jueves, agosto 31, 2006

En sueños

He soñado con las manos de un hombre. Esas manos eran sabias: sabían hacerme temblar y reír. Esas manos tenían sobre mí todo el poder del mundo. Recuerdo poco más, sólo que me sentía feliz, y quizás un poco asustada por la fuerza de la atracción. Desperté pensando que lo que enamora a una mujer de un hombre son sus gestos: la forma de andar, de mirar, de mover las manos, de estar en silencio.
En ese sentido suscribo completamente el verso de Neruda, "me gustas cuando callas..." Y me conmueve el hecho de que los discípulos de Emmaús reconocieran a Jesús cuando le vieron partir el pan, en "ese gesto inimitable", como dice Gómez Dávila.

7 comentarios:

Jesús Beades dijo...

Las manos que mueven el mundo son Manos de Música.

Adaldrida dijo...

Es verdad, Beades, gracias por traerme la poesía a las ocho y media de la mañana.

Adaldrida dijo...
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pies diminutos dijo...

Totalmente de acuerdo con las cosas que nos enamoran a las mujeres de los hombres... y las manos, las manos, la primera de todas, aunque yo prefiera los pies...

Carlos RM dijo...

Qué sutil, qué delicada y qué tremenda esta entrada. Qué misterio las mujeres y qué despistados nosotros (por lo general)...

Anónimo dijo...

A mí no me parecéis despistados, (por lo general...) Tú, por ejemplo, tienes buen olfato, creo.

Anónimo dijo...

Rocío, please, no nos abnadones. Todo los días abro la puerta de tu blog, y espero encontrar un nuevo post... ¿Dónde estás?