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martes, marzo 20, 2012

Sevilla, marzo... in memoriam

El aire cada vez más azul, frío por las mañanas, frío con sol en el mediodía, malva brillante al anochecer.
Sevilla en los primeros días de la primavera es un caótico reino de palmeras y azahar. El aire cada vez más azul huele al calor primero, ése que trae un viento diminuto y que despoja abrigos por primera vez. El aire saturado de aromas, jazmín en una esquina, fruta cítrica y flor casi podrida en la otra, nos revuelve el pelo. El cabello en el viento se esparece, desleído en los perfumes de la primavera.

Naranjos en mi pelo... guitarras, recitales, lo que ya no es. "Lo no me comunica sus virtudes", diría Cirlot. Lo no siempre es hermoso, pero inconstante. La Rioja me devuelve otros aromas.

sábado, noviembre 26, 2011

Alcohol, Tomás de Aquino y eye liner

Mi amiga M. es una fuente de inspiración continua. Contemplando juntas un cuadro de Zurbarán me hizo percibir el bolsito tan cool que lleva Santa Margarita por alforja en pleno siglo XVII.
La semana pasada, desayunando en el bar Génesis, tuvo que tomarse uno de esos diabólicos sobrecitos de Frenadol y descubrió entre sus ingredientes un colorante llamado... ¡amarillo ocaso! Comenzamos el lento yermo de la mañana laboral hablando de poesía farmacéutica.
Este viernes yo tenía que impartir una sesión sobre maquillaje en una asociación cultural. Y me habían pedido que, antes de la práctica, fundamentara la necesidad de afeites cosméticos con argumentos filosóficos. En mi vida me he visto en tal aprieto.
Decidí recurrir a Santo Tomás, todo un clásico. Uno de sus famosos remedios contra la tristeza es un baño de burbujas.
...Bueno, recogí velas ante sus ojos atónitos, el santo habla de un baño, las burbujas, sales e incluso velitas las pongo yo.
De pronto, mi amiga se acuerda de un poema renacentista en el que el trovador alaba a su dama, que entra en cierta iglesia de sevilla y los monaguillos y hasta el cura se confunden y

"por decir amén, amén
decían amor, amor"

Es interesante, apunta, porque al describir a su señora habla de que en su boca había dulzor, en sus mejillas arrebol y en sus ojos... alcohol, o sea, una sustancia cosmética.
Estuvimos buscando la cita exacta en Google durante un buen rato, porque, decía ella entre risas, si juntas las palabras "Poema" y "Alcohol" en el buscador famoso, te dirige directamente a...¡Joaquín Sabina!

miércoles, octubre 26, 2011

Irse de casa (I) La Radio

Me he ido de casa.
Ya no vivo en Sevilla, con mis padres. Tampoco vivo en Logroño, en casa de mi abuela. Vivo en Logroño, sola. En una casa que he amueblado yo, con ayuda de toda mi familia.

Mi padre arregló el tema de la electricidad: al fin y al cabo las mujeres, o ciertas mujeres, seguimos siendo machistas. Los enchufes y bombillas... ¡¡¡ellos!!!
Mi madre me hizo unos visillos preciosos y me acompañó a comprar muebles. la base de la cama se llama "tapiflex". Las sillas de madera son muy caras, si quieres que sean buenas.
Me fascina mi casa: tiene una mecedora y un tocador vintage. Está situada en medio de todo, en el epicentro de la ciudad, en una calle repleta de farolas y gente paseando. Volver a casa a las diez de la noche es como organizar un camping en una tarde de verano... con luna en el cielo.

Y no tengo televisor. No estoy en contra, conste... es que supuse que con el ordenador encendido, los libros por leer y las visitas me bastaría.
-Pero, pero, pero... ¡¡¡si vives sola!!!
Sí, es cierto: se agradece escuchar un run run acogedor cuando llegue a casa, un gato que me pregunte con bigotes y cabriolas: ¿cómo te fue?
Y, precisamente por eso... me he comprado una radio, y la enciendo nada más llegar a casa, tras dejar las llaves en una bandejita de vidrio azul en forma de botella que me regaló Merl.
No es una radio cualquiera... Es radio despertador. Me despierta a las ocho de la mañana de lunes a viernes, con música o noticias, lo elijo dependiendo de mi estado de ánimo en la noche anterior.
Y claro, tengo que escoger cadena.
Por ahora, mi casa es una mezcla de Onda Cero, Kiss FM, Los Cuarenta, Radio Clásica y... ¡Cadena Cien!
Esta última es la que suele endulzar mis primeros minutos: levantarme con Javi Nieves por la mañana es encontrar, entre las sábanas aún revueltas, una llamarada de alegría.

sábado, enero 15, 2011

Yo Ya Lo Sé Todo... Porque Soy Mayor

En el autobús colegial, los niños saltan apaciblemente sobre los asientos utilizando sus cinturones como camas elásticas, cantando a grito pelado la balada de Pito Pito Gorgorito cuando...

- ¡¡¡Papá Noel no existe!!!

Una científica voz de niña de siete años rasga el aire lleno de juegos. Don Melitón tenía tres gatos, que los hacía bailar en un plato. Y por la noche les daba turrón, que vivan los ga...

- ¡Papá Noel no existe! Papa Noel es un cuento, me lo ha dicho mi madre...

Las profesoras clavamos nuestra más intimidatoria mirada en la niña, que alza contra nosotras unos ojos clarividentes de duende verde y burlón. Los niños se han quedado mirándola, y llueve sobre ella dinamita verbal:

-¡Mentira!
-¡Sí, hombre! Y entonces, entonces... ¿quien te deja todo ese mogollón de regalos?

Arde la tensión en nuestros cuerpos... son siete segundos en los que se juega toda la magia de una docena de niños, hecha añicos por culpa de una sabihonda con gafas y descaro.

La niña exacta levanta la barbilla retadora y responde:

Pues quién va a ser... ¡Los Reyes Magos!

lunes, diciembre 13, 2010

El ego sum empírico (la alegre tropa)

Dentro de 3 días cumpliré 33 años. Me gusta el número tres. Este post está dedicado a tres bellos personajes: Lord Scutum, Fernando do Vale y Témporis.
Anoche organicé en casa una merienda recital con motivo de mi cumpleaños: un recital privado con el "núcleo duro" del grupo Númenor para declamar nuestros últimos poemas, y como estrella invitada, Lord Scutum, que desde el principio de las veladas poéticas en mi casa (marzo del 2000), ha amenizado la noche con sus aforismos geniales.

Desafortunadamente, Beades y Alejandro Martín Navarro no pudieron asistir, y Joaquín Moreno tuvo que marcharse pronto... Pero al final quedó un pequeño cenáculo: Pablo Moreno, Paco Gallardo y Lord Scutum entre ceniceros, papeles y ginebra, el verso chispeante y el tequila centelleando en las copas. Era una botella de color caramelo llamada "corazón partido", con un licor ambarino que pegaba fuerte en la garganta pero luego tenía cierta dulzura y una cogorza suavísima, melopea lírica. La sangre no llegó al río. Fluyeron los poemas: Paco y Pablo tienen sendos libros inéditos, ignotas joyas que fueron parcialmente desveladas esa noche.

Me regalaron una botella azul de Bombay Saphire que presidía la salmodia, unos bombones blancos y unos pendientes celtas, que Lord Scutum me compró en Irlanda, allá por el dos mil cuatro, luego extravió y ahora ha reencontrado. Tienen un triskell sobre dorado: son el símbolo exacto del número 33.
Pero lo mejorcito que trajo Lord Scutum consigo fue un poema de su propiedad, el único que ha escrito, en endecasílabos casi perfectos: "yo es que al leer tu libro me dije: los poemas de Rocío tiene una música, voy a seguirla". Me suelta esa frase genial con aire tímido y entrecortado. Casi me lo como.

El poema Lordescutiano dice así:


VIDA SIN MÍ

El ego sum empírico mi vida
con enamoramientos inconclusos
noctámbulos periodos sin fisuras
multívocos fragmentos irreales
de indecisiones pánicos y bríos

se rasga más completa de puntillas
mirándote de cerca con los brazos
abiertos Cristo identificatorio
por tu misericordia permanente

brillantes excepciones hoy me inician
a ser yo de verdad como yo soy
solo ante ti quizás sin los disfraces
ni los espejos que reflejan nada
sólo artificios de quien quise ser

ausente erradicado un tanto iluso
fragmento de una vida sin sentido
sin ti me anulo desenamorado
dándome igual mi lepra mi camino
mi irregular respeto de mí mismo
mi interpretar a solas este mundo

A mí me parece un poema estupendo, tal vez un tanto sobrecargado de discurso como su propio autor. Lo único que creo que necesita una nota del editor (un asterisco, diría aquí Beades el Torrente) es lo del "Cristo identificatorio". Resulta que Lord Scutum es un bohemio de penumbra litúrgica, un auténtico hedonista cristiano, y piensa que sólo Jesucristo es el que nos puede revelar a cada uno nuestra verdadera identidad. Ahí queda eso. Y el poema fue escrito y leído fervorosamente no bajo los efluvios de sacristía rancia, sino entre brindis sacros de ginebra: ¡Toma ya!

martes, noviembre 02, 2010

Hojas amarillas y pompas de jabón

En Madrid llovía. Y no pudimos visitar el convento de las Descalzas, ni ver el cuadro de la Virgen del Milagro que allí duerme, sin saber que es culpable de que tres generaciones de mujeres en mi familia se llamen así, como un milagro solitario. Pero estuvimos paseando debajo de la lluvia, caminando por la calle del Arenal, con todas las tiendas abiertas pese a que era domingo. Y al fondo de la calle, cerca ya del convento, había una feria de artesanía auténtica: cuero, cerámica, cristal de murano. Y un dulce hombre argentino que vendía pulseras de macramé y se llamaba Damián Blosztein. Me dijo que vivía en Aranjuez, y que hacía anillos artesanos con resina y perlas de cristal translúcido que pintaba por debajo, con esmaltes para uñas.

Y, puesto ya en el dedo, parecía una pompa de jabón irisada, de color rosa muy suave, casi malva, casi aire.

miércoles, septiembre 15, 2010

En el Bazar Belmondo

Hace un par de días me regalé una "tarde de chicas": apacible y aventurera al mismo tiempo, sin reloj ni almanaque, paladeando el deleite de perder los minutos, demorándome... Derrochar una tarde con amigos: un lujo cada vez más inasible, pero que en el reflexivo septiembre aún puede hacerse realidad. Septiembre es un mes de retales, de trozos de sol entre nubes. Un mes de tiendas y calor, helados y rebeca por la noche.

Cris y yo nos adentramos en una calle de Sevilla, la más recóndita y hippie: Amor de Dios (de la que nadie nos separará.) Y ahí, en una esquina despintada y mágica, estaba el bazar Belmondo. Una tienda muy años ochenta, en la que tiritaba nuestra infancia. Camisetas de Chupachups Kojac, vestidos abombados y cajas de lata con estampado beatle. Y, en una vitrina... ¡llaveros de Playmobil!




Cerré los ojos y vi una calle: una frondosa calle de Alemania. Y yo con siete años. Y Nacho, aquel chaval, atropellándome, montado en una bicicleta cruel. Andaba yo jugando con media docena de playmobils, algunos a caballo, y no quedó ni uno. A cámara lenta veo a la madre de Nacho llegar, palparme las piernas, gritar a su hijo...
-¡¡¡Rocío!!!




Despierto en el bazar. Sobre nuestras cabezas infantiles se mecen tres hileras de Playmobil, pegados a una cadenita de metal y una anilla. Bailan despacio girándose en su péndulo metálico, cautivándonos.






Y no eran los únicos llaveros sicodélicos: había una pelota de badminton, una pistola de trapo y un cepillo de los de la ropa, con el mango forrado de cuadritos. Era la cueva de Alí Babá, veinte años después.





Y un perro negro y feo nos miraba.

lunes, mayo 31, 2010

Libros y ron

Todos los lunes llego al colegio somnolienta, como si fuera una alumna más. Los ojos se me cierran y, en ese justo momento, una compañera de trabajo pregunta con zumba: "¿Has tenido un fin de semana loco?"

Por una vez acertó. Comenzó la locura el viernes en la estación de trenes, recogiendo a la poeta Amalia Bautista de un ave tumultuoso. En el balcón de mi casa guacamole, cigarros y diálogo, mucho diálogo. Y luego el calor extraño de Sevilla, con nubes, frío en la sombra y un sol picajoso. El hotel Doña María: su terraza a los pies de la Giralda. Tenemos a un palmo de nuestros ojos el pacharán con hielo que ha pedido Amalia y la filigrana medieval. Mientras ella descansa, se ducha y yo la espero, me recorre un río por las piernas, llego hasta la Casa de Libro y compro, electrizada, el nuevo poemario de Miguel d´Ors. En la facultad presento a Amalia y ella nos envuelve con su voz suave, de prodigio lento, de tristeza cálida. Le pido que recite el poema del puente, y el de los pies de sus niñas. Ovación cerrada. Cena con ella y con Cabanillas, Baltanás y Marie Christine del Castillo. Cotilleo poético. Jose Julio nos cuenta un cuento surrealista. LLego a casa a las doce, como Cenicienta. Cansadísima. Feliz.

El sábado me bebo los poemas de Miguel d´Ors. Primero de un trago, luego a pequeños sorbos. Saben a niñez y a vacas, a exabrupto lírico, a guasa épica, a epigrama genial. Saben a siempre y a nunca, a otro Miguel d´Ors, a felicidad imperfecta, a rimas libres. Saben a maravilla de nuevo y nunca acaba, a qué bien otro libro, otro río, otra fuente en la que beber, aquí su acólita.

Por la noche, juerga en casa de L. De nuevo guacamole: no había tabasco y le puse cilantro y crema de vinagre balsámico. De postre copas de caipirinha, lima verde invadiéndolo todo. Juegos de cartas y ron, mucho ron. Ron que sabe a matarratas, a me voy a intoxicar, y todos riendo y acusándome con el dedo índice, "has perdido, ¡bebes!" Así que bebo, grito, aúllo. Y me duermo en la chaise longe, entre almohadones. Ya en casa, dando vueltas a las cuatro menos cuarto, medio dormida busco Omeprazol. Mañana arde París, digo mi estómago, si no encuentro la pastilla bicolor que todo lo cura.

Y el domingo me despierto flotando, en medio de una resaca benigna de color champán. Nubes soleadas. Encuentro el librito Blogueína, de José Miguel Ridao, y me lo enchufo en vena hasta la noche, misa de ocho y cine en casa.
Pedazo de fin de semana loco: libros y ron.

jueves, mayo 27, 2010

One fine day

El lunes al mediodía, flash, mensaje en el móvil: "¡Sorpresa! ¡Estamos en Sevilla!" Y sí que fue una sorpresa: la oscura tarde de un lunes se llenó de luz, entre pitufos de plástico y botellas de aloe vera, con mis amigos Teresuca y Hervé, de Pampaluna.

Quedamos en la calle Sierpes y les sometí a uno de esos recorridos literarios que hacía yo antes con bachilleres de distintos puntos de España: ahora Cervantes, ahora Cernuda, ahora el Ateneo, ahora Gertrudis Gómez de Avellaneda y siempre los hermanos Bécquer y Machado... El camino coincide con otro itinerario más fashion, de tiendas especiales, secretas o vox populi (vox dei.) Comenzaron extasiándose con el antiguo teatro imperial convertido en librería: les conduje a la misma boca del escenario, donde han istalado las secciones de poesía, teatro y cine. Te giras un poco y puedes ver el paraíso convertido en libros, gran metáfora.

Una vez en la acera divisamos el arco efímero que han levantado para la celebración del Corpus Christi ("esto era así en todas las ciudades, en la sacrosanta España barroca...") Por un momento regreso a mis clases, a mis rubias alumnas que deben leer junto a Clarín y Valle Inclán las aventuras del Capitán Alatriste... "¿esto es literatura?", pregunta Katherine con curiosidad reprobatoria.





Después, en Los tres reyes magos, nos volvimos como niños a la vista de patos de goma, biberones mágicos y muñecos vintage. Y acabaron regalándome, por mi santo, un bebé asombrado (totalmente poético, decían), al que bautizamos con el nombre de Tomasso en honor al santo de Aquino, y porque la filosofía nace del asombro, dijo Jostein Gaarder. Lo he bautizado con agua Evian, nada menos. A Jostein Gaarder no, al muñeco vintage. Tomasso Evian Adaldrido del Lirio Mojado. Bueno, se me está yendo la olla, después tendré que corregir.





Luego fuimos en directo a la calle Amor de Dios, de la que nadie me separará. Entre chupas moteras en amarillo eléctrico, bolsos en forma de radio antigua y camisetas de Tintín nos anocheció. Al filo de las nueve nos dejamos caer, perezosamente, en Isbilia, donde en una vitrina había una recua de muñequitas playmobil vestidas de Bélle époque, con sombrilla y todo. Y otra con hábitos de monja. Pero "no están a la venta", nos dijeron. Yo me llevé un anillo de plata de aires élficos en forma de hoja. Y Teresuca lo fotografió en el Patio de San Eloy, no con fondo de azulejos y botellín de Kass sino flotando sobre un salmorejo bendito que vino a poner broche final a los festejos de mi santo.

jueves, abril 01, 2010

Nosotros, los raros

Mis alumnas y yo hemos llegado al final del siglo XIX, y allí estamos, hablando del mal du siécle y de Baudelaire, toma ya. Tras lanzarles un speech nada pedagógico, a la altura de Verlaine y su magnífico ensayo alzo la vista para ver si hay manos alzadas. B., con sus ojos de mujer clarividente, pregunta: "Y, ¿por qué se llaman poetas malditos?" Que por qué se llaman poetas malditos: pues porque sus versos eran irracionales, visionarios, oníricos... porque hablaban de temas un poco escabrosos, como la relación entre drogas y creatividad...Y, ya un poco más relajada, termino: en realidad porque eran raros.
Pero, me dice B., en realidad todos los poetas son raros...
Silencio. Veo como le llueven codazos a B., me parece muy divertido. Y M., con su buena intención de siempre, intenta arreglarlo:
En realidad, en realidad todos somos raros.

jueves, febrero 11, 2010

Mirar el fuego


Foto hecha por mí en la Avenida de la palmera, Sevilla


Ya tengo en mis manos mi tercer poemario, Mirar el fuego, publicado en Pre-Textos y largamente esperado... ¡Laus Deo!
Ayer me llamaron para decirme que ya estaba, recién sacado a la luz, y que me lo mandaban. Lo celebramos, mi madre y yo, en un recóndito bar gallego de barrio que nos encanta. Pedimos pulpo a feira, empanada y vino de Rybeiro, que nos lo sirvieron en una jarra de barro cocido y dos cuencos de loza blanca. LLené mi cuenco, pese a que bebo muy poco alcohol normalmente, y el vino de color dorado me obnubiló.
Hoy lo tengo físicamente aquí, y he comido en mi casa con Chinto Chabola, mano a mano, un arroz con guacamole de mi invención que sabía a cielo infinito. Y luego, pudding de frutas del Cortinglés, que es el paraíso glucémico. Acto seguido he maquillado a una serie de señoras de una asociación cultural y he llegado a los cines a tiempo para ver, con mi madre, Up in the air. Madre mía qué pedazo de George Clooney. Qué ciega he estado. Cuando sonríe creo que hasta los ángeles dejan de respirar.
Termino el día recitando la oración de mi abuela para expresar conformidad con la Voluntad Divina: Señor, como hoy siempre. Mejor cuando quieras. Peor, ¡ni se te ocurra!

domingo, diciembre 20, 2009

Regalos

Mis amigos son especiales: son poetas, fumadores de pipa, tocadores de piano, vividores con bebé a bordo, bohemios de misa dominical. Y, por eso, sus regalos son también especiales. No me regalan maquillaje porque saben que ya me lo compro yo. Me regalan libros, pero pocos, porque saben que, si son de poesía actual, los poetas actuales suelen honrarme con un ejemplar de cada obra publicada. No. Ellos prefieren fabricar para mí objetos élficos, o comprarme utensilios propios de un hobbit: cosas bellas que sólo sirven para contemplarlas, que es la ocupación más activa que existe en este mundo.
Me regalan, por ejemplo, un billetero artesano hecho de hojas del otoño, que misteriosamente desaparece y vuelve a aparecer, o me compran entre todos una guitarra cuando saben que no la toco, que quizás no aprenderé a tocarla nunca, pero por si acaso la acompañan con una cejilla que hará que suene "muy medieval".
Lo primero que recibí al cumplir veintitrés años, cuando comenzaba nuestra amistad, fueron dos poemarios finitos, con tapas de cartón claro muy incómodo: Europa de Mesanza y Cárcel de amor de Amalia Bautista. Dos libros que junto a los recitales de Miguel d´Ors me impulsaron a escribir los primeros poemas de La búsqueda y la espera...

Este año los regalos comenzaron el sábado doce de diciembre, en Madrid. Kitty sacó de su bolso uno de los maravillosos bolígrafos en forma de barra de labios, de Marc Jacobs, y me dijo: "¿te gusta? Para ti. Yo tengo otro en casa."




Mis amigos poetas dicen que este regalo es un símbolo de mi blog, por eso se me ha ocurrido escribir esta entrada tan friki y exhibicionista. "El maquillador de versos", lo bautizó en seguida Beades. Y Conchi le hizo una serie de fotos de las que he rescatado esta: las dos fotografías que siguen son también suyas. (¡Gracias!)

El mismo día de mi cumpleaños Neat, mi alumno norteamericano, me grabó un disco repleto de lo que yo llamo "música de invierno": baladas a ritmo de swing que hablan de amor y parecen escritas en torno al fuego de una chimenea. No pudo elegir mejor la música.
El viernes, mi amiga Merl vino a mi casa para disfrutar de una de esas viejas "fiestas de pijama" en las que dos o varias amigas cenan, se ponen el pijama y parlotean hasta bien entrada la noche, en que saltan a sus respectivas camas para seguir parloteando sin descanso. A eso de las doce me dio sus regalos, escondiéndolos por el dormitorio y muriéndose de risa mientras me veía hacer el ridículo. Se lo perdoné todo en cuando descubrí la mariposa.




Comprada en la Feria Medieval de Algeciras, de tul con purpurina y cristalitos dorados y con mi nombre pintado, es una auténtica maravilla sólo comparable a lo que me está haciendo disfrutar su segundo regalo: la edición de Siruela de De profundis, mi libro preferido de Oscar Wilde. Lo leí durante un par de veranos en Maestu, pero el libro pertenecía a mis primo Eduardo y no me lo puede traer a mi casa de Sevilla. Ahora ya lo tengo. El último detalle fueron unos pendientes de madera, de la misma feria, en forma de triángulos y pintados en mis dos colores favoritos: dorado y azul agua.

Ayer se reunieron los poetas en mi casa. Joaquín me traía un collar de cuentas de cerámica, piedra y ámbar, con aros de metal y hojitas de cristal verde colgando. Tanta diversidad en las materias hizo que el mismo Joaquín le diera un nombre: El Collar de Todo. Nico llegó con un colgante de Tous de rosas labradas en plata a juego con el anillo y los pendientes que me había regalado en los años anteriores. Beades y la Señora de Beades me entregaron un cuaderno de Paperblanks, en tonos dorados y miel. Para el cuaderno en blanco traían un soneto de Juan Luis de Soria en el que me consolaban por la nula inspiración poética que gobierna últimamente mi vida. Y el bolígrafo más pequeño del mundo, apto sólo para haikus dijo Beades. Por último, Pablo y Conchi me habían comprado en el mercadillo de artesanía un anillo de cerámica color azul noche, otro de mis tonos preferidos, y pendientes a juego.


Este año han caído en el exceso, pero la verdad es que recibir tantos regalos fue una auténtica fiesta. Sobre todo porque todos fueron pensados, cada uno era un símbolo perfecto de estos casi diez años juntos, desde que un día lluvioso de enero del dos mil nos reunió.

lunes, noviembre 02, 2009

Todo lo que digas podrá ser bloguificado en tu contra

Esto es lo que suele decir mi padre, medio en broma, cuando me veo inmersa en alguna situación insólita y siento deseos irrefrenables de inmortalizarla. Siempre pido permiso al interesado, a no ser Merl, Lord Scutum, Pablo, Cris, Beades, Cabanillas o Enrique García Máiquez, todos amigos entrañables a quienes no tengo que pedir permiso para casi nada. Les gusta pasearse por este blogg.
A mi madre y a mi padre los suelo dejar tranquilos, por no convertir lo que ya es un espacio muy personal en un estriptis puro y duro. Pero hoy no me queda otro remedio que hablar de la mesa redonda sobre Darwin en la que intervino mi padre y declarar, desde aquí, mi enorme admiración. Mi padre brilla.
A mí nunca me ha interesado la ciencia. Soy una mujer de letras que aborrece los números, que suspendió las malditas matemáticas a lo largo de toda la EGB y el bachillerato y que cuando aprobó las de tercero de BUP rompió el libro en pedacitos y bailó "sobre ecuaciones destrozadas" con la música a todo volumen. Pero me interesa la biología, porque la vida bulle en ella y el microscopio es un milagro; y me interesa mi padre.
Por eso en sólo una semana, de viernes a viernes, he asistido a dos debates puramente científicos. El primero fue el congreso sobre mente y cerebro organizado por mi padre en la facultad de Filosofía de Sevilla, donde conocí al materialista más simpático del mundo; y el segundo fue una mesa redonda sobre Darwin en Fundeca, donde el moderador había invitado a un naturalista, a un teólogo y a mi padre, como experto en filosofía de la ciencia.

Mi padre lo primero que dijo fue que no entendía tanto escándalo, tanta aseveración de que gracias a Darwin las religiones han quedado como cosa ridícula, porque Darwin explica la evolución de la vida pero no su origen, y sobre todo porque en plena Edad Media hubo santos que dijeron cosas muy parecidas y nadie se rasgó las vestiduras. Conmoción en la sala (que estaba llenísima.) Todos con una gran curiosidad por ver qué oscuro medieval vislumbró el naturalismo. Y llegó la cita, y era nada más y nada menos que de Agustín de Hipona:

El universo fue creado en un estado no totalmente completo, pero fue dotado de la capacidad de transformarse por sí mismo desde la materia informe a un orden verdaderamente maravilloso de estructuras y formas de vida. (Agustín de Hipona, citado por Martin Rees, Seis números nada más. Las fuerzas profundas que ordenan el universo, Madrid, Debate, 2001, p. 153.)

¡¡¡Toma ya!!! Y citó también a Tomás de Aquino, que dijo que basta la virtud de los cuerpos celestes para la generación de algunos animales imperfectos de la materia ya dispuesta. (Tomás de Aquino, Suma teológica, ed. de F. Barbado y otros, Madrid, BAC, 1959.)
Por fin acabó diciendo el profesor Juan Arana que uno de los problemas estaba en que los filósofos ya no saben nada de ciencia y los científicos ya no piensan con método filosófico. Hubo un tiempo en que filosofía, ciencia y teología se daban la mano y estaban en constante diálogo, rozándose, porque eran una misma cosa. Terminó su intervención alabando la humildad de Darwin, que cuando le preguntaban por cuestiones teológicas admitía no estar cualificado para hablar de ello, por no haberlo pensado el tiempo suficiente.

Fue una de las mejores tardes de viernes que he disfrutado en mi vida, y eso que no hubo ritual de belleza ni masaje de pies ni crema americana perfumando mi cabello. Supongo que hay ocasiones en que el mejor modo de relajar el cuerpo es estimular la mente.

jueves, octubre 29, 2009

La mala vita

No tengo ganas de escribir. Supongo que vivo corriendo, como toda mujer que ha cumplido los treinta años. Y que Dante, Quevedo y Cervantes me llenan el tiempo y leo, leo, leo. No lo que me gustaría leer, sino lo que deben leer mis alumnas. Sonetos de Petrarca. Metamorfosis de Ovidio. Artículos sobre la Edad media, y si era oscura o no. Yo creo que no o que no toda, pero claro, yo no cuento porque soy platónica tomista. Y me fascinan las catedrales. Y cuando Dante se pone muy romántico pero al estilo bajomedieval, así con alegorías, a hablar de Beatriz. Al final, lo que debo leer y lo que me arrebata coinciden, pero de una manera simbólica.
Y luego llega un viernes y gasto la tarde en un congreso de científicos, sobre mente y cerebro. Sobre si todo son jugos gástricos o tenemos un alma. Y el día siguiente es sábado y vuelo hacia Madrid, al Escorial, y encuentro en un cafetín modernista mi media naranja. El cóctel de mis sueños, es decir el cóctel Japonesa, a base de zumo de naranja recién exprimido y brandy. Como diría Lord Scutum, es bebida de señora... pero qué señora.
Mañana vuelve a ser viernes. El mundo parece un viernes gigantesco como un monte, y nosotros subidos a él, "radiantes de cansancio". A ver si me sacudo la pereza y escribo un poema terrible, melancólico, de remover los cimientos y ladrar, y luego un happy end teológico de los que dan tanta rabia.
Un bello poema sobre la mala vida.

miércoles, septiembre 16, 2009

Tener o no tener

Las dos de la tarde, calor nublado y niños que saltan en sus asientos. El cansancio se apodera de mí y recuerdo mi uniforme sudoroso, la camisa torcida... y cerrando los ojos pienso en los niños. Son como una bandada de estorninos, lo llenan todo. Me gusta que pataleen en mi oído y escuchar sus diálogos surrealistas:
- Tú tienes cara de tomate.
- Pues tú eres un pelón.
- Pues yo ya soy mayor, tengo tres años.
- Pues yo vivo en el ocho. Vivo en el ocho vivoenelocho...
A ti es que te gusta lo que no le gusta a nadie, me dice una amiga. Y hasta el chófer, en un momento tranquilo, me clava este dardo:
- ¿A ti te gustan los niños, verdad?
Tengo que empezar a preocuparme, pienso. Y me entrego toda:
- Sí que me gustan. Si por mí fuera, tendría una buena pandilla...
Sólo me falta añadir "los que Dios mande", para mayor escándalo. Que ya lo he dicho alguna vez. Y siempre la misma respuesta: cuando llegue el momento, baby, no cantarás la misma canción...
Bueno, pero al menos la canto ahora. Por si acaso.

jueves, julio 16, 2009

Infancia espiritual

Para Ana y Rafa.

Era lunes y nos íbamos al Portil, a pasar un día en casa de unos amigos. La casa, un ático situado entre la playa y un bosquecillo, olía a verano con mantel de hule y vajilla tropical. De postre hubo melocotones y uvas escarchadas, cubiertas de mil cubitos de hielo que bailaban en el frutero de loza.
Por la tarde salimos a dar un paseo por las mil tienditas del pueblo, acunados por una brisa que jugaba al escondite con el tremendo calor. Nos detuvimos en Casa Saluita, una droguería que tiene también un local en Sevilla, en la plaza Ponce de León. Es la auténtica perfumería de barrio, con un expositor de Elisabeth LLorca, barras de labios Revlon, colonias de elaboración propia con olores afrutados y varias vitrinas de cristal, con los potes de cremas bien ordenados y a la vista: productos al azuleno, con aceite de rosa mosqueta o jalea real.
Yo buscaba un cepillo redondo y pequeño, y encontramos uno de la marca "Salon", antibacteria y de color "azul ultraligh", un nácar celeste que me recuerda al tocador de princesitas que tanto envidié durante mi infancia. Compré dos, uno para mi madre y otro para mí.
Luego entramos en un bazar que nos llamaba poderosamente la atención. Había unas espadas de poliuretano, enormes, que podías meter en el mar y zambullirte en una lucha sin peligro excesivo: compré cinco para mis cinco primos pequeños. El mayor cumple trece años, así que le pregunté a Rafa: "¿Tú crees que se ofenderá si le regalo esto?"
"Yo creo que esta espada emocionaría a cualquier hombre, a cualquier edad", me respondió mi amigo. Le miré: tenía los ojos encendidos y las mejillas rojas. Y pensé, con agradecimiento: "en el fondo, ellos son unos críos y lo serán siempre".
Con agradecimiento, sí. Es esa infancia interior la que hace que brillen tanto a nuestros ojos.

martes, mayo 12, 2009

Piruletas y faltas de ortografía

Es una delicia volver del trabajo en un autobús repleto de niños chillones. Churretes, patadas y piruletas, todo se amontona en una cara pecosa y un par de coletas rubias. Sol tiene cuatro años y ya es mayor. Y yo, en cambio, al escuchar sus cuentos chinos me hago cada vez más niña, tanto que parece que el rubor nace realmente de mi piel y no del diálogo detenido con la luz en el espejo, y que el brillo de mis labios es fruto de haber saboreado lentamente un puñado de caramelos rojos...
Piruletas y faltas de ortografía llenan mi vida de nueve a cinco, y habeces llego a enfadarme cuando mis alumnas utilizan los lavios para ablar en plena clase porquesinocuentanasuamiga lo que icieron aller, rebientan.
Sin embargo, muchas otras veces me hacen reír de pura alegría, como cuando les digo que para describir bien a una persona hay que usar buenos adjetivos, y en la descripción me presentan unos labios finos y sentimentales. O cuando llenan de imágenes una página, tras aguantar estoicamente mi discurso sobre la importancia de las metáforas. Entonces, resulta que la mejor amiga de C. es morena como el carbón y delgada como una avestruz, o que el padre de P. tiene los labios lan finos como el rabillo de una pera y las orejas, blanditas como las nubes en el cielo. Una de mis alumnas me define así a su amor: es un príncipe azul, está como un queso. Y otra, completamente quevedesca, rompe así la maldición del folio en blanco: Era de tez blanquecina cual gota de nieve infectada por el acné.
Aquí hay madera, esto es la guerra.

sábado, febrero 21, 2009

La maravilla difícil

Todo duele como esquinas de cristal que, de pronto, se fragmentan en mil trozos de una luz que te sorprende. Comienza la difícil maravilla. Es el vacío rápido, una espiral que ralentiza el tiempo. Y estás solo como un niño pero sin las armas mágicas que la infancia te dio. Quieres pintar un teje en el suelo y saltar las casillas cantando para encontrar la salida, inventar nombres dulces para el lobo y que así se convierta en menos lobo.
La clave está en jugar. Ofrecer lo que no es juego para transformarlo en juego, regalar lo regalado, el tiempo atemporal y lo que queda del día. Sin más droga que la música, el sol que se nos mete por las venas, la vida que se entrega en puro éxtasis.
Y el día que comienza es el potro desbocado que te conducirá, si sabes gobernarlo, a la cima.

viernes, febrero 13, 2009

Nevermore (saudade, morriña, murria)

Ando llorando por las esquinas, imbuida del síndrome de Estocolmo. No volveré a subirme los miércoles, a las nueve menos cuarto, al autobús veintisiete para bajar donde se vislumbra la iglesia evangelista, reinando en el centro de un descampado de flores silvestres. No volveré a demorarme en los mil desayunos de las doce, "que se note que vamos a ser funcionarios" dice Juan María y, como a la voz de un conjuro mágico, abandonamos el departamento de lengua en busca de media tostada de tomate y una fanta de naranja, bebida azucarada y energética que me permito una vez a la semana. Hasta ahora, los miércoles.
Nunca más las tardes en el IES Nervión tragando frío y ciencia, la ciencia de enseñar, explicada en voz baja y con profusión de libros que ruedan por los pupitres. Siento tal vacío, canguelo, penita, saudade y morriña que voy a empezar a leerme la bibliografía recomendada, comenzando por Mal de escuela y Latín y mentiras.
Las clases del CAP terminaron, y yo me he quedado huérfana. Sin chanzas.

martes, noviembre 25, 2008

La terrible sequía

Cuando empiezas a escribir poemas, todo es tan mágico y fluye con tanta naturalidad, en cierto modo todo pasa tan deprisa, que no te planteas seguir viviendo sin ese torrente de versos que te llueven casi a diario, por la noche, en los ojos alucinados, con todos los poros de la imaginación abiertos.
Cuando entiendes que naciste para esto, que la poesía para ti no es un refugio adolescente donde derramar lágrimas sin exigencia, tu vida es un antes y un después del huracán y lo sabes, todos lo saben. Intuyes que en algún momento se puede cerrar el grifo, y es justo ese miedo el que te ata a las musas con mucha más violencia.
Yo tuve conciencia de mi vocación cuando abrí los ojos a otro mundo, era imposible no escribir lo que allí estaba sucediendo. Hay gente a la que le duele escribir, y a mí sólo me duele no hacerlo: la sequía, la terrible sequía.
Explico esto porque, en gran medida, este blog nació para remediar este vació que empezó para mí hace casi tres años, cuando terminé mi tercer poemario, inédito, y cuando comencé a redactar mi tesis. Desde entonces he escrito apenas un par de poemas: ése que le gustó tanto a Arp, uno titulado La espada y otro que le regalé a mi padre. Mi padre, el único que no se resigna. Me dice que la poesía es trabajo, que la inspiración debe encontrarme trabajando. Y le respondo que esto no es una novela, que sin ese rayo primero o chispa mágica no hay nada que hacer.
A María se la encontró el ángel recogida en oración. Un poeta lo único que puede hacer es leer buena poesía, escuchar música clásica, aspirar el humo de diciembre, gastar los sábados en ríos o museos. Que la belleza vaya haciendo su trabajo dentro de mí.
Y mientras, inundar este blog de pequeñas piezas en prosa, o de largos reportajes sobre maquillaje.