En la feria del libro de Sevilla sólo busco una cosa: la caseta de la librería Renacimiento. Y, en ella, el cajoncito de cartón repleto de poemarios que compro por cuatro cincuenta, cinco o seis euros, no más. Me siento como un mendigo revolviendo en un contenedor, pero lo que yo me llevo a casa son auténticos tesoros. Así conseguí hace años las Canciones del alba.
Este año se me fueron los ojos a las portadas con rombos de colores. No sé por qué, pero me alegran la vida. La felicidad es algo extraño, y a veces se concentra en un vaso de cocacola, con los hielos cantando su canción. En Pampaluna la vista de los autobuses urbanos me llenaban de una felicidad intensa e inexplicable. Y la lluvia puede producir tristeza o júbilo dependiendo de qué. Nadie lo sabe.
Compré la antología de Rudyard Kipling traducida por Benítez Ariza: es importante el detalle de quién traduce, porque leyendo Lepanto, una puede disfrutar alternativamente (páginas pares o impares) de Chesterton o de las versiones en español. "La novedad", por ejemplo, tiene el toque Máiquez, de alegría con sol, mientras que "El último disfraz" tiene el toque Cabanillas, de alegría reflexiva, noche y embrujo.
Ayer decidí buscar en el baúl de cartón el poemario de Salvago, Volver-lo a intentar. Y me puse a leerlo en el tranvía, acordándome de Girondo. En la calle abrí el libro de nuevo. Llovía. Un par de gotas salpicaron el verso "y me la fue vistiendo de hermosura". Llovía como en navidad, como en las páginas de Para siempre.
9 comentarios:
Precioso meta-proema. El domingo te felicitaremos por tu santo, Adal.
Rocío, con entradas así me haces desear que me llueva. Me dejas con la boca abierta.
"que compro por cuatro cincuenta, cinco o seis euros,"
Bueno, bueno, que en ese mismo cajoncito la Música Extremada de M.D'Ors estaba a 13 euriquis.
Otra cosa es que valga eso y más y que yo lo viera primero que muchos.
Y la Revista a 27€.
A este paso me hago accionista o sufrago la Caseta "inconcedida" de la Espuela de Plata.
llovía con cada gota se desabrochaba el botón de algún sentimiento vestido de oñvido.
Visita enriquecedora.
Saludos.
Excelente, una vez más.
Suerte tenéis. Siempre fueron buenos aliados la lluvia y los libros. En Cádiz, en cambio, el viento de poniente se enseñorea en la Feria del Libro. Y este viento húmedo dispersa y ahoga los versos.
¡¡¡¡¡¡¡felicidades!!!!!!!!!!
envidia de stan...
Como te pillen los tripartitos te fichan por partida doble: para ahorrarse la tubería y para vender poetastros de cuota.
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