Estaré missing hasta el veintiocho. Es verdad que en Maestu hay internet, (en el ayuntamiento), pero me quedaré en casita, en la cocina vasca, junto al fuego. El veintinueve os haré llegar señales de humo. A todos, gracias por hacer de este blogg el más cálido de la bloggosfera, (Enrique dixit).
Han sido ocho meses intensos y vividos. García Máiquez me embarcó en la aventura, y se entusiasmó con alguno de mis poemas en prosa. Baltanás me dio la razón en mis rotundos argumentos en contra del feminismo más acerbado. Beades aromatizó este cuarto de estar cibernético con el olor de su pipa, Buentes le puso música con su entusiasmo de zumo de naranja, Lord Scutum trajo la lírica de acantilado y Carlos me confirmó en mi amor por las palmeras. También me abrió la puerta a poetas y zaguanes desconocidos. Anacó se ha convertido en fiel animadora, lo mismo que Inma, Pilar y otros lectores que firman como Clámide, lámpara y más aún. Fernando do Vale ha traído el toque de chimenea , cisco, picón y bufanda gris.
A todos, gracias y feliz Navidad.
jueves, diciembre 21, 2006
miércoles, diciembre 20, 2006
Calentamiento
1. POLÍTICA. ¿Por qué la izquierda está tan preocupada con los futuros cataclismos mundiales, y la derecha se lo toma con escepticismo y un punto de pitorreo?
2. LIBERTAD CLIMÁTICA. Hay algunos, dentro de este segundo grupo, que incluso se declaran a favor del supuesto calentamiento.
3. SABIDURÍA. "El frío es mu malo", comenta uno de los osados liberales, entre mazapán y copa de licor: "el frío conduce a la guerra". (Y al divorcio, y a los calcetines húmedos, y a los tomates que no saben a nada.)
lunes, diciembre 18, 2006
Lunes
Da igual que la tesis vaya viento en popa: que tenga no sólo ciento setenta páginas escritas, sino el texto ya fijado y contado y las variantes de la edición príncipe (que está llena de errores) anotadas. Da igual que escriba poemas en prosa en este blogg, y que mis amigos me regalen una fermosa guitarra, y que Carlos me cante en plan serenata que soy una chica excelente. Da igual que cante villancicos delante de un Niño moreno y dormilón, y que mis primos lloren diciendo no te vayas y rían a carcajadas conmigo, y que saque de apuros a mi madre ante la maldita máquina cibernética. Da igual, por último, que haya aprendido la receta del guacamole y que a mi padre le gusten mis filetes-milagro.
Todo se queda pequeño en el momento del lunes por la mañana, cuando bajo de la báscula y nada ha cambiado, y alguien me susurra desde el interior: "todavía hay algo que no das, hay algo que te reservas".
[Nota: Como dice Cerero, "en lunes todos somos dadaistas".]
Todo se queda pequeño en el momento del lunes por la mañana, cuando bajo de la báscula y nada ha cambiado, y alguien me susurra desde el interior: "todavía hay algo que no das, hay algo que te reservas".
[Nota: Como dice Cerero, "en lunes todos somos dadaistas".]
domingo, diciembre 17, 2006
Pan y chocolate
De pequeña, en las largas tardes de verano en Maestu, mi abuela nos daba para merendar una rebanada de pan y seis onzas de chocolate. Ese número mágico, ¡seis!, nos hacía sentir como los amos del mundo. En invierno, en los días grises de frío y uniforme, nuestras madres sólo se atrevían a darnos dos o, todo lo más, cuatro onzas, pero en agosto llegaba Maestu, la deliciosa calidez de la pradera con sol y mi abuela, que montaba en bicicleta y nos regalaba pelucas de colores para disfrazarnos.
Todo era posible: las seis onzas mágicas venían a nosotros después del baño en el río, un río de hielo soleado: era una proeza bañarse en el río aquél y al salir teníamos el aire de un guerrero vikingo. Merodeábamos por los alrededores de la mecedora de mi abuela, ella se hacía un poco la sueca mientras los mayores se impacientaban, hala, vestíos que vais a pescar un resfriado...
Terminábamos en la cocina, sacándonos los trajes de baño en penumbra, y luego al destello de la pradera, donde el chocolate sabía aún mejor, a campo, a verano interminable.
sábado, diciembre 16, 2006
Veintinueve
Oh mis bravos amigos. Vinieron en racimo, Beades, Macarena, Buentes y Cerero, y llegaron a casa antes que yo. Y es que por una vez pensé mal, "hemos quedado a las nueve, llegarán a las diez". Y me dediqué a beber fanta de naranja en el bar de la esquina con Fernando do Vale y Fidel Villegas. A las nueve y cuarto suena el móvil, "oye que estamos aquí."
Me recibieron mis amigos en mi casa y supe lo que se siente al atravesar sus umbrales para una de mis fiestas. Esa luz dorada del recibidor, con revoltijo de abrigos y jazz de fondo, "mi casa, mi castillo", y todos tomándome el pelo, "imperdonable", y una rápida escapada al espejo para pintarme los labios... Macarena me dice que le gusta el color, un melocotón dorado. "Es de Revlon, tiene una esponjita y va saliendo el producto, como un tubo de golosina de cuando era pequeña, mira, te lo traigo".
Aparece Pablo con su jersey de lana rayada y una de sus bufandas en tonos azules, para que luego digan mis amigas que no me fijo en la ropa de los chicos. Me fijo cuando aparece algo digno de mención. Y Nico y Helena, que traían uno de sus regalos originales, un bonito cuerno de ciervo. "Para colgar sombreros", dice Nico. Y traían también un reloj de estos grandes, de esfera cuadrada (toma ya) y aire entre vintage y deportivo. Bebimos licor de ron y miel (Arehucas), y de pronto Beades que se pierde y viene con una ¡guitarra para mí! Subidón, subidón total. Esto de parte de todos nosotros, dice señalando a los bravos guerreros. Y rasgueo y me dice que tengo cogido el ritmo, el un dos tan difícil de explicar a veces. También dice que vamos a poner una cejilla para que me sea más fácil tocarla, y entonces sonará muy medieval.
Hoy mi padre me ha levantado al son de guitarra., qué peligro. Y es que querían hacerme el paseíllo típico de los regalos: un poncho de lana color rojo vino y una maravillosa casa de muñecas de cartón.
Acaban de llamarme mis primos. Diego, de cinco añitos, "¿cuántos cumples?" Veintinueve. "Ooooooh".
Me recibieron mis amigos en mi casa y supe lo que se siente al atravesar sus umbrales para una de mis fiestas. Esa luz dorada del recibidor, con revoltijo de abrigos y jazz de fondo, "mi casa, mi castillo", y todos tomándome el pelo, "imperdonable", y una rápida escapada al espejo para pintarme los labios... Macarena me dice que le gusta el color, un melocotón dorado. "Es de Revlon, tiene una esponjita y va saliendo el producto, como un tubo de golosina de cuando era pequeña, mira, te lo traigo".
Aparece Pablo con su jersey de lana rayada y una de sus bufandas en tonos azules, para que luego digan mis amigas que no me fijo en la ropa de los chicos. Me fijo cuando aparece algo digno de mención. Y Nico y Helena, que traían uno de sus regalos originales, un bonito cuerno de ciervo. "Para colgar sombreros", dice Nico. Y traían también un reloj de estos grandes, de esfera cuadrada (toma ya) y aire entre vintage y deportivo. Bebimos licor de ron y miel (Arehucas), y de pronto Beades que se pierde y viene con una ¡guitarra para mí! Subidón, subidón total. Esto de parte de todos nosotros, dice señalando a los bravos guerreros. Y rasgueo y me dice que tengo cogido el ritmo, el un dos tan difícil de explicar a veces. También dice que vamos a poner una cejilla para que me sea más fácil tocarla, y entonces sonará muy medieval.
Hoy mi padre me ha levantado al son de guitarra., qué peligro. Y es que querían hacerme el paseíllo típico de los regalos: un poncho de lana color rojo vino y una maravillosa casa de muñecas de cartón.
Acaban de llamarme mis primos. Diego, de cinco añitos, "¿cuántos cumples?" Veintinueve. "Ooooooh".
jueves, diciembre 14, 2006
Hoy, catorce de diciembre, día de San Juan de la Cruz.
Día de los poetas, de los locos, de los amantes furiosos a lo divino, de los que comen pan y Dios y todo, de los que viven en el viejo San Juan, de los que se llaman Juan, de los que soportan una cruz, o sea todos. Día de los místicos y de los que rezamos tres avemarías medio dormidos ya a las tantas después de haber contado versos todo el día no para un grandioso poema, no....
Ahora toca contar versos para la tesis. Mi comedia va por dosmilquinientos versos y aún me queda de contar la jornada tercera, y aún así yo feliz de la vida, porque es diciembre, porque es invierno, mes de carbón y mantas y castañas y villancicos.
Les aconsejo que lean El mudejarillo, de Jiménez Lozano.
domingo, diciembre 10, 2006
El primer fuego del invierno. (Fin de semana en familia)
I. PLASTILINA. Estamos sentados ante una mesa muy larga cubierta de periódicos viejos. Yo moldeo donuts y hogazas de pan y, ya muy tarde, una espada y un oso azul. A mi derecha, Nazaret fabrica pestiños y pingüinos.
II. AL PILLAR. Mis primos corriendo delante de mí ríen y gritan: "¡que viene el Junglo!" No sé de dónde han sacado semejante nombre ni por qué me llaman así, pero Diego me explica, con cara de filósofo: "Junglo viene de jungla". Ah.
III. BELÉN INDIO. Me lo han comprado mis padres por mi cumpleaños. Es de Bolivia y tiene una Virgen de trenzas negras y manos recogidas, un niño moreno y regordete que se despereza en su cuna y una vaca plácida con manchas marrones en el lomo. Todos, (María, José y los dos pastores), miran a Jesús con ojos atónitos. Mirándoles yo a ellos he inventado un extraño haiku navideño.
Todos mirándote,
y no se apagan nunca
tus ojos mágicos.
viernes, diciembre 08, 2006
El crimen de la capilla
En Sevilla, en la puerta de Jerez, había una capilla medieval hecha de piedra medieval, con una ventana gótica y delante tres arbolitos: una maravilla. Entrabas y el retablo en dorado pálido, la Virgen serena de cara redonda y rubia te conectaban con un mundo sobrenatural, hablaban a gritos, "venid, adoradores de la Belleza".
De pronto decidieron que la piedra estaba oscura y deteriorada, y metieron a la capilla dentro de un horrendo saco verde por espacio de un año. En el primer golpe se cargaron los tres naranjos que velaban ante la ventana ojival. Cada vez que pasaba por allí pensaba en tres palabras: "mi Dios maquilladito". Se maquilla lo que necesita arreglo, pero la Belleza no necesita restauración: según algun os lo que necesita es una mordaza, el grito de aquellos muros era demasiado callado para nuestros oídos dodecafónicos.
Cuando retiraron el saco verde en un simpático abracadabra, no había iglesia, sino lo que podía ser una heladería ultramoderna, pintada con estuco veneciano de color vainilla. No he entrado a ver el interior, porque aún no está abierto al público, pero cuando lo abran no volveré. No soportaría la vista del retablo en dorado chillón, ni las ropas de la Virgen retocadas con pintura Titanlux.
De pronto decidieron que la piedra estaba oscura y deteriorada, y metieron a la capilla dentro de un horrendo saco verde por espacio de un año. En el primer golpe se cargaron los tres naranjos que velaban ante la ventana ojival. Cada vez que pasaba por allí pensaba en tres palabras: "mi Dios maquilladito". Se maquilla lo que necesita arreglo, pero la Belleza no necesita restauración: según algun os lo que necesita es una mordaza, el grito de aquellos muros era demasiado callado para nuestros oídos dodecafónicos.
Cuando retiraron el saco verde en un simpático abracadabra, no había iglesia, sino lo que podía ser una heladería ultramoderna, pintada con estuco veneciano de color vainilla. No he entrado a ver el interior, porque aún no está abierto al público, pero cuando lo abran no volveré. No soportaría la vista del retablo en dorado chillón, ni las ropas de la Virgen retocadas con pintura Titanlux.
miércoles, diciembre 06, 2006
Zapatos en la lluvia
Perdidos en la ciudad de agua levantamos los ojos y decimos ¡palmeras!, al mismo tiempo. Es un símbolo de algo pero no sabemos de qué, mientras el suelo brilla y todo lo disuelve, las piedras se amalgaman con las luces, los colores se borran todos menos el de mi paraguas. Mi paraguas que es ahora mi casa, una casa a punto de ser invadida por piratas, el viento la dobla, ¡al abordaje! Me rindo, me rindo, las gotas me besan la frente, los zapatos bailan y tú me dices, cantando bajo la lluvia. Sueño con bufandas azules y mullidas, sueño con chimeneas rojas y esas cocinas grandes que huelen a fogón ahumado y nata requemada. En el aire se clona el crujir de los zapatos que viene en sinfonía, trío de violines, viento lluvia tacones.
Y de pronto el suelo de madera, con cartones mojados y humo. Y el silencio que sigue a la música.
Y de pronto el suelo de madera, con cartones mojados y humo. Y el silencio que sigue a la música.
viernes, diciembre 01, 2006
Haikus
Bendita lluvia:
debajo del paraguas
tus ojos ríen.
Café, nosotros
y el silencio que juega
con tus palabras
debajo del paraguas
tus ojos ríen.
*
Café, nosotros
y el silencio que juega
con tus palabras
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