Siete de marzo del dos mil siete. La tarde comienza con una breve escapada a las tiendas del centro, en busca de vestuario primaveral. Ropa: esa palabra que para algunas supone el paraíso en la tierra y, para otras, un martirio chino. Las cuatro y media y en directo, salimos de la peluquería, (la cita de las tres of course, el horario de una mujer moderna, cariño comes solo, no quemes la cocina, entre clases, conferencias y la tesis de la niña no nos queda otro hueco...)
El jabón te va inundando la cabeza, acariciando tu cuero cabelludo, y un poco antes de alcanzar la quinta esfera del Nirvana te ofrecen un café, en plan local pijo-caro que va a pagar tu madre con la visa. Madre sólo hay una, y en mi caso, cita con el peluquero sólo hay dos: otoño/primavera, suficiente.
Luciendo un buen corte y un brillo especial por cortesía del gloss cristal matizador (¡toma ya!), nos dirigimos al suplicio fashion. Por primera vez, la sesión de compras con mi madre ha sido una fiesta, ¿estaré más delgada? ¡No: tenemos mejor humor! Nos reímos entre probadores mientras van cayéndose las perchas al suelo. Por suerte, C&a no es Mango, el tallaje es alemán y te sube tramposamente el ego haciéndote creer que cabes en una cuarenta, ¡adictas al made in Germany!
Además se llevan los talles altos, estilo imperio, y los escotes en uve, por fin ropa favorecedora para gente normal. Me apunto a la estética de blusón hippy y cazadora ligera con bordados indios. Mi madre mira con ojos críticos una blusa preciosa: el escote es demasiado, dice como buena madre, te lo coseré un poco. Vale, me lo coserás, no quiero ser indecente. Pero quiero que siga siendo un escote en uve, y que siga siendo sexy... Ella me mira con el asombro pintado en su cara. Vale, ya sabes que no suelo utilizar mucho esa palabra, pero toda mujer tiene su corazoncito.
3 comentarios:
Hace un tiempo que vengo por aquí a leer tus escritos. Nunca me animo a comentar nada; únicamente se me ocurre la poco orginal expresión: ¡qué bien lo haces!
Pero hoy ya no me quedo con las ganas de decírtelo (la escena me ha resultado tan familiar...).
Y... qué bueno que te hayas animado a pincharlo en este corcho virtual...
Hoy me he enterado de lo de Amalia, sí. Ojalá pudiera ir...
muy..primaveral y fresca tu entrada!tenía ya ganas de volver a pasearme por tu blog
Publicar un comentario