domingo, mayo 26, 2024

Un Dios que nunca deja de bailar

Domingo de misa y vermú, casi junio aunque todavía mayo. Verde, radiante y vivido...

Me siento plena, vivida, como Salinas dijo en un par de versos interminables... Sí, qué alegría vivir sintiéndose vivida. Me viven mis amigas, mi familia, los poetas que admiro, me vive Dios por dentro. 
Un Dios que baila, como una vez dijo un cura jesuita en Sevilla, rodeado de naranjos. Imagino a Dios Padre bailando en torno a Dios Hijo, y a Dios Hijo bailando en torno a Dios Padre... y que el Espíritu Santo es ese mismo baile que se (auto) dedican ambos, en un eterno y amoroso viceversa.

6 comentarios:

Jesús Cotta Lobato dijo...

Rocío, tu expresión bailable del sublime misterio de la Trinidad es lo más parecido que he oído jamás a una explicación

Pablo Prieto dijo...

Es precioso Rocío, Dios te bendiga

Anónimo dijo...

Rocío, maravilloso...

Anónimo dijo...

Este domingo estuve leyendo «Carta para después» y me acordé de usted,. porque ambas han tenido una vida literaria dichosa, llena de amigos y con el corazón dividido entre Andalucía y el norte. Aparte contáis las vivencias como lo hacían los clásicos: llegando a los sentimientos de los espíritus más reacios a la lírica y embrujándolos (a la manera andaluza, no a la dionisíaca)

Anónimo dijo...

Carta para después de Concha Lagos, que me traicionó la comparación, que en este caso no es odiosa, sino hermosa porque la vida poética alegre une a las diferentes generaciones.

Adaldrida dijo...

Qué bonito, muchas gracias...