Había olvidado el olor de los lápices. En la sala Cervantes no se puede escribir más que con lápiz, y se oye el rumor de la mina rasgando el papel con trazos precisos, ligeros, rítmicos. Huele a los días de invierno en el colegio, con nubes de vaho en el cristal. Y colas para sacar punta a los lápices. El aroma de madera, la pasta de colores manchando el sacapuntas. Y luego volvías al pupitre con las ideas bien afiladas.
Como ahora. De tanto pasar páginas rancias con letra del siglo diecisiete, me he sumergido en la humedad del papel, templada sólo por la calidez del lápiz, los abrigos en el perchero, la calefacción. Las mejillas rojas, los caramelos de menta, la vaselina de rosas salvajes de Korres. Me la aplico con los dedos en el cuarto de baño, y tiene un ligero color fresa y un acabado transparente: por fin el ansiado efecto piruleta llegó a mi vida.
¿Has conocido a alguien?, pregunta mi prima por las noches. Ya sabes, en las bibliotecas... Me quedo pensativa, sí, he conocido un poco más a Calderón. Y me hice amiga de las guardias de seguridad. Y encontré por los pasillos a Felipe Pedraza, uno de mis calderonistas preferidos... Ella suspira con algo de decepción, cruza los dedos y espera que, en mi último día, surja de la Sala Cervantes un adonis filólogo: Lo que Calderón ha unido, que no lo separe el hombre.
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viernes, octubre 24, 2008
lunes, septiembre 24, 2007
La piedra que decía dors
... en "pues vaya con la divina providencia", ha caído sobre mí. Bueno, es una piedra de colores, como todas las que me llueven encima. Pesa pero poco, y aun así me hace callar. Adaldrida está callada, ¿qué tendrá Adaldrida...? Mi padre diría que tengo mustio el lirio que llevo conmigo siempre. La tesis me agobia, es un dolor tan feliz que llueve soleadamente. Aquí puedo decir tonterías sin ningún rigor, decir por ejemplo que Calderón gusta de las damas atrevidas, dignas, valientes y enamoradas, y no preocuparme de buscar la cita. Lo digo porque sí. Pfxxxxktgt! Uf, qué alivio!
domingo, julio 01, 2007
Pelirroja

Un lector anónimo y cariñoso me ha preguntado si soy pelirroja, ¡qué ilusión! Por desgracia no es ése el color de mi pelo, pero si mis palabras me dan un ligero aire pelirrojo, no seré yo quien lo niegue. Uno de los pocos pasajes que de verdad me gustaron de Los Chesterton, de Ada Jones, es aquél en que Mrs Cecil Chesterton comenta que las heroínas de GKC tenían el cabello de un tono rojizo, como símbolo de aventura.
De hecho yo me imagino así a Auristela, protagonista de mi tesis, audaz dama calderoniana, con ese aura medieval y con esos destellos de oro rojo que desprende. Y así imagino también a Olimpia, la princesa prendida en cárcel de amor, "si es que amor prende con hierros". Alguien me pidió que regalara de vez en cuando alguna esquirla de mi comedia, ahí tenéis en canto de Olimpia según Calderón:
Huye pues, huye el peligro;
mas no te olvides, huyendo
de que tú la prisión dejas
y yo en la prisión me quedo.
Si es que Amor prende con hierros. También era pequeña y pelirroja Amanda, la amiga de Cris, y por eso ayer no hacía yo otra cosa que llamarla Olimpia. Olimpia es un nombre muy in, me dijo EGM, empeñado en demostrar mi status de niña pija. Que no, Enrique, que me gusta comer piñones en la placita de la Juncal. Pero, ya que estamos, nuestra visita a El Puerto y nuestra comida con Enrique y Leonor (¡felicidades!) pide otra entrada aparte, pues, como dice un amigo mío portugués, no se puede guardar la belleza en un cajón. Otro día.
Huye pues, huye el peligro;
mas no te olvides, huyendo
de que tú la prisión dejas
y yo en la prisión me quedo.
Si es que Amor prende con hierros. También era pequeña y pelirroja Amanda, la amiga de Cris, y por eso ayer no hacía yo otra cosa que llamarla Olimpia. Olimpia es un nombre muy in, me dijo EGM, empeñado en demostrar mi status de niña pija. Que no, Enrique, que me gusta comer piñones en la placita de la Juncal. Pero, ya que estamos, nuestra visita a El Puerto y nuestra comida con Enrique y Leonor (¡felicidades!) pide otra entrada aparte, pues, como dice un amigo mío portugués, no se puede guardar la belleza en un cajón. Otro día.
lunes, junio 25, 2007
Demonios son las mujeres
(...) Pero, ¿cuándo
ellas de nada se duelen,
como a ellas no les falte
almendrucos y pasteles,
chufas, fresas y acerolas,
garrapiñas y sorbetes,
despeñaderos y crines,
perritos y perendengues?
Así ve Calderón a las mujeres, diría algún crítico. Pero no. Así las ve el gracioso de turno de una comedia calderoniana. Y lo que prueba esta pequeña diferencia es que el criado Brunel se equivoca de medio a medio en sus apreciaciones, como buen gracioso. Él descarga su lengua brava contra ellas porque cantaron durante la noche, mientras su amo estaba a punto de ser ejecutado: ¡Demonio son las mujeres! Lo que no sabía es que con ese canto la arrojada dama estaba dando una clave secreta para que el galán pudiera escaparse. Por eso el caballero da un cariñoso tirón de orejas a su lenguaraz lacayo, diciéndole que, si supiera la verdad de las cosas, "acaso no murmurara". Y, de paso, Calderón nos deja una enumeración genial...
miércoles, junio 06, 2007
Poesía y vida
Todos los amantes tienen una fecha recóndita. Todos los soñadores tienen una edad mágica. Y los calderonianos tenemos un momento en el que el severo dramaturgo nos hechizó. Detrás de cada esquina surge una historia: en una tarde de sexto de EGB se alzó dentro de mí el ansia de leer y me inicié con el alcalde de Zalamea.
El profesor Lapesa me gana por dos años. Este Lapesa me lo hizo pasar realmente mal en la carrera, con su manual de gramática histórica, y hoy ha saldado su deuda secreta conmigo al regalarme una deliciosa ponencia sobre la lengua de Calderón. En el comienzo cuenta que, cuando tenía nueve años, cayó en sus manos La vida es sueño, en un librito "impreso con tinta cárdena". Lo leyó de tal manera que sus padres le regalaron un teatrillo de juguete, "con dos decorados, de selva y de palacio". O sea, a propósito para una comedia cortesana. Qué envidia.
De un teatro de cartón nace una carrera de filólogo. De siete barbies y un solo Ken nace una vocación poética. Todo se mezcla como en aquella tarde de playa, tras un recital para estudiantes, cuando por no tener traje de baño me lancé al mar vestida, y una niña me preguntó: ¿Te bañas vestida porque eres poeta, verdad?
El profesor Lapesa me gana por dos años. Este Lapesa me lo hizo pasar realmente mal en la carrera, con su manual de gramática histórica, y hoy ha saldado su deuda secreta conmigo al regalarme una deliciosa ponencia sobre la lengua de Calderón. En el comienzo cuenta que, cuando tenía nueve años, cayó en sus manos La vida es sueño, en un librito "impreso con tinta cárdena". Lo leyó de tal manera que sus padres le regalaron un teatrillo de juguete, "con dos decorados, de selva y de palacio". O sea, a propósito para una comedia cortesana. Qué envidia.
De un teatro de cartón nace una carrera de filólogo. De siete barbies y un solo Ken nace una vocación poética. Todo se mezcla como en aquella tarde de playa, tras un recital para estudiantes, cuando por no tener traje de baño me lancé al mar vestida, y una niña me preguntó: ¿Te bañas vestida porque eres poeta, verdad?
martes, mayo 15, 2007
Árdua luna de miel
El lunes de Feria me senté ante el ordenador para comenzar el estudio introductorio de mi comedia. Tenía miedo. El camino hasta entonces había sido duro y trabajoso pero no difícil, porque era camino. El papel impreso con letras del siglo XVII me llevaba de la mano: cotejar diez ediciones es como remontar un río. Pero ahora estaba sola con mi PC y mi imaginación, y la musa podía tardar... El mismo miedo trabajaba por mí inventando excusas, y más si las excusas eran realidades, mis clases en el centro norteamericano. Y había que prepararlas, sí...
De repente se hizo la luz. Había un guión, que tuve que rehacer porque me lo robaron, y había ideas sueltas... Un puzzle, un laberinto, una historia por contar. Aunque tuviera notas al pie de página y se llamara tesis, era mía.
La primera vez que vi a Calderón fue a través de los ojos de Denis Rafter, un director hispano-irlandés de barba blanca, sabio, mitad Sean Connery mitad John Wayne. Y yo me enamoré... de Calderón. Denis decía que en el Siglo de Oro la gente era gente de carne y hueso, que cortejaban, soñaban, reñían como hoy. Bueno, era un comienzo. Por eso uno de los epígrafes de mi trabajo se llama: Personajes femeninos. Amor, audacia y disimulo en Clariana y Auristela.
Hoy tengo cincuenta páginas, entre introducción, argumento, estudio métrico y personajes. Lo de los personajes es lo que más promete, y lo que más puede despeñarme por la vía de la literatura. Para presentar a los dos protagonistas masculinos, me he lanzado con este párrafo:
Arsidas y Lisidante: dos príncipes, dos enamorados, dos espadachines con antifaz e identidad dudosas. Más tarde serán dos caballeros que se unen en momentos trágicos y entablan una sorprendente amistad.
Y de aquí a Otoño... donde Calderón me lleve.
De repente se hizo la luz. Había un guión, que tuve que rehacer porque me lo robaron, y había ideas sueltas... Un puzzle, un laberinto, una historia por contar. Aunque tuviera notas al pie de página y se llamara tesis, era mía.
La primera vez que vi a Calderón fue a través de los ojos de Denis Rafter, un director hispano-irlandés de barba blanca, sabio, mitad Sean Connery mitad John Wayne. Y yo me enamoré... de Calderón. Denis decía que en el Siglo de Oro la gente era gente de carne y hueso, que cortejaban, soñaban, reñían como hoy. Bueno, era un comienzo. Por eso uno de los epígrafes de mi trabajo se llama: Personajes femeninos. Amor, audacia y disimulo en Clariana y Auristela.
Hoy tengo cincuenta páginas, entre introducción, argumento, estudio métrico y personajes. Lo de los personajes es lo que más promete, y lo que más puede despeñarme por la vía de la literatura. Para presentar a los dos protagonistas masculinos, me he lanzado con este párrafo:
Arsidas y Lisidante: dos príncipes, dos enamorados, dos espadachines con antifaz e identidad dudosas. Más tarde serán dos caballeros que se unen en momentos trágicos y entablan una sorprendente amistad.
Y de aquí a Otoño... donde Calderón me lleve.
jueves, mayo 10, 2007
Maratón de cine y tesis
Ha comenzado el calor en Sevilla: mi calle huele a hierba seca y mi piel se vuelve roja rojísima al contacto con el sol. Tengo que cuidarla con fotoprotector solar y con una mezcla de aloe vera, aceite de jojoba y aceite de geranio (treinta y tres gotas) que me preparan en la Jaboteca, calle Cuna. Es como un bálsamo para la cara, y no me cuesta más de quince euros.
Por la noche ha comenzado el cine. Por la noche y al medio día, ahí radica la diferencia, porque sube el estrés de la tesis y hay que cortar de algún modo. El estrés que no es estrés (¿qué será lo que es tres?, pregunta Obélix), porque yo voy siempre por libre. El truco es vivir en plan dolce far niente aunque trabajes nueve horas al día. Y parar cada tres horitas para cometer alguna frivolidad, como comprar arroz salvaje con verduras en el Corte Inglés, y de paso te acercas al stan del maquillaje y te pruebas la base en mousse de Rimmel, que es muy fresquita para el verano. Subes en el ascensor saludando a una vecina y te lanzas a los octosílabos de la primera jornada con los ojos cerrados.
En el siguiente descanso escuchas la canción Bitch, cantada por Meredith Brooks, y piensas que deberías insertar una cita de aquel librito que leíste de Charles Aubrun... En el medio, cine. Little miss Sunshine, El príncipe de las mareas, Por qué las mujeres siempre queremos más... (peli francesa de Cecilie Taberman que recomiendo.) En qué piensan las mujeres, con Helen Hunt. El amor tiene dos caras, de Barbra Stresand... Cine y PC, y cansancio en cantidades industriales. That´s life!
Por la noche ha comenzado el cine. Por la noche y al medio día, ahí radica la diferencia, porque sube el estrés de la tesis y hay que cortar de algún modo. El estrés que no es estrés (¿qué será lo que es tres?, pregunta Obélix), porque yo voy siempre por libre. El truco es vivir en plan dolce far niente aunque trabajes nueve horas al día. Y parar cada tres horitas para cometer alguna frivolidad, como comprar arroz salvaje con verduras en el Corte Inglés, y de paso te acercas al stan del maquillaje y te pruebas la base en mousse de Rimmel, que es muy fresquita para el verano. Subes en el ascensor saludando a una vecina y te lanzas a los octosílabos de la primera jornada con los ojos cerrados.
En el siguiente descanso escuchas la canción Bitch, cantada por Meredith Brooks, y piensas que deberías insertar una cita de aquel librito que leíste de Charles Aubrun... En el medio, cine. Little miss Sunshine, El príncipe de las mareas, Por qué las mujeres siempre queremos más... (peli francesa de Cecilie Taberman que recomiendo.) En qué piensan las mujeres, con Helen Hunt. El amor tiene dos caras, de Barbra Stresand... Cine y PC, y cansancio en cantidades industriales. That´s life!
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Cine a todas horas
domingo, mayo 06, 2007
Aquellas pequeñas cosas
Estoy de luna de miel con Calderón de la Barca. Aquel retrato severo, como de siglo diecisiete, lo tiré a la papelera y ahora me lo imagino con treinta años, caminando por la corte en el comienzo de su auge y privanza, en pleno rapto poético y a punto de vivir unos amores de novela de intriga, que le dejarán un hijo bastardo y una tardía vocación sacerdotal... Ya dijo Denis Rafter que con Calderón, arañas el texto y te salen personajes reales.
Pensaba yo en todo eso ayer tarde, tras salir de H&M con mi madre, llevábamos una bolsa con vestido babydoll rojo y unos zapatos rojos altísimos ¡para mí! El rojo ha entrado en mi vida como una llamarada, y ahora Calderón se ríe de esa niña que abobinaba de los tacones y del color más alegre de la primavera.
Mi verdadero idilio con el rojo ha venido, cómo no, de la mano del maquillaje. Ya estaba yo tardando en esto de comprar una barra de labios roja como manda la esquiva y fugaz moda, con un matiz frío como dicen los expertos que le sienta bien a mi piel blanca. Hace unos días me hice con un rouge intenso, tirando a fresa, que es una preciosidad. Mi madre no opina lo mismo, pero cuando lo llevo puesto con una camisa roja que me compró ella, de corte imperio y mangas farol, me siento poderosa. No puedo dejar de sonreír, subida a mis altos tacones y pensando en un nuevo capítulo de mi historia secreta con Calderón.
Pensaba yo en todo eso ayer tarde, tras salir de H&M con mi madre, llevábamos una bolsa con vestido babydoll rojo y unos zapatos rojos altísimos ¡para mí! El rojo ha entrado en mi vida como una llamarada, y ahora Calderón se ríe de esa niña que abobinaba de los tacones y del color más alegre de la primavera.
Mi verdadero idilio con el rojo ha venido, cómo no, de la mano del maquillaje. Ya estaba yo tardando en esto de comprar una barra de labios roja como manda la esquiva y fugaz moda, con un matiz frío como dicen los expertos que le sienta bien a mi piel blanca. Hace unos días me hice con un rouge intenso, tirando a fresa, que es una preciosidad. Mi madre no opina lo mismo, pero cuando lo llevo puesto con una camisa roja que me compró ella, de corte imperio y mangas farol, me siento poderosa. No puedo dejar de sonreír, subida a mis altos tacones y pensando en un nuevo capítulo de mi historia secreta con Calderón.
jueves, febrero 22, 2007
Pesquisas
Ayer me quedé hasta altas horas delante del ordenador. En plan acampada, sin pestañear y cayéndome de sueño, pero con adrenalina en la sangre. Mis padres, al principio, me creían inmersa en el blogg y, al llegar las doce, me reprendieron con tacto y cariño ("¿no te acuestas?") Entonces supieron la cruel y emocionante verdad: ¡estaba trabajando en mi tesis! Así que me dejaron a mi bola, con muchísimo respeto...
Para alguien como yo resulta alucinante la cantidad de miga calderoniana que ofrece la pantalla del PC. No soy muy experta, pero puse las palabras "comedias caballerescas Calderón" en el buscador de Google y ¡abracadabra! Hasta la una estuve leyendo y apuntando en cuartillas rayadas tipo Celia lo que dice. Y yo que me deshojaba en antiguos archiveros por encontrar alguna referencia. El nuevo método es menos romántico, pero funciona. Y la lírica de los megabytes también existe.
La joya de la corona: un portal italiano llamado Casa di Lope, tiene tooodo tipo de bibliografía, y no sólo libros, sino ponencias recónditas de esas que interesan y no encuentras nunca, porque los buscadores de Fama.us.es sólo van a títulos de libros (o eso creo, ¡ñaaang!).
El descubrimiento: La comedias de caballerías, actas de una de las jornadas de Almagro, contiene artículos maravillosos y ¡está en nuestra biblioteca! También tienen buena pinta las actas de Giornate calderoniane Calderón 2000, pero encontrarla no va a ser tan fácil...
A veces la tesis te regala horas preciosas, intensas, horas en las que te sientes como una versión femenina y algo torpe del señor Holmes.
Para alguien como yo resulta alucinante la cantidad de miga calderoniana que ofrece la pantalla del PC. No soy muy experta, pero puse las palabras "comedias caballerescas Calderón" en el buscador de Google y ¡abracadabra! Hasta la una estuve leyendo y apuntando en cuartillas rayadas tipo Celia lo que dice. Y yo que me deshojaba en antiguos archiveros por encontrar alguna referencia. El nuevo método es menos romántico, pero funciona. Y la lírica de los megabytes también existe.
La joya de la corona: un portal italiano llamado Casa di Lope, tiene tooodo tipo de bibliografía, y no sólo libros, sino ponencias recónditas de esas que interesan y no encuentras nunca, porque los buscadores de Fama.us.es sólo van a títulos de libros (o eso creo, ¡ñaaang!).
El descubrimiento: La comedias de caballerías, actas de una de las jornadas de Almagro, contiene artículos maravillosos y ¡está en nuestra biblioteca! También tienen buena pinta las actas de Giornate calderoniane Calderón 2000, pero encontrarla no va a ser tan fácil...
A veces la tesis te regala horas preciosas, intensas, horas en las que te sientes como una versión femenina y algo torpe del señor Holmes.
jueves, enero 04, 2007
Gracias

Ya pasó la tragiborrasca: gracias a todos. A los amigos, que como dice ese lector anónimo, (¿o lectora?), son lo mejorcito que tengo: Lord Scutum, Enrique, Cerero, Carlos... Gracias a Sonsoles por la preciosa anécdota: lo mío, como podéis imaginar, no era para tanto....
Una pequeña tragiborrasca, término acuñado por Merlín, no el mago sino el gracioso de la comedia que ocupa todos mis bytes.... ¿O pensábais que en Navidad no iba a enredarme nuevamente con la tesis? Pues desde el veintinueve le dedico dos horas y medias al día, y a fecha de hoy he llenado el 80% de lo que me había fijado... todo un record.
Os dejo con una coplilla que canta el pretagonista delante de su amada frustrada y contrariada:
Lágrimas de indignación
lágrimas son, pero impías.
Las mías más en razón
van, pues son de amor las mías:
mas ¡ay!, qué inútiles son.
En resumen, Ajmatóva cura mis heridas, pero a medias con el gran Calderón. Lágrimas de rabia, de soberbia, de orgullo herido, lágrimas son, e incluso justas o al menos necesarias, pero se borran con un poco de sol, con seis sonrisas cibernéticas.
lágrimas son, pero impías.
Las mías más en razón
van, pues son de amor las mías:
mas ¡ay!, qué inútiles son.
En resumen, Ajmatóva cura mis heridas, pero a medias con el gran Calderón. Lágrimas de rabia, de soberbia, de orgullo herido, lágrimas son, e incluso justas o al menos necesarias, pero se borran con un poco de sol, con seis sonrisas cibernéticas.
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