lunes, abril 28, 2008

Planto cibernético

He borrado de un plumazo, sin darme cuenta, todos los mensajes que atesoraba en mi móvil. Ya sé que es una tontería, pero me cuesta mucho desprenderme de ese saco de palabras digitales que, desde la pequeña pantalla, gritaba que era mío. Mío.
Tú no lo entiendes, y me dices que sueles borrar cada mensaje que lees como si fuera a autodestruirse en cuatro tres dos uno*. Pero si Bécquer pensaba que un poema era la memoria viva de lo que se ha sentido, yo creo que cada sms era un pedazo vivo de mi historia.
En uno de ellos, Pablo me daba la gran noticia: era finalista del Adonáis. Enrique me amonestaba, ¿vienes al Puerto o no vienes?, y Cris susurraba aquello de "sólo tienes que tirarte del balcón". La señora de Beades me invitaba a comer en su nueva casa. Nico me anunciaba que estaba esperando un hijo.
Sonsoles me dijo "ven al Policarpo, se me está ocurriendo una idea", y aquella noche cemanos bajo las estrellas un cuarto de libra con queso. Una muchedumbre de amigos me felicitaron por mi tesis recién defendida, alguno incluso entonó el Gaudeamus igitur. Y Merl me felicitó por mi cumpleaños a las cero cero cinco del día quince con un "quería ser la primera"...
-No sigas, no sigas, que me deprimo.
-¿Lo entiendes ahora...?

(*) Esto lo he copiado de una entrada en algún blog, pero no recuerdo cuál.

viernes, abril 25, 2008

Creación


Dios crea cada margarita separadamente, pero nunca se cansa de crearlas. Puede ser que Él tenga el apetito eterno de la infancia. Porque nosotros hemos pecado y envejecemos, pero nuestro Padre es más joven que nosotros."
-GKC-

La vida está hecha de postales, de tazas de café y servilletas que resbalan al suelo, y en el hilo de un segundo entre la mesa y las baldosas blancas, si captas el flash de una sonrisa te puedes enamorar. Ése es el juego, y ayer decidí aceptarlo.
El protagonista de mi tarde fue un niño rubio, de dos años, que miraba una silla como si fuera la primera silla en el mundo. Tal vez para él lo era. Y luego levantó la vista y me vio.
Para un niño todo es nuevo, un niño tiene siempre un poco de filósofo y otro poco de poeta. Por eso me hace pensar y me agrada el entusiasmo que algunos de mis amigos sienten por los muñecos que exhiben en sus salones. Una espada con láser infrarrojo en manos de un poeta es un símbolo: es igual a un columpio o un vaso de fanta de naranja para mí. No sólo nos devuelven una vida primera en que fuimos felices y desconocíamos palabras como Hipoteca y Atasco. Nos lleva también al origen del misterio, al primer asombro.
He dicho algunas veces que lo peor de mi vida estuvo en mi adolescencia: de los quince a los ventidos años no fui feliz, pero antes lo había sido mucho y después lo sería aún más. Ahora pienso que a los quince encerré mis muñecas en el armario y dejé de jugar por pudor, tal vez por puro sentimiento del deber. Me perdí por un camino de persona mayor y no encontré la salida del túnel hasta que comencé a tomarme en serio mi vocación de poeta. Jugar con las palabras fue mi salvación.

P.S.: La muñeca de la foto es de La boutique de Lupita.

miércoles, abril 23, 2008

I per Sant Jordi ell li compra una rosa...

Me gusta Serrat, pero me pone triste. Y no quiero estar triste. Sin embargo, Serrat me recuerda que hoy es el día de Sant Jordi, el día de las rosas y los libros. Me gustan las rosas amarillas y los libros de poemas, de crítica literaria, de teatro.
Hoy pensaba recomendar algunos libros; es el día. Y comienzo con la antología de Miguel D´Ors publicada en Númenor, que es un libro increíble. Aunque si alguien consigue la antología de La Veleta, Punto y aparte, ¡debe comprarla!
"Poesía la de siempre", es mi consigna, y no me canso de recomendar poemarios como Casa propia de EGM y Europa de Julio M. Mesanza, ambos de Renacimiento... Pero también os sugiero dos libros recientes, ambos de la coleción Adonais: Un poemario, de Teresa Soto, y Discurso de la Ceniza, de Pablo Moreno.
¿Qué libro estoy disfrutando últimamente? Para entender el Quijote, de Ciriaco Morón. Es una auténtica delicia, una joya científica y divulgativa al mismo tiempo.
¿Un libro para leer en un lento sábado de lluvia? Sin duda Benzelá, de Jose Julio Cabanillas, (Pre-Textos), mientras escuchamos la preciosa canción "sábado por la tarde", versionada por Sole Gimenez.
Más libros imprescindibles: Por supuesto, Perder y ganar de John Henry Newman (Encuentro.) Y Helena o el mar del verano, de Julián Ayesta (Acantilado.) Son aún más geniales sus cuentos, publicados en Pre-Textos.
"Hoy es el día del libro. - Sí, ya lo he quemado". Es un chiste ya mítico en mi familia, procedente de Eugenio o del Roto, no lo sé a ciencia cierta, pero el único libro que yo rompí (y pasé a mechero sus tapas) fue el libro de Matemáticas de tercero de BUP... Mucho tiempo después escribí un poema sobre aquel glorioso momento, tras recordarlo y tras leer los tres o cuatro primeros versos de En lugar del mundo.

domingo, abril 20, 2008

La decepción

Si eres mujer y estás en edad comprendida entre los quince y los ochenta y cinco, te será familiar esta deprimente escena:
Te acercas a tu perfumería en busca del champú, cosmético o perfume de siempre, el que usaba tu madre, el que te recomendó tu amiga a los dieciséis años, el que descubriste viajando a Cuenca. Y de repente no está. Y de repente lo han retirado o, algo aún peor, lo han reformulado (¡cómo les gusta esta palabrita!) y no te gusta nada la nueva fórmula. Y te sientes insoportablemente frívola, pero se te rompe el corazón. Adios suaves reflejos a la camomila. Adios bronzer natural y a la vez brillante. Adios aroma sutil de madera, corazón de vetiver y salida fresca de bergamota. No se ha terminado un simple frasco, acaba una época de tu vida. Y si rondas la treintena, el adios se convierte en una pregunta inquietante sobre tu supuesta y cuestionada juventud.
A mí me ha ocurrido en tres ocasiones. Primero fue mi barra de labios favorita: Pour la vie de Bourjois, en tono Peche juteuse. Era un color melocotón luminoso, ni muy frío ni muy cálido, es decir, entre naranja y rosa. Lo llevé en las bodas de mis primas y en un millar de lunes cotidianos. De pronto retiraron esa colección, y yo me quedé huérfana de color y metida de lleno en una búsqueda del lipstick perfecto que aún no ha terminado. Y dejaron de fabricar un botecito de colonia de The Body Shop, que se llamaba Citrella y olía a pomelo y a naranja chispeante. Pero ésto último lo puedo perdonar, porque gracias a esa pérdida descubrí el perfume Aqua Allegoria Mandarin Basilic de Guerlain, el must have más glamouroso de mi neceser.
Hace unos meses Benita me hizo una pregunta sobre cremas solares, que deben ser su cosmético de cabecera. Y sin dudar dije: Avene no, ¡Isdin! Pues ahora digo que, aunque el de Avene no sea perfecto, es lo mejor que tenemos, ya que el gel extrem uva de Isdin ha pasado a mejor vida. Me encantaba ese fotoprotector solar: era realmente ligero, realmente eficaz y olía a bodega en el mes de octubre. La nueva fórmula promete "tacto ligero", pero obstruye los poros, provoca alergia, blanquea la piel y huele a zanahoria.
A lo mejor decidieron "mejorar" la fórmula el mismo día en que yo cumplía treinta años.

jueves, abril 17, 2008

Poeta en Jerez

Cris me pregunta por mi recital jerezano. Estoy entrando en una espiral de pereza en torno al blog, quizás porque tengo mucho trabajo y muchas anécdotas del trabajo a las que podría sacar partido, pero creo que debo ser un poco prudente... A mi jefa no le gustaría mucho encontrarse un diario de a bordo colgado en la red. Me conformo con decir que estoy descubriendo a mis alumnos y descubriéndome a mi misma, que no conocía mi desmedida pasión por Cervantes (yo, que soy calderoniana pura), y que me lo paso bien pringando todo el día, abriendo el mail a las once de la noche y respondiendo preguntas chispeantesde mis alumnos rubios, rubios y pelirrojos.
Hablaré de poesía. Tres cosas me sucedieron en Jerez. Me había invitado el poeta José Mateos a recitar en la Feria del libro, y fuimos en un tren antiguo mi madre y yo, viendo caer la tarde por la ventanilla. El recital era en un bar por la noche, y Jerez me pareció un laberinto de bodegas y calles en obras. Un poco antes de llegar al bar, mi madre (Marita) y yo (Rocío), vimos un par de corazones pintados en un muro, donde se podían leer cuatro nombres:
Marita y Nono. Rocío y Pikuku.
Nos entró la risa, claro. Menudos dos pájaros nos han adjudicado como amantes bandidos. Ya en el bar Bereber, Leopoldo del Puerto me sonríe y me dice "es la primera vez que recito". Le miro con un poco de ternura, pero cuando comienza me doy cuenta de que mi ternura es injustificada y que Leopoldo es un poeta como la copa de un pino, con ironía sutil y con imágenes poderosas.
Después, en la copa que nos ofrecen, gentes desconocidas me saludan y me descubro en la barra hablando de poesía y maquillaje con Carmen, y de Aragorn con Paula. Paula, la montaraz, que no puede soportar tampoco a Viggo Mortensen. Ya somos dos. Y, cinco minutos más tarde, ya somos dos mujeres gritando, valga la redundancia, porque estamos de acuerdo en todo, todo y todo. Colin Firth es nuestro Aragorn. Jude law nos gusta, pero es demasiado guapetón. La amiga, o prima, o hermana de Paula se ríe y comenta, "sois iguales". Y yo me acuerdo de algo que decía Beades de mirar un río, volverse hacia la persona que está a tu lado y preguntarle, ¿tú también?

viernes, abril 11, 2008

Aquí

Abro la portezuela y una ráfaga de lluvia medieval me da la bienvenida. El taxi nos dejó al lado de la casa, pero también al lado de la lluvia. "La lluvia hay que bebérsela", pienso mientras dejo caer mi maleta en medio de un gran charco. A cámara lenta cae, y caen también las monedas que me devuelve el taxista. Buscar monedas en un charco, mientras bebo el agua vertical, me hace pensar en un par de botas altas de plástico, y en esa vida subacuática de barro y phoskitos que vivíamos en la guardería ya derribada. Ahora hay un muro. Pero una vez mi amigo Antoñito, como un héroe, hizo dos agujeros en sus botas porque "esto necesita un desagüe". Teníamos cinco años.
La lluvia es divertida si la tomas como un refresco, botella chispeante, y si sabes que en el piso de Pampaluna está esperando el youtube, el gesto de hombros ése tan sensual que pone Neil Diamond y el danísimo de fresa y plátano que me ofrece Sons.

martes, abril 08, 2008

Paraguas muertos

Hoy llueve en Sevilla de una forma tropical. La lluvia le da a Sevilla un aspecto de extrarradio, de película de posguerra, disuelve los colores en un caos de blanco y negro. Pero la lluvia copiosa, irracional, devuelve los colores a la tierra y le da un aire africano. Las calles invadidas, el fango, la ausencia de taxis. Y ese brillo de isla desértica con monzón asiático: tres continentes en uno por arte de la lluvia.
El Apocalipsis se concentra en un viento salvaje que revuelve mi pelo, recién cortado en la peluquería, (no me peinen, no...) Un viento que destroza los paraguas. Llueven junto a las papeleras esqueletos de paraguas inservibles ya, y es lo único que me recuerda a la lluvia en Pampaluna. Recuerdo entonces que mañana viajo al Norte, y la visión desolada del paraguas muerto me hace sonreír, fuera de lugar y hora, como reiría Hommer Simpson ante una cafetera rota mientras Marge gruñe y gruñe.

jueves, abril 03, 2008

Moratín murió en Francia

Como Machado. Y eso explica muchas cosas. Moratín murió en Francia porque era afrancesado, o era afrancesado porque murió en Francia. No me hagáis mucho caso. Son cosas de mis alumnos, los informes, el dentista, la maldita lavadora... y la tristeza.
Dicen que sólo una frase separa a una niña de una mujer: "No tengo nada que ponerme". Pero yo os digo que hay otra frase mucho más verídica que en verdad separa a una niña de una mujer: "no llego, no llego, ¡no llego!"