martes, abril 10, 2007

El camino cotidiano

Me gustan las mañanas del lunes, martes y miércoles. En concreto me gusta la primera hora: salgo de mi casa a las ocho y cuarto y subo al autobús número veintisiete, en el que normalmente no cabe ni un alfiler. Me quedo amarrada al pasamanos de la puerta, espectadora de primera fila, y veo desfilar Sevilla sobre ruedas. Lo primero que ven mis ojos es que giramos por la esquina de un chalet con tres palmeras, y luego todo empieza a correr, pequeños comercios y grandes edificios: Guaumanía, Koupas, cervecería el Tremendo, el Archivo. Y todo con banda sonora, música que sólo apago cuando llegamos a la Iglesia de San Pedro, con ese azulejo tan precioso del Cristo ante Quien todo calla, "al verte tan llagado".
Luego el autobús me deja en la plaza de la Encarnación, cuya popular belleza no socava ni la seta flotante que están construyendo. Allí alargo la vista para intuir, en una milésima de segundo, la taberna Alcázares y todas las tardes con amigos. Camino por el Valle, las ventanas góticas de la calle Cuna, el McDonald, viajes Bonanza. Cruzo la calle Tetuán, alcanzo la nueva Plaza Nueva y entro en Harinas, donde me espera el Centro Norteamericano: una casa doble con un patio, una fuente y el fluir de las horas de trabajo, los ojos transparentes de Kara Stang.

16 comentarios:

Jesús Beades dijo...

Los autobuses del Tussam no te perdonarán que los llames "autocares".

Y queremos foto de Kara Stang, por aquello de ilustrar el post.

Adaldrida dijo...

Kara Stang no me perdonaría que pusiera su foto, además no tengo. Y ya he cambiado lo del autobússs

Anónimo dijo...

Gran acierto el de la banda sonora, es una de mis canciones favoritas de Silvio. Y me gusta esa forma que tienes de relatar tu rutina. A mi me gusta ir a la compra, recorrer las múltiples tiendas de este barrio nuevo en el que vivo, hablar con las señoras de sus quehaceres (glup, yo ya soy una señora), ver a los niños ir al cole, saludar a la del quiosco de chuches... me gusta mucho esta rutina nueva a la que he llegado... y la luz de la tarde desde el balcón de mi casa, es de muchos colores, ya sabes Ro, rosa chicle, celeste chuche...

Anónimo dijo...

la banda sonora, intentando no ponerme ni muy cursi ni que parezca adulación, que sabes que siempre desgasta, me consta que la llevas puesta en el corazón. Suena a poema malo, pero es que es ahí donde se que la llevas. El mp3 te ayuda, pero si no existiera´a ti te circundaría como una bandada de mariposas violetas una música, ese idioma de los ángeles, suave, dulce, de color de caramelo tostado y azul celeste gris élfico.

Solo hay que ver como embelleces la cotidiana rutina al escribirla para escuchar tu música, que me huele a algodón de feria y a tierra mojada y a lluvia sobre las cadenas de la Catedral y a viento escondiéndose en la plaza del Cristo de Burgos.

Tu amigo el surrealista.
Toi

Anónimo dijo...

Bueno Toi qué voy a decir? Graciaaaaas!Y también gracias macarena. Toi, puedes entrar como toi.

Anónimo dijo...

¡Proemazo! No veo la necesidad de renunciar al texto entero para quedarme con algo, pero si me quedo con algo ¡qué difícil! me quedo con eso de que ves desfilar Sevilla sobre ruedas, me quedo con las ganas de tomarme una cervecita en el Tremendo, me quedo con una mañana en el archivo que está enfrente, me quedo con las tres palmera del chalet, me quedo con este ¡proemazo!

Altea dijo...

A eso se le llama poesía de lo cotidiano, dificilísima en lunes a las 8 de la mañana. Muy meritorio.

Anónimo dijo...

solo por que veais mi muy querida amiga que intento al menos cumplir vuestros deseos, os remito un mensaje con mi nombre encabezándolo.

Y aprovechando el destape del tintero para pediros con humildad que nos regaléis mas frecuentemente con estos fermosos proemas con los que nos pintáis la realidad con la vuestra poética manera de mirarla.
Rendido a vuestros pies, os envío un beso.

Ángel dijo...

Pues en el metro de Madrid no tenemos esas vistas, ¡claro!. Además con eso de la sequía algunos no se duchan y no veas la mezcla de aromas que lleva el vagón algunas veces. Poesía no me sale en esos momentos.

Anónimo dijo...

Gracias Carlos, gracias Toi, gracias Ángel. ¡Tengo gente genial a mi alrededor!

Anónimo dijo...

por eso nuestra Rocio disfruta mas que tú de la vida, porque además no hace escarnio del prójimo al que Cristo nos pide que amemos, no que comentemos con superioridad a qué huelen...es evidente que en Madrid sí que hay donde disfrutar espurreando unas gotas de saber mirar con caridad y poesía, pero, ay, si no tienes ojos en la cara....
y es raro, si sueles leer a nuestra Rocio algo de saber mirar las bellezas escondidas se te debería de haber pegado

Ángel dijo...

Anónimo, el comentario que hago no es desde la superioridad y, solo para que lo sepas, esos momentos son pelín duros y tengo muchos motivos para ofrecerlos por cosas concretas. Te diré más, es una de mis pequeñas mortificaciones y además a primera hora de la mañana. No juzgar sin conocer bien, también es vivir la caridad. ¿Es faltar a la caridad decir que algunos no se duchan? A mí me cuesta ducharme, de entrada me levanto antes para hacerlo y no llegar tarde donde voy.

Anónimo dijo...

¡Que no llegue la sangre al río! Y el anónimo podría decirme quien es... Se le agradecen las alabanzas, pero no los vituperios:)

Anónimo dijo...

mi.blog angel, te pido humildemente perdón
me he pasado varios barrios
tu nota es correcta, nada soberbia, y soy yo el que he sido ofensivo.
De verdad.
Un mal día, cabreo general con toda la humanidad y arremetiendo con el primer post que se me cruza, cometiendo injusticia, ofendiendo....se que me entiendes, los putos malos días...necesitaba una polémica, zaherir....y te tocó.

¿me perdonaréis Rocio y tú? Rocio, pura dulzura, no merece que se pise su alfombra con los zapatos llenos de barro

Jesús Beades dijo...

Pues, si van en Metro por Madrid, miren fijamente a través de la ventanilla... ¿que lo ven todo negro? Sigan mirando, pero hacia más lejos, y verán como se ven cosas ocultas en lo oculto de esa ráuda oscuridad.

Ángel dijo...

Anónimo, muchas gracias.

Jesús, procuro ir leyendo un libro, pero tendré en cuenta tu observación.