(Sigo con la novela, o algo así, la no-novela ésa que empecé y le gustó tanto a D. Enrique...)
- Marta, hija, que me haces equivocarme.
Es mi madre con las agujas de la lana, el sábado a las ocho. La luz del cuarto de estar se va apagando, y en esos ratos es cuando yo le pregunto cómo se hacen los niños, y esas cosas.
Mi prima Vicki tiene nueve años y es una fantástica. Me dijo que para que nazca un niño los padres se tienen que acostar en una misma cama. Pero no caben, dije yo, porque en el cuarto de mis padres hay dos camas estrechas, separadas por una mesita de noche. Y encima un crucifijo. Es que se ponen uno debajo y otro encima.
Que no, que no puede ser. Qué calor. Menuda cochinada, no quiero hacerme mayor para eso. Vicki se reía.
- Pues todos lo hacen, tus padres y los míos también. Y si no, nosotros ¿qué? Además es muy bonito. Se ríen.
- ¿Pero tú los has visto? Le pregunto con los ojos grandes que suelo poner en clase de matemáticas, de no entender nada.
- No porque cierran la puerta. Pero se ríen.
Siro dice que parecemos mayores, de tanto hablar. Que se nos pone la voz ésa baja como de las románticas de películas.
- A Vicki seguro que ya le gusta un niño.
¿Qué niño?, pregunto yo. Mi hermano me mira con su mirada de ya-tengo-diez-años y me dice que todas las niñas somos tontas.
6 comentarios:
Genial, genial. Tengo una amiga que cuando se enteró de cómo se hacían los niños, le dijo a sus amigas qe sus padres, desde luego, no hacían esas cosas. Que serían los de las demás, pero que los suyos no. Bueno, ahora tiene cinco hijos. Supongo que lo habrá comprendido. Gracias. Un saludo
Happy Maestu!
Con seis años mi madre me contó una historia de las abejas y la miel. Supongo que para aclarar lo que previamente me había contado mi hermano de 9 ¡mucho más sencillo!.
No le hice nunguna pregunta pero no entendí porque me hablaba de las abejas. Lo que me quedó claro que era un asunto muy poético. Mira que nos complicamos los adultos!!.
Gracias!
Olé
de interés, parece, así que volveré, amiga.
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