sábado, diciembre 07, 2013

Magnolio y niñez

Voy por las calles de Sevilla como un fantasma, como en un sueño. Por el día, sol; por la noche, luces encendidas. Y magnolios.

Foto del blog Desde mi magnolio

Los magnolios tiene raíces poderosas como las manos de un hombre. Las raíces se unen y separan haciendo meandros como un río, dejando charcos de hierba verde entre ellas.
Cuando yo era niña, me sentaba debajo del magnolio a jugar a las casitas. Llevaba clics y pinipones y muebles diminutos, porque las raíces eran los tabiques de la casa y cada hueco era una habitación. Y hacía trajes de papel de plata para mis muñecos, trajes que olían a mandarina o a bollito, ya que el papel galáctico reciclado era, por supuesto, el envoltorio de la merienda.

Tenía siete, ocho, nueve años... Pero en esa mezcla mía de certeza e intuición, en ese soñar que la falda de un árbol era mi casa, me aguardaba radiante mi futuro, los años que vendrían, los veranos en Maestu y los poemas que luego escribiría.

3 comentarios:

El Coco dijo...

Nunca se me habría ocurrido pero es una imagen bonita. ..

Jane dijo...

Hola Adaldrida, siempre piropeo como escribes y trasmites, hoy de nuevo te lo digo, besos

Corina Dávalos dijo...

Poderosas como las manos de un hombre... ¡pedazo de verso! por un triz endecasílabo. Un gran abrazo poeta!