El viejo Logroño puede resumirse en cuatro sintagmas: casas medievales, agujas góticas, viejas bodegas de piedra y árboles desnudos debajo de la lluvia. El nuevo Logroño puede resumirse en otros cuatros: grandes avenidas, fuentes de agua bailando, tiendas iluminadas y gominolas.
Una mañana de lunes robada al calendario laboral, tras el viaje insomne y las películas infames de autobús de segunda, cabe en una sola frase: Paseo lento con mi tío Javier, sentándonos en los bancos de los parques bajo un pálido rayo de sol, disparando flashes en blanco y negro y demorándonos en librerías antiguas.
3 comentarios:
Hola, Roci. A tu tío Javier le va a encantar el texto. Bonitos recuerdos. Bonita realidad.
Tu tía Eva.
Eva!!! En este loco día de loca tesis, hago un descanso y te encuentro a ti. ¡Gracias!
Qué gustazo de viaje Rocío. qué envidia!!!
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