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domingo, noviembre 09, 2008

La carta de Reyes Magos

Toda la mañana rodando entre bicicletas y peluches me ha dejado un sabor de fiesta a destiempo en los labios. Cuarta planta del Corte Inglés, juguetería. Manu y Jaime lo miraban todo con ojos grandes de sorpresa. Me voy haciendo mayor, pienso al ver una docena de árboles de navidad rodeados de papanoeles, ¡si todavía no ha empezado el Adviento! Pero pronto me va atrapando el encanto del espumillón, y voy adentrándome en el rosa algodón de azúcar que tanto me fascinó de niña. Y descubro que siguen existiendo los Nenucos, las Nancys y el Gusiluz. Un mundo de color, la luna fluorescente en el cielo del cuarto de jugar. Castillos que se convierten en prácticos maletines, y así puedes guardar todos tus sueños junto al bocadillo de media mañana.
Y me he descubierto dando la vuelta a una caja de cartón para mirar el precio de una muñeca repollo. Si quieres regalármela por mi cumpleaños, puedes hacerlo. Doctor, doctor, me gustan las muñecas, ¿es grave?
La velada terminó en la librería Tarsis, aspirando el olor de los comics de Hergé. Ya los tengo todos, decía Manu. Y corría con su hermano de un lado para otro buscando los libros de Jerónimo Stilton. Mientras tanto yo, en una esquina oscura, descubría el teatro completo de Oscar Wilde, que también sería un gran regalo. Muñecos y libros se dan la mano bajo el muérdago, me devuelven a mis ocho años, cuando inventaba mundos para mi hija Maite y empecé a leer aquellos inolvidables libros de pasta dura de color rosa fucsia.

viernes, junio 29, 2007

Sugus

Manuel me regala un sugus de color azul. El azul es mi preferido, sabe a piña, a flash de verano. Manu quiere que juguemos a pollito inglés en mi casa, pero está malo y tose, y su madre no quiere que los niños corran, se acaloren o se rían. De vez en cuando vamos a mi habitación para ver mi pez naranja. Descubren tesoros escondidos, la guitarra que me regaló Beades, el palo de lluvia, las cajas de madera tallada... Abren cofres y desbordan pulseras, anillos, tobilleras de las mil y una noche por el suelo, porque somos una banda de piratas y hay que saquear la ciudad perdida, yo soy la jefa, abren cajones, nada importa. Arden las hogueras a lo lejos, y luego el mar: "nos iremos en barco".
A la hora de partir un pañuelo de lágrimas, pero Manu me convence para que duerma en su casa. Este hijo mío va para presidente de gobierno, dice su madre. A la mañana siguiente, enmarañados en la cocina, nos volvemos a encontrar. Manuel me dice, desde sus siete años, que va a traerme "los mejores libros de la biblioteca de su padre". Espero. Vuelve en pocos segundos con tres tomos gordísimos. Son la Odisea de Homero, El Señor de los Anillos y El Quijote.