martes, abril 28, 2009

Glad to be unhappy

Por fin, por fin, ¡por fin! me ha visitado la Musa. Creo que es mi primer poema tras cinco meses secos. Se lo dedico a Pablo, a Nico y a Merl

GLAD TO BE UNHAPPY

Suena como una música sin letra
mi vida tan feliz, llena de sombra.
Recordar es poner nombres antiguos
a toda mi alegría
cansada y cejijunta.
Por un instante solo me ha vencido
el deseo de ser otra persona.
Y luego me despierto,
y caigo de este lado de mi Arcadia.
Una piscina azul bajo la luna,
un fuego en el invierno,
tres palmeras que luego derribaron.
Si yo no fuera yo,
cansada y con ojeras incipientes,
aquel balcón abierto con un naranjo vivo
no sería tan nuestro como ahora.

sábado, abril 25, 2009

La prueba de la fuente

Dedico esta entrada a Piccard y a Caipiriha, del Foro Maccounter. Y si queréis verme en el blog "Cotilleo Potinguil", pincharaquí.

Toda mujer ha realizado, a lo largo de su vida, un peregrinaje más o menos largo para encontrar la clave de su estilo, la ropa que le hace sentirse bien, el tono con el que siempre acierta. Para mí fue esclarecedor el que se pusieran de moda los vestidos mejicanos. Y entrar por vez primera en H&M. Descubrir las pashminas de Adolfo Domínguez. El color rojo en primavera y el azul marino todo el año. Y el olor a lavanda y talco de Jonsohn´s baby. Cada mujer tiene sus mitos y algunos se encuentran como jugando, al azar.

Y, sin embargo, encontrar la base de maquillaje perfecta resulta tan difícil como casarse con el príncipe azul del cuento.
En mis primeros veinte usaba el Ever Fresh Makeup de Maybelline que era barato y bueno: no llegaba a las ochocientas pesetas y luego supe que Paula Begoun, la temida crítica beauty, lo recomendaba. El problema es que solía comprar el tono 22 Cameo, que era clarísimo y tiraba a rosado. Mi madre siempre me decía, "estás muy blanca". Y entonces yo untaba mis mofletes con un rubor rojizo en crema de Clinique. Estos fueron mis dos básicos hasta que cumplí veinticinco.
Entonces hice un gran descubrimiento: el muy querido y nunca suficientemente llorado Ideal Balance de L´Oreal. Yo usaba el tono 22 Miel doré que, aunque en la mano parecía oscuro, se fundía perfectamente en mi piel. Mi amigo Nico solía decirme en esa época, "¡tienes cutis de porcelana!" Pero llegó el cruel adios, y cuando lo descatalogaron estuve muchos meses huérfana de señales, haciendo experimentos nefastos. Confundiendo el veneno con el vino, diría Miguel d´Ors.
Tras una época oscura vino la etapa Colorstay de Revlon, que ha gobernado mi vida durante mucho tiempo. Aún hoy la recomiendo a quien tenga bastante que esconder, como yo entonces: lo cubre todo, tiene buenos ingredientes y una textura muy buena. Pero acabé cansándome y pareciéndome a Sara Montiel con capa de tres centímetros y rímel corrosivo. LLegó a mi vida la nueva Double Wear Light de Estee Lauder, que es una maravilla. El único fallo es que llegó en verano, cuando utilizaba el tono dos: en octubre supe que un tono menos no me sentaba nada bien. Esto sucede a menudo, no sólo es cuestión de marcas sino de números, y según los tonos incluso la textura de la base parece que cambia.


Dicen que fondos de maquillaje hay que invertir, pero todas hemos sufrido sorpresas con elixires mágicos que luego "salen rana": a mí me ocurrió con la base oil free líquida de la famosísima Bobbi Brown. Mucho mejor es la versión compacta, auque me siga pareciendo desorbitado su precio en España.
Diez euros más baratas son las bases de Mac, y tampoco muero por ellas. Studio fix fluid de Mac tiene dos ventajas: es de larga duración y es, sobre todo, poseedora de los tonos más bonitos y variados del mercado. Dejé de usarla porque migraba con el agua.
Precisamente este asunto del agua provocó una divertida polémica en el foro Mac. Varias foreras me preguntaron que de qué manera desaforada bebía yo, cuando les dije que la Studio fix fluid dejaba "caminillos de agua en mi barbilla". Tuve que explicarle que suelo beber de una fuente, como cuando era pequeña, y creo que fui la causa de varias carcajadas ese día.
Una de mis interlocutoras me dijo que eso de "la prueba de la fuente" había que patentarlo. Y me imaginé entrando en Sephora y descolocando al megapijo personal con un "perdone, pero esta base ultra cara ¿pasaría la prueba de la fuente?"

La Double Wear Light, tono 2, lo consigue, y la Colorstay de Revlon, también. Y a un precio más económico, en textura más ligera, la Miracle Touch de Max Factor también supera la prueba de la fuente, aunque la duración no sea muy alta y la que tenga brillos en la nariz deba abtenerse.

jueves, abril 23, 2009

Dardos

No a todo me ha concedido el Premio Dardos. Se lo agradezco mucho, ya que me encanta la imagen de este blog como un dardo, no envenenado sino lleno de alegría que inyectar a mis lectores.
La imagen del premio Dardos es esta:


El premio supone un reconocimiento por la transmisión de valores culturales, éticos, literarios y personales a través de un blog, valorando la creatividad, y por todo eso yo a mi vez se lo concedo a:
Enrique García Máiquez: porque su blog es chestertoniano, es la perfecta mezcla del hombre de armas y letras moderno.
Julio Martínez Mesanza: porque nos regala Poesía con mayúsculas y con cuentagotas, y es el milagro imprevisto y más esperado de la bloggosfera.
Toi: porque es mi referente; combina a la perfeción arte y vida cotidiana. Y sus entradas logran el "efecto cuarto de estar con chimenea" que yo tanto deseo.

Por otra parte, Mamen Infante me ha concedido un Premio Meme. El de Mamen es el primer Beauty blog que leo cada día y el que más me interesa, así que imaginen mi emoción cuando leo mi nombre tras las palabras: finalmente me decido por hacer saltar a la fama a... Mamen, para mí aparecer en tu blog es un dardo de alegría, ya sabes: como un vaso de fanta de naranja, como unas gotas de olor a mandarina de Guerlain...
Y he disfrutado mucho contestando a la pregunta tres: ¿Qué es lo que más disfrutas del maquillaje? Entre otras cosas, porque lo que más me chifla es la chaladura de narrar aquí mis compras, mis descubrimientos, el golpe de adrenalina que supone mirar un stand de Mac o Nars probándolo todo.
Para no alargar el post, contesto al meme en mi otro blog delirante, y nomino a Maryland, no tanto a contestarlo, ya que este meme lleva tiempo rodando por la esfera beauty, pero sí como premio y reconocimiento al nuevo espacio que acaba de abrir, que reúne sus looks, reseñas y tutoriales, profesional cien por cien, creativo cien por cien:
Make up by Maryland.
P.S.: Beades, tú y tu reader estaréis estallando en carcajadas.

viernes, abril 17, 2009

Santo Tomás

Tomás de Aquino es mi santo favorito, junto a San Juan de la Cruz, el santo poeta.
La verdad es que no me han educado en la devoción a los santos: en este tema siempre me ha gobernado una cierta austeridad de sentimientos. Y una voz interior que me decía que, donde haya un Sagrario, que se quiten hornacinas y estampitas. Para colmo de males me asustan las estatuas: prefiero mil veces un cuadro renacentista, una virgen de Rafael o Boticcelli. Siempre me horrorizó la imaginería nacional católica de frailes lampiños y corazones traspasados.
Por eso no puedo hablar de fervor sino de simpatías, y Tomás de Aquino me parece un santo muy simpático. Ya lo dije: gordo, filósofo y autor del Adorote devote, ¿qué más se puede pedir? Ignoro qué hay de realidad en la leyenda que cuenta que tuvieron que hacer para él una mesa a medida, en forma de queso gruyere con un buen agujero que encajase con su tripa como la pieza clave de un gigantesco puzzle. Ojalá sea verdad. Qué tipo tan grande, ¡chestertoniano!
En esta predilección mía hay algo de romanticismo infantil, ya que mi Santo Tomás se corresponde con el Santo Tomás de La luz apacible, la novela que me cautivó allá por mis doce años. Recuerdo que era agosto, que estaba veraneando en casa de mis abuelos y que no hacía otra cosa que no fuera beberme el libro, regateándole a la lectura sólo las comidas reglamentarias y las ocho horas de sueño que nunca he quebrantado. Un invitado que pasaba unos días allí estaba estupefacto al verme devorar semejante ladrillo sobre el santo medieval, pero es que La luz apacible es más un libro de aventuras que una hagiografía al uso... Me imagino que convertirte en santo es ya de por sí toda una aventura. Y, por si necesitaba reafirmar mis simpatías por Tomasso, va Miguel d´Ors y le llama en sus lecciones de historia "el inmenso aventurero".
Tampoco soy de las que engranan día y noche plegarias aprendidas, pero el Adorote devote siempre me ha gustado. Por eso me gustó también que don Enrique se dedicara, jueves tras jueves, a desglosar sus versos en estos comentarios que ahora yo enlazo. Grandes personalidades han comentado esta oración eucarística, pero ninguno por internet y con tanta miga "de diario". Con palabras que intentan vestir de color lo invisible: poesía, maquillaje y vida cotidiana.

lunes, abril 13, 2009

¡Pellizca tus mejillas!

Hoy quería hablaros del Colorete.
Porque, ¿qué sería de muchas damas sin la cajita milagro? El Rubor es algo esencial dentro del maquillaje, e incluso las que dicen no cuidarse lo suelen incluir dentro de su rutina. ¿No os suenan de algo las palabras "yo, a diario, sólo uso tapaojeras, colorete y rímel"? Suele ser la frase más utilizada por modelos, actrices y famosas en las revistas, ya que por culpa del trabajo están saturadas de prebases, precorrectores, bases e iluminadores, y en sus momentos de descanso quieren recurrir a lo mínimo, que en mi opinión son estos tres pasos.
El colorete es el encargado de alegrar la cara en invierno y de sublimar el bronceado en verano. Existen versiones en crema como el Cactus flower de Nars, un encendido rojo amapola con brillitos dorados, o en gel, como el divertido Pinch your cheeks de Origins que tantas mujeres usan. También hay cómodos tres en uno, barritas o pastillas en crema que sirven para labios, mejillas e incluso párpados: mis preferidos son el Rouge pot de Bobbi Brown en tono Calipso Coral, o el Múltiple South beach de Nars, que me trajo Pablo de Nueva York.
Sin embargo yo prefiero la clásica fórmula en polvo. El tono elegido puede ser más rosado o más naranja, o una mezcla de ambos como sucede con el Madly de Nars,

o con el Apricot Rose de L´Oreal. Este fue durante mucho tiempo mi blush favorito, y aún es muy especial para mí porque me lo regalaron mis tíos Javier y Eva en un cumpleaños. Deja un precioso color melocotón playero con subtono rosa, y un brillo ligero como de haber pasado un día en el campo.
La mayoría de mujeres adoran el colorete rosa, y a mí me parece una opción que tiene muchos riesgos: para no caer en el efecto Heidi lo mejor es elegir un rosado natural y ligero como el Rose Coup de Foudre de Bourjois o el Dame de Mac, un rosa neutro que podemos usar cuando pintamos los labios de rojo furioso, como dicen que hace Dita Von Teese, lo que significa que es muy discreto.
A mí me apasionan los coloretes de Nars, que valen su peso en oro, y siempre acabo eligiendo un tono melocotón... Dentro de mi neceser, la joya de la corona es el Luster, un melocotón con ligeras chispitas que deja un halo dorado en las mejillas sin ser excesivamente brillante. Lo compré junto a Koizumi, en esa excursión que hicimos a Pozuelo para celebrar nuestros respectivos cumpleaños.

Yo creo que el gran acierto de François Nars es haber creado coloretes que dan aspecto de moreno primaveral a las pieles claras. Tenemos el Silvana, beige camel, el Madly que ya hemos mencionado y es una mezcla perfecta de marrón y rosa y el Sertao, terracota dorado.
Después del Luster, el colorete que más uso es el Fun & Games de la colección Hello Kitty de Mac, un melocotón claro y muy alegre con el que fui débil y renuncié a mis ideas sobre las ediciones limitadas, pero es que era demasiado bonito... El tercero en la lista es el cantaloupe Pro, de Mac también: un melocotón rosado y lleno de vida. No puedo dejar de mencionar el Melba, también de Mac, un melocotón coral totalmente mate que utilicé en la defensa de mi tesis, aunque acabé regalándoselo a una amiga tras comprarme el Luster.
Las que no tienen fácil acceso a mis dos firmas fetiche me lo ponen complicado en este tema, porque no soy muy partidaria de otras marcas. Me salvan del apuro las cajitas redondas de Bourjois, ya que me gustan bastante. Sobre todo el Rose d´Or, que es todo un básico, el Rose Frisson que usaba Sarah Jessica Parker en Sexo en Nueva York y el Brun Cuivre, clon del Orchid Rose de Chanel. ¡Siempre nos quedará París!

P.S.: La foto del Luster es de Maryland, la del Madly pertenece a Miss Sir, una forera de Maccounter que no tiene blog, lo cual es una pena porque es sencillamente genial. Por cierto, he ampliado la entrada sobre el dúo Mediterranée de Nars.

viernes, abril 10, 2009

Semana Santa en Sevilla

Dedico esta entrada a Carlos Rodríguez Morales.

De niña era yo una pequeña hereje: no me gustaba la Semana Santa. Tampoco aprendí nunca a bailar las sevillanas correctamente, ni tuve más de dos trajes de flamenca a lo largo de mi vida. Mi tesis era que uno puede ser sevillano hasta los tuétanos sin ser capillitas ni feriante. En lo segundo no he cambiado ni un átomo, pero en lo primero estoy poco a poco en camino de encontrar la verdad.
No me gustaba la Semana Santa por varias razones. La primera era que, si la pasábamos en Sevilla, tenía que privarme de las vacaciones en Logroño, que era y es mi paraíso familiar: una sola tarde con mis tíos valía para mí mucho más que todas las procesiones juntas.
Otro motivo eran las detestables bullas. Me provocaban lipotimias, me desmayaba. Las vírgenes me parecían todas iguales y además tenían cara de folklóricas. Ya digo yo que lo mío era blasfemia, pues qué tendrán que ver la Estrella con la Virgen de los gitanos, bellísimas ambas...
Y luego estaba la manía de estrenar. El Domingo de Ramos había que ir de punta en blanco, y el Jueves Santo, de punta en negro, y yo que lloraba con sólo ver un probador y que aborrecía sacar zapatos nuevos a la calle tenía mi cruz asegurada.
Y esa tristeza impuesta, porque sí. Luego fui sabiendo que no precisamente porque sí, sino porque mi Dios se moría, que es algo que tiene mucha enjundia; pero de niña me fastidiaba tanto silencio y tanta cara de zaguán recóndito.
¿Cuándo empecé a vislumbrar la verdad...? En mis años de carrera me aficioné al Cristo de Los Estudiantes, que se me aparecía como la Belleza absoluta. LLegó el Martes Santo y, tragándome la quina de la bulla, decidí acompañarlo. En algún momento vinieron mis tíos para ver la Semana Santa sevillana y nos lanzamos, la familia entera, a vivir la Madrugá. Nunca lo olvidaré, fue algo mágico. La Macarena iluminada, los balcones florecidos, el Cristo de los Gitanos cargando con su cruz... y con la mía. Terminé radiante de cansancio, llena de cera, con un par de quemazones del incienso, caminando por la Triana profunda en las primeras horas de una mañana llena de sol. Ya nada volvería a ser lo mismo.

miércoles, abril 08, 2009

Lo que me temía...

Mantengo esta entrada por respeto a Benita, que me concede el premio, pero he borrado el enlace a la red Hispania después de echarle un vistazo. Sí, soy española y españolista, pero como digo más adelante, moderada, y en los últimos tiempos, muy moderada. Frases como "siempre nos quedará la Falange" no van conmigo.
Dentro de poco este blog cumplirá tres años, y eso me hace revivir momentos especiales, diálogos profundos y heridas de guerra... Y, de repente, en esta tesitura viene Benita y me concede este premio, que se llama Premio "Amor a España", ¡toma ya! Lo que me faltaba para que en Tarragona se me tache de españolista y ultraconservadora, ¿os acordáis de cuando llenaron de pasquines la ciudad mientras yo me quedaba en casa por culpa de la neumonía...?
Benita dice que me ha concedido el premio Amor a España porque "el cuidado del lenguaje empleando cada palabra con propiedad es una manera eficaz de evitar violaciones de derechos y arbitraridades", lo me recuerda a otro momento estelar: un comentarista anónimo dijo en su día "este blog es patético", ejerciendo su libertad de expresión. La Señora de Beades respondió rotundamente, usando de la misma libertad con más virulencia si cabe. Y el propio Beades zanjó el asunto diciendo que mi blog era patriótico, debido al buen uso del castellano que se hacía en él.
Está claro que amo mi idioma y creo que amo también a mi país, pero con ciertos límites. Me explico: si mi abuelo me enseñó a ser patriota, mi padre me ha enseñado a encontrarme en casa en París, en Roma, en San Juan de Puerto Rico. Él se preocupó de imprimir en mi mente la idea de que un españolismo exagerado es igual de peligroso que cualquier otro nacionalismo. No sé si esto es ser moderada o tener el famoso talante del que otrora hablaba quien tanto nos desgobierna, pero es que no puedo evitar pensar lo que pienso.
Para aceptar el premio hay que seguir unas reglas que no he querido secundar, pero aún así no me privo de nominar a tres blogs. Creo que es ab-so-lu-ta-men-te necesario conceder el premio a EGM, por su defensa de España, la democracia, la libertad y el buen humor en cada uno de sus artículos. Y a ARP, por su defensa también bienhumorada del castellano. El tercer premio voy a concedérselo a Pacotto, porque me encanta el tipo de periodismo valiente y socarrón que hace. Los tres coinciden en que se ponen muy poco solemnes y nada violentos al dejar claras sus ideas, y esa elegancia firme es todo un ejemplo para mí.

domingo, abril 05, 2009

Hombres y mitos

He leído tantas veces Orgullo y prejuicio, y he visto en tantas otras ocasiones la genial serie de la BBC, que ya no sé si el que me atrae con tanta ferocidad es Mr. Darcy, o Colin Firth en la piel de Mr. Darcy. Es en las tardes de lluvia y Navidad cuando me apetece volver a los libros de Jane Austen, eterno retorno, pero también en los primeros días de sol rotundo y azahar, en marzo. Acabo de leer en la esfera de los blogs que, en inglaterra, un doctor ha prohibido a una abuela de ciento cuatro años la visión de la famosa serie, que solía ser su favorita, porque Colin Firth le subía la tensión arterial hasta límites insospechados. Ay Colin, que provocas cataclismos.
Y eso que eres un actor camaleónico (donde el adjetivo no es un elogio sino más bien lo contrario.) Puedes aparecer deslumbrante en Love actually, "bonita Aurelia", o atractivamente atildado en La importancia de llamarse Ernesto... O arrasador y magnético en nuestra serie preferida, claro. Pero también te he visto enrojecido en Mamma mía (Por Dios, si hasta Pierce Brosnan, ¡Pierce Brosnan! parecía mucho más atractivo que tú, con esa voz de doblaje que le ponen que me hace preguntar dónde habrá un hombre así...) Y en Una familia con clase lo único que te salva es ese tango espléndido que te marcas al final, y entonces brotó en mí esa oración tan rara: "Dame Dios mío un momento estelar como ese, un tango y un caballero vestido con levita para bailar con él". Toma ya.
Un actor nada camaleónico, es decir que me arrebata en cada una de sus películas, es Robert Redford. Con esa elegancia desgarbada de hombre alto, delgado e inglés (a pesar de haber nacido en América), esa luminosidad de hombre rubio, esa ironía de buen actor, ese aire avasallador de caballero y esas manos poderosas... no subo aquí una foto porque me temo que no podría elegir sólo una. Como las patatas Lays.
Mi último descubrimiento ha sido Rufus Sewell.

Me encanta su aire despeinado, canalla, sus mejillas rojas que tienen el tono justo de las manzanas silvestres, sus ojos asombrados, su inocencia culpable.
Esa bruma de despiste y de repente ¡zas! aparece con traje de chaqueta y corbata.

Como Dios manda.
Por cierto, había olvidado a Jonh Wayne.