz con guacamole de mi invención que sabía a cielo infinito. Y luego, pudding de frutas del Cortinglés, que es el paraíso glucémico. Acto seguido he maquillado a una serie de señoras de una asociación cultural y he llegado a los cines a tiempo para ver, con mi madre, Up in the air. Madre mía qué pedazo de George Clooney. Qué ciega he estado. Cuando sonríe creo que hasta los ángeles dejan de respirar.
Termino el día recitando la oración de mi abuela para expresar conformidad con la Voluntad Divina: Señor, como hoy siempre. Mejor cuando quieras. Peor, ¡ni se te ocurra!