lunes, mayo 21, 2007
Ya estoy aquí
Ya estoy aquí, en Pampaluna... Pamplona sigue siendo la ciudad en la que mis padres se conocieron y enamoraron. Y la lluvia sobre los árboles, y los árboles que son casas. Debajo de un abeto apaisado viviría yo: los hilos de agua tan sólo me tocarían. Releo Pampaluna y pienso que no he hecho honor a la ciudad: en cada página debería haber hablado de cada rincón mágico. La risa de las chicas, las corbatas de los chicos, todo de cristal. Los hombres van vestidos con ojos oscuros e implacables que se te clavan con su inmisericorde amabilidad. La calle donde viví aún guarda un gato. Estoy aquí, en medio de pasillos blancos y ascensores, y cinco plantas de libros... Rehén al abordaje.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
8 comentarios:
La inmisericorde amabilidad de los hombres pamplonicas es paralela -aunque asimétrica- de la misericordiosa displicencia de las muchachas sevillanas, en este mayo pleno de mis dolores.
Cuántos quilómetros lleva escrita la Pamplona de nuestra memoria. Y siempre se nos quedó algo por decir.
el planeta Tierra, este mundo mundial, está preñado de artistas anónimos, que nos iluminan el camino.
Los he ido conociendo a lo largo de mi ya larga vida vivida.
He visto poemas que me han sorprendido, he oido músicas y me he puesto a mirar en derredos por ver si encontraba el angel que me hablaba, he mirado incrédulo los dedos de Beades dimanar caricias en las cuerdas de una acústica, y muy de vez en cuando, he leido poemas sin vocación de poesía que me han pintado de ámbar las nubes y me han permitido respirar inflando un poquitito mas el pecho.
son artistas que por misteriosos motivos nunca hollan las veredas de la fama, que su anonimato les agranda, y los pocos o muchos que los difrutamos sufrimos porque hay tantos y tantos y tantos millones de humanoides que nunca los disfrutaran.
Esa es nuestra fortuna, que los rozamos y su gloria nos glorifica, su arte nos reconstruye, su belleza nos embellece, nos redime, nos permite seguir, aun un poco mas, caminando.
Cada vez que leo la hermosura que Rocio Corazón de Ámbar nos regala al escribir, se me vienen a las mientes esa grande grandeza de los artistas, y se me llena el corazón de agradecimiento.
Ay, siempre insatisfecha con su propia obra. Pampaluna es genial. Yo no he visitado la capital navarra pero puedo perfectamente "ver" cómo cae la lluvia, cómo son las calles y la sombra de los árboles... y eso es gracia a mi poeta favorita, no??? Feliz regreso blogguero, señorita Arana.
Menos mal, hombre, había quien la echaba de menos :P.
Rocío Corazón de Ambar... esa capacidd de aludir a algo tuyo, Rocío, que es como tú... hay imágenes que contienen a las personas.
Qué gran verdad, nodisparenalpianista. ¿Ya mejor, Rocío?
Sííí! Ya estoy bien, muchas gracias a todos...
Publicar un comentario