domingo, febrero 05, 2012

La niña que hay en mí: Astérix


Cuando era pequeña, me dediqué a coleccionar aquellas figuritas de goma que daban forma y vida a nuestros héroes televisivos. Campanilla, Blancanieves, Mafalda, el capitán Haddock o el oso Yogui... Recuerdo a un príncipe arrodillado y enardecido, captado en el preciso momento de la declaración amorosa. Mafalda rodaba sobre patines, y Yogui empuñaba, entre soñador y alegre, un flamante auricular de teléfono.


Poesía e infancia...

Otra de mis grandes e incipientes pasiones eran los cómics de Astérix, una afición que mis alumnos de Literatura Infantil en la Unir conocen ya muy bien. De niña me bebía a grandes sorbos, durante tardes invernales, los álbumes de grandes portadas a todo color. Recuerdo a uno de mis primos jurar por Tutatis, como el jefe de la aldea gala... Y la mítica frase de despedida ante un viaje de aventuras, "¡sed dignos, por Tutatis!", siempre me pareció uno de los mejores consejos que se pueden regalar.

Incluso en mi primer poemario, Magia, se puede ver la influencia de Goscinny y Uderzo:

TELEOLOGÍA

Los días fueron hechos
para el café, los taxis por las calles
y las tiendas de ropa, los atascos
y el trabajo y el jefe que pide más café.

Las noches se inventaron
para que las muchachas miraran a la luna
y en los pubs tonteasen las niñas con bikini
y en mi casa fumaran mis amigos

y tus ojos cayeran en mis ojos
como el cielo plomizo sobre una aldea gala.



...¡Están locos, estos poetas!

Hace un par de navidades descubrí a los entrañables personajes aguardándome, tras los cristales de un escaparate. Era la tienda de revistas y cromos Peregrino, situada al final de la Gran Vía de Logroño. Compré un magnífico Obélix para regalarlo a mi padre, y es este verano regresé para llevarme a Astérix, al jefe de la aldea y al vendedor de pescado (no muy) fresco.

Pero se me resistía Obélix, que no apareció por ningún sitio. "Tiene que llegar", salmodiaba la vendedora, y el tiene que llegar se ha convertido, a lo largo del otoño y el invierno, en una cantinela parecida al "vuelva usted mañana" de Larra. Estaba ya casi resignada a quedarme sin Obélix, cuando en mi último viaje a Madrid lo encontré.

En la calle Guzmán el bueno, al lado de la boca de metro de Islas Filipinas, hay una tiendecilla con pinta desastrada que responde al nombre de "Bazar Bárbara", y que bajo el nombre ostenta en el cartel el honroso título de "baratijas"...

...Allí me esperaban Obélix, Panoramix y nada menos que Julio Cesar.

7 comentarios:

Jesús Beades dijo...

Um, ese pescadero es interesante. Los demás, los tengo, y también un centurión cabreado. Lo mismo pongo una entrada con mi colección.

Adaldrida dijo...

Jesús, y he visto al bardo,voy a por él volando. No cantarás, no cantarás y no cantarás.
Y panoramix... es chulísimo.

gatoflauta dijo...

Precisamente entraba para recomendar la urgente adquisición del amigo Asurancetúrix ("Assurance tout risque", "Asegurado a todo riesgo"). Puede ser una imagen melancólica del oficio..., que, si no es "le plus vieux métier du monde", debe andarle bien cerca. Ya dijo Manuel Machado que "hetairas y poetas somos hermanos". Que se lo digan a los del "todogratis", a ver si se enteran.

Anónimo dijo...

Me ha encantado tu poema! A mí también me gustaba mucho Obelix...qué tiempos tan tiernos los de la ninez, verdad? Tan buenos recuerdos! Un besito y buen comienzo de semana!
http://melbisaaenalemania.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Hola Rocío, ¿un curso de literatura infantil en Logroño? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¡ Me apunto! :)

Adaldrida dijo...

Anónimo, en la UNIR. Universidad Internacional de La Rioja. En el grado de Maestro en Educación Primaria. Allí me tienes.

Anónimo dijo...

Yo no juro por Tutatis pero me da mucho miedo que se me caiga el cielo encima. Será porque me he criado a las faldas del Monte Tecla.