jueves, marzo 19, 2009

Poesía (...y maquillaje)

El recital en Cádiz me hacía mucha ilusión. Nada menos que la Universidad de Cádiz. Me llamó Buko, oye que nos vamos,y luego nos invitan a comer. Dije sí, y sólo dos segundos más tarde pensé dolorosamente en mis ocho horas de estudio.
En el tren, Fidel nos lanza la clásica pregunta: ¿qué estáis leyendo últimamente? El temario de la opo, se me ocurre al momento. La semana pasada compré el nuevo poemario de Carmelo, que es profundo y reflexivo. Y me apetece meterle mano de nuevo a Persuasión, de Jane Austen, y a La luz apacible, de Louis de Wolh. Claro que la primera opción es impensable, porque me he puesto por norma no leer novelas mientras duren las oposiciones. Al menos lo de Wohl lo he devorado unas dieciocho veces y sería un simple repaso. Y debo confesar que ayer me dormí con Cuando Hitler robó el conejo rosa debajo de la almohada: tengo que hacerme mirar esta pasión repentina por la literatura juvenil. Así que respondo: El temario y Judith Kerr.
En Cádiz esperan Inmaculada Moreno y Enrique García Máiquez. De nuevo hablando en verso, escuchando versos después de tanto tiempo. Los metapoemas de Enrique dan pie a un sabroso debate sobre metapoesía, ¿creación, reflexión u ombliguismo? ¿El fin último de un poeta es comunicar? Yo diría más bien crear belleza, como el pintor que pinta la lluvia o Inma Moreno recreando el Génesis: a mí también me parecen mágicas las palabras.
De vuelta, ya de noche, enciendo el ordenador y le echo un vistazo rápido al Foro Mac. En la carpeta "Nars", alguien pregunta por el colorete Gina, mi preferido junto con Luster y el primero que me compré, en París, con un dinero que me dieron por haber defendido mi tesis. Así que respondo emocionada, como una metralleta:

Perfecto, yo no sé por qué no se le hace más caso, es el Gran Desconocido. Es mate, y yo adoro los mates, pero al contrario que el Gilda le da muuuucha luz a la cara, sólo que la luz nace del color, no de la textura (brillos purpurinosos etc...) No. Es perfecto para el verano, tan alegre como un zumo de naranja, nada artificial. Parece que has tomada vitaminas y que el sol te ha sonrojado la cara pero sin bronceártela...

Envío el mensaje y tres segundos después una forera responde:

¡¡Qué descripción, parece poesia!!

jueves, marzo 12, 2009

Inventos y descubrimientos

Son las doce y media, puedo descansar un ratito y pienso, pienso en muchas cosas. En lo asombrosos y sobrecogedores que son los poemas del nuevo libro de Carmelo, ahora que no estoy para leer poesía. En lo mucho que estoy necesitando uno de esos aerosoles gigantes de agua termal de La Roche Posay, ahora que mirarse al espejo requiere diez segundos de puro lujo. Y, sobre todo, pienso en las ganas que tengo de escribir sobre cosas frívolas e importantes, por ejemplo la parafarmacia del Corte Inglés.
Sí, la parafarmacia. Después de mi último brote de granitos rojos de irritación hice un juramento: prometí no mirar a la cara a ninguna crema que no viniese convenientemente empaquetada por un farmaceútico. Aborrezco los tarros de Clinique, Clarins y Estee Lauder, pero detesto de igual manera el rollo eco bío de Lush y toda esa recua de aceites esenciales naturópatas que se han impuesto de moda. No señor; no, señor: vida nueva. Me declaro adicta a la parafarmacia del Corte Inglés.

Ahora paso a detallar los productos que han cimentado mi amor, un amor puro y firme, el sublime amor, el desolado amor... Y comienzo con La Roche posay. El agua termal de esta marca es pura magia, un milagro. Y tenemos la magnífica cremita con olor a pera, Toleriane, que hidrata sin engrasar y calma también la piel. Y los protectores Anthelios, la mejor pantalla solar del mundo en tropecientas texturas diferentes.
Después tenemos la marca Grisi con su gel de aloe vera puro al noventa y nueve por ciento del que ya he hablado tantas veces: sólo añadiré que es una maravilla. Y las toallitas desmaquillantes con aloe vera van perfectas para un apuro puntual.
Crema Biopel para los labios: ¡qué gran invento! Y digo para los labios porque para la cara no es buena: contiene petrolatum, lanolina, aceite mineral y aromas. Es un ungüento tipo alquimia que viene en un tubo hermoso: regenera los labios en un abrir y cerrar de boca, suaviza codos secos y es perfecto para zonas irritadas del cuerpo, repito, ¡no del rostro!
Y no hablo de Korres porque merece una entrada para ella sola, pero apunto aquí que también es una marca farmaceútica.

Por último dejo aquí constancia de dos cosas que sigo comprando en supermercados, excepciones a una regla de oro. El hidragel calmante y el tónico multifunción de Carla Royo Villanova, que llevan un 95% de agua de rosas búlgara y son un auténtico bálsamo para pieles cproblemáticas, y el champú sólido de Lush, que limpia el pelo como ningún otro, dándole cuerpo y sacando tirabuzones ¡sin necesidad de espuma!

lunes, marzo 09, 2009

Fuego de opósitos

Comenzó mi vida de opositora el siete de marzo de dosmil nueve. Ya he leído, subrayado y hecho el esquema de tres temas, voy a tema por día y luego a hacerme yo misma un examen. Vaya un planecito.
Así que para celebrarlo he visto tres películas de cine, una cada fatigada noche, en un claro revival de mis días de apretada tesis. Y como nunca en la vida he sentido estas atroces ganas de dormir la siesta e incluso de escribir poesía, he rebuscado, en una de esas malditas medias horas de descanso, un poema de Ardua mediocritas, libro fotocopiado y encuadernado que me regaló un compasivo amigo poeta diz que hace ya ocho años, mare deu cómo corre el tiempo y blablabá, (ya empiezo a tararme, malo malo...)

OPOSITOR
Fuego de opósitos

Quiero escribir un poema.
Tengo que estudiar. La cama
me llama. Quema la llama
de qué vocación: dilema
entre rima, cama y tema
que me exige una elección.
El Arte en mi corazón,
La Justicia en mi cabeza,
en mi cuerpo la Pereza
y en mí la Contradicción.

Ardua Mediocritas Enrique García-Máiquez, Premio Nacional de Poesía "Mariano Roldán", 1996

miércoles, marzo 04, 2009

Fin de semana en Madrid: apuntes y digresiones

Me escribe una amiga diciéndome que ella y su marido van a disfrutar de unos días en la capital de España... y me pide algunas ideas. Con Madrid me ocurre lo mismo que me sucede con Sevilla: la conozco poco y mal. Al menos he conseguido orientarme en el metro (sigue las señales, sigue siempre las señales...), y eso me ha dado un aire de libertad, una idea tal vez errónea de que domino más esa ciudad para mí de vacaciones y compras que mi lugar de rutinas, bostezos y sol incomparable.
De cualquier modo, estas son mis direcciones no tan secretas para pasar un fin de semana de puro deleite, tanto epicúreo como hedonista.

- No puedes dejar de pasear por el Retiro, preferiblemente un domingo, comprarte un bocata de calamares en cualquier puestecillo antes de entrar al parque y comértelo sentada en un banco: ¡los gorriones de Madrid son geniales! Y después a pasear en barquita por el estanque.

- Ni de visitar la librería del Círculo de Bellas Artes, al principio de la calle Marqués de Casa Riera, se llega con la línea 2 de metro, parada Banco de España. Es una librería que lo tiene casi todo, grande pero con recovecos por lo que parecen muchas tiendas pequeñitas, tiene todas las revistas culturales, poesía, arte, guiones de Woody Allen...

-De los museos, el que más me gusta es la Casa de Sorolla, encantadora y llena de cuadros del pintor, una maravilla. Está en la calle Paseo General Martínez Campos, número 37, se llega en las líneas de metro 7 y 10, parada Gregorio Marañón.

-Mira si hay alguna exposición en la sala Mapfre, paseo de Recoletos, número 23, llegas en la línea 4 de metro, parada Colón.

-De bares y restaurantes lo que frecuento es el Barrio de Salamanca: a mí me gusta La casa del abuelo, una taberna tradicional con buenos pinchos y platos de huevos rotos deliciosos, en plena calle Goya, se llega en las líneas de metro 2 y 4, parada Goya. Es más barato que cualquier bar en Sevilla. Restaurantes, me chiflan tres: Geographic Club, en la Calle Alcalá, 141, también parada Goya, ¡no te lo puedes perder! Es colonial- étnico, con comida mejicana y de distintos países, y con un decorado exótico maravilloso. También, La Galette, en la calle del Conde de Aranda número 11, metro Retiro: restaurante vegetariano romántico y un poco de nouvelle cuisine pero comer, se come. Sugiero las croquetas de manzana, la ensalada de manzana y un plato de arroz y carne que se llama Corona de reyes. Y El inti de oro, calle Ventura de la Vega número 12, línea de metro 2, parada Sevilla. Es un peruano increíble, tiene los mejores ceviches que he probado.

-En cuanto a garitos y pubs no puedes irte sin haber entrado en el Libertad 8, calle Libertad, metro Chueca: el mítico pub de los cantautores, con algo de suerte escuchas a Tontxu o a Paco Bello como a mí me ocurrió.

- Y llegamos a la parte interesante... ¡compras! A mí me encantan los hippies de la calle Goya, junto al Corte Inglés (Metro Goya, líneas 2 y 4.) Tiene un tenderete que se llama La nave va en el que venden cosas de la india, pulseras de cobre, anillos de madera. También por la zona una tiendecita llamada Azul de mar, calle Francisca Moreno (perpendicular a Goya por la altura del Deutche Bank). Venden pendientes para boda, bolsitos joya, muñecas rusas, anillos de piedras de cristal de colores preciosos... bastante barato.

- Y si lo que quieres comprar es... maquillaje, has llegado a La Ciudad. En la misma calle Libertad, número 3, hay una tienda de maquillaje profesional que vende dos marcas buenísimas, poco conocidas e inaccesibles si no viajas a Madrid o Barcelona: Harlow (lo mejor son sus brochas profesionales a precio razonable), y Kryolán, que ofrece sombras de ojos en polvo o crema, con base de agua, en formato de pigmentos... y coloretes y bases de maquillaje de gran calidad y precios más que razonables.
Pero la calle principal para comprar cremitas en Madrid es Fuencarral: ¡me encanta! Se llega en la líneas de metro 1 y 10, parada Tribunal. Tienes Korres, Kielhs, un Sephora, Lush y... la magnífica e increíble tienda profesional de Mac.
Y por último, si tienes ánimos, toma el cercanías de Pozuelo y visita el stand de Nars en el Hipercor de Pozuelo. Creo que a partir de mayo van a colocar un corner mucho más cercano en el Corte Inglés de Goya, pero hasta entonces, si quieres ver en directo los maravillosos coloretes y múltiples de esta marca, ¡hay que lanzarse a la aventura!

Y termino con dos apuntes "soplados" por Benita: La pastelería salón de té Embassy, en el Paseo de la Castellana 12, metro Colón: un anónimo apoya la moción y añade: "mis pasteles preferidos son las barquitas de fresa. Todos los de fruta fresca son deliciosos". Creo que hay que visitarlo...
Y, ¿cómo se me pudo olvidar? La magnífica tienda de Álvarez Gómez, llena de frasquitos de violeta, jazmín, lavanda... En la calle Serrano número 14, metro Serrano, naturally.

miércoles, febrero 25, 2009

301

Era de noche y volvíamos a casa. Sentadas en la parada de autobús, de incomparable marquesina de PVC transparente que en primavera, verano y mitad del otoño provoca efecto invernadero, rumiábamos los últimos minutos de un domingo más que se nos iba. Del otro lado del telón aguardaba el lunes, ya sin lluvia pero igual de negro que un paraguas de caballero. De caballero a la antigua usanza, claro, no de los que andan ahora con la corbata sembrada de piolines. Estábamos solas y calladas.
Y de lejos llegaron dos seres como metidos en un aura, ay el aura, será blanca o negra o de colores. Estos dos venían rodeados de chisporroteos de fuego alegre, si no fuera cursi diría que nimbados, deja ya el almíbar tú que te quemas, pues nada, bendito punto y aparte.
Son mimos profesionales, dijo mi madre en voz baja. Qué van a ser, lo que son es amigos o novios o qué se yo, muy besucones no eran, sólo se abrazaban, se enlazaban y bailaban. Con dos bufandas. Y reían, reían sin parar, pero con una risa como banda sonora de peli americana, de las que no molestan porque parece que van por dentro, a juego con el ambiente. Y se ponían a bailar claqué entre risas, fredasterianos, y yo le empezaba a ver ya la trampa al domingo de posguerra que me había fabricado, y la marquesina di que sí, transparente para así filtrar los rayos solares, lunáticos, el aire y el agua en danza.
Sois geniales, tíos. Tendría que haberlo dicho. Pero me iban a tomar por rara, cuando pa raros, ellos. Benditos raros.

P.S.: Esta es mi entrada número 301, pero perfectamente podría haberse tratado del número de la línea del autobús.

sábado, febrero 21, 2009

La maravilla difícil

Todo duele como esquinas de cristal que, de pronto, se fragmentan en mil trozos de una luz que te sorprende. Comienza la difícil maravilla. Es el vacío rápido, una espiral que ralentiza el tiempo. Y estás solo como un niño pero sin las armas mágicas que la infancia te dio. Quieres pintar un teje en el suelo y saltar las casillas cantando para encontrar la salida, inventar nombres dulces para el lobo y que así se convierta en menos lobo.
La clave está en jugar. Ofrecer lo que no es juego para transformarlo en juego, regalar lo regalado, el tiempo atemporal y lo que queda del día. Sin más droga que la música, el sol que se nos mete por las venas, la vida que se entrega en puro éxtasis.
Y el día que comienza es el potro desbocado que te conducirá, si sabes gobernarlo, a la cima.

domingo, febrero 15, 2009

Tardes doradas en el parque

Giraba el columpio y creías que Supermán iba a aparecer de un momento a otro, llevándote en volandas para esquivar el duro suelo. El suelo sabía a adoquines con sangre y a manchas de chocolate rosa, y las rodillas repletas de barro te daban ese aura de San Jorge venciendo al dragón que tus padres nunca entendían. Y no querías llegar tarde por culpa de la mercromina, moco verde el último, y perderte el comienzo de Dragones y mazmorras. El amo del calabozo nos dio poderes a todos, y foskitos, y piruletas. Que no se entere mamá.
Y siempre cenabas tortilla porque entonces no había colesterol, y la sartén crepitaba en los fogones que estaban en un rincón recóndito, blanco, mezclado con el aroma del aceite frito. Los saleros y las cebollas. Y todos a comer.
La bañera llena de burbujas y tus primas chapoteando, y tu primo intentando entrar por alguna rendija para ver, qué querrá ver si aún tenemos cuerpo de niña, dijo alguien una noche. Sólo quiere fastidiar, para eso es chico.
De este lado del cuento, veinte años después, abro el bote redondo y granate de Moussel y la bañera va llenándose de pompas, y en cada pompa cumplo un año menos hasta rozar el agua caliente con sólo nueve inviernos a mi espalda.

viernes, febrero 13, 2009

Nevermore (saudade, morriña, murria)

Ando llorando por las esquinas, imbuida del síndrome de Estocolmo. No volveré a subirme los miércoles, a las nueve menos cuarto, al autobús veintisiete para bajar donde se vislumbra la iglesia evangelista, reinando en el centro de un descampado de flores silvestres. No volveré a demorarme en los mil desayunos de las doce, "que se note que vamos a ser funcionarios" dice Juan María y, como a la voz de un conjuro mágico, abandonamos el departamento de lengua en busca de media tostada de tomate y una fanta de naranja, bebida azucarada y energética que me permito una vez a la semana. Hasta ahora, los miércoles.
Nunca más las tardes en el IES Nervión tragando frío y ciencia, la ciencia de enseñar, explicada en voz baja y con profusión de libros que ruedan por los pupitres. Siento tal vacío, canguelo, penita, saudade y morriña que voy a empezar a leerme la bibliografía recomendada, comenzando por Mal de escuela y Latín y mentiras.
Las clases del CAP terminaron, y yo me he quedado huérfana. Sin chanzas.

martes, febrero 10, 2009

Frente al espejo

Lentamente el sábado se va, decía Sole Gimenez con dulzura cortante, y yo cada vez iba quedándome más ronca. Abrí el armario de mi habitación y vi la madeja de libros reflejada en el espejo: nunca estaremos solos. El teléfono maullaba también, gritón y acogedor. Y sonaba el piano, ese piano vecino que presta a mis tardes un doble fondo de realidad, ya lo dije, y me hace sentir como en mi propia casa.
Es el momento perfecto para maquillarme, pensé, aventurando combinaciones. Nadie me espera. Y me dispuse a abrir la bolsita de las pinturas, y a jugar, soñar, imaginar.

Con ayuda de un desmaquillador de ojos suave, salieron de mis manos dos looks diferentes. Para ambos utilicé la prebase de sombras de Art Decó, que es una maravilla barata (seis euros en perfumerías Douglas), y mantiene los colores fijos y vibrantes. También, tres pinceles básicos: uno en forma de lápiz para trabajar con tonos oscuros y trazos precisos, una brocha Smudge para difuminar y un pincelito fino y biselado para delinear. Los tres de Sephora. Y también resulta muy útil tener al alcance de la mano algunos bastoncillos de algodón, para corregir cataclismos.

Para el primer look podríamos utilizar un nombre poético, al estilo de "El resurgir de una sombra". Poético y verdadero: quería probar si con la prebase de Art Decó aguantaría bien una sombra de Mac tan bonita como caprichosa: Deep Truth, un azul oscuro, intenso y escarchado, eléctrico digo yo.

Durante mucho tiempo fue una de mis sombras favoritas, pero empezó a mostrarse difícil y a migrar por todo el párpado: una maquilladora me dijo que los pigmentos azules sufren siempre esa tentación. La saqué del fondo del baúl y la fui depositando con el pincel lápiz en la almendra del ojo, a toquecitos. Esto es algo que aprendí recientemente: cuando una sombra es muy especial y tiene reflejos, (como mi querida Beauty marked de Mac), debes extenderla a golpecitos, sin frotar ni arrastrar.
A continuación descargué el pincel y marqué la esquina externa y la banana con la sombra Knight Divine: gris oscuro con reflejos azules. Y, para que no quedaran cortes de color, difuminé ambas sombras con la smudge.
Aplicando prebase también a ras de las pestañas inferiores, me aventuré a trazar con el pincelito una línea imprecisa de sombra Knight divine. Casi nunca lo hago, me gusta dejar el párpado inferior limpio y evitar así el efecto ojera, pero me apetecía divertirme un poco, y es cierto que un auténtico ahumado requiere ese toque final. Iluminé con una sombra clara, en mi caso con el pigmento Jardín Aires de Mac, el arco de la ceja, y quedó terminado el look.

El segundo podría denominarse "Look Ala de mosca", y combina dos joyas de la corona: la sombra Greensmoke de Mac, un verde oliva ahumado lleno de misterio, y la controvertida Club, color ala de mosca, versátil y tornasolada.

En pocas palabras puedo decir que utilicé los mismos pasos (véase el caso uno, dirían aquí las instrucciones de un manual.) Prebase, Greensmoke en el párpado móvil, Club en la esquina y en el pliegue. Como toque último, me evité la siempre arriesgada acción de trazar una línea a ras de pestañas inferiores con sombra, y utlicé el mágico y mítico lápiz Orpheus de Mac, negro con reflejos bronce/dorados. Fue parte de una colección limitada, pero tenéis un clon baratito en Mercadona: Lápiz nº8 de Deliplús. No sé si la mina será tan deliciosamente blanda y manejable, pero podría valer, y para las nostálgicas siempre nos quedará Ebay.

P.S.: Las fotos pertenecen al blog de Vanesce. Completé ambos looks con la barra de labios kisskiss de Guerlain en tono Peche frivole, un rosa-melocotón que todas necesitáis. Por cierto, la Greensmoke también queda de miedo combinada con una de las nuevas sombras de esta marca, la Nuit, negra verdosa con brillos dorados.

jueves, enero 22, 2009

Cosmética en tiempos de crisis

En estos malos tiempos, me dijo un amigo, lo mejor es abrir una panadería: nadie va a dejar de comprar pan.
Nadie dejará de comprar pan, y ninguna mujer debería dejar de cuidar su piel y, por qué no, su maquillaje. En La luz apacible, Louis de Whol atribuye al inefable Tomás de Aquino un párrafo en defensa de este arte. Y si "pintarse la cara" no era pecado ni en la Edad Media, ahora sería un pecado estético no hacerlo. Toda mujer, incluso la que dice que no se arregla, tiene un arma infalible: no usará fond de teint, pero no sale de casa sin la raya negra en el ojo, o sin depilarse las cejas.
El maquillaje no sólo te hace sentir bien a ti sino que hace la vida más agradable a los demás. Una mujer que se ve guapa no irá por la vida arañando a otras mujeres, y cuando un hombre le ceda el asiento no pensará de él que es un sucio machista, sino que está deslumbrado por su belleza. Somos la mitad de la raza humana que usa tacones y rímmel, y eso nos tiene que servir de algo.

Y, comenzando por el rímmel, diré que existen máscaras fabulosas de Chanel, Givenchy, Estee Lauder y Lancôme, pero que todas tienen un ligero problema: caducan en seis meses. Enseguida empiezan a oler mal, por lo que propongo el primer ahorro del año: no inviertas en la nueva Phenomenon eyes (28 euros) sino en la Great Lash de Maybelline (unos 8 euros): el bote rosa y verde es famoso, lo usan muchas actrices americanas y por algo será.
Segundo paso: vaselina pura. Pero no los tarritos de Gal o Agatha Ruiz de la Prada, que a la larga salen muy caros, no; ve a un herbolario o tienda bío y hazte con un tarro de cincuenta mililitros. En Sevilla, en la Jaboteca (Calle Cuna), me costó a mí unos cuatro euros. Sirve no sólo para hidratar labios, sino también codos, talones, uñas y... ¡contorno de ojos! Una esteticista me dijo que la vaselina era un gran contorno de ojos: no acaba con ojeras, pero hidrata, atenúa bastante las líneas de expresión y previene las patas de gallo.
Siguiendo con esta línea, la mejor "crema" nutritiva, regeneradora y antiarrugas es el aceite de rosa mosqueta: dicen que es caro, pero el de Marnys, que es puro, no llega a los siete euros. Y siempre quedarán marcas como Olay y Deliplús: de esta última recomiendo su agua de avena, el mejor tónico para piel grasa e incluso sensible, a pesar de que al alcohol sea uno de sus ingredientes. Siempre tendrá menos alcohol que los tónicos de Clinique, y cuesta tres euros en vez de veinticinco.
Otro tónico buenísimo es el agua termal de Avene, y si tu piel es seca, el agua de rosas de Cuve, en farmacias, cuesta también cuatro euros.
Una base de maquillaje para tiempos oscuros: el fond de teint pinceau de Bourjois. Es el clon de la ya mítica base de YSL, sólo que mejorada, ya que es libre de aceites pero muy confortable. Y de larga duración: incluso la recomendaron en la revista In Style hace unos meses... Cuesta unos quince euros.
Sombras de ojos para no arruinarse: las de Art Decó. Si tienes cerca una perfumería Douglas, ¡corre hacia ella! Por cinco euros tienes clones de las sombras de Mac, y la calidad es buena. La 262 es muy parecida a la mítica Parrot, un azul turquesa loro; la 245 me recuerda a la Sumptuose olive, un verde oliva brillante; y la 92 es un clon aceptable de la preciosa sombra Shale, un malva grisáceo. Y la base de sombras de esta misma marca no te la puedes perder: cuesta seis euros y pico y logra mantener tu look todo el día, puedo asegurarlo.
Adaptando el lema de Francois Nars, también yo puedo decir: diviértete, sólo es maquillaje... barato.

lunes, enero 19, 2009

El infierno de los réprobos

Alejandro dice, comentando la entrada anterior, que sabe que se puede dialogar conmigo. Y yo me quedo sin saber si su elogio es cierto o no, en realidad no sé si está en el alma de los españoles el don de poder debatir desapasionadamente, sin iras reconcentradas, sin prejuicios de derechas o de izquierdas, cuyo nombre es legión en ambos casos.
Sencillamente, hay cosas que me hacen daño, y detesto la polémica. A veces desearía tener en mi sangre unas gotas del humor inglés, al estilo de Enrique García Máiquez, para capear el temporal y hablar de lo que nos plazca sin salir airados ni trasquilados. Una, que no tiene vocación de vencedora ni de vencida, desearía sentarse en su cuarto de estar en los días de lluvia, encender una imaginaria chimenea y abrir una tras otra las novelas de Wilkie Collins.
Pero, mientras redacta su trabajo de didáctica general, una tropieza con la noticia de que la subvención a ciertos colegios andaluces está en el aire porque practican la "discriminación sexual". Son malos, malotes. Por supuesto se menciona al Opus Dei, pero una comentarista del blog de Batiscafo nos recuerda el caso del Colegio de las Hermanas de la Cruz que no sólo es un colegio más, sino que allí viven "las niñas que los padres no pueden atender y eso lo sabe muy bien la Junta."
A estas alturas, una ha olvidado completamente su deseo de no entrar al trapo y orillar temas espinosos en este su blog hobbítico. Que quieren, ahí me han dado. Yo estudié en uno de esos perversos colegios femeninos, y es una de las mejores cosas que pudieron hacer mis padres por mí. La verdad, no sé cuál es el problema. Vivimos en un país democrático, y por eso existen varias opciones subvencionadas para una verdadera igualdad. Nadie va a obligar a tu hija a inscribirse en Ribamar, ni a tu hijo a estudiar en Altair. Tal vez el delito tan grande de profesores como Fidel Villegas sea sacar poetas de debajo de las piedras y hacerlo a las orillas del Parque Amate.
Aquí termina mi exabrupto del lunes, y ya estoy deseando volver a mis plácidas entradas sobre buenos poemarios y coloretes de Nars.

viernes, enero 16, 2009

...la hipoteca, sí.

Hoy ha sido un día de los de enmarcar con tinta morada, por lo menos. Han empezado mis clases prácticas en el instituto.
En realidad no les castigué con mi famosa unidad didáctica sobre la Literatura Medieval, que comienza cronológicamente el veintiocho de enero. Hasta entonces enhebro el rosario laico de objetivos, contenidos y competencias y voy bajando el listón como una niña buena y pedagógica, no faltaba más. Yo quería debatir con los alumnos sobre si era oscura o no la Edad Media, que por supuesto pienso lo segundo basándome en el gótico y las coplas de Jorge Manrique. Así, de paso, infiltraría el malevo currículum oculto, pero va a ser que no.
Hoy no me tocaba hacer nada de eso, sino una apacible "observancia de la práctica docente" con los chicos de tercero de eso, varios grupos recogidos en un conglomerado/ asignatura optativa llamada ICO: Información y COmunicación. Tocaba ver la peli "una historia del Bronx", que me rechifla. Como se notaba mi entusiasmo, el tutor le dijo al profesor de ICO: "esta mujer es una cinéfila." De verdad que no puedo con la life, diría si estuviera escribiendo un post en El canguro. Y entonces el sabio dedo me designó para comentar la peli. Los niños se han callado para escucharme, y la verdad es que he salido feliz de la jungla.
Para terminar nos han enseñado unos anuncios de revista que habían elaborado los alumnos. Me quedo con el de un supuesto reallity tipo "La media naranja" que decía:

El amor no es para siempre...
La hipoteca, sí.
Te ayudamos a conseguir al perfect@ compañer@ para compartir una hipoteca.

Alumnos de ICO de 3º de ESO al ruedo mediático, ¡ya! Ya están tardando en contratarlos para el Gabinete de Prensa de la Oposición.

miércoles, enero 14, 2009

El país de las naranjas

En Sevilla, enero es un mes preadolescente. De víspera. Apagan las luces navideñas y andamos de puntillas hacia el primer naranjo, que a veces ha madrugado y se ha dejado oler a final de este mes de sol y frío.
He visto naranjas por el suelo. Y olían a verde y a ácido, a parque con flores violetas y verja de hierro oxidado. Ahora sé que se pueden inventar los olores para nombrarlos. Y me dejo empapar por el olor de las naranjas, amargo y dulce. Ya lo dijo Buko mejor que yo, rematando uno de sus mejores poemas:

Las naranjas
que recogí de niño, siguen dando
su zumo dulce y agrio como entonces.

Las naranjas en el suelo han traído a mi memoria aquella noche de invierno, en la que acudí a un recital tras regalarme unas gotas de mi perfume favorito, Aqua allegoria Mandarin basilic de Guerlain. Buko salió de debajo de un árbol y me dijo, hueles a zumo de naranja. Me pareció estupendo.
Y oler a muñeco Nenuco, a talco, a jabón, a tocador antiguo, a bodega en el mes de octubre, a lluvia.

viernes, enero 09, 2009

El niño del cibercafé

Objetivamente se llama Locutorio Calfred II, pero en mi casa le llaman el cíber de Santa Teresita, porque cruzando la calle se llega a la iglesia del mismo nombre.
La iglesia de Santa Teresita se halla en el centro de un parque, rodeada de abetos enormes y olivos diminutos que hoy están coronados de nieve, y tiene un estilo muy francés, muy siglo dieciocho, con su fachada de ladrillo y su cúpula de pizarra negra.
El cibercafé es algo caro pero muy cómodo, con un mostrador de bar de barrio, una cafetera y tres o cuatro mesas de pino barnizado y bien fregado. Y sillas de enea. Y, tras unas puertas de saloon, los ordenadores. Y al fondo la ventana, un biombo y una radio vieja.
En los días de navidad había también un niño rubio, de seis o siete años. Se escapó del brazo de su abuela y vino hacia mí dando saltitos. Conozco esos saltos entrecortados porque también forman parte de mi costumbre: son saltos de entusiasmo.
-Yo tengo un traje de Spiderman, me dijo.
-Pues yo de pequeña tuve un traje de Mary Poppins... y otro de panameña, le respondí.
-Mmmm... ¡Cómo es el traje de panameña?
-Blanco, con un volante y tres cintitas de colores.
-¿De qué colores?
Este niño, pienso, de mayor va a ser como Colin Firth, arrollador. Creo que los colores eran el rojo, el verde y el amarillo. El niño piensa un poco y me responde:
-Como la bandera de La Rioja.

miércoles, enero 07, 2009

Regalos

Los regalos que nunca olvidaré, esa cocinita de madera o el triunfante Ipod que se me había roto, se congregan como leyendas de comic en el balcón, en plena noche de Reyes, cuando pasa Baltasar por la calle y todos gritamos "¡aquí, arriba!", y el Rey Negro alza la cabeza y nos ve, muertos de frío y de ilusión en la terraza del primero, y saluda, saluda y saluda en un momento interminable.
Recuerdo mis siete años, cuando la vida era para mí un juguete que había que destripar, y me lanzaba a la tarea de investigación armada de tijeras y papel celo. Siempre necesitaba más celo, y como era niña lo decía así: "necesito celo". Y aquella mañana el salón, como un fogonazo de luz, estaba lleno de juguetes que rodeaban un pequeño paquete redondo. "Sabemos que necesitas celo", decía la tarjeta roja y dorada.
El carricoche con aquella mantita, que luego descubrí que era una servilleta de cuadros, en la que habían bordado el nombre de mi muñeca: Maite. Aquel abrigo en tonos rosas y naranjas, salmón dice mi madre, que me regalaron hace quince años y sigo usando todavía. La cadena larga y plateada terminada en una esfera, como bola del mundo, que mis amigos definieron como colgante erótico y no me atreví a utilizar de nuevo.
Un racimo de regalos luminosos se agolpan en una sola noche y resumen en un cortometraje mis treinta años. Ayer recibí un bolso de charol verde botella, grande, tipo shopping bag; un colgante de plata en forma de espiral o de sombrero mejicano, según se mire; un libro y dos cuadernos forrados de tela, calcetines marrones, una pulsera de plumas y un jabón con olor antiguo para poner sobre la ropa, entre las baldas: así, al abrir mi armario, todo huele a tocador de la abuela.
Hoy he visitado Castroviejo, por última vez en estas fiestas, y con el dinero de mi tía Carmen he comprado Armaddale, de Wilkie Collins, y el Diario de Adán y Eva, de Mark Twain.

sábado, enero 03, 2009

Platónica tomista

El mundo se divide, dijo nuestro anfitrión después de la cena, entre aristotélicos y platónicos. En ese mismo instante me proclamé como una rendida platónica, pero tres segundos más tarde recordé cuánto me gustaba Santo Tomás de Aquino. Gordo, filósofo y autor del Adorote devote, ¿se puede pedir algo más?
Entonces, platónica tomista, resumió nuestro anfitrión. Acto seguido declaró que su mujer era aristotélica volteriana. Leves murmullos de protesta emergieron del asiento que correspondía a la esposa, pero él tenía una explicación para todo. No, mira, tú leías Mafalda de niña, y si de pequeña te gusta Mafalda, es que vas a ser volteriana. Si te gusta el Capitán Trueno, serás un romántico empedernido como yo.
Bebiendo un sorbo de vino blanco, pensé en Obélix y en Ideafix: el primer perro ecologista de la historia, que aúlla de tristeza cuando cortan un árbol. Y en el bardo: no cantarás, no cantarás y no cantarás. Y es que soy platónica tomista.
Y eso explica muchas cosas.

(Por favor, rezad para que no nieve mañana, que quiero pasar en Logroño la noche y el día de Reyes, con la parafernalia de siempre, Gaunas, cabalgata, comilona y cuarto oscuro. Debe ser que soy platónica tomista.)

lunes, diciembre 29, 2008

En Navidad, chocolate

En estas tardes de diciembre el infierno dantesco no podía ser más dulce. Una sala con alta calefacción, espejos y escaleras, abrigos, polares, trencas y bufandas rampando por las señoriales sillas de dorados algo raídos, y niños niños niños berreando, perrea perrea, entre vahos de chocolate. Y mi abuela, mis tíos y yo que hemos heroicamente conseguido una mesa esquinada, la última, y resistimos ahora y siempre al invasor apretándonos contra la aristocrática pared, el aceitillo de los churros y los brazos y piernas infantiles que giran como una noria.
Eso fue en la tarde de Nochebuena. Aún no sabemos si premio o castigo, en todo caso tradición cumplida y vencida. Me regalaron una gargantilla dorada y un gel de baño de L´Occitane que huele a mimosa. Y un camafeo. A mí es que me fascinan las cosas que se abren y se cierran, dice la autora del regalo.
Unos días después el frío no importa, somos jóvenes y nos disponemos a "chiquitear" en la senda de los elefantes, calle Laurel. Todos mis tíos y yo, que soy la más joven y la que más frío tengo. "Hay que tirarse el vino encima", dice mi tío Javier. Yo pido una cocacola sin hielos.
Y brocheta de piña y langostinos en el Juan y pinchamé.

miércoles, diciembre 24, 2008

FELIZ NAVIDAD

"Se levantarán cantando
los moradores del polvo,
porque rocío de luz
es tu Rocío".

(Is, 26, 19, en una versión un poco libre.)

viernes, diciembre 19, 2008

en torno a los memes

A mucha gente no le gustan los memes. Dicen que son una memez, aunque supongo que lo que más puede fastidiarles es que de algún modo alguien dirija el proceso de creación de una entrada, ese juego de tiempo y silencio que fluye como un río, en palabras de Enrique García Máiquez.
"Yo pensaba callarme, o hablar de las actrices polacas de los años setenta, y ahora viene Fulanito pidiendo que cuente dónde guardo las llaves o cuáles son mis poetas preferidos". Así, sin anestesia. El ego se resiente un poco, el orgullo se levanta airado y nos preguntamos qué nos obliga a seguir la maldita cadena.
Pero, de alguna manera, la cadena de memes también dibuja un río, con aguas que saltan de blog a blog y ponen de relieve el nudo de relaciones en que se ha convertido la bloggosfera. Ayer dije, en la mesa redonda sobre blogs y literatura, que una bitácora sirve al mismo tiempo de cuarto de estar con chimenea (y portero automático, candado y llaves, por lo que pueda ocurrir), y de trampolín para el ejercicio estilístico, reto casi diario y aprendizaje. Hay que aprender a contar, sintetizar, relacionar. Y, a veces, a dejarse llevar y cerrar los ojos.
Todo esto me viene a la memoria porque tengo pendiente un meme: Koizumi me pide que cuente cinco o seis cosas sobre mí misma. Al principio me reí un poco, porque ya casi todos conocéis cinco o seis de mis historias, tabúes, manías. Uno de los peligros que encierran los blogs es el exhibicionismo puro, abismo que bordeo en cada entrada.

De acuerdo, cinco cosas. Qué difícil.

1. No me gusta la tele, pero soy adicta a la serie "El ala oeste de la casa blanca", que compramos por temporadas y vemos en familia.
2. Mis platos favoritos son el salmorejo, la crema de espinacas con bechamel, el arroz a la cubana y el mousse de chocolate.
3. Durante un tiempo me dediqué a hacer pendientes para mis amigas, tías y primas. Elegía los materiales, bolas de resina, cabujones, ganchos hippies, y tenía montado todo un taller artesano en mi habitación.
4. Con cuatro años me aprendí entera una canción de Mocedades llamada "Cuando te Miro": Eres el aire fresco de la mañana, de la mañana/ eres el sol caliente que a veces entra por la ventana/ eres arena blanca cuando te beso, cuando te beso/ eres sencillamente... lo que quiero . Me entusiasmaba el grupo vocálico vasco.
5. En Maestu había un baúl antiguo con disfraces apolillados, y de niños rodamos una película casera, mis primos y yo. El guión era de uno de mis tíos, novelista, y los protagonistas eran "La princesa Escarlata" y "El zorro Corro". A mí me dieron el papel de "La sabia Aris", y creo que llevaba un sombrero forrado de papel charol azul cielo, terminado en punta y con estrellitas de plata.

Os nomino a todos. Así nadie se siente molesto por ser/ no ser nominado.

martes, diciembre 16, 2008

Nars, gorriones y Paco Bello

Para celebrar mi cumpleaños he disfrutado de un largo y placentero fin de semana en Madrid.
Comenzó el viernes con una excursión propia de alpinista a la redacción de Telva, en la avenida de San Luis. Mirando los árboles al fondo, desiertos y azules, el frío creciente y el vértigo amarillo en las cunetas, se me amontonaban en la imaginación los versos mesancianos. Qué frío hacía.
Por la tarde fui a Fuencarral a comprarme dos sombras de Korres, una color ciruela preciosa para las navidades, de tacto aterciopelado y tono vibrante y cálido, y otra sombra color plata tornasolada, virando a verde menta. El clon perfecto del dúo Habanera, de Nars, por diez euros menos. Nos anocheció en una cafetería de Avenida de América, a la poeta Amalia Bautista y a mí, en torno a una festiva cerveza y a una fanta de naranja juguetona que no querían apagarse nunca.
El sábado por la mañana Koizumi me llevó a Pozuelo, que se ha convertido en la meca de las adictas al maquillaje gracias al corner de Nars que el Corte Inglés ha tenido a bien instalar allí. Un poco lejano, pero así pude conocer la estación de metro acristalada, el coche azul cielo y la lluvia en un sábado de centro comercial. Salí de allí con mi nuevo fond de teint, Oil free Foundation de Nars en tono Fiji (una maravilla invisible), y con el colorete Luster (otra maravilla de color melocotón dorado.)
A las dos llegaba Merl a Atocha. Ha sido un fin de semana cultural, lleno de tardes de museo: y fuera, la lluvia. En la Fundación Mapfre vimos dibujos y esculturas de Degas, y cuadros de Sorolla, Casas, Rusiñol. En el Reina Sofía, arte vanguardista; y en el Prado, Rembrant.
Entre Belleza y Belleza compramos un bocadillo de calamares y nos sentamos en un banco para comerlo. Al momento habíamos congregado a una muchedumbre de gorriones. Desmigué panes para ellos, y cuando tenía en la mano un trocito aún sin desmigar, un gorrión intrépido y hambriento aleteó hasta mis dedos. Se iban dando la vez unos a otros, todos saltando en un vuelto corto hacia mi mano. Fue un gran momento.
Noche de domingo en un garito mítico de Chueca, el Libertad 8, escuchando un concierto de Paco Bello. Fue tan bonito que el silencio después de cada canción se me hacía insoportable. Y el lunes, el Ateneo con sus rojos dorados y el triunfo de mi amiga Merl, áccesit del prestigioso premio Adonáis. Antes de despedirnos en Atocha me regaló la barra de labios Dubbonet de Mac: un tono rojo oscuro, casi vamp y muy elegante.
Hoy tengo 31 años y ha llegado a casa, por fin, el número de Nuestro Tiempo donde escribo sobre PAU y un par de ejemplares de mi tesina, ya publicada.

miércoles, diciembre 10, 2008

La diversificación

La diversificación es la clave de nuestra sociedad: lo he aprendido en el Curso de Adaptación Pedagógica. Se trata de una riqueza nacional: hay que diversificarse, es más, hay que adaptarse a cada nivel de diversificación. Diversificándonos.
Por eso, yo también me diversifico entre un blog serio (sólo al 50%), y otro de pura guasa. Click.
No desatenderé este garito, de todas formas. Nobleza obliga. Portémonos cono caballeros, y no como lo que somos. Ya que no somos profundos, seamos oscuros.

sábado, diciembre 06, 2008

Adviento en la gran ciudad

ADVIENTO EN LA GRAN CIUDAD

Un humo de castañas nos recibe.
Es la imagen de siempre, en esa esquina
que doblo y ya regreso
a los años de fiesta.
Mi madre y yo viajando en ese vértice
de calles inundadas por la luz.
El humo de castañas llena todo:
las letras encendidas de las tiendas,
el vaivén de las puertas de cristal.
Y pica en la garganta,
y es como despertar con treinta años,
pero la fiesta no termina nunca:
mi madre lleva puesto
el abrigo dorado de los cuentos antiguos.

Intentando explicar la tarde de ayer me ha salido un poema. Un poema tonto, naif y happy, de los de "más Magia, vuelta a lo mismo", pero que ha roto mi sequía. El resto de la velada ocurrió entre potingues y libros y requiere prosa, pero aquí dejo mi tímido regreso a la poesía, y sigo la entrada donde la interrumpí.

Un momento, le digo a mi madre, señalando "The Body Shop". Ella se queda en no sé qué recado de telas. Y yo me hundo en el olor de la manteca de vainilla y especias, que era lo que quería oler. Salgo al frío de la calle, al azul brillante metalizado, con el aroma de vainilla que me envuelve como un abrigo. Y llegamos a la plaza.
En la plaza nueva conviven la feria del libro viejo y un coro de la parroquia de Coca de la Piñera, que canta villancicos. Con panderetas y todo.
Una vez más, de la Feria me interesa sólo el stand de Renacimiento, y allí me dirijo. Consigo un poemario de Ángel Mendoza, otro de Jon Juaristi y un tercero de Alberto Porlán. Destiempo de Gabriel Insausti, que ya lo tengo y lo regalaré. Un par de libros de Andrés Trapiello a precios irrisorios, y encima me hacen rebaja.
Y, yendo hacia la Novena de la Inmaculada, giramos por la calle Cuna, pegamos la nariz en el maravilloso escaparate de Los Reyes Magos, tienda vintage de juguetes de mi época, y entramos en La Jaboteca para pedir un botecito de aceite esencial de lavanda. Total, me van a pedir lo mismo que en la parafarmacia del Corte inglés por uno de Sanaflore, y esta tienda es pequeña y más artesana y sufrirá un poco más con la crisis, pienso.
Hoy, sábado, me he concedido uno de esos "baños gozosos", como los llamamos en casa, con agua caliente y ocho gotas de aceite de lavanda. Toda mi casa olía a campos azules.

miércoles, diciembre 03, 2008

Cóctel de vitaminas

Yo de mayor quiero ser como Arp. Que no es que sea muy mayor (41 años), pero tiene esa capacidad de contar y recomendar cosas que antes se otorgaba a los venerables ancianos de la tribu.
Yo de pequeña dibujaba abuelitas con moño blanco, trazando círculos que confluían en la idea de un moñete muy alto y unas gafas redondas. Esa abuela tejía la lana mientras me contaba cosas y sobre todo me recomendaba gangas, tiendas de segunda mano y lecturas apropiadas para una señorita.
No, no me he vuelto loca. Todavía. Es que era fantástico el juego ese de pintar un personaje y ponerte a hablar con él. Y te daba consejos que a veces parecían los de tu madre, o no.
Me gustan esas entradas de Arp en las que se limita a encadenar una lista de enlaces. Enlaza poemas, documentos de Zenit o alguna obra de John Henry Newman, de manera que la entrada termina pareciéndose a un río de señales mágicas. Y ahora que he aprendido a hacerlo, aprovecho la ocasión.
Una de las últimas entradas de EGM podría haberla escrito yo, según un comentarista llamado Glup. Y Benita recoge una disparatada carta a los Reyes Magos de un tal Payaso Japo.
El genial Toi se gana su título hablando de los sevillanos.
Y Néstor cada vez escribe mejor, eso sí, tomándole prestado el título a Luis Rosales.

domingo, noviembre 30, 2008

Cosas que me gustan de la Navidad

Un poco temprano para hablar de Papá Noel, ¿no, vieja?
Sí, sí, es verdad, pero ahora comienza el Adviento y me he decidido a confesarlo: lo que me gusta de la Navidad es todo. La Navidad misma.
Eso de que Dios se haga Niño, vamos a ver si lo digo en caer en lo excesivamente cursi, aún poniéndome irremediablemente roja. Eso de "jugar a muñecos con Dios". Vale, ya lo he dicho.
Desde siempre me han gustado los niños pequeños, y cuando más pequeños, más me gustan. Encontrarme, en una plaza o en una librería, con un bebé gorjeante me parece el mayor de los regalos. Mucho más que encontrarme un gato maullando mágicamente en un rincón. Y mira que me gustan los gatos.
Para algunas personas, el "tiempo fuerte" del año puede que sea la Semana Santa o la Pascua, pero para mí el Adviento y la Navidad suponen un renacer interior, un volver al seno materno como dijo Nicodemo, ¿acaso puede alguien volver al seno de su madre? Con el corazón, sí.
Y ahora que me he muerto de vergüenza, puedo hacer una lista de cosas banales, vulgares, que me vuelven loca en este tiempo tan frío y acogedor. Lo primero, el hacer y recibir regalos. Si eso fomenta el consumismo, me hago fan del consumismo desde ahora.
Algo que no es tan banal, algo que los que han crecido comiendo en casa de la abuela todos los domingos del año no pueden entender, es la fantástica nostalgia de familia que me invade, como un ladrón, cuando llega diciembre. Muero porque no muero a mil kilómetros de mis tíos, abuelos y primos, y el "vuelve a casa por Navidad" deja de ser un reclamo de marca de turrones para convertirse en alegría impaciente. Como si estuviera paladeando un caramelo que sólo tendrá sabor en mi boca dentro de veinte días.
Lo segundo, el turrón de praliné de piña. Es dulce y ácido al mismo tiempo y me recuerda a Puerto Rico. Lo tercero, los árboles de Navidad y la combinación de rojo y verde que suele adornarlos.
Y, por último, el frío. Sí, el frío, que hace más agradable el calor de los abrigos y de las chimemeas. El azul noche de la calle que contrasta con el dorado pálido de mi casa.

viernes, noviembre 28, 2008

El primer chispazo

Una noche decidí sacar un folio blanco del cajón de madera. Quería ordenar mis ideas y emociones. Tenía dieciséis años y me salió algo parecido a un poema, porque las frases eran cortas o más bien entrecortadas, e iban una debajo de la otra como dibujando un río. Se llaman versos, me dijo la voz de mi conciencia. Y son más de las dos de la mañana, me dijo el reloj fluorescente.
Mi primer poema coincidió con el primer abrazo que me dio un hombre. No fue un momento de pasión, ni siquiera de amor, sino más bien un intento de abrigarme, porque hacía frío debajo de la luna y yo sólo llevaba puesto un mínimo jersey. Me dijo, mira que salir así, en mangas de camisa... Y en lo que duran tres puntos suspensivos, me abrazó. Esos tres puntos suspensivos me alejaron definitivamente de mi niñez, de esa nostalgia rara de jugar que a veces me inundaba por las tardes. Cuando cerraba la puerta de mi cuarto y sacaba del armario mis siete barbies solteras. Y sentía luego en todo el cuerpo la vergüenza de tener dieciséis años.
Pero me abrazaron y supe que no volvería a jugar más. Al contacto con esos brazos temblé, palidecí. Se me erizó la nuca y pensé en una ducha de agua caliente, algo a lo que te entregas y que te envuelve, como el mar cuando te enciende la piel.
Al llegar a casa decidí comprarme una barra de labios roja. Me prometí que jamás volvería a verme vestida con el uniforme del colegio. Y emborroné un folio blanco con un torrente de torpes metáforas.

martes, noviembre 25, 2008

La terrible sequía

Cuando empiezas a escribir poemas, todo es tan mágico y fluye con tanta naturalidad, en cierto modo todo pasa tan deprisa, que no te planteas seguir viviendo sin ese torrente de versos que te llueven casi a diario, por la noche, en los ojos alucinados, con todos los poros de la imaginación abiertos.
Cuando entiendes que naciste para esto, que la poesía para ti no es un refugio adolescente donde derramar lágrimas sin exigencia, tu vida es un antes y un después del huracán y lo sabes, todos lo saben. Intuyes que en algún momento se puede cerrar el grifo, y es justo ese miedo el que te ata a las musas con mucha más violencia.
Yo tuve conciencia de mi vocación cuando abrí los ojos a otro mundo, era imposible no escribir lo que allí estaba sucediendo. Hay gente a la que le duele escribir, y a mí sólo me duele no hacerlo: la sequía, la terrible sequía.
Explico esto porque, en gran medida, este blog nació para remediar este vació que empezó para mí hace casi tres años, cuando terminé mi tercer poemario, inédito, y cuando comencé a redactar mi tesis. Desde entonces he escrito apenas un par de poemas: ése que le gustó tanto a Arp, uno titulado La espada y otro que le regalé a mi padre. Mi padre, el único que no se resigna. Me dice que la poesía es trabajo, que la inspiración debe encontrarme trabajando. Y le respondo que esto no es una novela, que sin ese rayo primero o chispa mágica no hay nada que hacer.
A María se la encontró el ángel recogida en oración. Un poeta lo único que puede hacer es leer buena poesía, escuchar música clásica, aspirar el humo de diciembre, gastar los sábados en ríos o museos. Que la belleza vaya haciendo su trabajo dentro de mí.
Y mientras, inundar este blog de pequeñas piezas en prosa, o de largos reportajes sobre maquillaje.

viernes, noviembre 21, 2008

Lavanda en tiempos de crisis

Siempre me ha gustado el olor de la lavanda. En verano, a pie de monte, recogemos racimos de espliego, lo dejamos secar y adornamos con él cualquier rincón de nuestra casa de piedra. Y las habitaciones huelen siempre a flores moradas y salvajes. Mi tía deja también jabones entre la ropa blanca de los armarios, y los dormitorios huelen entonces a jabón, a limpio.
También me gusta el color de la lavanda. Ese azul casi morado, como de cielo de verano por la noche, me trae recuerdos de la hora violeta, de cómo se encendían una a una las farolas en las noches larguísimas de mi niñez.
Me atraen los olores cítricos para despertarme, y la lavanda, el talco, el olor a bebé para relajarme. Por eso me pareció una propuesta muy interesante la de Telva, cuando sugirió un baño aromático a base de aceite de lavanda, de naranja dulce y de bergamota, los tres de Sanaflore. Y supongo que esos mismos aceites esenciales pueden servir también para inventar nuestro propio perfume, mezclando varias gotas en medio litro de agua y medio de alcohol: imagino que a eso se refieren cuando hablan de "base de alcohol en agua".
Una opción mucho más fácil es comprar la colonia Dulces sueños de Johnson´s baby, que no llega a los cuatro euros y huele a lavanda y a talco a la vez. Y, si tienes cerca una perfumería Douglas, esta navidad podrás hacerte con la fragancia Baby de Harayuku Lovers, la línea de Gwen Stefani con el delicioso envase de estética "lolita japo". Creo que saldrán por veinte euros, un precio bastante razonable. Sin embargo, el bote de colonia Johnson´s tiene también su poesía, una lírica escondida de sábados en supermercados y lavanda en tiempos de crisis.

martes, noviembre 18, 2008

Juguetes sí, juguetes no

Benita me pregunta desde su ventana por los juguetes que regalaría o los que no empaquetaría jamás. Empiezo la casa por el tejado y digo: nunca me veréis comprando videojuegos para colocarlos debajo del árbol de Navidad. Ni siquera videojuegos de elfos y enanos luchando contra orcos. No me gusta la violencia, ni siquiera la violencia mítica. Pero sí regalaría a niños y no tan niños una espada medieval, como hicieron mis amigos, con una inscripción tal vez de algún verso mesanziano. Paradojas consumistas, o caprichos personales.
Tampoco regalaría un juguete que no estimule la imaginación del niño, que le dé todo el juego hecho. Estoy pensando en esos apartamentos rosas y de gran lujo de la Barbie, con todo incluido, donde la niña sólo tiene que contemplar, quedarse embobada y presumir mucho delante de sus amigas. Compraría en cambio, con los ojos cerrados, una estructura de madera vacía, en forma de casa de muñecas con varias plantas y tejado a dos aguas, para que mis sobrinas inventaran mil y una forma de amueblarla con los muebles de las navidades anteriores.
En realidad, me gusta regalar juguetes de toda la vida, con los que jugaba yo. En la calle Cuna, aquí en Sevilla, hay una tienda llamada Los tres Reyes Magos que parece sacada de finales de los ochenta. Venden muñequitos de goma en forma de Obélix, Dumbo o Blancanieves, o muñecos pelones que huelen deliciosamente a plástico antiguo, esa mezcla de nocilla y tocador de abuela. Si no me quedase más remedio y tuviera que ejercer de Reina Maga en el Corte Inglés, elegiría el Nenuco con la bañerita aquella que hacía burbujas, para desesperación de nuestras madres y deleite nuestro.

domingo, noviembre 16, 2008

Blues del fin de semana

Qué feliz esta tristeza, que a veces no es más que modorra o cansancio descansado, que se apodera de nosotros los sábados por la mañana. Hemos trabajado duro de lunes a viernes y ahora algo se afloja dentro de nosotros, y en ese tránsito de nudos que se deshacen sobran unos minutos difíciles, como de ponerse en situación, por qué estoy en la cama a las diez y media y qué es esta luz que se filtra entre visillos sin pedir permiso a los despertadores. Quizás en el camino a la cocina nos duele esa parte del cuerpo a la que no dimos voz ni voto durante el horario laboral, hoy parece que me molesta un poco el pie izquierdo.
Pero encendemos la radio y se enciende el día, llamamos a algún amigo por teléfono, salimos a la calle en busca de esquinas oscuras donde leer libros de Chesterton o viejas historias victorianas. El sol nos hace rebullirnos en la acera.
"Eres como una culebra con un buen disfraz de ángel", susurra Nuria Fergó con voz de copla de posguerra. Y luego, antes de que se acabe la canción: "Yo fui dueña de tus ojos sin que lo supiera nadie". Yo bostezo, salgo a la terraza, digo qué frío hace y tú te ríes. Es la poesía, una liebre mágica que espera tras cada esquina para sorprendernos. Ahora nos hace guiños desde el canal Fiesta Radio de Algeciras.

domingo, noviembre 09, 2008

La carta de Reyes Magos

Toda la mañana rodando entre bicicletas y peluches me ha dejado un sabor de fiesta a destiempo en los labios. Cuarta planta del Corte Inglés, juguetería. Manu y Jaime lo miraban todo con ojos grandes de sorpresa. Me voy haciendo mayor, pienso al ver una docena de árboles de navidad rodeados de papanoeles, ¡si todavía no ha empezado el Adviento! Pero pronto me va atrapando el encanto del espumillón, y voy adentrándome en el rosa algodón de azúcar que tanto me fascinó de niña. Y descubro que siguen existiendo los Nenucos, las Nancys y el Gusiluz. Un mundo de color, la luna fluorescente en el cielo del cuarto de jugar. Castillos que se convierten en prácticos maletines, y así puedes guardar todos tus sueños junto al bocadillo de media mañana.
Y me he descubierto dando la vuelta a una caja de cartón para mirar el precio de una muñeca repollo. Si quieres regalármela por mi cumpleaños, puedes hacerlo. Doctor, doctor, me gustan las muñecas, ¿es grave?
La velada terminó en la librería Tarsis, aspirando el olor de los comics de Hergé. Ya los tengo todos, decía Manu. Y corría con su hermano de un lado para otro buscando los libros de Jerónimo Stilton. Mientras tanto yo, en una esquina oscura, descubría el teatro completo de Oscar Wilde, que también sería un gran regalo. Muñecos y libros se dan la mano bajo el muérdago, me devuelven a mis ocho años, cuando inventaba mundos para mi hija Maite y empecé a leer aquellos inolvidables libros de pasta dura de color rosa fucsia.

lunes, noviembre 03, 2008

Retorno a Evelyn Vaugh

He terminado de leer Retorno a Brideshead. Es un libro extraño.
Comencé a hojearlo en un tren, hace unos meses. Todos me decían que era muy bueno, y en principio tenía todos los ingredientes para que me gustara. Autor inglés, como Jane Austen, Wilkie Collins, Wilde, Newman, C.S. Lewis, Chesterton. Novela escrita en primera persona. Me entusiasman las autobiografías, y un relato en primera persona se le parece. Un relato ambientado, al menos la primera parte, en Oxford. Todo decía que sí, en aquella tarde de tren en la que abrí el libro y me quedé dormida sin llegar a la novena página.

Hace unos días decidí regresar, y esta vez para siempre. La atmósfera de Brideshead me envolvió. Hubo un momento de delirium tremens literario, en el que creí estar leyendo Los pasos perdidos de Alejo Carpentier. Qué extraordinario. Cuando Charles vuelve de la América intrincada y retoma con su mujer una relación frívola, agradable, herida de muerte. ¿Me pongo la cara de dormir?, pregunta Lady Celia. Todas las mujeres sabemos qué significa eso. Desmaquillarnos frente al espejo, untar nuestra cara de crema y acostarnos luego embadurnadas en la cama compartida. Qué desagradable tiene que ser para el marido.

Leí y me cautivó lo que leía, pero aquello seguía siendo un libro extraño. Porque me habían dicho que su tema central era la Gracia divina, y yo no veía este asunto por ninguna parte. Más bien veía una visión tremendamente negativa del catolicismo en él. La religión ha hecho desgraciados a sus personajes: Lady Marchmain, santa sin la chispa de la santidad. Hierática y severa. Bridey, que quiere ser cura pero tampoco tiene vocación.
Y, sin embargo, al final la obra pasa de ser una autobiografía a ser una novela de Misterio, y vemos cómo nada era lo que parecía. Cómo Sebastian y Julia son los seres más sobrenaturales de la familia, cómo pertenecen secretamente a Dios, que respeta su libertad pero les espera detrás de cada esquina, cuando quieras volver, vuelve.

viernes, octubre 31, 2008

Lo que me preocupa

¿Desde cuándo te has vuelto tan ecológico?
Te lo pregunté mientras se inundaba la bañera de agua caliente. Sólo me regalo esta media hora entre espuma, aceite de lavanda y naranja dulce una vez por semana, los sábados.
Desde que soy europeo, dijiste con orgullo. Y miraste con aprensión la bañera llena de gasto energético, interrogándome: ¿a ti no te preocupa el medio ambiente?
Me puse a pensar y pensé que no era ésta la primera vez que me acusaban de no estar en la onda, de ser políticamente incorrecta. Si no votas al Pesoe ni lees el País, ¿para qué vives?, me susurraron una vez. Pensé en lo que realmente me preocupa, que el único mal verdadero es el pecado porque de él procede todo, y que yo no me siento pecadora si alguna vez se me olvida reciclar el cartón.
Te hice una lista de preocupaciones. Uno, el terrorismo. Dos, la crisis. Tres, la escalada de abortos en occidente. Cuatro, el divorcio y qué nos está ocurriendo. Cinco, el cáncer, y es que soy una aprensiva. Mejor éso que ser una desaprensiva.
Creo que el medio ambiente ocupa un sexto lugar en la escala. Y si está allí, es porque hay algo en el aire que nos envenena, nos vuelve suicidas, acerba nuestra saña, hace que cada vez vengan más niños con problemas y queramos matarlos, abre una brecha entre hombres y mujeres y, por último, provoca cáncer. Me preocupa lo que los hombres hemos hecho con el mundo y lo que este mundo puede hacer con el hombre.

miércoles, octubre 29, 2008

Entrada sobre Maquillaje para Koizumi y Pablo


Voy a tener que automedicarme con dos o tres meses de austeridad, porque últimamente no he parado de comprar o recibir todo tipo de maquillajes de mis dos marcas favoritas: Mac y Nars. Es verdad que casi todo han sido regalos, pero yo misma he puesto cara de perro flaco y bizco para conseguir esos regalos.
Perdí mi colorete Gina, sí, ese que compré en Paris y era el mejor del mundo mundial, en una boda en Málaga. Y mi padre estaba en algún lugar de Europa y podía conseguirlo. Así empezó todo.
En la boda de Pablo me enteré de que iba a viajar a Nueva York, donde los Múltiples de Nars son unos doce euros más baratos que en nuestras deprimidas tierras. No pude evitar encargarle el South beach, una barrita color melocotón bronce que sirve de colorete, iluminador o incluso sombra de ojos. Y de paso, el tan celebrado labial Dolcevita.

Y, de repente, surgió el delicioso viaje a Madrid. Había que visitar la calle Fuencarral, aunque me sugerí a mí misma unos sorbos de cordura. Me parece que una sombra de Nars se llama así, Cordura, pero ése es otro tema.
Lo fascinante de mi semana madrileña, aparte del aroma a lápices en la Biblioteca Nacional, fue que pude conocer a Koizumi en pleno rapto cosmético. Ella tuvo la feliz culpa de que comprase mi primera barra de labios rosita, un color que antes odiaba. Se trata del labial Angel, un rosa angelical y tierno, que tira más a bebé que a chicle, Deo gratias.
También compartió conmigo dos pigmentos de Mac, el Tan y el Green Brown, por el místico método de comprar unos tarritos de plástico en Muji y realizar un trasvase. Gracias a Dios el polvillo de los pigmentos no era blanco, porque si no, nuestros trapicheos habrían terminado en comisaría.
Todo fluye, dijo un filósofo. En el Starbucks coffee, Koizumi y yo dejamos correr las horas. Había traído sus "potis" de Nars, de los que sin duda prefiero el Lacquer Eros y el colorete Luster: son dos joyas del maquillaje. Y nos dieron las diez, y las diez y media. Ambas recordaremos aquella tarde.

El colorete Gina llegó sano y salvo a mi casa, gracias a mi padre. Es un melocotón que algunos definen como "mandarina", que alegra toda la cara iluminándola pero sin recargar, porque es mate. Y ayer se cerraba el ciclo "navidad en pleno otoño": Pablo me trajo su regalo neoyorquino en otra tarde inolvidable.

La textura del Múltiple me ha sorprendido y fascinado. Pensé que iba a ser en crema, como los Cream color base de Mac que parecen nocilla, pero no es así. El South Beach realmente tiene acabado polvo y textura polvo: no es nada graso.
Y el color... es un milagro: ni melocotón puro ni bronce puro sino una mezcla de ambos matices, el brillo que aporta no es de purpurina sino de "efecto mojado". Y no se parece en nada a los típicos bronzers, por lo que puedo darle uso en invierno. Como colorete es precioso, y como sombra realza la magia del pigmento Tan. Aquí os dejo una foto borrosa, (creo que se me da mejor describir que fotografiar...)

El Dolcevita también me ha sorprendido. En primer lugar, la textura no es tan seca como yo temía, ni huele a cera o a petróleo. No es ni color labio nude ni rojillo "boca mordida", como había leído yo muchas veces: es un rosa muy natural, que tira a frambuesa y que sublima el tono del labio, sin que parezca mordido ni desnudo. Me gusta, pero aún más me gusta el Lacquer Eros, que sí se puede definir como rojo labio mordido y que en una foto bastante fiable de Koizumi se ve así

(Por una vez, las dos primeras fotos son mías. El bodegón ha salido nítido y el "chuache", borroso: ignoro la causa. Es un símbolo de algo pero no sabemos de qué.)

viernes, octubre 24, 2008

Lápices

Había olvidado el olor de los lápices. En la sala Cervantes no se puede escribir más que con lápiz, y se oye el rumor de la mina rasgando el papel con trazos precisos, ligeros, rítmicos. Huele a los días de invierno en el colegio, con nubes de vaho en el cristal. Y colas para sacar punta a los lápices. El aroma de madera, la pasta de colores manchando el sacapuntas. Y luego volvías al pupitre con las ideas bien afiladas.
Como ahora. De tanto pasar páginas rancias con letra del siglo diecisiete, me he sumergido en la humedad del papel, templada sólo por la calidez del lápiz, los abrigos en el perchero, la calefacción. Las mejillas rojas, los caramelos de menta, la vaselina de rosas salvajes de Korres. Me la aplico con los dedos en el cuarto de baño, y tiene un ligero color fresa y un acabado transparente: por fin el ansiado efecto piruleta llegó a mi vida.
¿Has conocido a alguien?, pregunta mi prima por las noches. Ya sabes, en las bibliotecas... Me quedo pensativa, sí, he conocido un poco más a Calderón. Y me hice amiga de las guardias de seguridad. Y encontré por los pasillos a Felipe Pedraza, uno de mis calderonistas preferidos... Ella suspira con algo de decepción, cruza los dedos y espera que, en mi último día, surja de la Sala Cervantes un adonis filólogo: Lo que Calderón ha unido, que no lo separe el hombre.

lunes, octubre 20, 2008

A punto de caer en la Chiclit

Lo confieso: ha sido un día agotador, de esos en los que terminas radiante de cansancio. De las diez de la mañana a las cinco de la tarde en la Biblioteca Nacional de Madrid, cotejando ediciones del siglo diecisiete. Sin poder introducir en la Sala Cervantes una triste botella de agua. Buscando una fuente que parece no existir, ¿será la de la felicidad? Envuelta en el olor de los pergaminos.

Vuelvo a la calle Goya en metro y decido visitar mis dos tiendas favoritas del Barrio de Salamanca. Primera parada: "La nave va", un puesto de los Hippies de Goya que vende anillos de madera y pulseras de cobre traídas de la India. Fin de trayecto: "Azul de mar", en la calle Francisca Moreno, llena de bolsitos-joya, muñecas rusas y anillos con piedra de cristal centelleante. Me llevo uno que resume, en su fulgor naranja, los domingos de niña en el parque, la fanta en un vaso altísimo.

Decido, también, detenerme en el Vips y hojear la revista Telva para ver si este mes merece la pena el gasto. Que sí lo merece, aunque sólo sea porque Florinda Salinas vuelve a firmar un artículo entre sus hojas. Y, de repente, me paro en la estantería de los libros más leídos, cosa que nunca suelo hacer.
Allí está. El último libro de Marian Keyes, Un tipo encantador. Cuatro mujeres se vuelven locas al enterarse de que el hombre de sus sueños se casa. Y, a mí, me invade la tentación de comprarlo y gastar el resto de la tarde leyendo algo insustancial. Y Chiclit. Y Bestseller. Todos mis demonios reunidos. Voy a la segunda página y salta a mis ojos una cita: "¿Qué? ¿Tú también? Pensaba que era el único". CS Lewis. No está tan mal, le grito en voz baja a mi conciencia: cita a Lewis. Lo que no se ve es el precio. Si cuesta menos de quince, lo compro.
Veinte euros, silabea el hombre de la sonrisa y el traje gris. Por veinte euros puedo comprar tres anillos en Azul de mar. O dos buenos poemarios en la librería del Círculo de Bellas Artes. O una entrada de teatro: aún no he visto si hay algo de la CNTC...
¿Me lo he comprado, o no? Les dejo con la duda. Continuará...

viernes, octubre 17, 2008

Infusión de caléndula


Como lo oyes. Que sí, que la caléndula es antiirritante. ¿Algo más, bonita?
Estoy detrás del mostrador, mirando con éxtasis los tintineantes frascos de cristal, potitos Bledina, aceite de argán, emulsión cincuenta más de Avéne. Me entusiasman las parafarmacias y ésta atesora un atractivo único: la línea de montes que divisamos tras el amplio ventanal. En la puerta, un cartel en vasco y en castellano dice: botiquín de Maestu. Y la farmaceútica, con su bata blanca y los zapatos de tacón alto, ha pedido a Santa Cruz de Campezu todo un lote de productos de Weleda y Caudalie.
Yo venía por un tubo de Biopel. Espera un momento. Mientras oigo sus pasos por la trastienda canturreo un poco. Intuyo el frufru del papel cebolla, envolviendo la caja de cartón. Y miro el bote de crema de caléndula, y los desodorantes citrus cien por cien naturales. No tienen sal de aluminio. A través de la ventana abierta me llega el olor de la hierba segada. Un hombre con mono azul entra en la farmacia. Huele a sudor limpio, tiene briznas verdes en la piel.
Ya está aquí. Tres con ochenta y cinco. ¿Y agua thermal de La Roche Posay tiene? No, pero tengo el agua de Caudalie, que es muy rica. Me la llevo.
Caudalie, marca de parafarmacia francesa que ha sido pionera en la Vinoterapia. Debí imaginármelo. En el bote aerosol puedo leer: Eau de Vigne. Y en alguna parte de la etiqueta: cincuenta por ciento Sauvignon. Huy. Llego a casa y me rocío la cara con ella, y entonces toda mi piel y la habitación entera desprenden un aroma de bodega en el mes de octubre.
Tendré que probar la infusión de caléndula.


P.D.: La foto es de Maestu, la encontré por internet.

martes, octubre 14, 2008

Qué nos está pasando

Imagino esta pregunta como insertada en una escena de amor o de hastío, en el cine. Él, despreocupado ya y nervioso, deseando marcharse y con la cartera en la mano, de largos dedos que juguetean impacientes. Como si la cartera negra y la corbata de ejecutivo fueran a salvar su matrimonio.
Ella, aún en bata, con el salto de cama color salmón asomándose y nada, podría bailar un tango ante sus ojos y ni se enteraría.
Él, con el pelo negro brillante de gomina, estilo italiano agresivo. Ella, con sus rizos castaños y desordenados, mimosa y egocéntrica. Porque ella es egocéntrica y él, egoista. De ese cuarto oscuro vienen todos los huracanes.
Antonio Azuaga dice que, en la actualidad, navegamos por la periferia del "yo", y el hombre es un guante del revés con los forros al aire mostrando todas las costuras del yo. Eloy Sánchez Rosillo sostiene que en realidad no conocemos nuestra alma, que está muy al fondo y sólo nos atrevemos de vez en cuando a bucear en ella. Y Santa Teresa escribió que cuando comulgamos pasan cosas grandes entre Dios y nuestra alma, que nuestros ojos torpes no pueden ver.
A veces es tan sencillo como eso: esperar el romance divino, cerrar los ojos y hacer propósito de no romper el enigma. La escena de hastío se sublima así. Él se ha marchado de casa, ella se maquilla en el espejo esquivando gotas saladas de rímel, pero ambos piensan sin darse cuenta en la noche que compartirán juntos, que fundirá dos periferias en un solo centro.

viernes, octubre 10, 2008

Descubriendo a Sánchez Rosillo


Aquella tarde había visto y oído la luz en este vídeo de Youtube.
Era ya de noche cuando nos planchamos delante de una película que ofrecía la tele. En ella, Sean Connery aparecía huraño y sabio, primero oscuro y al final lleno de luz. Son las historias que me gustan, los hombres que me gustan. Y vino a mí la vena surrealista.
- Me recuerda a Eloy Sánchez Rosillo, dije señalándole.
- ¿Sííí?, arqueaste las cejas en un signo de incrédula interrogación.
- Bueno, a mí me lo recuerda, debe ser el pelo y la barba blanca...
- ¿Tan atractivo es?
- Bueno, tiene algo.
Estás loca, me dijiste. Y luego, como si ése fuera un delito menor, me miraste recordando las alabanzas que te hice alguna vez de otros escritores, y lanzaste como un dardo la acusación definitiva:
- A ti es que te gustan todos los poetas.

viernes, octubre 03, 2008

Curso de Maquillaje en Mac

Me sentaron en una silla alta, muy alta, como de estudios cinematográficos. Frente al espejo encendido la chica me preguntó que cómo quería el maquillaje, si sofisticado o natural. Lo quiero natural, le dije, pero con ojos ahumados, si puede ser en azul. Nos reímos ambas ante mi paradoja.
En la mesita iba colocando, uno a uno, los botecitos que iba a usar conmigo, como en un ritual, mientras bisbiseaba. Esto, lo otro... Quiero probar el Prep + Prime con factor cincuenta, sugerí. Ya, ya pensaba ponértelo.

El curso es individual, durante una hora dispones de una maquilladora solita para ti. Ella te pinta media cara impartiendo consejos y tú debes pintarte la otra mitad emulando su depurada técnica. Es agotador, divertido y fascinante.
Todo comenzó con el contorno de ojos. El de Mac tiene cafeína (ingrediente de moda en el cuidado de la piel), y promete un efecto flash que cumple con creces. Tras una crema hidratante sin aceite, aplicó el deseado Prep + Prime con pincel. Se trata de un primer, es decir, un producto que prepara el lienzo para trabajar en él, matiza brillos, rojeces y líneas de expresión. Aún no me he vuelto tan pija como para que estos cantos de sirena me tienten, pero es que este preparador de Mac es a la vez un protector solar muy alto, de textura translúcida y ligera, que no deja la cara blanquecina. Es el milagro que yo necesitaba.

¿Qué he aprendido en esta lección magistral? A utilizar los pinceles: trazos cortos y precisos en el corrector, suaves y largos en la base. A aplicar menos cantidad de la que yo solía usar. A elegir los colores adecuados para borrar ojeras.
Yo no padezco de este mal, afortunadamente, pero para que mi reportaje fuera completo, le pregunté. Me dijo que para ojeras azuladas van bien los pigmentos amarillos, pero que si el tono del párpado inferior es más bien gris, se necesita un corrector naranja. Sí, naranja. Ya se lo había oído a Flopsy, una maquilladora del foro Vogue. Pude confirmar una vieja idea mía: está prohibido poner corrector verde en la cara. Siempre queda raro. Las rojeces se neutralizan con pigmentos amarillos.

En mis ojos mezcló dos sombras que ya tengo, porque me encantan, así que me enseñó a sacar partido a mis propias pinturas. Difuminando un azul eléctrico en la esquina externa y un gris plata en todo el párpado móvil y trazando con la mítica Carbón una raya a ras de pestañas consiguió el look smokey blue que yo estaba buscando. Ella bajaba los ojos para trabajar y yo debía mantenerlos abiertos: nos mirábamos. Llevas puesta la Satin Taupe, ¿verdad? ¿Cómo lo sabes? Bajé la vista como una colegiala: es mi sombra preferida, la primera que compré. Aquellas navidades en Madrid...
También he aprendido algo en el manejo del colorete. Con la brocha en diagonal, comenzando casi en la oreja y difuminando mucho, logró que pareciera que el rubor me nacía bajo la piel. Usó un colorete precioso, el Dame: rosa apagado y muy favorecedor.

Mientras volvía a casa en autobús me sentía cómoda, no disfrazada. Y la luz entraba a raudales. Y nadie se quedó mirándome, porque no era para tanto, pero un chico me sonrió. Era lo que yo quería.

miércoles, octubre 01, 2008

Unas gotas de alcohol

Ayer en la sobremesa me sentí libre, con espíritu aventurero y afán explorador. Este viento un poco hippy que me había invadido, tan rápida y silenciosamente, soplaba en una única dirección: la del mueble bar. Como beber no es mi costumbre, mis familiares me miraban escépticos, pero pronto encontré la botella, al fondo y entre el ruido centelleante de cristales.
Hace siete días, mi tía Ana y yo nos deslizábamos por la calle Amor de Dios, de la que nadie me separará. Me compré un monedero al estilo de las pitilleras lady: un poco alargado, con aire retro, de boquilla metálica y estampado liberty. Amor de Dios guarda tesoros entre discos de vinilo y faldas de algodón orgánico, y guarda también mi tienda favorita de Sevilla: Isbilia, repleta de máscaras y espejos y zapatos sixties y anillos de ámbar.
Ayer acariciaba aquella tarde como una pompa de jabón: el amago de lluvia nos brindaba un aire surrealista de fin de película. También vino a mí aquel sábado en Ronda, la mezcla de lima y hierbabuena. Ese olor verde y ácido que recuerda al alma dormida, aviva el seso y despierta.
Como tenía yo en casa ambos ingredientes, quise decorar con ellos un vaso. Y esa fue la chispa, el tobogán por el que bulle, maliciosa, la imaginación. Con qué llenar el vaso, ahora que chispea la lima y me hace guiños verdes. Sobre la fruta flotaba ya un timorato refresco de limón, pero la tarde pedía unas gotas de algo un poco más fuerte. Y me cosquilleaba en la oreja la voz de un pianista que una vez me dijo: "¡Tanqueray!"

lunes, septiembre 29, 2008

Flashback en la lluvia


Octubre comienza, y pronto empezaré a deslizarme dulcemente hacia el Adviento, hacia el aroma del humo, hacia mis sueños parisinos que se diluyen a medida que arrecia la crisis. Adios, Dama del Unicornio. Adios, ignorado colorete de Nars. Adios, calles llovidas, piedras decimonónicas. Os doy el pésame en mi pensamiento, donde todo duele, donde todo es real.
Este domingo de lluvia me lleva a la orilla de mis domingos en Pampaluna. La radio en la cocina, la luz en los visillos. El gato en un rincón, jugando con una bola que tenía luz por dentro. Fluorescente, que significa "iluminado por dentro".
El tiempo no existía. Las horas fluían líquidas entre las sábanas blancas, y luego en la cocina, con el runrún acogedor de la radio. Si hacía sol, me imaginaba un limonero plantado en las baldosas. Visitado por la luz vertical de los cristales. Si llovía, me veía en medio de la eterna lluvia de París.
Y luego me demoraba en el Obrador, que olía a café y a bollos, a frío amortiguado y a leña. Con una enorme revista en el regazo. A la una y media, misa en Santa Vicenta María, con aquel coro que tocaba una música como de Navidad en el medievo, y salmodiaba aquella letanía consoladora: "nada nos separará del amor de Dios". Música sobre música.

P.S.: El cuadro es de Merl.

domingo, septiembre 21, 2008

Tejados y caipirinha

Para Lalo y María

"Hace sol y viento, pero va a llover". Digo, y salgo a la terraza. Estoy en Ronda y me invade la visión de los tejados con el fondo de árboles y rocas. La torre de alguna iglesia. Y, en primer plano, un estanque con peces naranjas. Es que, si no pones peces en un estanque, se te llena de insectos, me dices tú. El sol se va enfriando como en una película de terror, el cuento de Caperucita. Y se hizo de noche en el bosque... El sol, cada vez más pequeño y naranja, forma un pliegue en el visillo y alguien enciende la tele. Ya son las ocho.
Cenamos bacalao al pil pil, arroz con pasas y caipirinha. La caipirinha, como el tequila, tiene su rito. La lima verde, ácida y fresca, se cubre de azúcar y se muele con un mortero. Después se completa el vaso alto, de cristal grueso, con hielo picado a mano. Y, al final, un golpe de limonada, dos hojas de hierbabuena y un trago de vodka. En verdad es con Cachaça, aclaras con honradez. Pero no me importa. La habitación se ha ido llenando, lentamente, de sol y burbujas verdes lima.

viernes, septiembre 12, 2008

Estuve en Fuencarral


Es cierto, estuve en Fuencarral. Es curioso lo que pasa con algunos planes: de tanto pensarlos y amasarlos en tu cabeza crees que nunca sucederán. Y ocurren de pronto, al pronto, cuando casi te habías olvidado de ellos.
He soñado con la calle Fuencarral desde que me hice adicta a las sombras de Mac y desde que olí por vez primera el bodymilk de vainilla y canela de Korres, pues ambas marcas míticas han instalado allí sus buques insignias, tiendas para perderse. Tenía una tarde libre en Madrid, Ekseption ya no vende Nars (me quedé sin probar el colorete Luster y el labial Dolce vita), y casi sin pensarlo, estaba cerrando la portezuela de un Taxi.
Fuencarral, ¿qué número?, pregunta el taxista. Ah, no sé, es donde están muchas perfumerías. El hombre se vuelve hacia mí con un poco de zumba en los ojos. Oye, yo no sé nada de perfumerías, y la calle Fuencarral es muy larga... Pues me deja en un extremo y ya investigaré. La recorro. Me viene bien andar. Le veo sonreír mientras murmura: mujeres... Se lo he puesto fácil.
La tienda profesional de Mac es más pequeña de lo que pensaba, pero tiene de todo. Es perfecta para cotillear: allí me entero de que, afortunadamente, van a dejar estable la colección de sombras minerales que no he podido ver. Llegará en octubre para quedarse. Me mancho llos labios con las barras Plum Dandy y Freency, y al final no me decido por ninguna de las dos. Pruebo en vivo y en directo los pigmentos famosos: son demasiado sofisticados para mí. Aunque me tienta uno plateado y otro azul noche, Naval blue. Muy bonito, pero no sabría utilizarlos. Paso de largo por el mostrador de las bases, detesto los maquillajes fluídos de Mac. Termino comprando una paleta de cuatro sombras "personalizada": tú eliges las que quieres. Pedí un clásico, Knight divine, un azul profundo y eléctrico, Deep Truth, y dos tonos de moda en este otoño: Silver ring y Honey lust, oro y plata.
En Korres me esperaba una sorpresa: los lápices de ojos, a ocho noventa, más baratos que en Bourjois. Pensé que una firma de cosmética natural, griega y de culto, iba a ser mucho más cara. Me llevé uno solo porque soy una niña buena: un verde oliva precioso, y de larga duración. No sé cómo me contuve. Me regalaron una muestra de la crema de cristales de azúcar, que es suave y sedosita, hidratante pero no grasa. No sé si es casualidad o la combinación con el gel de aloe, pero me ha solucionado el desastre que produjo en mi piel la mezcla de verano más antibióticos.
Volveré, volveré, no me hagas sufrir. He de volver, pero tengo que partir*.

(*) Es la letra de una canción, creo. La canta mi madre cuando regresamos al Sur.

viernes, septiembre 05, 2008

Poética nocturna

Hoy me he despertado tarde, feliz y despeinada. Soñé intensamente, durante la primera parte de la noche, con una casa circular llena de luz. En el centro de la casa, el salón estaba lleno de poetas.
Ayer compartí los primeros versos telefónicos del curso con Jesús Beades, y hablamos de nuestra mutua pasión por Julio Martínez Mesanza. Él se mostraba tan obsesionado como yo: suspiré pensando, "no estoy tan enferma como yo creía". El famoso ¿tú también? electrizaba las ondas hertzianas, borrando los meses de calor.
Confusamente, en plena madrugada, me dije que uno no puede andar por el mundo escribiendo versos como Es poder una torre sobre rocas, y luego pensar que el mundo no ha cambiado. Y luego me dormí de nuevo y soñé con una torre.
Una vez conocí a un hombre que vivía en un faro. La torre de mi sueño era como un faro, y por dentro había un hotel con vistas al mar. En la última planta, había también un restaurante con miradores acristalados. Era de noche. El mar respiraba negro, denso, con luces al fondo como un pozo. Dentro se oía murmullo de música y voces amortiguadas. Ráfagas de luz de vela. Estoy sentada delante de un hombre que no conozco, pero conozco sus manos de otros sueños. Una vez creí que eran las manos de Aragorn. Manos poderosas, manos viajeras por mi pelo.
Manos que no llegan nunca: El sueño termina aquí, como una peli de postguerra con censura.

jueves, agosto 28, 2008

Los adioses

Pronto dejaré Maestu, y son muchos los detalles que añoraré.
El olor a leña que desprenden ciertos rincones del pueblo, incluso en verano. El fondo de montes azules. El silencio tranquilo de las noches. El gesto ancestral de buscar agua en la fuente, con botellas de cristal antiguo, como de lechería.
Nieves despiezando magistralmente un conejo, entre olores de sangre, fruta y dulce de membrillo. Las ermitas perdidas en el valle, "mañana domingo misa en Apellániz." Hay cien angelitos en este retablo, dice mi tía Maite.
La hierba, el heno, los polvos de talco, el jabón Dove.
Septiembre traerá sus propios aromas nuevos.

sábado, agosto 23, 2008

Sigo

Han terminado los días de lluvia y hace un sol picajoso, arisco, frío por las mañanas, que provoca toses maléficas. Mi bisabuela solía exclamar, "¡aprieta, costipao!", y en el pueblo de uno de mis tíos le llaman andancio al mal de tripas... Así estoy yo, prisionera entre ambos males, con algo que me sube del estómago a la garganta y no me deja respirar. Aprieta, costipao, que viene el Andancio.
Y, entre medias, la sequía. Pero eso no es novedad: me ocurre en todos los veranos.
Sigo.

martes, agosto 12, 2008

In memoriam Pau

Un día, Fidel Villegas me dijo que mis gestos le recordaban a veces a los de Pedro Antonio Urbina. Cuando le conocí en persona pude calibrar la inmensidad del elogio. De Pau me gustaba, me gusta, su elegancia al vestir un abrigo de invierno, su seriedad cuando dijo que Infiltrados era una mala película, su traducción de las Confesiones de San Agustín. Estuve con él en un café antiguo de Madrid, con espejos y lámparas, hablando de poesía. Pablo Moreno tiene una foto de aquella tarde de diciembre, frío y sol.
Se nos ha ido un poeta, pero hemos ganado un poeta. Cuando alguien llena de sentido su vida, de un modo tan claro e intenso, su muerte no puede ser otra cosa que algo lleno misteriosamente de sentido.

jueves, agosto 07, 2008

Maestu on line


Por fin he llegado al campo. Por las mañanas el sol pone reflejos amarillos en el césped de nuestro jardín. Por las tardes, la tierra huele a tormenta. La lluvia moja el mirador de cristal mientras mi abuela dice entusiasmada: "es la furia de Dios". Y le gusta. Mi abuelo me dijo, "son fuegos artificiales, ¿qué te apuestas?" Había anochecido. Y yo, que sabía que eran truenos y relámpagos, no quise pedir la mitad de su reino. "Una cena". Y me debe una cena en Los Roturos.
El sol mira mis compras matutinas, la cesta con los huevos, el campanario, la fuente. La lluvia me empuja a leer libros. La Divina comedia, por fin. Cada día un canto, me aconsejaron, y lo combino con Agatha Christie y Wilkie Collins. Y ahora, la pequeña crónica de Ana Magdalena Bach, que es deliciosa.
Así todo el mes, espero.

jueves, julio 24, 2008

Retorno a Castroviejo

Siempre que vuelvo a Logroño sigo un ritual de caminos, una ruta iniciática que me hace ahondar en los mismos pasos. Me gusta escuchar Misa en la Iglesia de San Bartolomé, románica y silenciosa, y caminar luego por Portales, entre comercios de los años veinte y tiendas nuevas, árboles, violines, palomas y la Redonda al fondo. Las plazas de provincias del Norte tienen un aire de ciudad atemporal de puro vieja y conocida, entre vintage y de postguerra, ciudad de invierno a pesar de Julio. Esa bruma que presagia tormenta, al doblar la tienda de los sombreros, me trae el olor de las piedras más antiguas.
El tercer punto sagrado de este cuadrilátero lo forma la perfumería Idoia, en la calle San Antón. Las perfumerías del Norte son tiendas todoterreno y elegantes a la vez, y venden una mezcla de colonias, maquillaje y bisutería buena. Entran dos señoras pidiendo un pastillero o un dosificador de perfume, y luego una chica de quince años que viene a comprar una cinta para el pelo. Y yo, que vengo buscando los labiales mate de T. Leclerc. Porque en Idoia se pueden comprar productos de esta marca francesa, de envases retros y olor a polveras de la abuela, "productos de tocador". Sus polvos sueltos son los más finos del mercdo y un must have de muchas famosas, su barra líquida mate en tono "secret" tiene el matiz rosa apagado que yo buscaba.
A eso de la una llego a la librería Castroviejo. Huele a madera. Repaso en las estanterías la colección de El Acantilado, los poemarios de Pre-textos. Leo al azar trozos de novelas de Carmen Martín Gaite. El dueño me sonríe y dice, "las novedades de La Veleta están en ese rincón". Y yo pienso, "qué bueno es haber llegado".

sábado, julio 19, 2008

Una peseta de Promesa

Me voy al Norte. Gracias a Dios, existen los cíbers. Intentaré no dejarme mucho, aunque la crisis acecha... en todos los sentidos.
Por si acaso, por si arrecia el temporal, os dejo una anécdota. Mamen, cincuenta y siete años. Me cuenta con ojos de chiquilla cómo empezó "lo suyo" con el que hoy es su marido. Tenía catorce años, y el muchacho dieciséis, y la madre no veía el asunto con buenos ojos, "¡tan jovencillos...!" El padre de él tenía una bodega, y al lado había una perfumería. Ella iba cada tres o cuatro días con un frasquito, "mamá, voy a por colonia".
Aquí Mamen se detiene y me dice tú no conociste esos tiempos, pero entonces se podía ir con un bote vacío a la droguería y pedir: "Me da una peseta de Promesa". Vuelve a pensarlo un poco y acaba: "Mi padre entonces me decía Niña, más jabón y menos colonia".
Os dejo una peseta de promesa: en unos días, volveré.

domingo, julio 13, 2008

Lo prometido: entrada frívola sobre cosmética. Cremas para el verano

Necesito una crema que cuide mis pobres codos, resecos de tanto estudiar. También quiero que huela bien y perdure, porque la mayoría de perfumes tienen alcohol y es cierta la ecuación Sol + Alcohol = Fuego.
Con estas dos premisas comencé mis investigaciones.
Primer escalón: La Leche hidratante de Avena de los supermercados Más. ¿Cuál es el veredicto? Bueno, cuesta tres euros y huele realmente bien, entre vainilla y almendra, es decir que como "colonia" de verano funciona, pero... no hidrata lo suficiente las zonas difíciles (codos, rodillas, talones.)
Segundo escalón: Me dieron en el stand de Revlon una muestra generosa de la crema perfumada de la fragancia Weekend, de Burberrys. ¿Resultados? Esta cremita color natilla es una gozada: hidrata, suaviza y nutre la piel, dejándola aterciopelada. Además puede comprarse independientemente del perfume, vale veinte euros un tubo más bien grande. Peeero... no me gusta el aroma, huele a viejuna. Así que estiraré la muestra, ya que me la aplico sólo en codos y luego incluso ¡me lavo las manos!
Emprendo ahora la conquista del tercer escalón. Creo que me decidiré por la Manteca corporal de coco de The Body Shop, que huele maravillosamente a verano y es tan densa que debe nutrir bien.
Cada vez me gusta más The body shop: sus sombras nada tienen que envidiarle a Mac, (excepto la variedad y originalidad, claro) y cuestan cinco euros menos. Recomiendo la 32, color chocolate, y la 35, color lavanda. Ambas tienen acabado como de terciopelo, que las hace muy manejables. Incluso puedes ponértelas con los dedos y jugar a tizas de colores...
Las fanáticas de Mercadona me recomendarán la leche de almendras de Deliplús. He llegado a cogerle un poco de manía a esta marca: casi todo lo que venden es feo y deprimente. En Mercadona todo lo arregan a base de Paraffinum liquidum. Tuve el aceite de Aloe vera y pringaba mucho, pero mis codos siguen igual de resecos.
Son los eefectos colaterales de la tesis, me dices, sonriendo.

P.S.: La foto de productos de tbs es de Adegea, la he tomado de su blog "Macedonia vital"

jueves, julio 03, 2008

El amor

Charito, ocho años, en mi casa, rodeada de filósofos, flores y botellas de vino del bueno: "El amor es una cochinada y se estudia en cuarto". Tras un breve silencio: "En conocimiento del medio, una asignatura sobre lo humano". Lo piensa un poco más, y remata: "Gracias a Dios, me queda mucho tiempo para éso".

viernes, junio 27, 2008

Espaguetis a la gallinara

En mi casa existe una discusión casi centenaria que se reaviva dos veces por semana aproximadamente, es decir, siempre que mi madre o yo nos disponemos a cocinar pasta.
El diálogo bipolar gira en torno al tomate frito o al aceite de oliva para acompañar los lazos, plumas o tallarines que agitan los hervores del agua en el fuego. Sé que hay más posibilidades, pero la nata y la mantequilla quedan descartadas por insanas. Y luego están las recetas surrealistas, como los espaguetis criollos al huevo y medio que inventamos Beades y yo en una cálida tarde de julio.
Ese plato consistía en cocer la pasta y luego darle el último toque en una sartén donde previamente hemos sofrito unas cebollas, tres huevos (uno y medio por cabeza), y adobo criollo, que es una mezcla de sal, ajo y orégano que compramos en Puerto Rico.
Pero, para diario, en casa hay dos opciones: tomate frito o aceite de oliva. Sin embargo, hace una semana descubrimos una forma más o menos saludable de salir del tablero de ajedrez que gobernaba nuestros platos de macarrones desde el año de Adán niño: los espaguetis a la gallinara.
Para disfrutar de esta gran receta hay que haber comido pollo el día anterior. El pollo se rellena con medio limón y se cuece en la olla con aceite, sal, un chorretón de vino y mucha, mucha, mucha cebolla. La salsa se pasa por la minipimer y siempre sobra en abundancia, esa es la maravilla.
Al día siguiente preparas tus modestos macarrones, abres la nevera y oteas el horizonte en busca del tupper con la salsa del pollo. Estará en estado sólido. Pones un cucharón sobre la pasta, y al microondas. El resultado es inefable: tus macarrones, mediterráneos a más no poder, saben a limón, a pollo y a cebolla, a guiso de la mamma.

Aclaro: soy lega en esto de la cocina. Hasta ahora "tocaba una sartén y me daba un calambre", como dice el cuñado de EGM. Pero me estoy convirtiendo: a la cocina, a la pasión del fútbol... Lo aclaro porque quizás, a lo mejor, estoy descubriendo el Mediterráneo con esta recetilla.