jueves, septiembre 26, 2013
Donelaitis, "el poema lituano" o traducción a dos manos
Por supuesto, la autora de la edición es Carmen Caro, profesora en la universidad de Vilnius, pero hace varios años me pidió que versificara la traducción en prosa. A ser posible en ritmo endecasilábico.
Casi cuatro mil versos después, la ilusión de ver nuestros esfuerzos publicados en Renacimiento nos desborda.
Ha sido un precioso juego a dos manos: como buena traductora, Carmen se aferraba a ciertos términos y giros, y yo hacìa malabares musicales para encajar la ansiada palabra en los justos acentos.
Ha sido igualmente un trabajo de introspección, un crecer para dentro. Cuando recibí el encargo, me hallaba en la más oscura sequía poética, de la que pensaba seriamente no salir nunca. La versificación me ayudó a no perder oído, y un año después, ya en Logroño, comencé a escribir La llave dorada mientras seguía versificando a Donelaitis.
He aprendido lo mucho que me queda por aprender: yo no era consciente de producir tantos hiatos en pausa, por ejemplo. En mi versión debía limar esas licencias métricas que yo misma me concedo, y eso me ayudará a encontrar en mi poesía un endecasílabo más limpio y natural.
Hoy se presenta el libro, en el instituto Goethe (Calle Zurbarán, 21, Madrid), a las seis de la tarde. Yo no podré estar allí. Si cuando me lo sugirieron yo no hubiese estado en semi paro, quizás no habría podido embarcarme en la empresa. Gracias a Dios, hoy tengo trabajo.
viernes, septiembre 13, 2013
Conversaciones paterno-filiales: donde más duele
En Madrid escuché un diálogo entre padre e hijo muy inspirador. Estábamos al borde del final del verano, en el último fin de semana de Agosto, en Madrid.
El padre, enfadado. "¡La máquina me la quedo yo! ¡El vicio de la maquinita te lo voy a quitar yo, porque estás enviciao!"
Puso énfasis en el pronombre personal y en el adjetivo que definía el estado actual de su hijo. El niño, unos once años, pecas y gafas: "¡Jo, papá, hoy he leído sesenta y cinco páginas de un libro!"
Sesenta y cinco: me impresionó. Al padre en cambio no logró amilanarle.
"¡Me da igual lo que hayas leído, me quedo con la condenada máquina!"
Momento que eligió la madre, pálida y rubia y con cara de "qué pocas ganas tengo de reñir, se lo dejo todo a él que parece, puesto en faena, que hasta disfruta", para lanzar un globo sonda en favor del cónyuge.
"Tu padre se pone nervioso, pero tiene razón".
Y al fin el pater familias lanza el arma definitiva:
"Nada, que me la quedo, y hasta que no vea que te sabes lavar los dientes como Dios manda, ¡no vuelves a verla!"
La cara del hijo se tiñe de negro desconsuelo, se le escapan un par de lágrimas y exclama:
"¡Nooo, papá, los dientes noooo!
domingo, septiembre 08, 2013
Conversaciones paterno-filiales: bajo la lluvia
Anteayer, en medio del diluvio universal. Nos sorprendió a todos en la calle, haciendo compras, volviendo de casa de una amiga o incluso de la piscina cubierta. Corríamos hacia los soportales...
"Y además está fría, el agua ésta", se quejaba un padre vestido como un pincel, mojado como un pincel. Su hijo adolescente lo mira con un punto de irritación contestataria:
"No, papá, si quieres el cielo te va a regalar una ducha a 38 grados"...
"Eso, eso", exclama ilusionadísimo el hijo pequeño, de unos ocho años, es decir, inserto aún en el maravilloso mundo de la fantasía: "¡Y que caigan pompas de jabón!"
domingo, septiembre 01, 2013
Remedios contra la murria
Y sin embargo, alzo mi copa y doy gracias por un verano tan redondo, por tantos momentos felices como gotas de limón, que diría James Stewart en Historias de Philadelphia.
Y pensar que viene el otoño, y luego el Adviento, y luego... ¡Navidad!