UNA HISTORIA DE MIEDO
Caperucita iba caminando por una gran avenida de la ciudad al atardecer. Las farolas comenzaban a encenderse. Se le acercó el leñador, que olía a campo y llevaba una horrible camisa de cuadros, como todos los leñadores. Tenga cuidado, le dijo; tenga mucho cuidado porque por aquí puede venir el lobo.
- ¿Qué señas tiene, dígame usted, para que yo lo identifique como lobo y tenga cuidado?
- El lobo tiene buenas intenciones, eso es lo peor. El lobo no quiere ser lobo, pero es que lo lleva en la sangre. Tiene muy buenas formas y le gusta hablar. Se acerca y le habla como cualquiera. Puede hablar del tiempo o de Gustav Mahler, porque es muy culto. Es inteligente, intuitivo e imaginativo, vamos, muy “artístico”...
- Me lo está pintando usted muy bien, como para marido...
- El único problema es... no se asuste... hay un problema.
- ¿Bien?
- No debe contrariarle. No le contraríe nunca. Tampoco debe darle la razón como a los tontos y los locos porque se enfada.
- Entonces, ¿qué debo hacer?
- Ése es el problema, que uno nunca sabe qué hacer. Es como un laberinto, o como el piso de una casa antigua, uno nunca sabe dónde está la madera que cruje. Cuando dices la palabra errónea, el lobo aúlla, rompe vallas, se desborda, es una desgracia, señorita. Como el amor, pero en malo.
- ¿Cómo “como el amor”?
- Quiero decir que el amor aúlla y rompe vallas, pero eso es bueno, ¿no? Es como eso que dicen del fuego y el infierno, cuando donde hay fuego es en el cielo...
- ¿Hola?
Caperucita se está divirtiendo. El leñador teólogo sugiere que el amor es fuego, y que San Juan dice que Dios es amor.
- Así que el cielo debe ser una latitud cálida. Nada de nubes azules con angelitos tocando la bandurria, que te aburren de muerte. Lo dijo algún santo. Tomás de Aquino, creo, o Chesterton.
- Se está yendo usted por las ramas. ¿Qué hay del lobo?
El leñador piensa un poco antes de contestar.
- El lobo no existe, era una mera excusa. Quería hablar con usted un ratito para pedirle que se case conmigo. Ya ve, tengo treinta y cinco años y una profesión honrada. Soy un poco hortera vistiendo pero eso lo cambia usted en un pispás. Y soy católico como usted, hasta he citado a Juan el evangelista, a Santo Tomás de Aquino y a Chesterton...
- Pero GKC no es santo.
- Pero a usted le gusta leerlo, como a mí. Otra cosa que tenemos en común.
Caperucita mira al leñador, intrigada. Está empezando a enamorarse, pero de pronto piensa que el leñador es formal, culto e imaginativo. Muy “artístico”. Se cruza de brazos.
- No me casaré contigo, Robbie.
- ¿Por qué no, Cara? Me estás contrariando, pero para que veas que tus sucios pensamientos no son ciertos, me voy. Mañana, si te encuentro, te lo preguntaré otra vez.
Cara se queda mirándolo de lejos, tristona. El leñador es muy listo... y muy guapo. Ahora tiene miedo a que no sea él el lobo.
12 comentarios:
Maravilloso cuento, o cuento maravilloso.
¡¡¡¡¡Que GKC no es santoooo!!!!!??????????
El cuento, mu bonito e inquietante. (Quítale el último párrafo).
Vaya historia, muy buena. Me quedo a cuadros, como la horrible camisa del leñador inquietante.
A ver, Beades. Canonizado, santo canonizado. Lo otro, pues claro... Si no por qué lo meto en la enumeración, eh. Y no le quito nada, por ahora. Gracias, Carlos. ¡Gracias, Enrique!
Um... Fantástico, pero me huielo que ese lo tuyo es Alfonso Guerra y que le quea muy bien la camisa de cuadros...
Uffff. Madre mía, así da gusto regresar!! Excepcional, me encanta el diálogo Rocío, jajajaja, es genial!!!
MMMMMMMMMM, CURIOSA HISTORIA.
Me hace mucha gracia que la fomra de vestir se cambia en un pispás. Eso dijo mi hermana cuando con 17 años se fijó en un chico con un jersey horterísima. Mi hermana Marta le advirtió del detaller horrorizada y ella, valiente, aseguró que eso lo arreglba ella. Se casaron y llevan 33 años juntos.
El amor debe imponer, a fin de cuentas es lo más importante que tenemos.
Rocío, creo que tienes que pasarte por mi blog para recibir un premio.
El cuento es emocionante, estupendo.
Venerada Gis
Fabuloso el cuento de esta Caperucita tan inquieta, que me ha recordado a la de Manhatan, y tambien a Lady Gis...Por cierto el estepario lobo que no existe y que inventó el leñador tiene mucha gracia, sin embargo, el leñador es un pelín artificial,pero todo un buen partido:formal, culto, imaginativo...(no te fies de los encantadores de serpientes,que luego no saben aullar...) Cuéntame más cuentos, te lo ruego
Delicioso Rocío. Así -leyéndote- merece la pena volver de vacaciones...
Por cierto, no cambies nada, ni una coma.
Como decía Hilario.... no cambiés por nada, ni tú ni tu cuento.
Escribe mas. Plis.
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