Fin de semana en Madrid: oigo todo tipo de comentarios. "¡Qué suerte!", o "Tenemos que visitar a la tía Mirufi" (¿suerte?)
Pero no. Esta vez no hay compromisos de mesa camilla raída, ni olor a gato y ganchillo. Será un fin de semana de familia, de poetas, de libros y paseos por los hippies de Goya. De exposiciones. Sueño con el cielo de Madrid, duro, frío y claro, como una evidencia.
En el AVE me vuelvo un poco niña a la vista de unas servilletas gigantes del vagón bar. Son cuadradas y de papel estraza, ideales para hacer un barquito. Y luego un avión. Lo echo a volar sobre la mesa mientras me lamento de no saber hacer un pío-pío. Mi madre mira con reservas mi vaso de coca-cola.
El cielo de Madrid es lo único que me defrauda: lluvia coral. Detesto mojarme los pies, pero me fascinan las calles mojadas... El primer golpe es de música, en cada esquina un violín. Acordeones y olor a bollitos, a cigarrillos y a ajo. Donde estuvo California hay un Zara, vaya por Dios. Mi madre me compra una boina de terciopelo color grosella que milagrosamente me sienta bien.
Sábado por la tarde... con Amalia Bautista y sus hijas. Se vuelven locas conmigo, me hacen juegos disparatados. Me voy a casar con Orlando Bloom en una bañera, tendremos tres hijos y seremos desastrosamente pobres, algo no concuerda. Superpaupérrimos, dice Ana. Y Amalia por detrás, "que no querrá volver a esta casa..." Se equivoca. Las niñas saben hacer pío-píos, y me enseñan. Vamos dando color a cada triángulo y por debajo, con boli rojo, anotamos las respuestas. Si eliges el morado: Meiga, bujita, sorgiñe. Lo digo en tres idiomas, ellas se ríen. Si eliges el verde bosque: eres idílico/a.
Mi madre me recoge a eso de las ocho: llueve. Saluda a Amalia, y luego me dice: Qué dulce parece. Y yo respondo que sí. Es dulce y mágica, como una manzana roja, pero sin veneno.
6 comentarios:
Por finales así somos capaces de pagarte otros viajes a donde haga falta...
Por finales y por principios... porque eso del olor a gato y ganchillo es antológico. Uno desde esta distancia isleña (que acaso no lo es tanto, o quizá mucho más de lo que parece) se muere de envidia con esos desplazamientos de fin de semana, como quien va a comprar el pan de Sierpes a Preciados. Más, señorita Arana, por favor. Ah, y qué pena, el 22 aún no estoy en Sevilla, creo que estaré del 26/XI al 3/XII.
Y si te gustan las piscinas... anda, como a mí. Gracias y besos, Rocío.
Amalia
Gracias a ti, Amalia, y gracias a Enrique y a Carlos.
¿Que han puesto un Zara donde estaba California? ... no me lo puedo creer!!! ;)
Pues sí,
delicias de Madrid,
progresos de la lógica
moderna y y mercantil...
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