sábado, diciembre 24, 2011

El Niño Jesús del Microondas

El Niño del Microondas...

Hace muchos, muchos años compré esta pequeña figura de escayola con la intención de pintarla, porque en mi colegio me habían enseñado a aplicar pátinas que imitaban el marfil, la madera envejecida y hasta el bronce.
Como muchos otros propósitos, éste quedó aparcado, perdiendo su sentido con el pasar del tiempo.
Hace unos pocos años, en uno de mis intentos por ordenar mi vida y mi dormitorio, apareció la figurita al fondo de un cajón, como había aparecido antes el refulgente corazón de ámbar que mis padres me trajeron de Praga y que estuvo perdido y fue hallado.
El Niño Jesús desprendía una luz más íntima y escondida, más verdadera. El tiempo, más cuidadoso que yo, había dejado su pátina en él, y era esa suciedad que ya no podía borrarse la que lo hacía aún más adorable, comestible.
Lo pusimos al lado del Microondas, para verlo al desayunar. Él es humilde y huye de espumillones y mesas de caoba. Sólo quiere que comencemos nuestro desayuno con Él, como reza aquel poema tremendamente humano de Luis Alberto de Cuenca:

«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».

martes, diciembre 20, 2011

Días de Cine

...Y no hablo de la tarde poética que disfruté en Salamanca, esa ciudad de piedra y viento (Sara Merghut lo retuitea aquí), ni a lo maravillosamente bien que me trató Elena, del servicio de actividades de la universidad, ni siquiera al divertido susto que me pegué en la bañera del hotel, que resultó ser de hidromasaje y se llenó de espuma... ¡hasta el techo!

...Tampoco hablo de la preciosa casita con chimenea y vistas al mar de mi amiga merl en Algeciras, con aquel olor a miel y leña, y el sol de diciembre dorando nuestras caras mientras ondeaba la bufanda al viento...

Los días de cine están por llegar: la cartelera se nos presenta en estas navidades de lo más golosa. Me perdí El árbol de la vida, por lo que a Dios pongo por testigo de que no me perderé el Tintín de Spielberg (aquí una magnífica reseña de navascués), el Gato con botas (una amante de los gatos no puede faltar a la cita), Jane Eyre (amo la novela inglesa y las pelis de época... Fukunawa está gritando mi nombre con letras de neón) y Un dios salvaje.

He visto, de una sentada, la serie de la BBC Daniel Deronda que me regaló mi amiga Ana Marco. Mi padre la ha encontrado infumable (por si acaso, no se retiró hasta el final.) Mi madre la califica como "un folletín de altura" (pero no despegó los ojos a lo largo de las tres horas y media, al igual que yo.)
Yo pienso que no es fácil superar la mejor, la invencible serie de la BBC Orgullo y prejuicio, pero he disfrutado de la fotografía y de la genial actuación de Romola Garai. El actor en cambio me ha parecido un niño, incapaz de despertar una pasión tan delicada y salvaje. Claro que Darcy es un rival imbatible, y Colin Firth será siempre Colin Firth.
Siempre nos quedará Colin Firth.

viernes, diciembre 09, 2011

Quiero ser surrealista

Decimos que algo es surrealista, frunciendo los labios... y, por mucho que nuestra voz quiera mostrar desprecio siempre flota al fondo un deje de envidia.
Ojalá todos pudiéramos pintar nuestros sueños. Los relojes derretidos del cuadro de Dalí me han recordado hoy a las pizzas de casa tarradellas. Surrealista, ¿no?
Y cuando decimos que una persona tiene salidas surrealistas, en realidad lo que queremos decir es que brilla por encima de lo cotidiano, con un fulgor de sorpresa, de relámpago azul.
El amor es siempre surrealista. Duele con destellos, como una joya de puntas afiladas.
Quiero ser surrealista.

jueves, diciembre 01, 2011

La Felicidad...

Una felicidad de andar por casa, con bata y zapatillas.
Una felicidad a mi medida, una felicidad que no perdura... y que regresa siempre.

Enciendo el ordenador. La chica de audiovisuales está allí, con su sonrisa que no acaba y su melena rubia. Y me va a ayudar a ajustar el altavoz, subir el documento y mantener la conexión. Esas cosas tontas que yo no sé hacer.
Se ilumina la pantalla con el power point, mi imagen y la casilla donde ellos, mis alumnos, chatean.  Ya comienzan a saludar, buenos días, y yo escribo algo completamente estúpido: en dos minutos empezamos. Aún no pueden verme.
Tengo que hablar de la fantasía. O de los géneros literarios. Tengo que hablar de lo que más me apasiona en este mundo y transmitir por medio de ondas magnéticas esta misma pasión. Una llama se enciende, mi deber es no apagarla.
La clase fluye, minuto a minuto. Preguntan, contesto, sugiero, responden, se ríen, me río. Muerta de risa delante de la pantalla, ante la avalancha de jajajajajas en mayúsculas que se me viene encima pienso, "esto no es serio". Pero es lo más serio del mundo.

Hoy hablábamos del Mito. El paso del mito al logos. Decía yo que la filosofía nace del asombro, y recordé a Jostein Gaarder, que decía lo mismo. La poesía también nace del asombro, al final el mito y el logos se parecen. Solo que el poeta se asombra ante la belleza, y el filósofo, ante el conocimiento, supongo.
De pronto, en el chat, alguien comenta que todo esto le recuerda a El mundo de Sofía.
Y otra alumna dice que lleva todas estas semanas viendo las clases en diferido y que sentía envida "¡qué bien lo pasáis!".
Es la felicidad... silenciosa y cotidiana.

sábado, noviembre 26, 2011

Alcohol, Tomás de Aquino y eye liner

Mi amiga M. es una fuente de inspiración continua. Contemplando juntas un cuadro de Zurbarán me hizo percibir el bolsito tan cool que lleva Santa Margarita por alforja en pleno siglo XVII.
La semana pasada, desayunando en el bar Génesis, tuvo que tomarse uno de esos diabólicos sobrecitos de Frenadol y descubrió entre sus ingredientes un colorante llamado... ¡amarillo ocaso! Comenzamos el lento yermo de la mañana laboral hablando de poesía farmacéutica.
Este viernes yo tenía que impartir una sesión sobre maquillaje en una asociación cultural. Y me habían pedido que, antes de la práctica, fundamentara la necesidad de afeites cosméticos con argumentos filosóficos. En mi vida me he visto en tal aprieto.
Decidí recurrir a Santo Tomás, todo un clásico. Uno de sus famosos remedios contra la tristeza es un baño de burbujas.
...Bueno, recogí velas ante sus ojos atónitos, el santo habla de un baño, las burbujas, sales e incluso velitas las pongo yo.
De pronto, mi amiga se acuerda de un poema renacentista en el que el trovador alaba a su dama, que entra en cierta iglesia de sevilla y los monaguillos y hasta el cura se confunden y

"por decir amén, amén
decían amor, amor"

Es interesante, apunta, porque al describir a su señora habla de que en su boca había dulzor, en sus mejillas arrebol y en sus ojos... alcohol, o sea, una sustancia cosmética.
Estuvimos buscando la cita exacta en Google durante un buen rato, porque, decía ella entre risas, si juntas las palabras "Poema" y "Alcohol" en el buscador famoso, te dirige directamente a...¡Joaquín Sabina!

sábado, noviembre 19, 2011

Votar o no votar

Hoy, que todos callan, voy a hablar de política... y de Correos.
Enciendo la radio y escucho alternativamente: súmate al cambio, pelea por lo que quieres... si puedes, añado yo en voz baja.
Noventa mil personas se van a quedar sin votar por correo, y yo estoy entre ellas.
LLegó un sobre grande y resultó ser de HO, plataforma que me revienta, aunque "pelea por lo que quiero". No me gustan sus métodos, pero por una vez estuvieron muy acertados editando una especie de folleto en el que dicen qué dicen de los temas candentes (aborto, educación, libertad religiosa...) los grandes padres patrios que nos quieren desgobernar. De lo leído saco en conclusión que no quiero empadronarme en Logroño ni en Sevilla sino en pampaluna, para votar a UPN. Pero eso es imposible. No puedo votar a UPN... ni a ningún otro partido.
Ayer dije en el trabajo: si lo llego a saber, me meto el sábado en un autobús y amanezco el domingo en mi ciudad natal, para acudir al colegio de mi barrio y "complir con la democracia"... Grandes risotadas, ¿de verdad lo harías?
Pues sí. Y es que soy una politiquera. Y una ingenua.

lunes, octubre 31, 2011

Aurora

Por supuesto, dedico la entrada a ARP

Azul brillante, con burbujas de charol en el fondo. Así era el día esta mañana, muy de mañana.
He visto amanecer.
La aurora no era rosa, ni cursi, ni lenta: era rápida y azul. Vertiginosa. soleada. Y la tierra parecía exhalar humo. Crecía el humo blanco en espiral, formando una interrogación sobre el campo azul.
Lo veíamos desde el coche gris, camino del trabajo. Un grito de alegría iba inundando silenciosamente la tierra: una alegría que, como todas, tenía también su secreto escondido, su pregunta repleta de veneno, su pequeña sombra. Una alegría misteriosa.
Y decidí llenar del todo mi vaso: si me das esta mañana tan azul y este lunes en el que nada quiero sino llegar a la oficina... ¿qué otra cosa puedo temer?

miércoles, octubre 26, 2011

Irse de casa (I) La Radio

Me he ido de casa.
Ya no vivo en Sevilla, con mis padres. Tampoco vivo en Logroño, en casa de mi abuela. Vivo en Logroño, sola. En una casa que he amueblado yo, con ayuda de toda mi familia.

Mi padre arregló el tema de la electricidad: al fin y al cabo las mujeres, o ciertas mujeres, seguimos siendo machistas. Los enchufes y bombillas... ¡¡¡ellos!!!
Mi madre me hizo unos visillos preciosos y me acompañó a comprar muebles. la base de la cama se llama "tapiflex". Las sillas de madera son muy caras, si quieres que sean buenas.
Me fascina mi casa: tiene una mecedora y un tocador vintage. Está situada en medio de todo, en el epicentro de la ciudad, en una calle repleta de farolas y gente paseando. Volver a casa a las diez de la noche es como organizar un camping en una tarde de verano... con luna en el cielo.

Y no tengo televisor. No estoy en contra, conste... es que supuse que con el ordenador encendido, los libros por leer y las visitas me bastaría.
-Pero, pero, pero... ¡¡¡si vives sola!!!
Sí, es cierto: se agradece escuchar un run run acogedor cuando llegue a casa, un gato que me pregunte con bigotes y cabriolas: ¿cómo te fue?
Y, precisamente por eso... me he comprado una radio, y la enciendo nada más llegar a casa, tras dejar las llaves en una bandejita de vidrio azul en forma de botella que me regaló Merl.
No es una radio cualquiera... Es radio despertador. Me despierta a las ocho de la mañana de lunes a viernes, con música o noticias, lo elijo dependiendo de mi estado de ánimo en la noche anterior.
Y claro, tengo que escoger cadena.
Por ahora, mi casa es una mezcla de Onda Cero, Kiss FM, Los Cuarenta, Radio Clásica y... ¡Cadena Cien!
Esta última es la que suele endulzar mis primeros minutos: levantarme con Javi Nieves por la mañana es encontrar, entre las sábanas aún revueltas, una llamarada de alegría.

sábado, octubre 15, 2011

Feria del Libro Antiguo en Logroño

Mañana dorada de septiembre... El reflexivo septiembre, lo llamó Lord Scutum: risueño, somnoliento, suspendido entre dos tiempos distintos... En La Rioja, este año, su clemencia se ha ido alargando suavemente, y ahora es Octubre.
En el parque de El Espolón han colocado una hilera de casetas y lo llaman Feria del Libro Antiguo..., y como mi voraz pasión por el maquillaje sólo se ve eclipsada por mi violento amor por la lectura, he acudido, en la dorada mañana del día del Pilar.
En casi todas las casetas había un revoltijo de cosas nuevas y viejas, mucho esoterismo, muchos ejemplares del Principito y de Juan Salvador Gaviota y mucho libro de cocina. Había un stand repleto de libros de los Hollister, Ester y Torres de Mallory, lecturas juveniles de mi infancia, y tebeos amarillos ya del capitán Trueno.



En cambio, en el puesto de la librería Al Tossal, encontré por solo diez euros  nada menos que los Diálogos de Platón, encuadernados en dorado y rojo. Tenían muchísimos libros encuadernados así, o con los lomos en verde esmeralda y plata, y tras la combinación de pasta, cartón y papel rancio se vislumbraba un amor inquebrantable. Me llevé también un fascímil de barajas antiguas, inglesas del año 1689. Y un compendio de cuentos de hadas de la Condesa de Segur (qué buenos ratos pasé, con trece y catorce años, leyendo Juan el alegre y Juan el gruñón...)




Un poco después encontré la caseta de la librería Prim, de Valencia. Tenía apilados en grandes montones cenicientos un sinfín de cuadernillos de La Novela Teatral, y me entretuve buscando por más de media hora algo de mis adorados y perdidos Álvarez Quintero... No encontré nada. No están de moda. En lo que llevo de vida en Logroño (un semestre largo) he tenido ocasión de ver dos comedias de Jardiel Poncela en el teatro, pero Serafín y Joaquín... no aparecen por ningún lado.
Por puro consuelo me llevé dos folletos de carlos Arniches, uno del año 1917 y otro de 1922. Se me rompen entre las manos de puro amarillo y antiguo, ¡qué gran emoción!

( P.S.: La primera imagen la he sacado del blog de la Librería Praga, y la segunda, de la página web Todocolección. Hubiera querido ilustrar el post con fotos mías, pero mi móvil se ha declarado en huelga y no envía por email las imágenes que disparo...)

miércoles, septiembre 28, 2011

La edad dorada

Cuando yo tenía doce años andaba por el campo en verano, entre fresas silvestres y nogales, con mi melena rubia al viento y un peto vaquero que me permitía triscar por la pradera como un cervatillo. Mi prima iba conmigo: ella era más princesa que yo, y envidiaba mi pelo rubio... pero yo admiraba, ya por entonces, su figura esbelta y sus piernas larguísimas, de princesa.

Mis piernas eran cortas, y las piernas cortas siempre fueron un obstáculo. Porque la falda que en otras vecinitas era una monada a medio muslo, en mí quedaba tan minifaldísima que no se podía permitir.
El pelo de mi prima era liso y no se enredaba jamás. Yo hubiera dado mi brazo izquierdo porque mi cabellera se volviese castaña pero tranquila, sin esos enredos que jugaban al escondite con el peine y parecían carcajearse de mi pobre ser ante el espejo. Estaba mal visto gritar de dolor, para algo tenía ya doce años, por lo que la única vía de escape era enfurecerse recónditamente, con una ira tan concentrada que pareciera una taza de café negro del que bebían los adultos.

Los doce años son una edad mágica, lástima que una no lo sepa entonces y no lo pueda apreciar en su justo valor.
Eres todavía un niño, pero ya te enteras de casi todo, ya sabes cómo son en realidad las cosas pero aún percibes ese halo de maravilla que las rodea, y que durante tu adolescencia se eclipsará.
Quieres ser mayor, por supuesto, pero no sabes a ciencia exacta en qué consiste eso que tanto deseas, y por lo tanto no sientes miedo sino un delicioso vértigo, el veneno de la libertad recién saboreada, en monodosis, como debe ser.
Te empiezan a inquietar los chicos, pero aún no sabes sufrir por amor. Sólo sientes el pellizco de la belleza en el estómago. Y eres tan de verdad que te crees a pies juntillas que los Trascendentales van unidos siempre, siempre siempre, y que si un niño es guapo con avaricia también será soberbiamente bueno y verdadero.

Luego llegan los catorce años con su saco de malicia a cuestas: has aprendido a no estudiar, a mentir a tus padres y a saberte el patito feo que nunca será mirado con arrobado éxtasis por ningún miembro del sexo contrario. Has aprendido a no hacerte ilusiones, que es la peor enseñanza que la vida te puede endilgar.

Pero con doce años todo es dorado todavía, y siempre, siempre siempre que vuelves la vista atrás, será verano en Maestu, el eterno, feliz y último verano antes de que los hormonas iniciaran su baile, es decir, antes del comienzo del final.

lunes, septiembre 26, 2011

Motivos para retomar el blog

He vuelto.

Regreso tras una larga ausencia, un periodo de descanso o de poca inspiración.

Abrí este blog hace ya cinco años, y lo hice porque me encontraba aislada del mundo, embebida en mi casa mientras redactaba una tesis doctoral que parecía no tener fin.

Ahora las razones son muy distintas. Defendí mi tesis, tuve un par de trabajos intermitentes en Sevilla, viajé a La Rioja. Ahora no estoy aislada del mundo sino disfrutando de él, en el más puro centro, un centro bullicioso y enigmático. Trabajo en un proyecto emocionante, porque ver cómo crece día a día una universidad joven lo es.

Pero poco a poco he ido dejando de escribir, y ya casi no me siento poeta.
Me siento profesora de literatura, dueña de un blog de maquillaje, dueña de un pie que se rompió y que se está forjando de nuevo, dueña de una familia de tíos y primos que juegan a naipes...
Pero no poeta.

Y por eso, vuelvo.

Hablaré de mi infancia, que por lo visto se me da bien. Repetiré temas y argumentos que dieron sus frutos antaño, si es necesario me repetiré.
Quiero volver a tener lo que antes era mío.

domingo, agosto 28, 2011

Un poema, ¡por fin!

MAGIA

En el monte vivimos una noche
cuando éramos niños, y vimos un fantasma.
Era un castillo verde y ojival
con ventanas abiertas y una hoja en el aire.
Volando sobre el aire, sola se mantenía
por pura magia, o eran nuestros ojos
quienes la sostenían. No había viento alguno
y un sol naranja sombras medievales
dibujaba en la tierra, ya penumbra.
De nuestros ojos un incandescente
amor mecía aquella hoja sola.
Era la prueba de que el mundo existe,
con su destello único, su fuego de Merlín:
¡No podía caer al suelo aquella hoja!





P.S.: ¡Por fin sale un poema de mi dormida musa! El último que escribí fue el de la tortilla francesa, que generó un bonito debate. Con éste espero otro tanto, y ya ha comenzado (ver P.S.3...)

P.S2.: Mi padre es el inmediato culpable de que las musas hayan vuelto a mi pobre ser: me llevó de paseo hacia el palacio de Narros, en Zarauz, me dijo que había allí un fantasma y que había una hoja suspendida en el aire (yo no la vi), y terminó diciendo: "si después de esto no escribes un poema, ¡renuncio" Luego yo se lo tuve que hacer...

P.S3.: Mi admirado E.G-M, poeta más experimentado y luminoso que yo, sugiere que elimine la primera alusión a los ojos que mantienen la hoja, porque luego se repite, y según él adquiriría más fuerza la imagen dicha una sola vez.

A mí me parece que la repetición es parte del poema, porque es elnúcleo de él, pero a lo mejor no es necesaria. ¿Qué opinan ustedes?

miércoles, agosto 24, 2011

El mismo mar, la misma lluvia




Foto tomada hoy en Zarauz: ¡se veranea!




Y mira que Zarauz es bonito: hay un mar celeste, gris plata, azul marino y azul noche, con una franja clara en el horizonte bajo la capa plomiza de nubes, y con olas enfurecidas llenando la orilla de riachuelos blancos.
Es un mar entre montañas, un azul entre verdes. Y las señoras de postín todavía recuerdan y te narran con una épica emocionante la época en que la primera línea de playa estaba señorialmente tomada por principescas villas ajardinadas y hermosísimas, en lugar de estos edificios con fachadas cubiertas de pequeños azulejos.
Y está el restaurante de Arguiñano donde, según leyenda familiar, puedes tomar un aperitivo, y el Aiteneche que sirve pequeñas croquetas deliciosas, pero siete escalones la guardan contra mi gula. Y a los calamares se les llama Rabas, que es un nombre como muy norteño, de color azul marino también.
Y aquí no hay chiringuitos sino terrazas, porque es una playa con señorío, y el paseo marítimo se llama malecón y está lleno de mujeres bien vestidas, y las terrazas tienen nombres impronunciables.
Y hay también camareros guapísimos, que sirven unas banderillas picantes y muy sabrosas que se llaman "gildas", en una cuchara de plata doblada y una nube de esquirlas de cebolla.
Y en la parroquia antigua, con rejas y piedra y verde, la liturgia es tan serena y cantan tan bien los feligreses que hasta se te olvida que la misa es en vasco y que es un funeral de córpore insepulto.
Y la casa donde vivo es blanca, con paredes blancas y visillos blancos y ventanas blancas, y esa claridad salada frente al mar me llena de una tranquilidad azul.
Y todo, todo todo tendría un brillo inaudito y vibrante de alegría... si no lloviera tanto.


domingo, agosto 07, 2011

La receta de guacamole





Creo que en algún momento prometí ofreceros una receta de Guacamole, tal y como yo lo hago. Me lo suelen pedir mi madre y mis tías en fiestas familiares y en cenas con invitados de alto copete.
Preguntaréis qué tiene que ver el guacamole con una mecedora. No es una mecedora cualquiera, sino un mueble comprado con mi última nómina, y el primer mueble de la que en octubre será, D.m., mi primera casa. Colocarla en el salón vacío y lleno de luz fue como un aldabonazo, destello de mi nueva vida..., y unos minutos después llegó Ana con una vieja minipimer que ya no utiliza, "te vendrá bien".
Mi amor por los platos que no requieren fuego, aperitivos, ensaladas, canapés o cremas es conocido ya entre mis conocidos, y mi gran pasión por la Minipimer es mundialmente famosa.

El aguacate engorda, pero está lleno de energía, vitamina y grasa de la buena, que haberla hayla. Yo necesito dos, y que sean maduros. Los pelo y los troceo sobre un vaso alto y ancho de plástico blanco, y los riego con el zumo de un limón. Después pelo y troceo un tomate rojo, pequeño y también maduro, y media cebolla. Añado unas gotas de tabasco, dos puñaditos de sal gruesa, un chorretón de aceite de oliva y unas hojas de hierbabuena fresca.

Este es el toque exótico de la receta, mi toque personal, ya que tradicionalmente se adereza este plato con cilantro. Pero yo amo la hierbabuena, le da un matiz fresco al guacamole. Otro truco: al rectificar el punto de sal, si nos hemos quedado cortos ponemos más, pero si nos hemos pasado..., agregamos otro trozo de aguacate.
Pasamos por la minipimer hasta que quede una crema fina, que decoramos con otras dos gotas de tabasco. Si tenemos que añadir aguacate mucho mejor, porque lo cortaremos en dados pequeños y lo mezclaremos con la crema para que resulte algo más rústica.
Y en vez de servir con nachos, que aportan calorías vacías al plato, lo sacamos rodeados de palitos de zanahoria cruda, y lo acompañamos de Fanta zero de limón en vasos altos, a los que añadimos muchos cubitos de hielo, unas rodajas de lima fresca, unas hojas de la hierbabuena sobrante y una gota muy gota de ginebra Bombay Sapphire.

Et voilà! Listo para regar una cena, un aperitivo... o la inauguración de una nueva casa.

domingo, julio 31, 2011

Crónicas de Patachula, III

Estuve aparcada en mi silla de ruedas en un rincón, en una tienda de sillas y mecedoras. Mi madre iba y venía por los recodos sinuosos de la tienda, en penumbra, mientras yo esperaba pacientemente en mi rincón viendo una mecedora antigua de rejilla y madera modernista. Esta me la compro, catapúm, pensaba. Es como las que tienen mis abuelos en Maestu. Sueño con un suave balanceo frente al balcón lleno de luz, con una comedia de los Álvarez Quintero en mis rodillas.

De pronto una madre joven aparca junto a mí una silleta de metal rosa y lona azulada. La aparca y se va. De la silla emerge una niña como de tres años, mejillas rojas y coletas. Que trepa por su asiento para salir o caerse o jugar al eterno balancín.


- Cuidado que te caes, le digo con angustia. Y no podré ayudarte, pienso. Ella me mira. Mira mi pierna.

- ¿Por qué no tienes un zapato?

- Porque me caí... mira, tengo una escayola.

A ella no le interesa la escayola. Gira la cabeza, mira mi silla, me sonríe gorjeando y musita:

- ... Y tienes cuatro ruedas, como yo.

Toda mi condición ontológica expresada en una sola frase, y con un clarividente dedo manchado de nocilla, señalándome.

lunes, julio 25, 2011

Crónicas de Patachula, II

Cuando ves la vida desde una silla de ruedas, comprendes muchas cosas.
Los niños y adolescentes, que no saben disimular, te miran raro. Algo hay en la silla negra y en el que va en ella, sin poder moverse, que impone respeto y temor, el temor a lo extraño y lo feo, el indecible horror a lo grotesco.
Queremos ver la calle rebosando de vida, niños jugando al sol, chicas con su rabioso piercing incitando, ojos azules y melenas rubias. Las piezas del puzzle que no encajan deberían amontonarse al otro lado de la acera, pensamos inconscientemente, sin pensar.
Del otro lado, las adorables viejecitas te saludan con una sonrisa sobre sus cuatro ruedas y un hilo de solidaridad, invisible y luminoso al mismo tiempo.


P.S.: Y a mí se me termina en unas semanas...

miércoles, julio 20, 2011

Crónicas de Patachula, I

Patachula soy yo, porque me he roto el tobillo. Dolía el suelo duro y lleno de chispas de sol. Dolía.
Ahora tengo mucho tiempo para leer y jugar a las cartas. En busca del tiempo perdido, de Proust, novelas de Agatha Christie, escaleras y tríos y el Golpe del Escorial...
Y mucha, mucha paciencia...

martes, julio 05, 2011

Elogio de las Rebajas

Yo nunca me he detenido en las rebajas de julio, y menos en las de enero: era una cuestión de principios.
En mi niñez, mis padres me inculcaron la sana idea de que no había ninguna obligación de salir en estampida y beberse la ciudad de un trago sólo porque todo estuviese un poco, o un mucho, más barato. No me gustan las mareas humanas ni las obligaciones, las fechas con caducidad. Hay personas que no le encuentran gusto a eso de estar felices porque sí en las navidades, lo ven como una imposición foránea. Y yo, que sigo aún soñando con los Reyes Magos... en medio del sofocante calor, me rebelo contra ese afán corporativista que nos sacude en los primeros días de julio porque... ¡comienzan las rebajas! Y hay que quemar suela y lanzarse a la calle con un letrero luminoso ardiendo en nuestra frente que grita: "lo quiero...¡todo!"

No piensen ni por un momento que soy contraria el consumismo: ojalá me ocurriera algo así. Me confieso pecadora, y como lo he querido todo durante todo el año, llego al borde del verano con los bolsillos vacíos y el alma libre.

Hasta ahora. En este año, el mes de julio me ha pillado mileurista... ¡por fin! Y si el dinero me impone respeto porque sé lo mucho que cuesta ganarlo, también me provoca una chispa de gozo invertirlo sabiamente, porque sé muy bien que no estoy gastando la paga de mis padres, ni el ocasional fruto de un trabajillo como correctora de pruebas o unas mal pagadas clases de literatura a extranjeros... No. Ya no.
Cuando compro un poemario o un tarro de crema, puedo ver plasmadas mis ocho horas de trabajo diario, mi placentera rutina, los bostezos de la primera hora y la luz que brilla en la última.
Y si es verdad que el tiempo es oro, por una mágica ecuación el tiempo se convierte en vestidos veraniegos, bolsitos de rafia, lujosas barras de labios... cuando llega el mes de julio.

martes, junio 21, 2011

Prohibido hacer "bordillito"

Tenía doce años y mezclaba muñecas con barritas de carmín. Patrick Swayze y columpios,, polveras de rubor y bastoncillos de rojo regaliz.
El verano era un túnel de sol y de agua azul. La piscina es el túnel del tiempo siempre azul. Era pisar la hierba, los efluvios del cloro que albergaban un paraíso azul, y zambullirse en olas turquesas dando saltos.
Había flotadores, burbujas, corcho rosa, pero yo era mayor. Y como era mayor, me fascinaban los chicos del bordillo. De pie sobre un poyete, con sus trajes de baño de colores y sus ojos verdosos y su voz dulce y áspera. Era una voz de estreno, oliendo a primer día. Yo quería nadar como era siempre, bucear hacia el fondo, dejar de respirar esa felicidad extraña y torpe. Y debajo del agua las voces se escuchaban como en eco.

Subidos al poyete, presumían. Querían sumergirse en la piscina como un raro delfín, desde la altura, pero estaba prohibido. A realizar el salto tan valiente lo llamaban así: "hacer un bordillito", prohibido y deseado.

Pero él conseguía realizar la proeza y mis ojos bailaban, la alegría veloz se zambullía. Pero estaba prohibido. Luego en casa, jugando con muñecas, pensaba en esos ojos: el gesto decidido, las briznas de agua azul. Mirar como miraba también era peligro: debería prohibirse, me decía.

jueves, junio 02, 2011

Lauda, por fin... ¡y yo a mil kilómetros!



A mil kilómetros..., así comenzaba una canción del cantautor Fernando Arduán. Tenía ritmo pegadizo, tenía voz rota, de susurro y luz de vela, y tenía una música inolvidable.
No supe al escucharla que algún día entonaría yo esos primeros acordes con auténtica tristeza... y con orgullo.

A mil kilómetros de mí, dentro de una hora, se presenta en la Casa del Libro de Sevilla el último libro del gran poeta Pablo Moreno, Lauda. Sólo él y yo sabemos lo mucho que he luchado por esos grandiosos poemas, cómo batallé para que no terminasen cerrados en un cajón. La Belleza sirve para celebrar el mundo, para iluminarlo.

No se hizo la luz para esconderla: yo vi esa luz en sus comienzos y la reconocí. Poco a poco, con el permiso del autor, irée desgranando aquí algunos poemas.

Por eso Pablo escribe en las dedicatorias que soy la madrina de esta nueva obra, la mejor de su trayectoria. Y yo alzo mi copa desde el Norte, con nostalgia y con orgullo... un orgullo que raya en alegría.

miércoles, mayo 25, 2011

Carta a los Reyes Magos



Al leer un poema precioso de Luis Alberto de Cuenca titulado así, Carta a los Reyes magos (en El reino blanco), he recordado una carta surrealista que escribí en estas navidades y no llegué a publicar. Es ésta:

Queridos Gaspar, baltasar y Melochor:


Este año he sido buena y he aprendido a poner la lavadora sin que se me caiga la tapa sobre la cabeza al recoger la ropa, con la consiguiente melopea lírica que se me viene encima cada vez que acontece tal desastre.

También he aprendido a planchar pero... que no cunda el pánico: sólo servilletas, paños de fregar y pañuelos blancos de dama. Todavía los puños de camisas masculinas se me resisten, por lo que la cohabitación y torpe concubinato con un hombre es algo que me está angélicamente vedado. Item más he dedicado menos de un segundo coma dos al día en fatigar el sexo mandamiento, y me he cortado el pelo como una chica buena: con la nuca despejada, que luego hay corriente.



Por todo eso y por varios puntos incógnitos que irán desvalándose vengo a pediros algunas cositas.



Primero quiero que me hagáis saber si gaspar es castaño o pelirrojo porque la duda me corroe. Y ya que he hablado de aquello, no me vendría nada mal despertarme un día y descubrir que me he vuelto pelirroja. No, no os estoy pidiendo un cheque regalo en cualquier peluquería, os pido un cambio sobrenatural en el color de mi pelo. Que lo solucione gaspar si es que al fin resulta que es pelirrojo, y si no, que parezca un accidente.


Quiero que de los grifos de mi casa mane agua Evian. Ni más ni menos. Tengo entendido que en lanjarón, el pueblo, el agua que beben los lugareños es agua lanjarón. Siento un enorme agravio comparativo.

También quiero un lazo rosa, una foca de peluche forrada con piel de foca, un delfín de peluche forrado con piel de delfín, y una ardilla verdadera (con piel de ardilla.) Por cierto, aseguráos que la foca y el delfín que prestaron sus pieles murieron de muerte natural.
Os dejo alpiste. Cuidado con comerlo todo, los camellos también vendrán con hambre.

Vuestra,

Adaldrida.

sábado, mayo 21, 2011

Encontrar un tesoro






Encontrar un tesoro requiere mucho tiempo, paciencia, y sobre todo amor. Y tener la mañana del sábado vacía, y llenarla de libros.

En la calle San Juan, el sol baña las piedras. Hay un farol y una vidriera antigua, que esconde un almacén de tatuajes. Y souvenirs, navajas, lencería... Y al fondo, Castroviejo. La luz renacentista, la madera con sol antiguo, enrojecido.

La música de jazz, el tiempo respirando sin reloj y la mesa con libros aguardándome.



martes, mayo 17, 2011

Corina Dávalos, el Paraíso de un poeta

Tuve la inmensa suerte de presentar el primer libro de Corina Dávalos en Madrid, el sábado 2 de abril. La emoción que siento repasando sus páginas se puede explicar tan sólo a la luz de sus impecables poemas, pero en mi caso hay mucho más: si se me permite la inmodestia, diré que yo vi cómo se hacía este libro, vi nacer a Corina como poeta. Vi cómo crecía desde aquel primer y breve poema “Tenacidad” que apareció en su blog aquel miércoles, 28 de junio del 2006:



Todo el santo día
aporreando las teclas
y el verso que no abre
ni por educación.





Y al final, sí que abrió el verso. En poco tiempo, toda una explosión de poesía invadió el PC de esta filósofa, periodista y poeta ecuatoriana, como una esperanzada ventana al mágico mundo de las sílabas contadas.

Un hombre vale lo que valen sus amores, y del mismo modo puedo decir que un poeta primerizo vale lo que valen sus maestros. En esto, como en tantos otros detalles, Corina muestra una voz que no titubea: sus referentes tienen el peso y la talla de Miguel d´Ors, Anna Ajmatova, Enrique García-Máiquez o Wislawa Szymborska. Como bien afirma Javier de Navascués, con semejantes maestros no nos sorprende la maestría de esta nueva poeta.

Los rasgos más sobresalientes de este primer libro son la transparencia, la delicadeza, el pudor, un optimismo reflexivo y cierto colorismo local que recuerda a su tierra en poemas como “Niñez”.


Recuerdo ahora mi infancia, los días
siempre llenos
de abejas y cometas de carrizo,
la luz en estampida de mañana
y el coro discordante de pájaros indianos.


El centro del libro es un solo verso: ¿Qué es la esperanza, sino memoria del Paraíso? Lo percibimos como una vuelta de tuerca al mítico “se canta lo que se pierde” machadiano. Pérdida y esperanza se dan la mano en este poemario de recuerdos hermosos y tranquilos: se evoca un pasado feliz y se sueña con un futuro que parte del presente actual y que se augura también feliz gracias a la esperanza. Toda esta ópera prima está repleta de paraíso: un milagro cotidiano que fue y que se aguarda.

El mundo “baila” ante los ojos asombrados del poeta. Un velo mágico envuelve las palabras, ya que Corina Dávalos habla del amor con pudor.


[…] Y yo prefiero en cambio aquella esquina
concreta que dibuja mi memoria,
allí donde bien lejos de los flashes
hablaba el corazón sin defenderse.

El banco con astillas de aquel parque,
el sol de un día azul de entre semana,
las hojas primerizas de septiembre
y el rostro que de pronto se sonroja,
pues sabe que no dejo de mirarle.


Versos en endecasílabo, con una musicalidad tranquila y gran fuerza interior. A veces despunta la ironía, un humor sutil que se vislumbra sobre todo en los títulos: un pota se descubre en cómo titula sus poemas, tenemos un gran ejemplo en el llamado “Geometría descriptiva”.) Este humor se deja ver también en los haikus de la autora, imágenes condensadas con maestría:

“Cuidado, muerde”.
Junto a la casa en ruinas,
dormita el perro.

Abunda la metáfora que contrapone sombra y luz, pero una vez más trascendida: en varios poemas del libro la luz nace de la sombra. De igual modo, la auténtica fuerza de la autora se expresa en estas páginas en voz baja, y la alegría de los cuadros verdes que lucen en la portada se atempera con la hondura de muchos de sus versos.



(Publicado en Esmirna. La fotografía pertenece también a ese blog. Quiero agradecer a Javier Sánchez Menéndez que me enviara el libro, a Corina que me ´regalara otro ejemplar dedicado, y a Juan Meseguer que me invitara a la tertulia de Esmirna donde tanto disfruté.)

lunes, mayo 09, 2011

Maldita poesía

En este mayo florido el polen flota por toda la ciudad, en forma de voladoras plumas blancas. Flota también una legión de narices rojas lamentándose por el terrible hecho.
Y yo tengo que esconder mi alegría: el polen me parece hermosísimo y poético. Hubo un día de la semana pasada en que fui peculiarmente feliz, el cielo estaba recién pintado de azul y las calles parecían invadidas de pompas de jabón, o de esas diminutas flores que estallan en el aire de Sevilla...
Ni lo uno ni lo otro, respondes. Es el maldito polen.
Y yo tengo que esconder mi alegría, como si de un extraño delito se tratara.

martes, mayo 03, 2011

Historia de la anodina y el hombre cañón

He tenido un sueño.
Un sueño como de película, rodado en blanco y negro.
Yo vivía en París, y quería alquilar uno de esos apartamentos ultramodernos que se ocultan tras una fachada antigua de piedra gris, portón con arco de medio punto y tejado de pizarra, en pleno barrio diplomático. Iba a visitar la casa que pretendía poseer y me la enseñaba un matrimonio, conduciéndome a lo largo de pasillos blancos, con techos entelados y cortinas inmensas. Pero yo sólo tenía ojos para mis anfitriones.
Ella me cayó mal desde el principio. Se parecía a Andie McDowell y era completamente anodina. Mi opinión, de todas maneras, era muy poco objetiva, porque me gustaba él.
Era todo lo que debe ser un hombre: elegante, alto, con manos poderosas y cierto aire intelectual. Olía a tierra húmeda. Sonreía poco y muy bien, con ráfagas de luz que iluminaban lo oscuro. Su mirada era también oscura y luminosa, de lluvia con sol deshilachado.
Me encandilaba abriendo puertas con sus manos de pianista victorioso. Sus ojos ejercían sobre mí la atracción de la piedra imán.
Terminé de ver el apartamento y bajé al zaguán por las estrechas escaleras con él acompañándome, porque debía abrir la puerta con su llave dorada. Al trasluz me giré para mirarle, con la puerta ya entreabierta, y bajando los ojos le dije que sentía hacia él la atracción de la piedra imán. Él se inclinó sobre mí sonriendo y me dio las gracias. Se alejó para subir las escaleras y yo me quedé en el ángulo de sombra, en el zaguán, esperándole. Se detuvo en el rellano, con el pelo alborotado por un rayo de luz.
Volvió hacia mí para besarme. Fue lluvia, fue viento. Sus manos caminaban por mi pelo hacia su patria última.
Nos fuimos de la mano hacia un lugar que ignoro. Sonaban los acordes de jazz de un disco antiguo, pero tras un segundo, ya despierta, supe que lo que sonaba en mi cabeza era los acordes de mi despertador.

jueves, abril 28, 2011

Escritura autómata

Harta de no tener inspiración, aporreo las teclas. Recuerdo atardeceres. Y me digo a mí misma: la Fanta de Naranja nada vale, mejor la Cocacola, lo dije (sí, lo dije), en este mes de abril que se termina.

La calle es gris y hay sombras de sol en los portales. Casi las nueve y media (la hora del trabajo), y batallan escobas y porteras cantando. Yo salgo del bar Génesis con un vaso de plástico de color Cocacola. La dueña del café ya me conoce, "lo quieres con dos hielos y un limón, en un vaso de plástico, ¿verdad?" Y sí, lo quiero así, subir las escaleras con el vaso bailando de alegría, y ser bebido a sorbos dulcemente junto al PC que truena.

Las horas de trabajo me parecen de ámbar. Calladas y con luz. Luego voces a coro y luego, más trabajo. La cocacola tiene sabor de medicina y de película, de metal de frambuesa, de cine de verano.

El trabajo es la chispa de la vida, ay no, la cocacola, ¿o no me equivoqué? Una risa cansada llena el tiempo. Cansados de la guerra hemos caído junto a tantos papeles cristalinos. Recuerdo los poemas ingenuos de mi libro, del primero. Era feliz entonces. Ahora lo soy más, con nubes encendidas. Como quien ha llegado de un desierto, doy gracias con temblor. Que dure mucho.

Me comprometo a escribir una vez por semana en este blog, con musa o sin musa.
Los pocos lectores que me queden son testigos.

jueves, abril 14, 2011

La pantera rosa, la pantera naranja

Eran insoportablemente rosas. Sabían a calor, química dulce. Sabían a sábado por la tarde, a parque y a columpios. Te manchabas el traje de lazos, no importaba, manchas rosas y sombras por el suelo. Había un gran dragón detrás de cada árbol. Pinceladas de sol, se deshacía la tarde y los bocados eran lentos y rosas. Era rosa también la voz que te llamaba, y las sábanas limpias y el hilo de soñar.


Los domingos cambiaban de color: el parque era naranja, como los toboganes y el refresco. Bailaban escarchados los vasos de cristal. Y la misa también era naranja, ardían los ladrillos y el altar cuando cerrabas los ojos y era el sol furibundo. Fuegos artificiales en los bancos solemnes,en silencio. Naranja era la cruz y el tirachinas, en un mismo bolsillo. Y podéis ir en paz.

La paz era naranja, pues salíamos al sol de piedra y musgo. Toda la claridad venía a nuestros ojos. Tras cada misa el mundo parecía más nuevo. Más naranja.

viernes, abril 01, 2011

Vuelve la Poesía

LLega Abril, vuelve la Poesía. Ya está subida, en Poesía Digital, mi reseña sobre el deslumbrante libro de Baltanás.

jueves, marzo 24, 2011

Encontrarás dragones




Mañana estrenan la película. Tengo amigos que la han visto en pre estrenos y pases especiales y salieron entusiasmados.

La rueda de prensa, en este link.
Y aquí, una preciosa aunque breve reseña de ARP. Aquí, otra un poco más larga de Batiscafo.
P.S.: Marinero, no te quejarás: estoy siguiendo al pie de la letra tu consejo...

viernes, marzo 18, 2011

Árboles rosas


Disparé esta foto somnolienta, deslizándome por las baldosas llenas de sol. Era sábado. Caminaba por el centro de la que ahora es mi ciudad, como hacía en Sevilla, demorándome en árboles y libros. En Castroviejo sonaba un antiguo disco de violines.
En la calle Portales había llegado la primavera.

martes, marzo 08, 2011

Dándome un respiro

No me gustan nada los blogs que no actualizan. Pasa una semana, pasan dos, y el triste post de final de febrero sigue allí, colgado y solitario. No me gusta carecer de inspiración para otra cosa que no sean mis amadas pinturas de guerra, pero hoy por hoy es precisamente eso lo que me sucede. Y no lo puedo evitar.


No me apetece mantener un blog en silencio o semipenumbra sin daros ninguna clase de explicación.

No, no voy a cerrarlo, sólo voy a dejar la puerta entrecerrada... esperando el furor poético.

Sigo en mi otro blog delirante. Allí me encontraréis siempre.


Pero no me despido, os dejo con un esperanzado "hasta luego".


Adaldrida.

jueves, febrero 24, 2011

Logroño


Estoy en Logroño, trabajando en la Universidad Internacional de La Rioja.. Para todo el cuatrimestre.

Hoy comenzaba a sentir saudade, tan pronto, de los recitales que organiza Rafa Organvídez en la Casa del Libro y luego las tapitas que ofrece Siltolá en la bodeguita Barbiana, y de las tardes con café en el centro con Marie Christine del Castillo y de Toi mirándome con ojos de fotógrafo, y de Ramón Simón en blanco y negro, y de Merl en un fin de semana cualquiera y de Cabanillas en la perdida Nova Roma. Y de Beades tocando con su flamante grupo en la cafetería Bravo. Y de Pablo, Nico, Paco y yo en mi casa con música de jazz.

Y por eso he visitado la librería Castroviejo, y luego me he metido en el locutorio más cutre de La Rioja para escuchar una vez más Las chicas son guerreras, versioneadas por Los Walkman. Más que guerreras, me han parecido brutales.

martes, febrero 15, 2011

Una aproximación a Baltanás

Estoy leyendo de nuevo el último poemario de Enrique Baltanás, Trece elegías y ninguna muerte, porque me han pedido una reseña para Poesía Digital. Es un libro poderoso. Los anteriores libros de Baltanás no me parecieron tan poderosos, incluso este no me lo pareció tanto en una primera visión. Es un libro que se abre y crece y crece a medida que lo lees, como un bosque, igual que un laberinto. Comienzas a leer con los pies en la tierra: sabes muy bien a dónde vas, nada puede sorprenderte: ahí te encuentras el estoicismo bien medido y la frialdad exacta.
Pero no. Tras volver algunas páginas estás abriéndote a otros mundos. Gigantescos. Como una sinfonía coral que nunca cesa.

Existen muchas formas de reseñar un libro. La mía es desesperante pero funciona: me leo los poemas uno a uno, muy despacio, a sorbos, de manera cansiiiina. Y escribo con un lápiz un sinfín de anotaciones. Y flechas hacia arriba y hacia abajo. Luego leo muy rápido los poemas, y las anotaciones de los márgenes. Cotejo lo que hay de sorpresa, lo que coincide en todos ellos. Me meto en internet para ver lo que otros han dicho, pero eso más tarde.

Comencé a leer despacio el viernes, en mi último día de trabajo en Sevilla, durante una hora de guardia. Mi última hora de guardia.
El que no es ni ha sido maestro no sabe lo que es una hora de guardia en un colegio. Es el infierno en la tierra. A una colega tuya se le ha roto una uña o se le ha calado el coche, y te deja a sus deliciosos monstruos para que los cuides y les mandes callar hasta el infinito.

En esta ocasión los monstruos eran deliciosos de veras y me dejaron leer tranquilamente, con un millón de post its rodeando mi cabeza metida en el libro. Estaba escribiendo algo sobre las anáforas cuando me interrumpieron. Las anáforas, como en este poema mesanciano, son un dardo que sumerge al lector en un círculo obsesivo de belleza, pura y rotunda belleza.
Una niña que no trabajaba pero al menos guardaba silencio me estaba contemplando.

- Profesora... ¿qué lee?

- Un libro...

- ¿De poemas? ¿Suyo?

- Nooo. De un poeta profesor de la Universidad de Sevilla...

La niña me mira, muerde el extremo de su boli, se ruboriza y calla. Al ir a consultar la hora, veo de reojo mis mejillas rojas en los dorados antiguos de mi nuevo reloj. Yo también me había sonrojado. Qué secreto, recóndito, el acto de leer un poemario.

viernes, enero 21, 2011

La (Buena) Vida Literaria

Qué noche de magia poética nos han ofrecido Javier Sánchez Menéndez y la Casa del Libro de Sevilla. Qué breve el tiempo real y qué largo el futuro en el que todo se recuerda. Qué rápida transcurre una tarde, pero luego qué lentamente se contempla y saborea.

El autor de dieciocho puntos incendiarios sobre la vida literaria nos ofrece un auténtico disfrute poético, recital tras recital. Antonio Rivero Taravillo aplaude, como no podía ser menos, su tarea, y se le nombra Quijote en estos tiempos de extravío. Pero él tiene una explicación más sencilla y rotunda: mientras otros gastan su dinero comiendo langosta a diario, él prefiere publicar la poesía que le gusta. Y ofrecérnosla.




El día 19 de enero se presentó en La Casa del libro el poemario Poesía para niños de 4 a 120 años, publicado por el propio Sánchez Menéndez, José María Jurado y Jesús Cotta en la Isla de Siltolá. El libro, del que por cierto se habla hoy en el diario ABC, recoge poemas de los mejores poetas vivos del momento, aunque con alguna laguna (la ausencia de Carmelo Guillén Acosta es la más honda). Si quieren leer dos o tres joyas que atesora este libro-joya, les recomiendo visitar el blog de Ramón Simón, que ofrece fragmentos y hermosísimas fotografías salidas de sus manos en un mágico blanco y negro.




Lo importante de este recital fue el público: no había sillas, sino globos. Una impresionante marea blanca de globos, piruletas y libros. Niños jugando sobre una alfombra que susutituía al tradicional patio de butacas. Cuando la poesía comenzó, abrieron mucho los ojos, se sentaron en los brazos de sus padres o en el suelo, entre globos que iban estallando. Fue un recital con música de petardos, pero sin un solo grito, sin una llantina. La poesía amansando a las fieras. Una niña de dos años miraba fijamente los gorros y sombreros de los antólogos, mientras Jose Julio Cabanillas hablaba en voz queda de su gata Jueves, o Elías Moro recitaba una espléndida lista de objetos convertidos en poesía.



Toda esta magia es posible en la fabulosa isla de Siltolá.

sábado, enero 15, 2011

Yo Ya Lo Sé Todo... Porque Soy Mayor

En el autobús colegial, los niños saltan apaciblemente sobre los asientos utilizando sus cinturones como camas elásticas, cantando a grito pelado la balada de Pito Pito Gorgorito cuando...

- ¡¡¡Papá Noel no existe!!!

Una científica voz de niña de siete años rasga el aire lleno de juegos. Don Melitón tenía tres gatos, que los hacía bailar en un plato. Y por la noche les daba turrón, que vivan los ga...

- ¡Papá Noel no existe! Papa Noel es un cuento, me lo ha dicho mi madre...

Las profesoras clavamos nuestra más intimidatoria mirada en la niña, que alza contra nosotras unos ojos clarividentes de duende verde y burlón. Los niños se han quedado mirándola, y llueve sobre ella dinamita verbal:

-¡Mentira!
-¡Sí, hombre! Y entonces, entonces... ¿quien te deja todo ese mogollón de regalos?

Arde la tensión en nuestros cuerpos... son siete segundos en los que se juega toda la magia de una docena de niños, hecha añicos por culpa de una sabihonda con gafas y descaro.

La niña exacta levanta la barbilla retadora y responde:

Pues quién va a ser... ¡Los Reyes Magos!

jueves, enero 13, 2011

La laaaarga cuesta de Enero...

Encontré esta viñeta en el blog de Morgan, "No sin mis labiales"... Ella la colgó a la vuelta del verano, pero a mí me cuesta mucho más volver de las Navidades.

Diréis que estoy muy silenciosa... y tendréis razón. Durante la primera semana de enero disfruté en silencio de mi felicidad navideña, y en la segunda semana del mismo mes estoy reponiéndome, en silencio también, del desierto emocional que supone el fin de las vacaciones... ayayay.

Sin embargo hay luces que brillan y me consuelan: el conjunto de tres relatos de Edith Wharton que compré en Castroviejo, y cuya lectura me llena de una alegría soleada. El precioso librito de Irene Nemirovsky que me regalaron los Reyes Magos, y cuya lectura me llena de una rara alegría oscura. Y este post de Enrique García-Máiquez que no puedo dejar de leer, y cuya lectura me llena de una alegría... épica.