Hoy, treinta de mayo, celebran su santo Fernando do Vale y Fernando López de Artieta, y desde aquí quiero felicitarles como se merecen.
Y a todos ustedes, decirles que ya he vuelto de la silenciosa y mojada playa. Han sido días más típicos del norte, Zaráuz o Sansebastián, ya saben, tardes de lluvia para leer en casa. Me gusta la lluvia, pero para el invierno o como escenario de un poema, o en Pampaluna, o con siete años, un charco azul y un par de botas, o como telón de fondo de una historia de amor.
5 comentarios:
Es verdad que hay cosas que "gustan mucho pero". La lluvia me gusta, siempre me ha gustado de un modo literario ("hacia los almacenes lluviosos de mi infancia"), PERO detrás de la ventana, con mesa camilla, libro camilla, y café camilla, e interlocutor camilla si puede ser. Hubo un tiempo en que, si estaba lloviendo, no salía yo a la calle. Ahora nos apañamos (la lluvia y yo, quiero decir). ¿Y que me dices del granizo, Adaldrida? No me explico cómo todavía no has bloggueado o versificado aquel granizo de aquella tarde.
¡Felicidades Fernandos!
Muchas gracias, Adaldrida. Aunque no ha haya podido ver tu felicitación hasta hoy, día 31. Bienvenida. A ver cuántos poemas salen de este viaje, o cuantos libros. Un saludo.
la primera vez que entro en esta casa!... y me felicitan. Me temo que vendré a menudo.
Bienvenido, Fernando. Nos veremos en Madrid.
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