martes, octubre 14, 2008

Qué nos está pasando

Imagino esta pregunta como insertada en una escena de amor o de hastío, en el cine. Él, despreocupado ya y nervioso, deseando marcharse y con la cartera en la mano, de largos dedos que juguetean impacientes. Como si la cartera negra y la corbata de ejecutivo fueran a salvar su matrimonio.
Ella, aún en bata, con el salto de cama color salmón asomándose y nada, podría bailar un tango ante sus ojos y ni se enteraría.
Él, con el pelo negro brillante de gomina, estilo italiano agresivo. Ella, con sus rizos castaños y desordenados, mimosa y egocéntrica. Porque ella es egocéntrica y él, egoista. De ese cuarto oscuro vienen todos los huracanes.
Antonio Azuaga dice que, en la actualidad, navegamos por la periferia del "yo", y el hombre es un guante del revés con los forros al aire mostrando todas las costuras del yo. Eloy Sánchez Rosillo sostiene que en realidad no conocemos nuestra alma, que está muy al fondo y sólo nos atrevemos de vez en cuando a bucear en ella. Y Santa Teresa escribió que cuando comulgamos pasan cosas grandes entre Dios y nuestra alma, que nuestros ojos torpes no pueden ver.
A veces es tan sencillo como eso: esperar el romance divino, cerrar los ojos y hacer propósito de no romper el enigma. La escena de hastío se sublima así. Él se ha marchado de casa, ella se maquilla en el espejo esquivando gotas saladas de rímel, pero ambos piensan sin darse cuenta en la noche que compartirán juntos, que fundirá dos periferias en un solo centro.

23 comentarios:

Anónimo dijo...

De eso nada, monada. El sexo no sirve para salvar un matrimonio, menos que la cartera y la corbata. Cama después de una pelea... mal asunto.
Se ve que no estás casada.

Ángel Ruiz dijo...

Grandísimo texto: mi enhorabuena. Supones una situación -saturada de referencias literarias y del cine-y por eso la crítica de Onyssa -que puede ser cierta- me parece fuera de lugar: tú no estás intentando demostrar nada ni dar consejos a matrimonios, sino reflexionar sobre el misterio de la unión de las personas y ahí es donde le veo yo la gracia -grande- a tu texto.

Myriam dijo...

¡Que bueno Rocío!

lordscutum dijo...

Fabulosa entrada Gis.
Dudo que te refieras al sexo en el sentido que dice Onyssa...
A mí la escena en que ella se maquilla frente al espejo, esquivando las gotas de rimel, y ese magistral final de "dos periferias en un solo centro, me sugiere más el afán-tan noble y esperanzador-, de dejar raíces en otra persona, de perdurar en ella, de fundirse en el Nosotros, de dar atención a las palabras y los actos(por supuesto tambien sexuales)...
...El anhelo de perdurar en el otro, o la pesadumbre por no haberse sabido comprometer...

Ara dijo...

Pues si ella es egocéntrica y él egoista, no entiendo las lágrimas. Y si en la cama funcionan o no, a estas alturas a quién le importa.
Si ella le quisiera como a si misma, y él pensara más en ella que en su trabajo .... esas almas estarían deseando encontrarse en cada minuto del día. Es todo muy sencillo.

Anónimo dijo...

Aunque comparto la opinion de onyssa, me ha encantado tu texto, esta muy bien escrito.
Eva

Anónimo dijo...

Onyssa tiene un punto de razón (no estoy casada...), pero Arp y Lord Scutum me han leído los pensamientos.
No, no estaba hablando tanto de sexo (que también, indirectamente), como de sueños y deseos... y de cómo a veces las apariencias se alejan de la verdad de la historia. Tengo una amiga con la que me peleo muchísimo: de vez en cuando saltan chispas. Bueno, pues en cada pelea nos hacemos más fuertes, y nos queremos más.
Koizumi, es parte de la contradición humana: el egoismo y el amor, las lágrimas y el orgullo.
Gracias, Eva.

Unknown dijo...

Desde luego, el orgullo y el egoísmo son dos grandes males del matrimonio y la convivencia, pero si hay un fondo de amor compartido en el tiempo, todo vuelve a su cauce normal tarde o temprano -aunque a veces cueste mucho- . Casi siempre, al final se cede en el orgullo para dar paso a....."seguir intentándolo", cuando existen buenos propósitos, se termina consiguiendo y después vuelta a empezar.

Anónimo dijo...

Pues yo estoy casada y cama después después de una pelea me parece la mejor forma de olvidar la bronca y de perdonar las faltas, perdonar con el corazón y con las manos... no todo se arregla hablando, y a veces, hay que saber escuchar de otra manera

Antonio Azuaga dijo...

Nunca llamaría nuestra atención un punto blanco si no hubiera tras él un fondo negro. Esta vulgaridad es en el fondo bastante sensata; quiero decir que reparamos en el amor, lo necesitamos, porque el contrapunto es el egoísmo; en realidad el amor es la conclusión de éste, su gran descubrimiento; igual que la palabra del hombre es el enorme hallazgo del silencio del mundo, su imperiosa necesidad. Si será esto cierto, que el amor de los enamorados parece un egoísmo bipolar, esas “dos periferias en un solo centro” de que hablas; y el amor a los otros, si es verdadero, un plural egoísmo, un “multiegoísmo”. Tal vez por eso el mandato del amor al prójimo dice lo que dice.
Lo malo del egoísmo es que el yo se piense “objeto” intercambiable, vacuo, impersonal, enajenado, prescindible; que se quiera ruido y no palabra; necedad y no sentido. Y es malo porque, si seguimos la ecuación anterior, la consecuencia será que a los otros los trataremos como cosas, tan “cosas” como a nosotros mismos.
Perdona el rollo y muchas gracias, Rocío, por la referencia; encima, en compañía de quienes tantísimo me exceden.
Un beso para ti y tu espléndida y sugerente entrada.

Atiza dijo...

Ahí está la cuestión: querer al otro como a una misma. No es tarea fácil, qué va!
Y de lo demás, cada cual sabe lo suyo. Así somos.
Quizás porque navegamos por la periferia del yo, no conocemos nuestra alma. El romance divino, llega, seguro, aún andando por la periferia del yo. Así es Él.

Anónimo dijo...

Pensaba q en el OPUS solo se practica el sexo durante la vida matrimonial,estais todas tela de calientes!!
P.D: Volveré.

Anónimo dijo...

Volverás a aparecer en mi blog si yo quiero, que pa eso es mío.
Voy a poner la moderación de comentarios.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

"el anhelo de perdurar en el otro...", creo que ese es también el egoísmo de quién sabe que no tiene al otro, de quien seguramente ya lo ha perdido para siempre.Comprensible por otra parte, porque estamos hechos para perdurar y la mejor forma es sin duda "dejar raíces en la otra persona".Lordscutum, al 100% con tu aportación, qué bueno que hayas venido por aquí (ahora que he visto que tienes blog tú también te voy a visitar). adaldrida, me has dejado sin palabras, al 100% contigo también, con o sin cama.

Anónimo dijo...

Lordscutum!!!qué chasco!!no hagas esto hombre!!o rellenas el vacío de tu blog ficticio o te registras en negro como todos los pringaillos que no tenemos blog!!

Néstor dijo...

Muy sugerente, Rocío; caída y promesa -esperanza- de redención.

Anónimo dijo...

No deja de sorprenderme que la frase "la noche que compartirán juntos, que fundirá dos periferias en un solo centro", algunos la resuman en "sexo".
Ni deja de sorprenderme que un texto así se resuma con la frase "cama después de una pelea".
¿? En fin, banalización de la realidad.

Me quedo con la frase "nuestros ojos torpes no pueden ver", andamos como cegatos en la superficie de nuestras sensaciones y tenemos desatendido el cuarto oscuro, donde están nuestros recuerdos, nuestras ilusiones, nuestros amores...

Muy bueno, Rocío.

María dijo...

el egoismo.... el otro dia nestor hablaba de eso y es el peor enemigo de la pareja, me parece eso y la rutina. Jo ro que buen consejo para apuntarnos este que nos das y que bien lo rematan atiza angel y lordscutum!

Anónimo dijo...

La cuestión es controvertida, sin duda.. sexo, trascendencia más allá de los límites psicotrópicos del cuerpo ("polvo eres...").. sin embargo, yo me quedaría con una imagen: LA ALCACHOFA.
Sí, sí, "la alcachofa", porque pese a su sabor amargo (como esas lágrimas de sal), puede cocinarse con el fuego del amor (véase "el encuentro") hasta el punto de convertir un vegetal anodino en un soufflé capaz de reunir en comunión espiritual, alrededor de la mesa, a "la familia", en el sentido más amplio y pleno del término.
LA ALCACHOFA.

Myriam dijo...

Me encanta como escribes Rocío, el egoismo es lo que mata las relaciones.

Benita Pérez-Pardo dijo...

Lo entiendo más como la unidad de los cuerpos, un abandono temporal del yo que como lo entiende Onyssa.
Cierto es que somos una generación de egoistas que empezamos con los walk man (escuchar la ´m´suica individualmente) y creemos que la vida se rige de nuestras apetencias personales.
El texto me ha impactado y venía dándoles vueltas en el coche. El egoismo nos hace poco atractivos porque nos lleva a adquirir lo que cualquier otro puede adquirir y, sin embargo, la generosisad atrae porque sólo en el acto de dar/darnops nos hacemos diferentes a los demás.
Siempre he creído que cada persona tiene un talento único: uno saben escuchar, otros son buenos dando consejos, otros saben hacer compañías silenciosas en los momentos malos, otros alegrarte el día, otros arrancarte la primera sonrisa de la mañana y así sucesivamente...
POr eso el egoísta no resulta atractivo porque pierde/diluye su "individualidad" única e irrepetible en la acción de atesorar (o pensar en sí mismo) y se pierde el encuentro del yo que se realiza dando. Uno sa lo que tiene y sólo dando uno se entera de que es...

Menudo rollo acabo de soltar. Vamos, que me has hecho pensar sobre el tema.

En cualquier caso si soy consciente que el 95% de las custiones que me preocupan (cunado me preocupan) se basan en mi propio egoísmo. Y cuando estoy más preocupada (o egoísta) estoy más aislada del mundo y doy más "pereza".

Bueno ya paro...

Benita Pérez-Pardo dijo...

María, el egoísmo no es el mayor enemigo de la pareja sino de la felicidad. Una teoría comprobada...