Pero... ¿no eran tres?A mí no me gusta la expresión buen rollo. La combinación del adjetivo buen unido al sustantivo rollo no me suele agradar, me parece una frase hecha... de vacíos. Pero es un hecho que hay estados del alma que sólo podemos denominar así: El Buen Rollo.
Esos momentos de hermandad total, de conocimiento y flechazo ético o estético... ¿qué son sino una enorme burbuja de Buen Rollo? Ocurre cuando alguien te llega por vía de un amigo común: si el amigo que compartes con ese desconocido es una persona muy querida y admirada por ti..., entonces el Buen Rollo te invade y te rindes sin condiciones ante el nuevo ser que se te presenta.
A mí me ocurre mucho. Más aún: cuando me escribe o saluda alguien que es amigo de otro alguien que es "La-leche-en-bote-y-el-pijama-a-cuadros", sólo por ser amigo de quien es ya le he vestido en mi imaginación con todos los dones y virtudes que posee nuestro estimado eslabón común. Se ha dicho y repetido aquello de "somos lo que comemos", también "somos lo que leemos"... Yo digo que somos, sobre todo, los amigos que elegimos.
El Buen Rollo también te sacude cuando, en una situación que debería ser de alto riesgo, una intuición genial te susurra poderosamente que en realidad no hay peligro alguno. Sucede por ejemplo cuando en una discoteca conoces a un chico y, tras media hora de conversación, sabes con certeza absoluta que seréis como hermanos, que no puedes tentarle ni puede tentarte él a ti... Y bailas, sonríes, te sonrojas, piropeas y hasta pones tu cabeza en su hombro con total impunidad, sin que ninguno de estos actos sean (ni sean vistos como) peldaños previos hacia ninguna parte.
El Buen Rollo no decepciona nunca. No suele fallar. No hay nada erróneo en él... salvo su propio nombre.