lunes, febrero 23, 2015

Aviones de papel

De repente ha venido a mi memoria esa canción de Esther Zecco. Porque todo me sabe a azúcar y miel, y cuando escuchaba sus acordes era todo sólo una promesa.
La vida se abría lentamente ante mí, como en los versos de Paco Gallardo. "Espera, corazón. Vendrá la lluvia". Y yo esperaba, y me refugiaba en poemas que recordaban mi niñez. En el colegio donde trabajaba veía a los niños jugar, correr, la boca roja de piruleta marca Fiesta como en mi propia infancia. Vagaba por el patio, y luego por las calles del centro de Sevilla. Una fuente, una plaza, una tienda de maquillaje. Y siempre la sensación de estar de paso, de esperar, de comienzo de película. "Todo tiene que empezar, todo está por llegar".
Y era verdad, y ahora la lluvia me empapa como una chimenea de llamas lentas y acogedoras. Sevilla, ese trabajo que no era el mío, esos acordes de guitarra y esa voz serena, esos versos amigos, a veces por teléfono. Pensé que todo eso era casa, y ahora sé que era tan sólo trampolín, la pista de despegue.

martes, febrero 03, 2015

Don Miguel Lluch, in pace

Nieva.
También nevaba en Pampaluna aquel mes de marzo de 2002. Te recuerdo en medio de la nieve, con sotana y botas. "Es la nueva moda", dijiste, sonriendo.
De ti guardo un par de recuerdos nítidos. El más grande, tu forma de hacerme reír a carcajadas en el confesionario: "voy a tener que pagar estas sesiones de risoterapia", te dije, y tú respondiste que en todo caso sería al revés...
Y aquella idea genial de la goma de borrar que tiene preparado nuestro ángel de la guarda cuando nos pavoneamos por una buena acción, y entonces él debe borrarla de nuestra pequeña lista de méritos... Aunque la goma de borrar más grande la tiene Dios,  dijiste,  para borrar las cosas malas cuando pedimos perdón.

Te agradezco infinito esos tres días que me regalaste,  y que luego estuvieras siempre disponible.  No hay oro en la tierra para pagar eso: el único que sabe pagarlo es Dios,  y ya lo ha hecho.