viernes, mayo 04, 2007

Pirata




Pirata de la belleza ajena, voy robando fotos por los blogs vecinos y los voy guardando en mi ordenador, imágenes brillantes que nunca fueron mías. Hoy me siento compungida y generosa y he decidido mostrar aquí mi colección particular de hurtos, regalos y dádivas, procedentes de Anacó, Carlos y muchos otros...
La cascada, una auténtica catarata de alegría surcada por el canto de los coquíes, me la dio mi amiga puertorriqueña Diana, y pertenece al Yunque. El campus nevado, cortesía de Anacó, me trae mis días de Pampaluna, cuando neveba en marzo y los copos caían sobre mi frente blanca.

10 comentarios:

E. G-Máiquez dijo...

La cascada parece un dibujo de Escher: no se sabe si sube o baja.

Anónimo dijo...

Ten cuidado... Pueden encerrarte... Esos delitos no pueden tolerarse.

Corina Dávalos dijo...

Es verdad, el agua está como contenida en el instante justo. Un pirata en Pampaluna bajo los copos de nieve, te he imaginado con el parche, la pata de palo y el loro de colores al hombro.

Jesús Beades dijo...

¿Coquíes? ¿qué son, cantantes de ópera invernales?

Anónimo dijo...

Parece una cascada gallega jajajaj... Beades y los coquíes. El coquí es una ranita transparente de Puerto Rico, que dice eternamente coquí, o sea su nombre...

Anónimo dijo...

Yo vi en marzo la nieve de Pamplona:/
era un soldado enfermo y algo triste./
Al alba, los ingobernables mulos,/
los caballos escuálidos y el frío./
De noche,las interminables guardias,/
las estrellas cansadas e infinitas.

Anónimo dijo...

¡Gracias Julio! Es una preciosidad.

Anónimo dijo...

A ti.

Anónimo dijo...

La apropiación de la belleza nunca es indebida. Es necesaria.

El rocio de las aranas no hace mas que cumplir con su parte. Dios pone las cosas, y lo llamamos creación, así, en general, y las hace todas suceptibles de ser bellas. Pero necesita un artista, un poeta que nos la señale, que haga que nos giremos en el camino para verlas, que se nos escapaba, y necesita un observador con los ojos y los oidos y el pecho llenos a su vez de belleza, para completar el ciclo con el goce, el disfrute de la belleza.

Además, es justo que hagas libre uso de bellezas dimanadas por otros, puesto que tú nos regalas muchas y de alguna manera habrá que pagar el desparrame de ese corazón de ámbar dando tanto lustre a las palabras.

Anónimo dijo...

Toi, eres genial.