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domingo, septiembre 26, 2010

El amador hippy

Yo no ligo mucho, pero cuando lo hago es a lo grande, con mayúsculas y en luces de neón. Y siempre con tipos raros: si no, no tendría gracia. ¿En qué cabeza cabe que un taxista, a la pregunta "qué se debe" me responga: "se me debe ver mañana, quedemos a tomar un café"? Sin embargo, lo más sonado me ocurrió en París, en plenos Campos Elíseos. Corría el año 2008 y mi madre y yo nos dirigíamos a los almacenes Sephora. Yo simplemente flotaba de felicidad, y sí, había notado que había alguien mirando, pero en París la gente mira mucho y no me pareció nada alarmante.
De repente, un chico se nos cruzó, dando dos pasos rápidos y adelantándonos. Se puso a lanzarme una parrafada en arrebatado francés, y yo en la luna. Pensé que me estaba pidiendo la hora, así que le enseñé mi reloj. Él desabrochó el botón de su puño para mostrarme que también tenía reloj. Y, entre muchas otras cosas que no entendí, me dijo: "Je m´apelle Henri, je suis celibataire". Celibataire significa soltero, pero yo lo traduje por célibe. Pero para ser célibe parecía tirar los trastos con gran soltura mezclada con una sonrisa tímida que lo hacía simpático. Y hablaba: yo seguía sin entender nada, aunque más o menos supuse que me estaba cortejando de una extraña manera.
Lo contemplé: tenía pinta de hippy elegante, despistado y gentil. LLevaba el pelo largo y limpísimo, castaño, le brillaba. Iba vestido con ropa de mochilero pero con clase: ya saben, colores bien combinados. Y, sobre todo, tenía una frente despejada, unos ojos risueños y una gran sonrisa de niño grande. Tenía manos grandes también.
Entre el torrente de palabras comprendí que me estaba diciendo que yo era muy dulce y que deseaba verme más. Y de pronto reparó en mi madre, me preguntó "ta mére?", y le dirigió sus respetos. Hola me llamo Henri, soy soltero y me gusta su hija. ¿Da usted su permiso?
Alucinadas, le dijimos que éramos españolas y que no entendíamos nada. Y nos despedimos haciendo adiós, adiós con la mano. LLegamos a Sephora y, entre colorete de Nars y sombra de Stila, yo intenté reponerme.
A veces pienso en Henri. Tenía buena pinta.

lunes, marzo 15, 2010

Botox

Las tías estamos como cabras.
Resulta que se casa una amiga mía del alma, y se casa en pampaluna. Y se casa con un chico que debe ser un santo y tiene, además, nueve o diez hermanos solteros. Mi amiga, ni corta ni perezosa, se ha puesto ya (despacito y buena letra) a hacer el cálculo de probabilidades y el horóscopo para saber con cuál de sus cuñados voy a tener yo una historia de ensueño, porque eso es así, nosotras que somos amigas del alma tenemos que devenir en hermanas de hecho y de derecho canónico, y esto va a salir y si no sale mecagüentodolofucsiaconrayasrojas.
Ya me imagino comprando un vestido ideaaaaaal: miraré primero en Adolfo Domínguez para educar el gusto, y después, directa a H&M. Me veo, cómo no, planeando maratón madrileña con recorrido fijo, Nars Goya-Mac Fencarral, con la excusa del "y yo con estos pelos", qué menos que comprar un colorete bronce rosado que haga juego con el brocado de oro rosa del trajecito en cuestión. Luego sobrevienen las dudas existenciales, no será todo supercursi, este vestido ¿no parece un colgajo de tocador de alcoba? ¿Tendría que haber tirado la casa por la ventana? ¿Adolfo Domínguez será siempre Adolfdo Domínguez, mientras que "esto"...? Pfffffxxxxtttt.
Por no hablar del tema joyas, años para procesar que lo que se lleva entre la gente joven es la austeridad y la bisutería, y de repente cambian los arquetipos, lo oscuro se vuelve claro y el barroco triunfa. Para eso lo mejor es tener una pulsera fija, decidir que el broche de tu abuela es necesario, y llueva lo que llueva la moda todos saben que al menos con pulsera y broche vas a aparecer. No hay dolor.
Mi amiga cree que las lágrimas de San Lorenzo van a servirnos de poción mágica. Y me ha pedido que haga voto de no enamorarme de aquí a la boda, que es en agosto. Claro que sí, mujer: tengo la agenda repleta de amoríos pero me los voy a saltar todos por respeto a lo que me depare la Divina Providencia. Con esta vida de profesoressa que llevo tengo difícil lo de ligar, pero si tú quieres que haga botox de no enamorarme, los hago. Pongo por testigos a todos los lectores de mi blog: leyendo espero a mi fantasma azul.

sábado, agosto 23, 2008

Sigo

Han terminado los días de lluvia y hace un sol picajoso, arisco, frío por las mañanas, que provoca toses maléficas. Mi bisabuela solía exclamar, "¡aprieta, costipao!", y en el pueblo de uno de mis tíos le llaman andancio al mal de tripas... Así estoy yo, prisionera entre ambos males, con algo que me sube del estómago a la garganta y no me deja respirar. Aprieta, costipao, que viene el Andancio.
Y, entre medias, la sequía. Pero eso no es novedad: me ocurre en todos los veranos.
Sigo.

viernes, enero 04, 2008

Rasga la tela de este dulce encuentro...

Rompe el silencio, me pide Carlos. Como sus deseos son órdenes, tomo entre mis dedos la pluma cibernética.
Y sigo callada. No sé qué decir. Es horrible, ¿no? Espero que se me pase pronto. No quiero cerrar el garito. Houston, tenemos un problemaaaaa!!! Al menos el siete de enero os podré contar lo que me han regalado los Reyes. Porque lo que cuenta es eso, contar. Hablar. La lluvia que caerá sobre mi cuerpo y mojará... Lo dijo Bebe.
Hablaremos. Esto no acaba.

viernes, diciembre 28, 2007

silencio

Silencio en Navidad. Estoy muy callada últimamente: motivos no faltan. Sin embargo hoy, día de los Inocentes, he querido detenerme en un desconocido locutorio de Logroño para desearos feliz año, que las clínicas abortistas declaren huelga indefinida, que los enfermos terminales mueran en paz, que los tacs y mamografías del mundo entero den negativo en sus resultados, y que las parejas separadas o al borde del divorcio sufran un aluvión de recuerdos positivos y decidan pensarlo otra vez. Y que vuelvan las musas a mi pobre ser... Son mis deseos para esta Navidad.
El dos de enero regresaré a este blog. Gracias a todos por leerme,
Adaldrida.