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miércoles, mayo 25, 2011

Carta a los Reyes Magos



Al leer un poema precioso de Luis Alberto de Cuenca titulado así, Carta a los Reyes magos (en El reino blanco), he recordado una carta surrealista que escribí en estas navidades y no llegué a publicar. Es ésta:

Queridos Gaspar, baltasar y Melochor:


Este año he sido buena y he aprendido a poner la lavadora sin que se me caiga la tapa sobre la cabeza al recoger la ropa, con la consiguiente melopea lírica que se me viene encima cada vez que acontece tal desastre.

También he aprendido a planchar pero... que no cunda el pánico: sólo servilletas, paños de fregar y pañuelos blancos de dama. Todavía los puños de camisas masculinas se me resisten, por lo que la cohabitación y torpe concubinato con un hombre es algo que me está angélicamente vedado. Item más he dedicado menos de un segundo coma dos al día en fatigar el sexo mandamiento, y me he cortado el pelo como una chica buena: con la nuca despejada, que luego hay corriente.



Por todo eso y por varios puntos incógnitos que irán desvalándose vengo a pediros algunas cositas.



Primero quiero que me hagáis saber si gaspar es castaño o pelirrojo porque la duda me corroe. Y ya que he hablado de aquello, no me vendría nada mal despertarme un día y descubrir que me he vuelto pelirroja. No, no os estoy pidiendo un cheque regalo en cualquier peluquería, os pido un cambio sobrenatural en el color de mi pelo. Que lo solucione gaspar si es que al fin resulta que es pelirrojo, y si no, que parezca un accidente.


Quiero que de los grifos de mi casa mane agua Evian. Ni más ni menos. Tengo entendido que en lanjarón, el pueblo, el agua que beben los lugareños es agua lanjarón. Siento un enorme agravio comparativo.

También quiero un lazo rosa, una foca de peluche forrada con piel de foca, un delfín de peluche forrado con piel de delfín, y una ardilla verdadera (con piel de ardilla.) Por cierto, aseguráos que la foca y el delfín que prestaron sus pieles murieron de muerte natural.
Os dejo alpiste. Cuidado con comerlo todo, los camellos también vendrán con hambre.

Vuestra,

Adaldrida.

domingo, septiembre 12, 2010

Me he vuelto roja

Estupefacción.

-Es la última frase que pensé escuchar de tus labios, me dice Carlos desde el otro lado del mar y del hilo telefónico.

- Tranquilo, cariño, que sigo yendo a misa to´los días...

(Risas telefónicas.)

- Vamos, que a la pira de sotanas no llego, pero... como me enganché a Amar en tiempos revueltos...

-Y eso qué tiene que ver...

-Hombre, pues mucho... Es un daño colateral. Ya sabes: tanto va el cántaro a la fuente... Sobremesa tras sobremesa con el corazón en un puño por culpa del escritor comunista encarcelado, primo de su primo... y de su prima...

(A ver, que me desvío. Más risas telefónicas.)

-... Y encima "me" encarcelan también a "mi" Angelito...

(Cielo santo, que alguien pare esto. Empiezo a hablar como una... como una... )

-Pues eso, que he generado una enorme sensibilidad hacia la represión franquista.

(Sí, ahora arréglalo con jerga supuestamente profesional, o sea, relamida, pavisosa, insufrible, lacia y definitivamente lánguida.)

- ¿Pero tú antes eras azul o qué?

- Así a sabiendas ni azul ni roja, yo no era nada, por algo nací en el 77... Peeeero nunca podemos minimizar el riesgo que tantos prejuicios de pequeñoburguesa... proliferando... latentes...

(Hala, yo sigo a lo mío.)

-No sé, mira, creo que hasta ahora, por respeto a mis abuelos, había obviado la cara menos amable del franquismo, y de repente surge, flup, como un gigantesco lirio negro...

Carlos tiene, ante todo, una mente literaria:

-Mmmmmm... ¿Y por qué no lo escribes en el blog? Ya estoy viendo el título de la entrada, "Me He Vuelto Roja", y las visitas disparándose...

-No sé, tú... Igual pierdo el poco público que me queda.

-No creo.

-¿No?

sábado, febrero 13, 2010

Conversaciones con La Otra

- ¿En qué se parecen George Clooney y el pudding de frutas del cortinglés?
- Mmmmm. ¿En que un poquito gusta, pero mucho empalaga?
- Nooo. Nunca me he cansado del pudding, y me temo que tampoco me hartaría George.
- Pero si acabas de descubrirlo...
- Pero esas cosas se saben. Lo intuyo.
- Vale. ¿En qué se parecen...? ¿En que ambos gustan mucho pero suben el colesterol?
- En sentido espiritual, sí, es una metáfora... Yo quería decir que ambos me atraen poderosamente, pero en el fondo me caen mal.
- ¿Te caen mal?
- Sí, bueno... El pudding me cae mal al estómego, o me lo acrecienta que es peor. Y George me cae mal todo él. Así que esta atracción súbita me está cayendo como un tiro...

Esta es una conversación inconsciente entre yo y "la otra". De pequeña le llamaba "la gemela transparente" y hablaba con ella sin parar. Y ahora ha vuelto. El runrún empezó con la película: que salía George Clooney vestido con traje de chaqueta despidiendo al personal, y yo pensando, "será cerdo..." Que te crees tú eso, ruge La Otra dentro de mí. Sí, mira es idiota, respondo yo sin ser aún consciente de la balumba que me caía encima. El amor de su vida es un cerdo, dicho por él. Que va y se le muere. Me cae mal, no puedo evitarlo.
Pero se puso a sonreír. Gorge Clooney, digo. LLenaba la pantalla su sonrisa. Soy débil. Y encima cuando sonreía en primer plano me recordaba mucho un chico que me gustó. "Sonríe como X", le dije a La Otra. La Otra, renacida después de tantos años y disfrazada de Gollum, me repuso: mi tesoro, nos ciega el amor retrospectivo. Amenaza flashback. Puede ser, concedí, porque hay antecedentes, me temo. Yo era la que pensaba que Tom Cruise era clavadito a un X anterior.

Vale, no me negarás que a quien se parece es al pudding del cortinglés que nos zampamos los tres, o sea tú, Chinto Chabola y yo hace un ratito. Vale, dijo La Otra, plantéamelo como una adivinanza.

(Para una entrada taaaan surrealista lo mejor es un vídeo de Esclarecidos.)

martes, agosto 07, 2007

...Pero no cierro

Hoy he venido por venir, por abrir el chiringuito, pero estoy seca. Sin rastro de poesia, de vida, de inspiracion. Y encima, me ha tocado en este ciber uno de esos ordenadores anglosajones que no marcan acentos ni egnes. Cuando lo que yo queria decir era "sin segnales de humo". No escribo porque estoy seca y al mismo tiempo llena de voces familiares. No se que decir, no se ni poner tildes. Ni endecapixeles escribiria yo en esta tarde. A ver si se me pasa, porque definitivamente este blog no se cierra: me quedaria sin aire...

martes, junio 19, 2007

¡Follonen, spilen! (Verano del ochenta y tres)

Escucho incansablemente dos canciones: En qué estrella estará, de Nena Daconte, y Sólo pienso en ti, de Miguel Bosé. Todo da vueltas en torno a una escalera roja de caracol, un poco despintada, que había en Münster cuando yo tenía seis años. Viajamos en barco hasta Bonn durante aquel verano. Nos bañábamos en una piscina olímpica, cubierta. Y fuimos a la casa de Beethoven.
Mi padre me dijo que Beethoven era sordo. Dijo era, pero yo no reparé en el tiempo pasado y pensaba que el tal Beethoven era uno de sus muchos amigos filósofos. Entramos en aquella casa museo y había un par de vitrinas, una con un piano viejísimo y otra con una trompetilla que la gente miraba con veneración, ¿por qué? Y yo mirando por los rincones, buscando juguetes para jugar, o al menos niños para hablar con ellos. Los hijos de Beethoven debían estar escondidos detrás de alguna puerta, qué tímidos. Es increíble lo que pude aburrirme allí, rodeada de partituras amarillas, resquebrajadas como reliquias.
Pero también estaba la escalera roja, y el niño ése holandés y rubio: jugábamos a bicicletas sin hablar casi. Sólo nos decíamos "spilen" o algo así, que significa jugar en alemán. Y yo también decía: "Follonen, spilen". Porque el niño se llamaba Follonen. Eso me dijo. Luego, en España, la gente se reía mucho cuando decía yo su nombre y, como en la tarde aquella del museo, sin pillar ni una me preguntaba incansablemente, ¿por qué?

lunes, junio 18, 2007

Sed de poesía (o cómo apretar el tubo)

Tenía veinte euros en el bolsillo, íbamos a la playa y se me estaba terminando la crema hidratante: tres datos que confluían el sábado por la mañana dentro de mi ser. Decidí bajar a la parafarmacia y comprar allí un tubo de Toleriane, de la Roche, para pieles sensibles: doce con cincuenta. Pero, ya en la calle, brillaba en mis pupilas el escaparate de la librería Beta. Cruzar un semáforo y adiós, mis veinte euros. Adiós, ilusión de crema que hidrata y que suaviza, de textura oil free y con un ligero olor a pera. Bien mirado, me decía yo con la antología de Mariscal en una mano y Soy en mayo de Mesanza en la otra, me queda un resto de Pure A de Garnier, que hidrata, matifica y limpia las imperfecciones cutáneas. Hay que terminarlo, quizás, apretando un poco. Voy a preguntar qué valen estos dos libros.

En el mostrador el chico me sonreía. Ahí viene la que nunca me pregunta por lo nuevo de Dan Brown. Éste (y señalaba), diez euros. Este otro, nueve. El billete dio un brinco en mi bolsillo, silbando que quería convertirse en dos hermosos poemarios. La poesía hidrata, pensé. Y apretar el tubo de Garnier fomenta el ahorro, fortalece los músculos del brazo y favorece el juego de muñeca.

jueves, junio 07, 2007

Ya


¡YA HAY DOS MIL/ VISUALIZACIONES DE MI PERFIL!

(digo, por aquello de la rima. Y como ya tengo más de treinta libros leídos y citados en mi tesis, sumo y sigo: ya son casi las dos,/ he bajado de la biblioteca y voy a comer/ con Anacó.

Brindaré con fanta de naranja, pediré arroz con leche en el Faustino: maderas y recuerdos, aires de taberna, personas que sonríen, huevos fritos con patatas... podrá no haber poetas pero siempre... ¡habrá poesía!

domingo, febrero 25, 2007

Aviso

Me estaba hartando un poco del color rosa... Éste me gusta más. Y ¡he logrado poner enlaces! Yuju!!!
Fdo: Rocío/Llir/Adaldrida.

P.S.: He inaugurado una nueva sección del blog: "Este mes toca..." Iré cambiando las cuatro propuestas: libros, pelis, revistas y caprichos terrenales.