Se me había olvidado cuánto me gusta el agua...
Me siento engullida por el azul turquesa, fresco y radiante gracias a la luz de este domingo soleado que entra a raudales a traves de la claraboya.
Me dejo abrazar por el agua y me parece estar sumergida en la esencia divina. Rezar y agradecer me sale solo, igual que disfrutar. Entre tanda y tanda de ejercicios, dejo momentos a la inspiración y a la meditación.
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