miércoles, agosto 20, 2014

La maravilla del Agosto clandestino en Logroño: Sonia San Román


Agosto comenzó en Logroño con una chocolatada poética  en la pastelería Viena, dentro del festival Agosto Clandestino.
Yo nunca había participado en un recital de poesía maridado con chocolate, aunque esto de los maridajes gastroliterarios es muy de La Rioja, pues en varias ocasiones me ha invitado Diego Marín a las catas de vino con textos de Hemingway u otro autor que suelen organizar la UR y la editorial Buscarini en el Ateneo.


En este caso el binomio letras-dulce venía dado por la autora que iba a recitar. Sonia San Román es una poeta riojana que tiene tres libros publicados, que presentaba el último, Anillos de Saturno, y que ha sido catalogada por la crítica como "autora agridulce", de ahí lo acertado del chocolate.
Yo no le veo nada agrio, más bien una mezcla de azúcar y pop muy moderna. Me fascinó por su capacidad de metáforas imprevistas, por cómo podía unir en un verso los sustantivos "pepino" y "Coca-cola" y sonar a música.



Entre tanda y tanda de poemas, el pastelero de Viena nos iba deleitando con distintas presentaciones del chocolate de Tanzania: primero, unas onzas simples para probar su fuerte aroma a cacao y sus matices a frutas (a moras, percibí yo); luego, un batido (casi, un chocolate de invierno, dijo el pastelero y esa definición me pareció casi poética); luego, un bombón, un helado y una construcción con aceite de oliva.



Fue algo cálido y evocador, muy íntimo a pesar de la gran afluencia (estuvimos más de cuarenta personas, que era la previsión más optimista, y algunos tuvieron que compartir helado). Sonia recitó el que es mi poema favorito de los suyos, el que acaba diciendo de modo surrealista: "mientras tanto, pides leche", que ya publiqué hace dos años en mi primera experiencia del Agosto Clandestino (aquí), y me impresionaron otros dos poemas que me ha permitido publicar de nuevo en este espacio, con su generosidad acostumbrada:

ESCOCIA
                        Donde quiera que se esté bien allí está la patria. Cicerón

Un camión cargado
de güisqui Glenffidich
nos adelanta por la derecha
en una carretera
atestada de ciervos
y de vacas con flequillo.
Suena el himno de Escocia
en la furgoneta.
Algunos dormitan,
otros miran por la ventanilla
y limpian con la manga del jersey
el vaho adherido a los cristales.
Algunos mosquitos enanos
se han pegado a su trampa
de alientos cálidos
y de gargantas heladas.
Un caza americano F-16
sobrevuela el lago
como un moscardón insolente.
Dicen que aquí repostan
para ir al Líbano
a seguir con sus asuntos.
Una niña ríe y no me molesta.
Es una novedad estar en paz
con este cuerpo que me envuelve.
Algo me sonríe entre las tripas
y me conecta a la moqueta verde
de antiguos glaciares,
a la turba que destila cascadas
de cerveza negra
y que calentará el hogar
en el invierno.
Algo me tira del centro del ombligo
y me obliga a expandirme
entre valles infinitos,
entre piedras tan viejas
como el mismo Dios.
Quizás vine a buscarle a Él
a estos parajes
donde los hombres
son más hombres
si llevan falda,
donde la tierra se cultiva
con un mimo antiguo,
donde el clan familiar
da el cobijo necesario
a los hijos que vienen.
Quién sabe si,
después de todo,
Dios no es sino
ver pastar a los ciervos
entre una fina lluvia de alfileres,
la soledad de las islas
entre el viento del norte
llamando a la ventana,
la manta de cuadros
que abriga tus tristezas,
la cerveza cremosa
en buena compañía,
las risas de los tuyos
y el corazón en calma.

(De Punto de fuga, Ed. Eclipsados 2008)


Y un poema titulado "Zapatos" que me evocó a Amalia Bautista y los pies de sus hijas:

ZAPATOS
                        These boots were made for walkin'. Nancy Sinatra

Hay botas de punta fina
para los cow boys de las ciudades
que esperan al caballo de cartón
que les arranque del asfalto.

Hay zapatos de tacón de aguja
que calman la sed del fetichista
y lo dejan clavado para siempre
a los pies doloridos de su dueña.

Hay monjiles zapatitos de señoritas calladas
que ansían, con gesto recatado,
oírlos retumbar en la tarima
de la iglesia, de camino al matrimonio.

Hay zapatillas con cámara de aire,
de diseño ergonómico y moderno,
que hacen flotar a quien las pisa
y arruinan a quien las paga.

Hay alpargatas que se ventilan
por agujeros que la uña más gorda
ha excavado entre su tela
intentando escapar de su presidio.

Hay chanclas que se agarran a tu dedo
y van dando aplausos por la calle
con tu talón y su escay de cuatro duros
anunciando que estamos en verano.

Mis botas tienen punta fina
con algo de tacón para atraparte
y salir juntos lejos del bullicio
hasta la orilla del mar más lejano.

Allí, andaremos descalzos.

(De Planeta de Poliuretano, Asociación cultural Crecida, 2005)

Más que agridulces, me parecieron versos cargados de fuerza, a veces profética, y con una extraña ternura que brillaba por dentro.

martes, agosto 05, 2014

Los post que vienen: más poesía. Sonia San Román y más Mesanza

Mi vida es una paradoja poética.
Amo el mar pero detesto la arena. Sueño durante todo el año con la vida retirada del campo, y en verano me enfurruño porque en pleno campo no hay internet. Decido resucitar el blog... y me sumerjo en la paz sin internet del campo.
Estoy en el único bar del pueblo, bebiendo una Coca cola Zero y todo el wifi posible... para deciros que tengo material jugoso para el blog y que dentro de una semana publicaré:



- La crónica del recital bañado en chocolate de Sonia san Román en la pastelería Viena, dentro del agosto Clandestino...
- Y la plaquette de Julio Martínez Mesanza, fotografiada hoja por hoja bajo los árboles de mi jardín.

To be continued...

viernes, agosto 01, 2014

La maravilla del Agosto clandestino en Logroño: Julio M. Mesanza y Pepín Mateos

Ayer me resultó facilísimo rellenar la casilla del "Reto #100 happy days" que estoy siguiendo en Twitter, ya que se anunciaba una noche de felicidad absoluta de la mano del Agosto clandestino, ese festival poético que durante todo el verano organizan la editorial 4 de agosto y el gobierno de La Rioja.

Como no puede ser de otra forma, la velada comenzó con una divertida "foto robada" y colgada en las redes sociales por su autor, Enrique Cabezón: yo me acercaba al Instituto Riojano de la Juventud, lugar del evento, cuando descubrí que tenía desconchones en la pintura de mis uñas y decidí entrar en la perfumería Muro, comprar un esmalte  y pintarme sobre uno de los veladores de la calle Muro de la mata... sin sospechar que delante de mí estaban ya Mesanza y Navascués conversando... y detrás, "Cabe" ejercía de fotomatón.

Aparezco en pequeñito, detrás
En plan ¿Dónde está Wally? 

Navascués se enteró por mi Twitter y vino con su hijo Santiago, encantador, y con Antonio Rivero que está estudiando en Pampaluna y fue una gran sorpresa.

El recital fue impresionante. Los dos poetas recitaron poemas que la editorial 4 de agosto había editado cuidadosamente en una codiciada plaquette:


Por cierto, le he pedido a Mesanza permiso y la estoy fotografiando hoja por hoja para subirla a este blog, si mis lectores me lo piden. Se trata de una pequeña antología con un poema inédito,
La poesía de Mesanza es metafísica y épica, poderosa, como de caballero medieval, y así son su voz y sus manos:



Tras ser presentados por José Luis Pérez Pastor, recitó "Lirio en el agua", "Egisto" y otras piezas inmensas. Habló sobre la oscuridad y la luz y sobre su obsesión poética por las torres. Fue brutal y delicado al mismo tiempo.


Pepín Mateos abrió su turno con uno de mis fragmentos favoritos de "La niebla", aquél que habla de amor a pesar del desgaste cotidiano. Habló de misterio y su voz era misterio también. Uno de los momentos más emocionantes fue ver a Mesanza escuchando absorto los poemas de su compañero de recital.


Y al final,  como es ya costumbre, nuestro mítico Luis (ciudadano de Logroño que no falta en ningún acto cultural), pidió permiso para recitar un poema de cada autor.



El acto finalizó con "una cerveza" en la pastelería Viena. Y luego llegó la cena con los poetas invitados. Yo me iba a despedir cuando Enrique y José Luis me dijeron que fuera con ellos. Fue un detalle precioso, ya que no tenían por qué.
Y allí fue la conversación incandescente, entre mejillones diablo, croquetas de bacalao, pisto con chipirones y arroz con leche casero.