Al final, comer poco y sano es todo un estilo de vida que puede dar mucha gloria a Dios. La frugalidad, la templanza.
Aquí, empezando a adelgazar |
No es sólo cosa de cristianos: estoicos antiguos y modernos la predican. El ayuno intermitente triunfa. Vence el que se vence, me dijo una vez mi padre, citando un proverbio latino en medio de mi adolescencia más voraz.
Tener la tripa un poco menos llena nos abre los ojos, nos hace ver más allá de un triste croissant, nos llena por dentro. Nos hace estar alertas. Nos hace menos esclavos.
Claro que todas estas palabras se convierten en nada cuando muerde el hambre, del mismo modo que ninguna de las razones humanas o teológicas para vivir en castidad pueden contra la necesidad física de muchos y muchas. Pero aun así es bonita la idea de tener señorío sobre uno mismo, aunque sólo sea un ideal. Y también es bueno dar la razón a un padre: ¡vence el que se vence!
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