Para Ana y Rafa.
Era lunes y nos íbamos al Portil, a pasar un día en casa de unos amigos. La casa, un ático situado entre la playa y un bosquecillo, olía a verano con mantel de hule y vajilla tropical. De postre hubo melocotones y uvas escarchadas, cubiertas de mil cubitos de hielo que bailaban en el frutero de loza.
Por la tarde salimos a dar un paseo por las mil tienditas del pueblo, acunados por una brisa que jugaba al escondite con el tremendo calor. Nos detuvimos en Casa Saluita, una droguería que tiene también un local en Sevilla, en la plaza Ponce de León. Es la auténtica perfumería de barrio, con un expositor de Elisabeth LLorca, barras de labios Revlon, colonias de elaboración propia con olores afrutados y varias vitrinas de cristal, con los potes de cremas bien ordenados y a la vista: productos al azuleno, con aceite de rosa mosqueta o jalea real.
Yo buscaba un cepillo redondo y pequeño, y encontramos uno de la marca "Salon", antibacteria y de color "azul ultraligh", un nácar celeste que me recuerda al tocador de princesitas que tanto envidié durante mi infancia. Compré dos, uno para mi madre y otro para mí.
Luego entramos en un bazar que nos llamaba poderosamente la atención. Había unas espadas de poliuretano, enormes, que podías meter en el mar y zambullirte en una lucha sin peligro excesivo: compré cinco para mis cinco primos pequeños. El mayor cumple trece años, así que le pregunté a Rafa: "¿Tú crees que se ofenderá si le regalo esto?"
"Yo creo que esta espada emocionaría a cualquier hombre, a cualquier edad", me respondió mi amigo. Le miré: tenía los ojos encendidos y las mejillas rojas. Y pensé, con agradecimiento: "en el fondo, ellos son unos críos y lo serán siempre".
Con agradecimiento, sí. Es esa infancia interior la que hace que brillen tanto a nuestros ojos.
5 comentarios:
Gracias, Rocío. Las mujeres no siempre hablan de la perpetua infancia masculina de una manera tan tierna...
me parece la cosa mas ñoña e infantil que he leido en mi vida.AHHHH¡en el Portil, hay muy pocas tiendas¿No te habras equivocado de cuento?
Muy bello.
Juan Pablo
A mí desde luego me ha gustado, no m e parece nada ñoño. Tierno sí, pero es lo que hacen todos los cenizos: confundir lo tierno con lo ñoño. ¡Ellos se lo pierden!
Para noñoño ni infantil Anónimo:
Que yo sepi en el Portil hay cienes y cienes de tiendas: de ropa, de bisutería, de los chinos (y de la china), kioskos de libros, de regalos, elecétera, elecétera.
Si la entrada te ha parecido "lo más ñoño e infantil que has leído en tu vida": ¡Qué poqui has leído en tu vida, tronco!
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