jueves, marzo 25, 2021

Semáforos en rojo dando avisos

 Ayer, inmersas en un gran atasco, un volvo gris pugnaba por adelantar..., pero lo vimos detenido al fin, como nosotras, ante uno de los muchos semáforos en rojo. Ah el poder igualador del semáforo, pensé. 

Y en seguida se me vino a la mente la imagen del mar de Jorge Manrique, donde iban a morir los ríos "grandes e chicos", terrible democracia.

Últimamente pienso en la muerte, y es que a la fuerza ahorcan. Caen a mi lado mil y diez mil: ayer, un gran amigo de mi mayor amigo. Varada en el coche recité del tirón, de memoria, la última copla de Manrique, tan consoladora, con tanto señorío. "Y consiento en mi morir con voluntad placentera, clara y pura, que querer hombre vivir cuando Dios quiere que muera es locura.".

Así quiero irme, sin violencia, pero más difícil es ver marchar a los demás sin rebeldía. Manrique nos ayuda, no a resignarnos, que yo por naturaleza no soy estoica, sino hedonista... Las coplas nos enseñan a aceptar que la muerte no es una injusticia sino otro gran misterio, y que tampoco la vida de las personas que más queremos nos pertenece.

domingo, enero 31, 2021

Carmen Martín Gaite

Acabo de recordar cuánto debo a Martín Gaite: en mis clases de Didáctica de la Literatura, en el temario que estoy ultimando para un máster de creatividad, en el pie de las fotos que subo a mis redes sociales..., siempre se cuela alguna de esas frases suyas que tanto me impactaron cuando devoraba sus novelas.

Y mira que ha pasado el tiempo. Corría el año 2000 y Lord Scutum y yo nos hicimos amigos entretejiendo citas suyas. Luego llegó el verano y nuestra Carmina murió, y a nuestro modo le hicimos un homenaje. Luego se publicaron sus poemas en un libro póstumo y como poeta no me gustó tanto. Y luego empecé a leer a otros autores y parecía que la llama se apagaba, pero no. 

En mi opinión, uno de los rasgos predominantes en las novelas de Carmen Martín Gaite es cómo juegan sus personajes con las palabras, (Leonardo en La reina de las nieves, Baltasar en Los parentescos...) Cómo reflexiona ella a través de los protagonistas de suslibros  sobre el lenguaje como juego, ¡es una autora muy metaliteraria!

Mis recomendaciones son, curiosamente, sus últimas novelas: 

Lo raro es vivir (Anagrama 1996)

Nubosidad variable (Anagrama 2006, aunque no es la primera edición)

Irse de casa (Anagrama 1998)


Y, a modo de El barbero del rey de Suecia, copiando al gran EGM, comento o entresaco algunas j0yas de la autora que continuamente me vienen a la cabeza:

El motivo de esta entrada: "El secreto de la felicidad está en no insistir", de Lo raro es vivir. Lo mejor es que lo dice un personaje así como estoico y resignado, pero yo le he dado la vuelta y le veo el sentido luminoso: agradece lo que tienes y haz fiesta con ello, porque lo cotidiano deslumbra.

"La sorpresa es una liebre": lo dice Mariana León, el personaje que menos me gusta de Nubosidad variable (mi favorita es Sofía, claro). Pero la frase es tremenda por lo que tiene la sorpresa de saltarina, de imprevista y de cotidiana también, vamos, vuelvo a que lo cotidiano deslumbra y ya lo predijo Carmen Martín Gaite.

"Mayo me echa de menos", dice Sofía Montalvo, la deliciosa protagonista de Nubosidad variable.  Y añade que el uno de mayo es el aniversario de "mis bodas con el mes de Mayo". Cuando años más tarde me hice adicta a la poesía de Martínez Mesanza y compré su antología Soy en mayo..., también recordé a Carmina.

sábado, diciembre 26, 2020

Las mejores Navidades de mi vida

Hace muchos, muchos años, cuando yo era niña, luego chiquilla, y al final adolescente, vivía las Navidades en Vitoria, con mis tres primas, mi primo Edu, mis tíos, mis padres y, sobre todo, mis abuelos.




Solía coincidir con mis primos en el piso de Goya el fin de semana anterior a Nochebuena, el de la lotería, y en Madrid pasábamos lo que yo llamaba la pequeña Navidad: Una especie de ensayo ilusionado en el cual gozábamos de las luces madrileñas, del espectáculo de Cortilandia y del escaparate con sabor a tradición americana de la tienda Musgo. 

Nuestros padres ultimaban sus compras y nosotras soñábamos bajo mantas mullidas, nos bañábamos entre pompas de jabón Moussel y visitábamos la juguetería Thomas sin parar de hablar, esperar, hacer planes. Era ese momento radiante en el cual casi había llegado el objeto de nuestro anhelo pero aún no, y nosotros sin saberlo disfrutábamos de ese “todavía”...

Enseguida llegaba el 23 y aterrizábamos en Vitoria, y entonces eran los grandes abrazos de nuestros abuelos en el zaguán o en la cocina, depende de por dónde  entrábamos porque había dos puertas en aquel bendito piso de Vicente Goicoechea. 

Lo primero era rezar dando gracias por nuestra venida a la virgen, que era pálida como la porcelana porque era de porcelana, y tenía un manto de color merengue con puntilla y creo que un rosario rodeándola, como cordel que terminara de atar el regalo. 

Luego, colgar nuestros abrigos y asentarnos cada pequeño nucleo familiar en un cuarto. Y las urgencias de acabar de ordenarlo todo porque ¡teníamos que jugar!  Y adornar toda la casa con motivos navideños. 

Mi abuelo era un artista o mejor dicho un artesano, palabra que a él le gustaría más, y hacía trenes e imitaba el sonido de campanas por medio de palancas y poleas: Había un esforzado Belén encendido, con alguna nueva novedad a cada año que pasaba. 

Corríamos a contemplarlo asombrados, pero no era algo  para admirar sino para vivir. Bailábamos alrededor, colando algún playmobil o dinosaurio de goma que quería adorar, él también.  Siempre había algún pitufo en el portal, puesto allí por mi propia abuela, más niña que todos nosotros.




La tarde del 24 íbamos los primos a los cines Guridi, frente a una portentosa librería,a ver la nueva, la última película de Disney. Así recuerdo haber visto con ellos la sirenita, la bella y la bestia y Aladdín, en la víspera de todo, equipados con grandes bolsas de chucherías de la tienda Gretel, que solo en Navidad me estaban permitidas.

La noche de Nochebuena cantábamos villancicos mientras rodeábamos el Belén encendido de mi abuelo, villancicos normales y otros delirantes que hablaban de resplandores y de San José, sí, pero también de escaleras, frailes y chiguitos que corrían sin solución de continuidad. 

Y antes de cenar venían los regalos. Y, por supuesto, el favorito siempre era el regalo de nuestros abuelos. Nos daban dinero sí, mucho dinero a veces para escándalo de nuestros padres y júbilo nuestro, que esperamos el día 26 para salir en estampida, hacia la juguetería Kolkai  cuando éramos pequeñas y hacia For, Levis, Lola o la perfumería Ibarrondo cuando fuimos ya mayores.

Pero mis abuelos siempre envolvían ese dinero en algún detalle, un calcetín de Papá Noel, un muñequito o pequeño peluche dentro del sobre. Y no regalaban dinero ni fomentaban el consumismo: alimentaban nuestra ilusión y su increíble generosidad. 

***


En esta nochebuena tan rara, en Sevilla y solo nosotros tres, después de ver juntos la película Fantasía de Disney, cantar villancicos y rezar al niño Jesús, antes de la cena mis padres terminaron de resucitar ese espíritu regalándome una cruz de Jerusalén, un cuadro, un par de libros  y, sobre todo, algo de dinerito en un precioso calcetín de Papá Noel. 



viernes, noviembre 20, 2020

Pacheco, el amigo: in memoriam


La infancia, ese lugar al que siempre se vuelve. Es como una casa dorada. Buceo en mi interior y veo risas implosivas, debates filosóficos, misas en Triana. Y tú siempre estás ahí, en el centro.
A lo largo de estos días saldrán, ya han salido a la luz, escritos que hablarán de ti como el insigne filósofo, como el finísimo escritor. Yo solo quiero recordar al gran amigo que fuiste, que eres.

Y son más de cien imágenes: mi madre diciéndote: ven a casa y nos tomamos la última. Y tú: no, que me emborracho. Mi madre: pues no te ofrezco alcohol. Y tú, sonrisa pícara: ¡es que entonces no voy a tu casa!
Tal vez debería borrar este primer recuerdo que ha venido al papel, que no es honorable ni serio... Pero no quitaré una coma: sabías rezar y sabías beber, Chesterton aplaude.





El día en que os encontramos por la calle, a Inma y a ti, justo después de la petición de mano. Cómo sonríe a ella y cómo la abrazas tú. Ya es mía, dijiste, con un mohín de gozo admirado que en realidad gritaba a los cuatro vientos “soy suyo”...

Fuimos a despediros al aeropuerto porque os ibais un año a Inglaterra, y tú ibas a dejar de fumar, y tu hijo Edu te dijo: ya está, papá, tira la pipa. Miré su sonrisa y pensé, es tan especial porque es una mezcla perfecta de las de sus padres.

Cómo hablabas y cómo te reías cuando estabas en mi casa, en las tertulias de amigos. Escuchar voz era entrar en calor. Tu voz era casa, pero no una casa en calma sino una ruidosa, encendida: que incluso cuando yo era muy pequeña me sobresaltaba.
Eran los tiempos de mis terrores nocturnos. También me asustaba el ruido del aspirador, y de forma ingenua empecé a llamar al aspirador “Pacheco”...
Cuando te lo contaron mis padres, -qué vergüenza pasamos a veces los hijos-, te lo tomaste muy a bien, con risa incluida y esta vez algo más suave. Supusiste desde el primer momento que era porque te lo comías y bebías todo en mi casa, como un huésped agradecido.
Con el tiempo, cuando crecí, supe quererte más y más por esa humildad tuya, la de quien tiene frente a él su pecado siempre, como el rey David.

Cómo jaleabas mis poemas, cómo supiste consolarme las pocas veces que en tu hombro lloré. Lo bueno se va siempre, me dijiste. Y yo, optimista hasta el fin: pero entonces lo malo también se irá igual de rápido. Y tú: no, lo malo en nuestra percepción dura bastante. Y mi madre: no le hagas caso a Pacheco que es demasiado romántico.
Pero también eras vital, profundo y tenías profundas creencias. Y eras la viva estampa de la hombría de bien.

Recuerdo el último verano por el monte, hace tan poco, y cómo te veía yo, presintiendo toda una vida lograda. Ni por un momento sospeché que Dios recoge la fruta cuando está dorada y tan madura, en su mejor momento.


lunes, junio 08, 2020

Al son de trompetas

Ayer el cura dijo en misa que Dios es puro baile, porque en su origen la palabra Trinidad evoca una danza en círculo. Me imaginé a las Tres Personas bailando extasiadas, la Una de la Otra y las Dos de la Tercera. Y se me alegró el domingo por la tarde, la semana, el mes y el año entero.

Y no quiero ser irreverente pero los niños nunca lo son, solo imaginativos, y esto que voy a contar lo recreaba yo en mi mente de niña, como un mágico cine exín. Tengo que parar de usar esta metáfora, que parece ya una prenda veja y muy querida, pero es que de pequeña me montaba unas películas emocionantes imaginando a Dios.

Todo partía de la fiesta de la Ascensión, cuando el salmo responsorial dice: "Dios asciende entre exclamaciones, el Señor al son de trompetas." En realidad es aclamaciones pero en mi cabeza de ocho años me imaginaba a un coro de ángeles haciendo ahs y ohs muy admirativos, mientras Dios Padre inflaba los carrillos e impulsado por su propio aire se elevaba por los ídems.

Pero como para mí Dios siempre ha sido Dios Padre y el Señor es Nuestro Señor Jesucristo, pues me imaginaba al Hijo mirándole desde el suelo, sonriendo, y diciendo de repente, en un rapto de duelo juguetón: ¿sí? Pues yo subo más alto. Y se alzaba y subía supersónico, verdadero superMan y verdadero superGod, y su coro de ángeles no sólo exclamaba sino que se convertía en orquesta de jazz, ¡con trompetas y todo, el más chulo del universo!

Y me enorgullecía pensar que mi Dios era un Dios tan familiar que jugaba consigo mismo.

domingo, marzo 10, 2019

La chispa de la vida

Me preguntas cómo nace, cómo se me ocurre a mí de repente, sin pedir permiso, un poema.
Hay que utilizar cincel, hay que trabajar, quitando de aquí y de allí lo que sobra y lo que no suena bien. Pero el núcleo me lo dan entero, en un fogonazo de luz. Es como un relámpago, una música que me baila dentro, un flechazo de amor.

Viene cuando quiere, sin horarios ni calendarios, no tiene reloj. Tampoco discrimina lugares ni sabe de atrezzo: me recuerdo por la calle buscando con urgencia febril una servilleta para apuntar unas líneas. Claro que eso fue hace mucho tiempo, ahora con la aplicación de Notas de mi teléfono inteligente lo tengo todo a un clic de batería. Ay de mi móvil cuando duerme.

Y luego viene la serenidad, la profundidad, las horas oscuras pero necesarias de corte y confección. Horas, días, semanas de corregir y probar acabados, brillantes o ásperos, lo que convenga. Hasta que la prenda está terminada, y pasa a colocarse en su percha, que es la ilusionada página de un futuro libro, esperando su momento.

sábado, marzo 02, 2019

Vuelve El blog de Adaldrida

Hoy hace la friolera de dieciocho años que decidí tomarme en serio mi vocación de poeta, tras disfrutar de un  inolvidable recital de poesía dorsiana en Pampaluna.
Esto significa que cumplo mi mayoría de edad poética, y para celebrarlo, retomo con temblor este blog, porque me he dado cuenta de que necesito un sorbito de prosa poética en mi vida.
No prometo constancia, no prometo nada más que volver a intentarlo. Cuántas veces he tenido, volviendo a casa a través de las calles invernales o en el mismo autobús, intuiciones de ésas que merecen ser  plasmadas en alguna parte. Este es el lugar, este es mi lugar.
Y sé que al menos dos o tres, me estabais esperando.

domingo, noviembre 15, 2015

La teoría del fulgor

Me gustan las estrellas. Me gustan los cielos estrellados:los de verdad, pero más aún los de los cuadros encendidos, o las ilustraciones de literatura infantil, los planetarios para niños con filo dorado, los cuentos rusos con fondo de color azul noche.
Me gustan los relámpagos. El relámpago d´orsiano, ése que aparece, un instante, y que desaparece, gran descripción de la magia de un momento que refulge.
La teoría del fulgor afirma que hay personas que brillan, que son como un relámpago. Y queremos ese destello para nosotros, casi sin saberlo deseamos estar cerca de ese fulgor. Esta es una tesis que me inventé hace unos años, cuando de repente irrumpieron en mi vida varias personas que eran la encarnación empírica de mi incipiente teoría.
Y, por eso, hace unos días me quedé helada de calor durante la misa, cuando el sacerdote recitó unos versículos del Evangelio en los que Cristo dice de Sí mismo que es, o será, como el fulgor de un relámpago, brillando de un horizonte a otro. Emoción, emoción a raudales.
Dios siempre sabe llenar nuestro día con un minuto de belleza inaudita.

miércoles, noviembre 04, 2015

Vuelven los encuentros poéticos de otoño

... Y yo a mil kilómetros. Había, ya lo dije,una canción del cantautor Fernando Arduán, hermano de mi amigo Lord Scutum, que comenzaba así: "A mil kilómetros..." Pues asi estoy yo, así estoy yo, así estoy yo... sin ellos: mis compañeros, los poetas de Númenor que cabalgan de nuevo en noviembre al olor de las castañas asadas y el humo de leña que invade las calles de Sevilla.

El evento del otoño sevillano, oigan

Mañana se inaugura una nueva edición de nuestros queridos encuentros otoñales, gracias al trabajo del infatigable Fidel Villegas y a la ayuda de mis amigos poetas que tanto admiro. Recitarán Pablo Moreno, Paco Gallardo y Maria Eugenia Reyes, que por si no lo saben, es mi mejor amiga, Merl. Si estuviera allí, resucitaría este blog con la crónica más fervorosa y entusiasta que pudiera ofrecer a mi público lector.
Aquí en el Norte sólo puedo morirme un poco de envidia y recomendar la deleitable lectura que yo me voy a regalar a mí misma para consolarme otro poco: nada más y nada menos que las infinitas páginas de Lauda, el último libro de Pablo, de Años de piedra, el único poemario de Paco, y de El fabricante de ruinas, el libro con el que Merl ganó un accésit del Premio Adonáis. Pero supongo que lo mejor de la velada estará, como siempre, en los poemas inéditos recitados por cada autor, y eso me lo voy a perder... o casi.
Como primicia, y con el permiso de mi amiga Merl, les ofrezco una de las piezas inédita de la poeta María Eugenia Reyes Lindo que he tenido el honor de leer y seleccionar:

Un poema de Merl

Qué suerte tenéis... si vivís cerca de sur en este mágico mes de noviembre.

viernes, octubre 09, 2015

Regreso... hablando de Luis Alberto de Cuenca


Necesitamos poesía

Hace no mucho, paseando por el bucólico Parque del Ebro, tropecé con uno de esos feos y sucios garabatos que emborronan paredes agrediendo el paisaje y lanzando (habitualmente)  mensajes de borrasca a deshora. Mi reacción, que hubiera sido airada, se suavizó como por arte de magia, -la magia de las palabras-, al ver lo que rezaba el grafiti en cuestión: “Falta poesía, sobra miedo”.

Foto mía
Ni más, ni menos: una radiografía de nuestra sociedad pintada con trazos negros en un muro invadido por la hiedra. La he recordado en estos últimos días de septiembre, con el nombramiento de Luis Alberto de Cuenca como Premio Nacional de Poesía aún fresco en mis oídos.
Es una gran noticia, precisamente porque falta poesía y sobra miedo. Y la voz de Luis Alberto de Cuenca, el poeta que fuera director de la Biblioteca Nacional entre 1996 y 2000 y Secretario de Estado de Cultura bajo el gobierno de José María Aznar, ahuyenta los temores y alegra el corazón al crear belleza, esa belleza que tanto estamos necesitando.

Porque si la misión de un poeta es crear todo un mundo imaginario, un universo mágico en el que pueda esconderse y descansar el lector al leer cada uno de sus poemas, el nombramiento de Luis Alberto de Cuenca no puede ser más oportuno, un soplo de aire fresco, “una ducha en el infierno” como  silba uno de sus versos. Abrimos El hacha y la rosa, libro que recomiendo encarecidamente, y nos sumergimos en un planeta dorado repleto de sangre y fuego, hermosura y amor carnal: un viaje a la Edad Media con licencias contemporáneas que nos hace soñar. Y falta poesía que nos haga soñar en estos tiempos.
Una belleza épica y de tintes erótico-festivos, hecha de invocaciones a diosas blancas, vírgenes y heroínas de cómics:

 “Y sobre todo ella,
la que viene de lejos para velar tu sueño,
la que triunfa y se marcha,
Sonja la roja, la rival de Conan”.

Una belleza hecha de registros muy diversos, a modo de pléyade y retrato del hombre contemporáneo y clásico a la vez, en la que paganismo y cristianismo conviven precisamente para crear hermosura, una música que toca cuerdas distintas para despertar numerosas emociones a veces contradictorias en el lector: desfilan por sus páginas diosas y heroínas como acabo de nombrar, pero también hay lugar para una fervorosa oda a la Virgen del Carmen, “ reina de los espacios infinitos”, y conviven palabras como pudor y culpa junto a cierta persistencia en la imagen de una mujer desnuda bajo un impermeable, siempre rodeada de un halo legendario:

“Llueve como si fuera a morir alguien
por pecar con las hijas de los hombre […]
Dice, y del impermeable se despoja,
incendiando mis ojos , como siempre,
y prendiéndole fuego al universo”.

Una belleza  con un fondo de ironía que no hace otra cosa que agrandarla. La ironía que flota en el poema “El desayuno”, por ejemplo, suavizando la pasión y convirtiéndola en ternura:

“Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
“tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno”.

O como sucede en el poema “Eterno femenino”, en el que recrea una fantasía donde una serie de mujeres bellísimas le psicoanalizan y cuando se van a despojar de las ropas, se le ocurre pensar al protagonista del poema que tanta suerte no puede ser cierta,

“[…] De manera
que opté por escapar. Cerré los ojos,
me encomendé a mi madre y a mi novia
y, dejando el diván, salté al vacío”.

Y, por último, una belleza clara, que aunque no abandona el culturalismo, se lee con facilidad y agiganta la idea de adentrarnos, con sus páginas, en un universo maravilloso como de cómic. No en vano la línea clara, corriente poética en la que se suele encuadrar a De Cuenca, nace del cómic y fue abanderada por autores como Hergé. Para el creador de Tintín, la ilustración debía ponerse al servicio del la narración, y está al servicio del lector. Los versos de Luis Alberto de Cuenca también parecen estar al servicio de una narración lírica, y nos llegan con claridad luminosa aunque hablen de seres mitológicos, de guerras y de amores algo turbios. En el libro abundan los adjetivos que giran en torno a esta idea (diosa blanca, flor blanca), pero aparecen siempre como paradoja, una blancura que encubre la zozobra o el deseo culpable. Por eso encuentran eco en el lector del siglo XXI y llenan ese hueco que denunciaba la pintada del parque.
Y esta luz que nace de versos oscuros provoca también una pregunta en los lectores: ¿la poesía sirve para aportar luz (claridad) o misterio (oscuridad) a nuestra vida? Un poco de cada: en una reciente entrevista al periódico El País, el poeta afirmaba: “soy un poeta de línea clara que se está volviendo oscuro.”

domingo, julio 19, 2015

Adaldrida recita nueve poemas de Rocío Arana

Lo prometido es duda, me dijo en una ocasión mi amiga Merl, porque nunca se sabe si lo cumplirás..., pero aquí estoy de nuevo y con un vídeo recital:


Lo mejor es el momento en el que demuestro mis ineptitudes matemáticas y hablo de seis versos en un poema que en realidad tiene sólo cinco..., y el monentazo en el que digo que los árboles de Pampaluna cuando llueve se mojan... ¡como los demás!
Si queréis más... lo podéis pedir en comentarios.

martes, junio 09, 2015

Homenaje a mi primo el del iPhone, al estilo "Molinos"

Rodrigo es mi primo, el del iPhone.

Mi primo el del iPhone, en Haro
Foto mía

Rodrigo es mil ideas a la vez, mil vídeos de Youtube, mil risas. Rodrigo es creatividad en estado puro.
Rodrigo es fines de semana en Haro, mañanas de domingo en la Pajarera inundados de sol frío del Norte. Rodrigo es abrazos y enfados repentinos que se deshacen como islas de espuma.
Rodrigo es una melena que no deja de crecer y hay que tener a raya. Rodrigo es un mítico anuncio que hizo para un trabajo escolar, profesional cien por cien y con un amigo que llevaba una americana raquítica.
Rodrigo es tu personal shopper para cambiar de compañía telefónica. Es debate cortés pero tenaz. Rodrigo es veinte veces por minutos "te tienes que cambiar al iPhone", "te tienes que cambiar a Wordpress".
Rodrigo es a ver quién hace la mejor foto del pintxo, yo con mi Samsung o él con su flamante iPhone. Es patatas picantes en el bar Benigno. Es querer la última gota, la que pica más. Rodrigo es "¿pedimos un poco de pan para rebañar?". Rodrigo es "trae, que te abro la botella de Solán de Cabras". Rodrigo es luchar con las botellas vacías como si fueran espadas, y mi abuela al fondo con su atenta imaginación de peligro, "os vais a hacer daño".
Rodrigo es sensibilidad y humor, es la hora de José Mota y cariño emocionante. Rodrigo es Gomaespuminglis, espuminglis. Rodrigo es el último vídeo de parodias de canciones.
Rodrigo es poner el belén en Navidad. Rodrigo es Noche de Reyes. Rodrigo es el Día de La Rioja.

Rodrigo es mi hermano adoptivo. Hoy cumple diecinueve años, y quiero decirle que sin él no me gustaría tanto Logroño, Ni Haro. Ni La Rioja.

domingo, mayo 24, 2015

Recital en Maestu

Recitar ante personas que te vieron nacer, la Celes, Paquita, los del estanco, en el pueblo que fue tu Arcadia en la niñez y aún hoy es tu pequeño paraíso verde... es una experiencia conmovedora.

Tras el recital, debajo del cartel 

"Poetas en mayo" es un festival poético que organiza Elisa Rueda en Vitoria, pero este año ella ha querido abrirlo a otras regiones de la comarca, de igual manera que por ejemplo el Agosto clandestino de Logroño organizó un acto poético en Rodezno hace varios veranos.
Mamen, la bibliotecaria de Maestu, me invitó a recitar junto a Julio Suso, poeta maestuano. También declamó algunos poemas de la propia Elisa, que me parecieron muy buenos: repletos de imágenes sencillas y frescas, de una ironía infantil muy poderosa.

Recitando en Maestu 

Julio recitó unos poemas pertenecientes a su libro "El frío dentro", dedicados a la muerte de su madre, y un relato que me fascinó. Antes, los niños de la escuela representaron un guiñol versificado en euskera sobre Hansel y Gretel.
Yo recité varios poemas escritos en Maestu, de todos mis libros: entre ellos, el famoso planto por un colchón de lana. Y un par de poemas inéditos de mi próximo libro, que siempre hace ilusión recitarlos en público por vez primera.
Disfruté como una niña. Y vi a los que me vieron nacer disfrutar también. Todos me decían que había transmitido una gran alegría, algo que hace poco me dijo un ex compañero muy querido y recordado. Regalar vitaminas y optimismo a los demás es uno de los dones que Dios a su vez me ha regalado, y no quiero que la llama se apague nunca.

domingo, mayo 17, 2015

Desayunando fruta y poesía

Terminar de escribir un libro es sentir de nuevo la vieja llamada, volver al origen: la emoción, la duda, los versos por teléfono, el  género metaliterario y epistolar reconvertido en mails de urgencia poética y wassaps muy silábicos, no porque haya que contar caracteres, que esto no es Twitter ni el SMS tan retro, sino porque hay que contar sílabas, delicioso oficio de poetas un poco renacentistas, única matemática que me salva.

Desayunando fruta y poesía 

Y es volver a las antiguas lecturas, porque como estás en carne viva y con la música interior a flor de piel, te apetece dejar por un rato de lado a Calderón, Jane Austen y los hermanos Álvarez Quintero, y regresar con secreto gozo a Miguel d'Ors, Enrique García-Máiquez y Julio Martínez Mesanza.

miércoles, mayo 13, 2015

Conversaciones con La Otra (II)

Amigos míos, he terminado mi quinto poemario (o casi), por lo que vuelvo al blog. Le dedico este post a Inma, a mi madre y a EGM, que son quienes han insistido más pidiendo esta vuelta. Intentaré actualizar una vez a la semana.
En realidad, vuelvo por la puerta falsa porque voy a adaptar un comienzo de post de mi otro blog, Makimarujeos, pero cuando lo escribía pensaba, esto podría ser uno de mis proemas antiguos:

CONVERSACIONES CON LA OTRA (II)

El viernes estuve haciendo la compra en Mercadona cuando me sentí dulcemente atacada por un paquete de regalices rojos, que se cruzó en mi camino para avasallarme a traición. Resistí, más o menos siguiendo el esquema de este diálogo con "La Otra":

- Mmmmmm, regaliz roooojo...
- Rocío, que te pierdes.
- Ay por favor, por favor y por favor. Quiero regaliz rojo.
- Es azúcar pura y calorías vacías, pa eso te compras chocolate (que tampoco)...
- No te oigo, no razono y quiero regaliz rojo.
- ¡Que no!
- Tirana de mi albedrío...
Así estábamos en un reñido mano a mano cuando se me ocurrió esta brillante salida (mejor dicho, se le ocurrió a La Otra):
- Mira, si quieres química dulce, te vas al Hobbit que la venden por unidades de a cinco céntimos y no en paquetes asesinos suceptibles de desaparecer de una sentada, te compras dos o tres palitos rojos después de una sesión de Gym y eres feliz como un regaliz con riesgo mínimo.

Y fiada de esta semi promesa seguí hacia adelante..., rumbo a la perfumería.

Una comentarista me he dicho que el diálogo parece sacado de una de esas pelis surrealistas de los años ochenta, ¡"El ataque de los regalices asesinos"!


lunes, febrero 23, 2015

Aviones de papel

De repente ha venido a mi memoria esa canción de Esther Zecco. Porque todo me sabe a azúcar y miel, y cuando escuchaba sus acordes era todo sólo una promesa.
La vida se abría lentamente ante mí, como en los versos de Paco Gallardo. "Espera, corazón. Vendrá la lluvia". Y yo esperaba, y me refugiaba en poemas que recordaban mi niñez. En el colegio donde trabajaba veía a los niños jugar, correr, la boca roja de piruleta marca Fiesta como en mi propia infancia. Vagaba por el patio, y luego por las calles del centro de Sevilla. Una fuente, una plaza, una tienda de maquillaje. Y siempre la sensación de estar de paso, de esperar, de comienzo de película. "Todo tiene que empezar, todo está por llegar".
Y era verdad, y ahora la lluvia me empapa como una chimenea de llamas lentas y acogedoras. Sevilla, ese trabajo que no era el mío, esos acordes de guitarra y esa voz serena, esos versos amigos, a veces por teléfono. Pensé que todo eso era casa, y ahora sé que era tan sólo trampolín, la pista de despegue.

martes, febrero 03, 2015

Don Miguel Lluch, in pace

Nieva.
También nevaba en Pampaluna aquel mes de marzo de 2002. Te recuerdo en medio de la nieve, con sotana y botas. "Es la nueva moda", dijiste, sonriendo.
De ti guardo un par de recuerdos nítidos. El más grande, tu forma de hacerme reír a carcajadas en el confesionario: "voy a tener que pagar estas sesiones de risoterapia", te dije, y tú respondiste que en todo caso sería al revés...
Y aquella idea genial de la goma de borrar que tiene preparado nuestro ángel de la guarda cuando nos pavoneamos por una buena acción, y entonces él debe borrarla de nuestra pequeña lista de méritos... Aunque la goma de borrar más grande la tiene Dios,  dijiste,  para borrar las cosas malas cuando pedimos perdón.

Te agradezco infinito esos tres días que me regalaste,  y que luego estuvieras siempre disponible.  No hay oro en la tierra para pagar eso: el único que sabe pagarlo es Dios,  y ya lo ha hecho. 

martes, enero 06, 2015

Entrevista imposible a Oriente, protagonista estrella en "El Belén que puso Dios"

Como cada mes, es un honor para mí colaborar con Aleyendo, la revista de animación a la lectura de la Asociación cultural Ayedo en Logroño.
En esta ocasión disfruté como una enana diseñando una entrevista imposible a un personaje inolvidable: Oriente, la estrella del Belén más literario y entrañable de los últimos tiempos, firmado por el gran Don Enrique Monasterio.


Este librito nos ha hecho soñar y nos ha ayudado a imaginar a muchos, poniendo voz a todos los personajes del primer Belén de la historia. En un ejercicio de reescritura, he puesto unas pocas palabras más en boca de la estrella que guió a los Reyes Magos.
La publico en detalle:





Como veis, tímidamente regreso al blog.

lunes, diciembre 08, 2014

La mejor iluminación de Navidad, la luna

Anoche llegué a mi casa muy de noche, con la pesadumbre de no haber fotografiado las luces navideñas de la Avenida de la Constitución de Sevilla como me pidieron mis amigos de UNIR. Sólo había logrado retratar la noche anterior los guantes de luz que abrigan a los árboles de La Encarnación (aquí.)
Mi padre, para consolarme, me dijo con zumba: "siempre puedes fotografíar la luna".


Y es una verdad muy grande: la luna es la auténtica luz de Navidad, porque refleja el resplandor del Sol. Y se me ocurrió una foto chula y un haiku:
"Luna con faros
siempre largos venciendo
a las farolas".
El diccionario del Samsung me ha sugerido, después del término "faros", el compuesto "antinieblas", y me lo he pensado un momento al considerar la imagen poética. A punto estoy de corregirlo, ¿sería un caso de escritura digital y automática? Samsung and me: ¿poesía ciborg?

Dedico este post a mis padres, a EGM y a los pocos lectores con paciencia que de vez en cuando se asomen a esta chimenea casi apagada. Muy pronto, post sobre mi paso por la feria del libro antiguo.

lunes, noviembre 17, 2014

Otoño en Logroño

...Rompo mi silencio para describir cómo en Logroño, la Belleza del otoño le ha ganado la partida a la fealdad cejijunta de los grafitti callejeros:


He disparado esta fotografía al salir de un túnel gris: la vida es puro simbolo y regalo. El cielo no podía estar más azul: sol frío de cuento rojo. Caminaba por parques verdes y circunvalaciones de pesadilla surcadas de repente por un ramalazo de fuego.
Y ayer, en un semáforo, levanté los ojos y vi que la ciudad en la que vivo parecía París:


Sigo escribiendo mi próximo poemario: por eso estoy tan callada. Pero lenta, muy lentamente, regreso a casa tras un largo viaje.