domingo, mayo 17, 2015

Desayunando fruta y poesía

Terminar de escribir un libro es sentir de nuevo la vieja llamada, volver al origen: la emoción, la duda, los versos por teléfono, el  género metaliterario y epistolar reconvertido en mails de urgencia poética y wassaps muy silábicos, no porque haya que contar caracteres, que esto no es Twitter ni el SMS tan retro, sino porque hay que contar sílabas, delicioso oficio de poetas un poco renacentistas, única matemática que me salva.

Desayunando fruta y poesía 

Y es volver a las antiguas lecturas, porque como estás en carne viva y con la música interior a flor de piel, te apetece dejar por un rato de lado a Calderón, Jane Austen y los hermanos Álvarez Quintero, y regresar con secreto gozo a Miguel d'Ors, Enrique García-Máiquez y Julio Martínez Mesanza.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta la foto. Gracias por volver.
Maria.

Inma dijo...

Qué grande D'Ors y los otros que citas! Qué bueno que hayas vuelto Rocío!