Perdidos en la ciudad de agua levantamos los ojos y decimos ¡palmeras!, al mismo tiempo. Es un símbolo de algo pero no sabemos de qué, mientras el suelo brilla y todo lo disuelve, las piedras se amalgaman con las luces, los colores se borran todos menos el de mi paraguas. Mi paraguas que es ahora mi casa, una casa a punto de ser invadida por piratas, el viento la dobla, ¡al abordaje! Me rindo, me rindo, las gotas me besan la frente, los zapatos bailan y tú me dices, cantando bajo la lluvia. Sueño con bufandas azules y mullidas, sueño con chimeneas rojas y esas cocinas grandes que huelen a fogón ahumado y nata requemada. En el aire se clona el crujir de los zapatos que viene en sinfonía, trío de violines, viento lluvia tacones.
Y de pronto el suelo de madera, con cartones mojados y humo. Y el silencio que sigue a la música.
4 comentarios:
Yo el martes, mientras llovía a mares por una Constitución casi ría, soñaba con un paraguas de mary poppins, una bufanda de colores y olores o incluso con una canoa modelo pocahontas... pero como siempre, no hubo canoa, ni bufanda, ni paraguas y acabé hecho una sopa en la Casa del Libro, saludándote a ti, Rocío, y a Enrique, a Alejandro, a Jesús, al gran Miguel en la estantería de poesía.
Muy bonita entrada. Chapoteante.
Precioso, Rocío. Descifra el signo...
¡Palmeras! ¡Palmadas! ¡Aplausos! ¡Silencio!
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