Regreso al blogg antes de lo esperado, en este apacible pueblecito del norte han instalado internet, en la antigua estación de ferrocarril, ahora ayuntamiento.
Y regreso con una anécdota veraniega y una sentencia. La sentencia la dicto contra mí: veo que me he vuelto mayor. "Murió mi juventud y estoy velándola". Síntomas, dos, y muy malos. El primero: Terminé el curso cansada y estresada, y pronuncié la fatídica frase: cuánto cuesta cerrar el curso antes de irse...
Pero el síntoma definitivo me vino ayer, en forma de lata azul de Nivea. La suele comprar mi madre como crema para todo, mientras yo mascullo, qué horror... Ayer me vi con una en la mano, para mis pobres codos secos, y asumí de pronto todo el peso de la madurez recién estrenada.
Para desdramatizar, os brindo la anécdota. Hace un par de días bajaba por las escaleras de nuestra casa en Maestu. En el sótano mi primo Miguel, dieciséis años, jugaba al brillar con un huésped. Oí como se lamentaba por una mala carambola, salmodiando:
-Por flipao, por flipao, por puñetero flipao.
Se me ha grabado en la mente la salmodia, porque al momento pensé que se trataba de la versión laica del "Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa".
5 comentarios:
Como diría un argentino: ¡qué bueno que viniste! En cuanto a tus anécdotas:
1) lo malo es no madurar o/y no darse cuenta.
2) Espero no acordarme del "por flipao" el domingo que viene, porque el Yo confieso no es, precisamente, la parte más festiva de la Misa.
¡Viva Maestu on line!
¡Buen arranque! Dice un argentino...
jajajajaja, me encanta la entrada de Rocío y el comentario de Carlos jajajaja. Buenisimo, me estoy partiendo de risa. Rocio no te preocupes por lo de los codos secos porque es algo normal y no tiene nada que ver con la edad sino con el calor creo... Tengo un amigo que a su hermana de 16 años le pasa. En cuanto a la celebre frase de tu familiar jajajaja, muy buena la comparacion... Espero no seguir riendome de esta manera en misa porque sino me echaran de alli y me impediran la entrada...
Asombroso oído poético. Lo del flipao es lo del pecador, es exacto. Y asombra cómo, hasta jugando al billar, somos hijos de nuestra tradición.
Agradezco las risas y los aplausos de Enrique, Carlos, Pablo y el argentino... A mandar.
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