LLuvia y frío. He vuelto a la ciudad, el campo tenía brillo de escarcha. La bruma se agarraba a las piedras y nos hacía rodar. Mi sobrina, (el duende verde), subía y bajaba los peldaños de madera barnizada conmigo de la mano. Fuerte, fuerte, atrapadas en la lluvia. Añorando el fuego. El vaho de la mañana y el abrigo de la noche me recordaban al otoño, un otoño de hojas azules.
5 comentarios:
¡Viva!!!
Bravo!
...un otoño de hojas azules.....
qué barbaridad
cuanto en tan poco
¡Gracias, qué buenos sois todos!
Pero bueno, no ha vuelto ya el sol??? Esperamos tu próxima entrega...
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