Mostrando entradas con la etiqueta recortes de verano. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta recortes de verano. Mostrar todas las entradas

domingo, agosto 07, 2011

La receta de guacamole





Creo que en algún momento prometí ofreceros una receta de Guacamole, tal y como yo lo hago. Me lo suelen pedir mi madre y mis tías en fiestas familiares y en cenas con invitados de alto copete.
Preguntaréis qué tiene que ver el guacamole con una mecedora. No es una mecedora cualquiera, sino un mueble comprado con mi última nómina, y el primer mueble de la que en octubre será, D.m., mi primera casa. Colocarla en el salón vacío y lleno de luz fue como un aldabonazo, destello de mi nueva vida..., y unos minutos después llegó Ana con una vieja minipimer que ya no utiliza, "te vendrá bien".
Mi amor por los platos que no requieren fuego, aperitivos, ensaladas, canapés o cremas es conocido ya entre mis conocidos, y mi gran pasión por la Minipimer es mundialmente famosa.

El aguacate engorda, pero está lleno de energía, vitamina y grasa de la buena, que haberla hayla. Yo necesito dos, y que sean maduros. Los pelo y los troceo sobre un vaso alto y ancho de plástico blanco, y los riego con el zumo de un limón. Después pelo y troceo un tomate rojo, pequeño y también maduro, y media cebolla. Añado unas gotas de tabasco, dos puñaditos de sal gruesa, un chorretón de aceite de oliva y unas hojas de hierbabuena fresca.

Este es el toque exótico de la receta, mi toque personal, ya que tradicionalmente se adereza este plato con cilantro. Pero yo amo la hierbabuena, le da un matiz fresco al guacamole. Otro truco: al rectificar el punto de sal, si nos hemos quedado cortos ponemos más, pero si nos hemos pasado..., agregamos otro trozo de aguacate.
Pasamos por la minipimer hasta que quede una crema fina, que decoramos con otras dos gotas de tabasco. Si tenemos que añadir aguacate mucho mejor, porque lo cortaremos en dados pequeños y lo mezclaremos con la crema para que resulte algo más rústica.
Y en vez de servir con nachos, que aportan calorías vacías al plato, lo sacamos rodeados de palitos de zanahoria cruda, y lo acompañamos de Fanta zero de limón en vasos altos, a los que añadimos muchos cubitos de hielo, unas rodajas de lima fresca, unas hojas de la hierbabuena sobrante y una gota muy gota de ginebra Bombay Sapphire.

Et voilà! Listo para regar una cena, un aperitivo... o la inauguración de una nueva casa.

miércoles, septiembre 08, 2010

El Ocho de Septiembre

Hoy es día grande en Haro, La Rioja. Hoy celebran la Virgen de la Vega.






Imagino la plaza llena, los bares llenos, la basílica llena de velas encendidas. Y faroles. Y olor a otoño, viento en la orquestina de la música. Y sombras en los escaparates, vestidos ya de camel y de gris.
Atrás quedó el verano, el soleado vermut y nuestros juegos. Derrochamos las tardes indolentes, en partidas de naipes infinitos; mi primo se abrió un blog,






y entre vídeos de youtube y misas de doce se nos fue el verano.
Aquí termina el idílico post nostálgico festivo y comienza la publicidad descarada, pero el lugar lo vale: Id a Haro. Es el rincón perfecto para perderse en un fin de semana otoñal. Y la Herradura es la mejor zona de pinchos de todo el Norte, porque en La esquina sirven los mejores pimientos rellenos que ha comido el Ser Humano,







y en el Benigno, las patatas más picantes y sabrosas que podáis imaginar.





martes, agosto 24, 2010

Morriña, murria, saudade

Comprar en el último tercio de agosto una revista de moda y belleza podría ser considerado una actividad de alto riesgo: desencadena en las neuronas de la sufrida lectora una depresión post vacacional anticipada. Las páginas del Telva se tiñen con los colores del otoño, la caída de la hoja, la vuelta al cole. Es cierto lo que dicen los poetas: vivir es irse despidiendo lentamente. Y a cuatro escasos días de mi regreso al sur, yo me despido.
Maestu ya forma parte de mi nostalgia: nos fuimos en una mañana soleada y mi despedida fue un último disparo. Eva retratando la puerta del Paraíso que dejaba atrás:




Más fotos del Locus amoenus que puebla los veranos de mi infancia: nuestro pequeño y frondoso campo a la hora del mediodía, cuando llegamos cargados de niños, bolsas, carretilla, mantel de cuadros y tortilla campesina:








La cascada fría, banda sonora de nuestras tardes:








El juego de luz y sombras a la hora de la siesta:







Ya no estoy allí. Pero en esta semana última disfruto de Haro, de la fila de alegres plátanos que se goza desde nuestro balcón, del tropel de primos y tíos que van entrando, saliendo, pernoctando a racimos en la casa, de las misas vespertinas en La Vega:






Esta basílica es especial: yo, que soy de Sevilla, quisiera casarme en ella. Se respira dentro una paz oscura y luminosa, una mezcla de penumbra litúrgica que nace del altar yviento azul que se cuela por el portón de madera...

Y por la noche, salimos a gastar las indulgencias recibidas. La Herradura es la mejor zona de pinchos de toda la Rioja. Y en el pub Nelson, en la plaza, puedes beber un cóctel japonesa a rtitmo de mariachis si tienes suerte. Y luego te regalan el agitador, en forma de dama desnuda.










viernes, agosto 06, 2010

En Logroño

Era tarde ya cuando decidimos visitar el museo Wurth. De La Glorieta sale un autobús gratuito para Agoncillo, a las seis de la tarde. Yo no conocía este gran local blanco, tan moderno por dentro y tan encantador por fuera, con un lago y mazos de espliego y flores moradas y un grupo de estatuas de bronce firmadas por Felo, el genial escultor canario afincado en la Rioja y amigo de mi tío Javier. Fuimos a visitar una exposición donde se ofrecen sus obras más míticas, más bellas. Pasamos primero por otra exposición de arte contemporáneo, que reúne sobre todo nombres alemanes desconocidos para nosotras, aunque también había un Picasso y un Barceló. Lo que más me atrajo y horrorizó al mismo tiempo fue este montaje:




Eran tres huevos de algo parecido al alabastro, asentados sobre el suelo en un rincón oscuro. Sobre ellos se proyectaba un haz de luz que conseguía plasmar rostros cambiantes y mortíferos, mientras los tres huevos macabros lanzaban al aire palabras terribles como "dolor", "tristeza", "muerte" o "fábrica". No recuerdo quién era el autor del invento. Allí permanecimos fascinadas, musitando "horrible, horrible", pero sin poder despegar nuestros ojos de la fantástica visión.
Las esculturas de Félix Reyes, en cambio, irradian serenidad.




Me entusiasmó ver a Pancho potaje, el cura de su niñez, que yo conocí en su taller como quien dice recién salido del horno:





Y pude ver por fin su famoso homenaje a las víctimas del 11 M, "solidaridad".





A la mañana siguiente, antes de regresar a la paz del campo, pude disfrutar de unos minutos en Castroviejo, esa librería donde puedo perderme y encontrarme en las páginas de cualquier libro, aunque sea el mío...


Y ver el mundo de dentro afuera: los libros, la ventana, las piedras, la calle bañada por la luz... y sumegirme de nuevo en la penumbra.






A las dos del mediodía aterricé en la calle Laurel: Juan y Pinchamé estaban esperándome.





Y, bajo sus vigas de taberna antigua, la mejor brocheta del mundo: langostinos con piña caramelizada.






P.S.: Pido disculpas por las erratas ortográficas que contenía este post. Han sido ya corregidas.

miércoles, julio 14, 2010

Rebajas

Como la inspiración no acompaña, he decidido llenar un post de imágenes, realizadas por mí o no... Últimamente me divierto con la cámara del móvil, que es la única que tengo y no resulta nada mal.

En primer lugar, sigo amando a Iker Casillas, a pesar del beso o quizás debido a él, ¡qué mono! Qué grande es este Capitán... Me cuenta Enrique García Máiquez que, en Madrid, había un balcón a reventar de chicas con un inspirado letrero: "¡Iker, sube, que Sara somos todas!" Me apunto al plan. Aunque, como es un demasiado utópico, mi amiga Cris me rescató ayer de la rutina veraniega y el suicidio lento por amor para llevarme a las rebajas de H&M en una plácida y risueña Tarde de Chicas, como mandan los cánones.




Salí de allí con unos zapatos de cuña de esparto (diez centímetros de cuña, ¡moriré! Eso sí, moriré con los tacones puestos, sintíendome muy poderosa. Y ya que estamos, ¿alguien sabe decirme qué hilos misteriosos relacionan la altura femenina con el poder? La otra alternativa es una barra de labios roja, que no duele tanto. Y en el otro extremo, lo que despoja a una fémina de todo su poder y su autoestima es la hora de la báscula, los lunes al sol: ¡drama!)





Encontré esta joya de chiste en el blog de Morgan, que además cuenta con gracia infinita cómo a los hombres no hay quien los entienda (hace unos días leí que sí, son menos complicados que nosotras... pero es esa sencillez la que en el fondo esconde una complicación sibilina...)
Los zapatos me costaron cinco euros y son el colmo de la comodidad. Y encontré también un bolsito con flecos de falso cuero en un delicioso color topo.






En menos de una semana volaré a Maestu dispuesta a leer, a respirar montaña, a bañarme en el río. Para el pelo tengo un artilugio fenomenal que consiste en un spray del Body Shop. Huele a arándanos y protege la cabellera del sol, la sal, el cloro y el calor artificial que nos atizamos las mujeres en nuestra brutal coquetería.




¡Esta es la imagen de la felicidad!

jueves, agosto 13, 2009

Campo de estrellas

Eran las doce de la noche, la noche de las estrellas fugaces. Y había que bajar hasta Leorza, o al camino del Molino, donde no hay farolas y Marte y Venus brillan como gigantes a miles de años luz... No hay luna, eso es bueno, susurraba mi padre. Quizás, si hablábamos demasiado fuerte, el baile se detendría.
(Las estrellas juegan a guiñarnos el ojo para despistarnos. Y hay que llevar una chaqueta gorda, que hace frío. Y luego, al llegar a casa, nos espera el mousse de chocolate que hizo Maite Arana...)
Uno a uno, mis padres y mis tíos iban diciendo: "¡he visto una explosión!" No algo pequeño, no: un verdadero castillo de fuegos naturales. Yo era la única que no veía nada: tendré que ir a musitar mi deseo a la vela que arde a Tu lado, siempre.

lunes, agosto 27, 2007

La canción del verano

En la radio suena "cien gaviotas", de Ducan dhu. La música me hace viajar a mundos recónditos. Mis diez años en Maestu. Mi prima con quince y unos walkman, y una plancha para cardar el pelo. Parecía tan mayor... yo pensaba que iba a casarse ya, a los dieciséis. Había grabado unos videos musicales que veíamos sin parar, con canciones de Wet wet wet y Glen Medeiros, y anuncios de cocacola. En uno salían dos niñitos rubios besándose y nos hacía mucha gracia, era algo así como "el primer beso", que yo a mis veintinueve aún sigo esperando. El verano entero era un video de Kylie Minoghe y Jason Donovan, specially for you. Aún tengo diez años cuando escucho los primeros acordes. Y un niño pecoso de ojos azules pasea en bicicleta, y dibujo en un cuaderno su silueta rubia, su casa tantas veces soñada.

jueves, agosto 23, 2007

LLuvia

LLuvia y frío. He vuelto a la ciudad, el campo tenía brillo de escarcha. La bruma se agarraba a las piedras y nos hacía rodar. Mi sobrina, (el duende verde), subía y bajaba los peldaños de madera barnizada conmigo de la mano. Fuerte, fuerte, atrapadas en la lluvia. Añorando el fuego. El vaho de la mañana y el abrigo de la noche me recordaban al otoño, un otoño de hojas azules.

sábado, agosto 18, 2007

Intrahistorias

"Hijo, eres el ungüento amarillo", le dice mi abuela a mi tío Jorge, que nos está arreglando los enchufes. Mi madre, tras el periódico: El rescate de la espeléologa nos ha costado veinticinco mil euros. Y remata: "de ahora en adelante que nadie se meta en una cueva". Mi padre juega con un tubito de rímel transparente que dejé yo en la mesilla. Calligraphic. Stilyng & care mascara. Astor Paris, made in UK (¡toma paradoja!) "ésto, si eres feo, ¿te lo das y se te borra la cara?", pregunta. Yo me río de los tres, ellos se ríen de mí. No me río de ti, me río contigo.
De nuestro último paseo por Haro, antes de volver a Maestu, guardo una fotografía. Huele a pan y a pasteles en torno a la confitería de mi calle, donde han colocado un cartel que dice: "Hay piruletas moradas".

martes, agosto 14, 2007

Ciruelas en Maestu


Muerdo una ciruela camino de Leorza. Sabe a dulce morado, a caramelo de niños que dejas a medias envuelto en un papel pringoso. A piruleta con sabor a ciruela. Mi padre y yo comemos fruta salvaje por el camino del monte, hay ciruelos y nogales, y más allá huertas cerradas. Hemos llegado a la casa de los enanitos, que sigue sola entre los árboles, de cuento, de miedo... pero pronto llegamos al pueblo y a la fuente. La fuente de todos los veranos.
Mis primas y yo bebemos. Tenemos ocho o nueve años y manchas de fruta en la ropa. Hay tres grifos y ellas se ríen de mí, porque aprisiono en mi boca el hilo grueso que cae en una poza pequeña y rectangular. "¡Ese es el grifo de las vacas, ahí beben las vacas!" Yo me avergüenzo un poco pero digo que vale, que las vacas beben de la poza, no del grifo. No las veo pegando lametazos al grifo, la verdad.
Hoy es agosto y veinte años más. Bebo del grifo de las vacas, haciendo cuenco con las manos, llenándome el vestido de agua. Está fría sobre el aire frío, sobre el sol frío que se diluye. De cuento de miedo.

jueves, agosto 09, 2007

Backstage de andar por casa

Claudia y yo delante del espejo encendido. Hemos volcado el neceser en la mesilla, donde ahora flotan los tubitos de rímel, coloretes, pintalabios. Es tarde con lluvia y mecedoras en el salón, qué hacemos, dice Claudia. Los naipes están cansados y los libros también.
"¿Por qué no me enseñas lo que hay en tu bolsa de pinturas?" Tris tras, ni lo ves, ni lo verás. Y estamos atrincheradas en el baño, lo hemos convertido en camerino, camarote, pasarela de fiesta de disfraces. Emborronamos discos de algodón para probar los distintos acabados. Por ejemplo el ojo dramático, con mucha máscara negra y sombra marrón fumé. Luego hacemos fotos al espejo, sonreímos al flash en la luna. Nos sonreímos de un móvil a otro, "ésta me la envías por el bluetooth."

viernes, agosto 03, 2007

Vino de Haro


He estrenado mis vacaciones con la visita a una bodega. En nuestro primer paseo por el pueblo tropezamos con Isaac Muga que, por supuesto, conocía a mi abuelo: todo un señor. Mi abuelo luchó porque el buen vino se repartiera entre todos los obreros. Isaci nos invitó a bodegas Muga, el orgullo de la tradición. No ha entrado allí el acero inoxidable: huele a mosto y a madera, a años macerando el mosto... Y el vino sabe a calor de verano, y la cocinera nos obsequia con tortilla de chorizo. Y en la tienda venden la pulsera de la leyenda del vino, que le regaló mi tío Javier a su novia. La he comprado: plata y cristal de Swaroski, color vino, 35 euros.

domingo, julio 22, 2007

La boda de mi mejor amigo

Ayer se casó Nico. La boda, en Sotogrande, "quizás un poco frívola", me dijo él con tono de niño que espera una reprimenda, fue fantástica. De frívola nada: se casaron en una ermita blanca, con un traje blanco [ella] y velo por la cara, como a mí me gusta. El cura, del Opus, dio bastante caña en la homilía por expreso deseo del novio, y en el momento de la Consagración la banda tocó el himno nacional, momento estelar que le valió a mi amigo el apelativo de facha durante el banquete. "Tío, pero qué facha eres".
Yo diría castizo y cosmopolita a la vez, a la vista del aperitivo, en el que reinaba el jamón ibérico, el sushi y el son de un cubanito. Y un frío aterrador, que se iba incrementado por oleadas de leyenda urbana, se dice se comenta que la cena será también al aire libre. No pude creerlo, pero al fin era verdad. Me compadecí de las espaldas desnudas y escotes generosos, que por una vez no levantaban calor sino frío. Yo sólo llevaba desnudos los brazos y la mitad de las piernas, y mi padre se ofreció a ir al hotel para traerme algo de abrigo. Pero sólo había en mi maleta una cazadora playera de rayas que no combinaba, vaya por Dios, con el vestido de Naf Naf que mi madre me había traído de París.
En la mesa, Beades hablaba hasta debajo del agua con un antiguo amigo de Altair (¿quién no conoce a Beades? ¿Quién es ése de blanco que está con Beades?...) Le oía, como en ráfagas, ir y venir de los anticonceptivos al Concilio Vaticano II y de la libertad a los designios divinos. Las mujeres decían si no podíamos hablar de lo que se habla en las bodas, o sea, trapitos, amigos comunes y menús de boda. Se lleva mucho la vieira gratinada, iba a comentar yo. Pero me venció el torrente Beades y dije: "dónde está, oh muerte, tu victoria".
Hubo música de la B.S.O de Grease, años ochenta, flamenquito. Yo bailé y bailé descalza, llevando los hermosos zapatos de Nicolás (la marca Nicolás, quiero decir), en la mano.

domingo, julio 15, 2007

La media naranja

No me gusta la cocacola light, pero es lo que suele haber en casa. Es uno de los restos de una dieta fallida, de la que sólo quedan los veinte largos diarios que nado en la piscina y el triste propósito de no picar entre horas. Es el régimen del fifty fifty: el McDonald prohibido, los helados, imprescindibles. Y de beber, cocacola light, que no me gusta.
Lo que me gusta es la fanta. Y los pastelitos de la pantera rosa, fantástica basura rosa que rescata mis veranos en Maestu, con nueve años y los bolsillos del peto blanco reventando de chuches. Porque cuando yo era niña las porquerías estaban prohibidas durante el invierno. Y durante el verano también, sólo que en Maestu la ley perdía vigencia debido al poco apoyo de mi abuela, que decía: los padres educan, los abuelos deseducan. Y financió un concurso surrealista de helados entre los primos. Ganó C. al zamparse catorce mikolosales de nata y fresa en una tarde, y es un récord recordado en la familia y elevado a la categoría de leyenda.
No me gusta la cocacola light, y por eso he inventado un remedio. Plan A, tirar la ristra de latas a la basura. Plan B: el refresco de la media naranja. Consiste en partir media naranja de zumo en cuatro gajos y dejarlos macerar en en vaso alto, con cubitos de hielo y la insípida cocacola. Diez minutos en la nevera. Así desfoga el useño refresco, se le va el gas sobrante y desprende un aroma de patio de naranjos que emborracha los sentidos. Me estoy aficionando tanto que ya me gusta más aún que la fanta de naranja...