viernes, agosto 31, 2012

Crónica de un verano prodigioso

Hoy quiero despedirme de agosto regresando a este blog con tres fotografías que disparé sobre nuestra finca en Maestu, en una inmensa tarde de verano que parecía no tener fin:




En Maestu ha hecho calor de fruta madura, con aire fresco y sol profundo. He mordido ciruelas y moras silvestres. He cenado chuletas asadas como Obélix, y he escrito un poemita que, como no va a formar parte de mi futuro libro, publico aquí:



OBÉLIX VUELVE A COMER JABALÍ
                                                                       A Marita, Maite y Juan
 
Esta noche me siento como Obélix,
feliz junto a las brasas encendidas

de olores animales y humo denso.

Hay un bardo que desbocado canta,
sin freno que lo ate bajo un árbol.
Como Obélix empuño la barbarie
en forma de chuleta entre mis manos,
como Obélix me siento junto al fuego
feliz tras culminar un largo viaje.







He recorrido el camino encantado de Leorza, su túnel vegetal, su lecho de rocas verdes... y he leído en la hierba, debajo de los árboles, Carta de una desconocida y alguna que otra novelita de Agatha Christie en mi nuevo E-book, regalo de mi padre.
También cayeron en mis manos libros de verdad, con su papel temblando entre sombras verdeazules: Los niños, de Edith Wharton, un clásico que compré en Castroviejo antes de marchar y que me ha embrujado, y Al pie de la letra, poemario que me envió su autor, el sevillano Víctor Jiménez, y que me ha arrancado alguna carcajada lírica.




Y me bañé en el río, antes de la cascada, en una tarde de fuego. Me bañé y ahora soy distinta.

2 comentarios:

Pilar dijo...

Tu foto en la cascada me ha acompañado todo el verano! Disfrutar como Obélix sienta requetebien ;)

Un besazo

MORGAN dijo...

Quien pillara ese rinconcito en el rio para refrescarse antes de que termine el verano. Mejor que cualquier piscina sin lugar a dudas! Me han fascinado las imágenes de los arcos de piedra, qué serenidad evocan!
Besos