Desde hace más de un año colaboro en una revista de animación a la lectura juvenil, Aleyendo... Publico en ella una columna mensual en la que sugiero algún libro, y en el mes de febrero me encargaron una de las secciones más atractivas de la publicación, la "Entrevista imposible". En ella, desfilan ante nuestros ojos personajes como Sancho Panza, Jane Austen, Chesterton... y yo sugerí un lugar de honor para mi dramaturgo favorito.
Aquí tenéis la publicación entera escaneada, y en este espacio os ofrezco mi pequeña y surrealista colaboración.
LA ENTREVISTA IMPOSIBLE : CALDERÓN DE LA BARCA
Aleyendo: Don Pedro, fue usted el autor de esa frase tan
filosófica: “La vida es sueño"…
Calderón: Sí, hija mía, sí: sobre todo a las tres de la
tarde… podemos sentir la crudeza de este adagio inventado por mí.
Aleyendo: Ah, vaya, se lo toma con humor.
Calderón: Es que los libros de texto se han empeñado en
vestirme de negro y ponerme muy serio de cara a los siglos futuros, la verdad.
Aleyendo: Hágase cargo: en los retratos que han llegado a
nuestros días usted no se reía precisamente…
Calderón: ¡Era la moda de mi época! No pretenderás que
bailara una jota delante del pintor.
Aleyendo: Pero algunas tragedias que escribió usted no
provocaban risa: mire por ejemplo “El pintor de su deshonra”…
Calderón: Yo escribía esos dramas porque gustaban mucho al
público: el honor, los celos, una espada por aquí y una riña por allá…, y los
teníamos entretenidos durante toda una tarde. Ya lo dijo Lope…
Aleyendo: Por cierto, ¿cómo se llevaban Lope de Vega y
usted?
Calderón: ¡Ay, has tocado un tema muy sensible! Al
principio bien, yo le mostraba la estimación que merecía, pero los grandes
escritores tenemos también nuestra vida: amoríos, hijos, rencillas…
Aleyendo: Cuente, cuente…
Calderón: Lope tenía una hija monja… y como mi hermano y yo
éramos mozos y un poco juerguistas, estábamos riñendo en una calle cercana a su
convento. Y malhirieron a mi hermano, y
el malandrín que cometió tamaño crimen se escondió en él. Nosotros éramos
jóvenes y estábamos enfurecidos, así que… ¡rompimos la clausura para pillar a
semejante truhán! Y claro, esto sentó muy mal a Lope.
Aleyendo: O sea, que era usted un poco aventurero en su
juventud.
Calderón: Y no solo he escrito tragedias, sino comedias
como “No hay burlas con el amor”, en las que me burlo de las damas sabiondas,
que hablan latinajos y estorban los honestos amores de sus hermanas con
melindres bochornosos…
Aleyendo: O sea que pinta mal usted a las mujeres…
Calderón: De ninguna manera: muchas de mis protagonistas
son verdaderas heroínas: ingeniosas y rápidas como ellas solas… Solo quería
decir que mis versos provocan también ratos de risas. Y también hice comedias
palaciegas llenas de todo tipo de aventuras: damas con disfraz de hombre,
caballeros apasionados, hermanos que se enamoran sin conocer su parentesco,
revelaciones de identidad a última hora…
Aleyendo: Apuntado queda. O sea que eso de “La vida es
sueño”…
Calderón: También, también.
A mí me gustaba hablar de problemas filosóficos como la libertad cuando
escribía. ¡Había que dejar claro que las estrellas no fuerzan el libre albedrío
del hombre!
Aleyendo: Ya está usted utilizando letras mayúsculas, no lo
puede evitar.
Calderón: (suspirando.) Es cierto…
Aleyendo: Bueno, Don Pedro, aquí nos despedimos. Ha sido un
gran placer hablar con usted.
Calderón: el placer ha sido mío, bella dama.