"Hijo, eres el ungüento amarillo", le dice mi abuela a mi tío Jorge, que nos está arreglando los enchufes. Mi madre, tras el periódico: El rescate de la espeléologa nos ha costado veinticinco mil euros. Y remata: "de ahora en adelante que nadie se meta en una cueva". Mi padre juega con un tubito de rímel transparente que dejé yo en la mesilla. Calligraphic. Stilyng & care mascara. Astor Paris, made in UK (¡toma paradoja!) "ésto, si eres feo, ¿te lo das y se te borra la cara?", pregunta. Yo me río de los tres, ellos se ríen de mí. No me río de ti, me río contigo.
De nuestro último paseo por Haro, antes de volver a Maestu, guardo una fotografía. Huele a pan y a pasteles en torno a la confitería de mi calle, donde han colocado un cartel que dice: "Hay piruletas moradas".
4 comentarios:
hay quién dibuja bien aunque se empeñe en lo contrario, y quien nace con el don de cantar como los ángeles, sin esforzarse.
Cuando te leo me parece que aunque quisieras escribir mal no te saldría. El don de la belleza, de la estructura, del ritmo, de la musicalidad al juntar palabras lo tienes, sin duda.
A mi me lo parece. No sabría explicarlo, pero cuando te leo siempre me gusta, hables de piruletas, de poemas o de maquillaje.
"Hay piruletas moradas", genial. Y todo lo demás también. Qué sensata tu madre, la nombraba yo ministra del Interior. Y a ti secretaria de Estado de Intrahistorias.
¡Yuju! Como diría Flanders: estupendillo.
Venerada Gis
Que alegria leerte tras mi regreso,tenemos que quedar pronto y contarnos todo...por cierto la estampa de tu padre bicheando tus pintaojos es de lo mas gracioso...TE QUIERO MUCHO
Publicar un comentario