lunes, octubre 16, 2006

Don´t touch my make-up






Que me gustaba el maquillaje, lo avisé al sufrido público, y quien avisa no es traidor. Pintarse la cara es como pintar un cuadro con la yema de los dedos. Como todo lienzo, hay que prepararlo con antelación. Y el colorido se adapta a la caída de las hojas en los parques o a las piruetas que se le ocurren a una señora como Bobbi Brown.
Hoy en día hay pinceles para ahumar los ojos, nuestras bocas parecen ciruelas maduras y podemos oler a agua de lluvia debajo de los árboles. Existe el gloss efecto piruleta, vienen las nuevas texturas: gel, mousse. Todo se funde en la piel y se consiguen diversos acabados: luminoso, mate, fresco... El look natural es, por descontado, el que lleva más trabajo escondido.
Hay días en que quieres salir a la calle sin nada, sólo la sempiterna barrita de labios. ¿Necesitas algo más para comprar dos litros de leche? Nooo. Te recoges el pelo en una coleta zarrapastosa, te enfundas en tus pantalones más cómodos y cháaaaan! En el barrio se congregan todas las vecinas que conoces, los chicos que quisite alguna vez. Sonríen diabólicamente. Tu también sonríes en plan "soy gótica y grunge, ¿qué pasa...?", mientras subes las escaleras mascullando "nunca mais, nunca mais".
Una amiga mía apareció un día en la facultad sin haberse regalado los brochazos de última hora que toda mujer se dedica ante el retrovisor del coche. Tenía la carita pálida y sonriente, de media luna. Se le acercó un chico muy galán a preguntarle si le pasaba algo. "El problema es justamente que no me pasa nada, ¡es que soy así!". Deberías ir acostumbrándote, le dijo con buen humor al chico. Con buen humor y puntería, porque dos años más tarde se casaba con él.
En tiempos de Felipe II, tengo entendido pero carezco de documentos, se prohibió enamorar a un hombre por medio de afeites. Y es que el maquillaje engaña, eso es lo bueno. El maquillaje es como el buen teatro, trampa y cartón. Sombras como tizas que se diluyen en el párpado y zas!, la dama cansada se convierte en princesa. Benditas armas de colores, si se saben utilizar bien, claro.

5 comentarios:

E. G-Máiquez dijo...

"Tenía la carita pálida y sonriente, de media luna." Esto es genial, Llir, un microcuento, un poema, un piropo perfecto.

Corina Dávalos dijo...

Nunca pensé que podría cogerle carinio al maquillaje, pero tú poco a poco vas consiguiendo que me caiga en gracia!

Anónimo dijo...

Te veo posmoderna, Rocío. Poeta y encima apologeta de la apariencia. Si te oyera Platón... :-)

Jesús Beades dijo...

¡Bravo, bravo!! Aplausos.

El retintín del "engaño nupcial", que tiene tu escrito, anima al lector (al lector predispuesto) a adherirse a la idea de que, antes de casarse, es mejor haber "conocido" a la amada. Al menos, verla al natural, a ser posible desnuda, para que no haya reclamación posible.

Una de tus mejores prosas.

Adaldrida dijo...

Gracias a todos, a Enrique y a Anacó porque siempre animan. Novalis, ¡qué gusto verte por aquí! Yo no quiero ir en contra de Platón, que conste... Y Beades, estás hecho un sofista pícaro y demasiado sabio... gracias también a ti.